domingo, 12 de febrero de 2023

Metric - "Formentera" (2022)

Gracias a "Formentera", los veteranos Metric van a recibir por vez primera una entrada independiente en este humilde blog. Con prácticamente un cuarto de siglo de carrera y siete álbumes a sus espaldas, siempre me habían parecido una buena banda "de segunda fila", desde aquel directo "Combat baby" con el que los descubrí, hasta su himno por antonomasia, ese "Gimme sympathy" con el que tan fuerte pegaron allá por 2009. Pero ya con su séptimo disco, "Art Of Doubt" (2018), me pareció que estaba recuperando ambición y ganas de ir más allá con su sonido. Algo que, con "Formentera", su último lanzamiento, he confirmado con creces. Porque para mí es obvio que han firmado el mejor álbum de su discografía, y seguramente uno de los más notables de los últimos meses. Doble mérito por su parte, pues lo normal es que tras tantos años luchando en el siempre complicado panorama musical alternativo, los canadienses estuvieran entregando ya discos menores, con pequeñas variaciones en su propuesta, y el fantasma de la retirada acechando. Nada más lejos de la realidad, afortunadamente.

Para mí lo mejor de "Formentera" es que se trata de un álbum muy complicado de etiquetar por la variedad de registros que encierra, y sin embargo muy cohesionado. En parte gracias a la voz de Emily Haines, y en parte gracias a ese sonido tan diferenciado pero a la vez tan trabajado en todos sus temas, sin miedo a encasillarse, y siempre buscando extraer lo máximo de cada composición, con una producción excelente como mejor baza. Todo ello provoca que los nueve temas que lo conforman (aunque en realidad podríamos hablar de once, como explicaré en seguida), y los cuarenta y ocho minutos que dura, se hagan inusidamente cortos, y apetezcan nuevas escuchas para ir sacándole el jugo a unas u otras canciones según nuestro estado de ánimo.

El álbum lo abre el que seguramente será el tema más llamativo del disco, además de su segundo sencillo: "Doomscroller". Que también es la razón por la que hablaba hace unos instantes de once cortes. Y es que estamos ante una de las canciones más largas de los últimos años: nada menos que diez minutos y medio de música ininterrumpida. Que pese a lo que pueda parecer no se hace pesado en absoluto, pues en realidad está constituido por al menos tres composiciones diferenciadas pero muy bien enlazadas que se van sucediendo a lo largo del minutaje, no simplemente seguidas una de otra sino con retornos y vueltas al comienzo como parte de un espléndido carrusel sonoro. Si me apuran, individualmente ninguna de las tres composiciones es espectacular, pero sí notables, y ese entrelazamiento es toda una exhibición: empezaremos escuchando la electrónica obsesiva de The Chemical Brothers, luego la contundencia tecnológica de Garbage, después nos acordaremos de la melancolía pausada de Dido, vuelta a Garbage, y a continuación una mirada a las baladas desabridas de Paloma Faith, para acabar con un medio tiempo de rock distorsionado que a lo mejor nos retrotrae a Radiohead. O lo que es lo mismo, una auténtica exhibición para denunciar esa perpetua mirada negativa a todo lo que nuestra sociedad hiperinformada nos ofrece. El segundo corte, aunque menos espectacular, raya en mi opinión a la misma altura y, seguramente por eso fue escogido por la banda como primer sencillo: "All Comes Crashing" es una pasional declaración de amor a la vez que un imaginativo ejercicio de pop-rock-electrónica de preciosas estrofas pop arropadas por sonidos sintetizados, un estribillo en el que la batería de Joules Scott-Key es sencillamente maravillosa, y unos infecciosos riffs de guitarra entre estrofas. Una larga parte nueva y la envolvente repetición final del estribillo ponen la guinda. "What Feels Like Eternity", tercer corte y también tercer sencillo, muestra a los canadienses más guitarreros ya desde ese subyugante comienzo sobre el bajo de Joshua Winstead, en un ejercicio que suena más al comienzo a New Order y recuerda más a Garbage conforme se van introduciendo sonidos electrónicos. El cambio de tonalidad de su instrumental parte nueva oxigena la composición y hace si cabe más disfrutable la parada previa a la repetición final del estribillo.

"Formentera", el tema que da título al álbum y que inspiró al cuarteto tras contemplar una de nuestras islas más espectaculares en un folleto promocional de viajes, es más interesante instrumentalmente que disfrutable. De cinematográfico comienzo con toda la orquesta exhibiéndose, sus relajadas estrofas, en la línea de los Saint Etienne más intemporales, resultan agradables pero no terminan de enganchar, y su estribillo llama más la atención por lo complicado que resulta de cantar que por lo fascinante. Algo parecido sucede con sus largos interludios instrumentales, aunque seguramente sean lo más disfrutable de sus largos seis minutos. El problema es que el siguiente corte, "Enemies of the Ocean", es otro medio tiempo que se mueve en parámetros no muy diferentes al tema anterior, por lo que ambos constituyen un inquietante parón en el hasta ese momento impecable devenir del disco. Salvedad hecha, el tema en sí vuelve a ser otro medio tiempo con acertado acompañamiento orquestal, bien trabajado compositivamente y mejor ejecutado si cabe en su instrumentación. Afortunadamente, el álbum retoma la mejor senda a partir del siguiente corte, "I Will Never Settle": toda una declaración de honestidad desde el primer segundo ("This is not the song I wanted to write for you"), juega a ser una balada emotiva sobre un colchón de sintetizadores a lo "Forever Young", pero a partir del primer estribillo va cogiendo ritmo y energía en un auténtico doctorado de cómo cambiarle la cara a una composición, hasta convertirse en un afilado ejercicio de pop guitarrero. La melancolía de las estrofas combina perfectamente con los jugueteos electrónicos del estribillo, y la parada del final y el remate posterior recuerdan en su eficacia a cómo detenían The Killers sus mejores creaciones.

En el notable último tercio disco no hay espacio para nuevas barreras que disturben su discurrir. Al contrario, lo que nos encontramos en el séptimo corte es nada menos que "False Dichotomy", cuarto sencillo y a la que hace unas semanas seleccioné como la segunda mejor canción internacional de 2022: aún no sé si definirla como rock electrónico o pop espacial, pero sus excepcionales estrofas y su contundente estribillo, que juega a no aparecer, lucen aún más en un directo en el que el cambio de tonalidad que encierra y la manera cómo la banda disfruta sacándole todo el partido es colosal. Después de tal despliegue es imposible mantener el listón, pero las guitarras de "Oh Please" y su contraste con el bajo sintetizado, añadidos a la contundencia de su batería y una melodía de frases largas, generan un tema elegante, claramente diferenciado del anterior pero lo suficientemente emparentado gracias a esos ritmos sincopados, y con probablemente la mejor parte nueva del disco, un sorprendente ejercicio de dub espacial. Y el disco lo cierra la evocadora "Paths in The Sky", una especie de homenaje a la ampulosidad de la primera época de U2, evidente sobre todo en sus meritorias estrofas. El estribillo es un poco arduo en su melodía y en su compleja instrumentación como para enamorar, pero aun así funciona como colofón de este variado disco.

Porque esa es la sensación predominante tras repetidas escuchas: el eclecticismo de un disco que no pierde personalidad, ni se arrima a géneros de moda, pero que trata cada canción de manera independiente, consiguiendo que nos generen emociones muy diversas. La madurez que ha alcanzado el cuarteto como instrumentistas también resulta claramente evidente, y ello contribuye a esa variedad estilística. Pero lo mejor es que esa ambición por llevar su carrera a cotas antes no alcanzadas les ha permitido entregar su colección más redonda de composiciones. Lo cual no se ha reflejado en las ventas de "Formentera", pero sí en su aparición por varias listas de los mejores discos del año, sobre todo de aquellas más valiosas: las seleccionadas por los propios melómanos. Con lo cual sólo queda esperar que los canadienses perciban este reconocimiento como recompensa suficiente a su esfuerzo, y se animen dentro de un par de temporadas a darle continuidad con un noveno álbum. Ya lo estoy esperando.