domingo, 11 de septiembre de 2011

Robyn: Body talk (2010)



Body Talk es el séptimo álbum de Robyn. Un álbum de dance-pop conceptualmente muy original, ya que su contenido fue desvelándose a lo largo del pasado año en tres mini-albumes (partes I, II y III) cuya selección definitiva es el disco que hoy comentamos. Un álbum que ha despertado las críticas más unánimes a nivel mundial (nada menos que 86 sobre 100 en Metacritic, lo que significa que en prácticamente cualquier publicación musical especializada figura entre los imprescindibles del pasado ejercicio). Y que a mi modo de ver no es para tanto.

Cierto es que el sencillo que lo anticipó, "Dancing on my own" es sin duda una de las mejores canciones del pasado ejercicio, con su línea de bajo electrizante, sus diferentes partes perfectamente arregladas, su melodía armoniosa, su letra inesperadamente "profunda" y su energía incontenible (como puede apreciarse en la interpretación que he enlazado, correspondiente a la entrega de los Premios Nobel de 2010). Y que el segundo sencillo "Hang with me" es, a un nivel ligeramente inferior, otro temazo pop con una melodía inolvidable y un teclado a-lo-Neverending-story de Limalh que nos recuerda épocas más prolíficas. Pero la realidad es que el conjunto del álbum es mucho más irregular.

Al final son 15 los que formaron parte de la selección final, una cantidad excesiva a mi modo de ver. Ya los dos primeros temas ("Fembot" y ""Don't Fucking Tell Me What to Do") decepcionan a pesar de no desentonar con el estilo global del álbum, el primero por su melodía cursi y el segundo por excesivamente monocorde. Tras ellos Dancing on my own aumenta las expectativas, y de los cortes cuarto ("Indestructible") al octavo ("Call Your Girlfriend"), tercer y cuarto sencillos respectivamente, el álbum es homogénero, bailable, disfrutable, casi-casi inolvidable (basta escuchar "Love kills" o "Time machine" para corroborar esta impresión). Pero ahí acaba la fiesta: da la impresión de que Robyn ha juntado de modo consciente todos los momentos álgidos, y de que la crítica no ha terminado de reparar en semejante truco.

De ahí al final quedan nada menos que 7 temas, en su mayoría colaboraciones de postín (Röyksopp, Snoop Dogg) que no están ni de lejos a la altura de las anteriores y que incluso en ocasiones ni siquiera encajan con el estilo global del álbum. Quizá los únicos momentos salvables sean el dance-hall-reagge de "Dancehall queen" (en colaboración con Diplo) y el juguetón "Stars 4-ever" que cierra el álbum. Pero del resto no hay nada que rascar. Además, tanta composición menor hace olvidar el excelente tramo anterior, cuando no cuestionarse la producción un tanto espartana de dicho tramo estelar, la cual causa que cuanto más se escucha menos emocione.

En definitiva, un puñado de sencillos excelso (y que podrían ser éxito a nivel mundial a poco que se promocionaran) en un disco excesivamente largo. Amiga Robyn, para la próxima vez reduce aún más la lista de temas seleccionados: con nueve o diez sí que hubiera sido un álbum fantástico.

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