sábado, 16 de febrero de 2019

Reed & Caroline - "Hello science" (2018)

A finales del año pasado vio la luz uno de los álbumes que más me han gustado del 2018: el segundo disco del dúo neoyorkino Reed & Caroline. "Hello science" toma el testigo de su álbum de debut, "Buchla and singing" (2016), pero potencia las virtudes y reduce el carácter experimental de aquél. Porque aunque su primer disco constituyó un saludable ejercicio de estilo que intentaba crear un pop electrónico a partir de un instrumento tan difícil y poco convencional como el buchla (uno de los primeros sintetizadores analógicos de la historia), y que fue capaz de entregar momentos puntuales muy brillantes, como el sencillo estrella ("Singularity (we bond)", que ocupó el octavo puesto en mi lista de mejores canciones internacionales de 2016), o "Electrons", tremendamente singular y a la vez bailable, el álbum en su conjunto giraba demasiado en torno a las posibilidades del buchla, y resultaba más experimental que disfrutable de principio a fin. Y esa fue la razón por la que en su momento no le dediqué una entrada independiente.

Por eso es de agradecer que para este "Hello science" el dúo haya relajado su vertiente experimental y haya potenciado la composición de canciones pop, que podrían pasar por "convencionales" si no fuera por sus personalísimos arreglos. Y que además hayan creado un álbum conceptual como hacía tiempo que no veía: todos y cada uno de los temas tratan de una manera u otra de la CIENCIA, con mayúsculas: desde astronomía hasta informática, desde telecomunicaciones hasta geometría. Con un alarde creativo en sus textos nada habitual. Y todo ello con la excelente voz de Caroline Gould y la inteligencia a la hora de instrumentar de Reed Hays.

Un alarde que se pone de manifiesto desde el comienzo, con su primer sencillo y también tema estrella: "Before" (que ocupó el tercer lugar en mi lista de mejores canciones internacionales de 2018) es una excelente composición de estructura clásica, con una melodía de estas que sorprenden que no sea una versión, ni que nadie la hubiera compuesto hasta ahora, sobre la que Gould canta la que es probablemente la mejor letra de 2018, sobre la composición de cada objeto del universo y el papel que el pequeño ser humano representa a su lado, con un original cuarteto de cuerda sintetizado, y los habituales sintetizadores juguetones que en principio no podrían encajar con el cuarteto, y que sin embargo lo complementan fantásticamente. "Dark matter", segundo corte y segundo sencillo, es otro tema de atmósfera espacial, pero mucho más rápido, algo así como power pop del siglo XXII con sus tres estrofas y su parte nueva, realzado por unos originales bajos sintetizados que sustentan las estrofas y complementan la melodía en el estribillo. "Buoyancy", el tema más bailable del álbum, empieza como un tema de techno-pop de los ochenta, pero en seguida se convierte en un llenapistas de una Tierra futura, con su base rítmica que es puro house gracias a su bombo prominente y a sus platillos arrastrados, sobre la que se despliega su melodía infecciosa y elegante a partes iguales.

"Another solar system", cuarto corte, es otra excelente canción, optimista e innovadora a partes iguales, que trata de trasladar la emoción de descubrir un nuevo sistema solar en el que la humanidad pueda empezar de nuevo, y a la vez lo hace con un estribillo tarareable a dos voces. Sin llegar en mi opinión al nivel de los cuatro temas anteriores, "It's science" es algo así como el Eleanor Rigby de Reed & Caroline, nuevamente usando el cuarteto de cuerda sintetizado pero esta vez dejándolo como único acompañamiento a la voz de Gould para explicar el procedimiento científico. "Digital trash", el sexto corte, es otro ejercicio de orquesta sintetizada, un medio tiempo intimista con acordes menores y batería contundente que recuerda al "Happiness is an option" de Pet Shop Boys. Claramente superior es "Ocean", un medio tiempo con una preciosa letra sobre los océanos, una estructura de canción pop intachable, y una melodía adictiva de principio a fin que recalca certeramente la doble caja que utilizan en el estribillo, como si estuviéramos en un festival musical del próximo siglo. Le sigue "Entropy", quizá el tema más lento del disco y, salvo algunos efectos típicos de Hays, el más convencional en su instrumentación, por lo que resulta de los menos interesantes.

El último tercio del disco, probablemente su tramo más flojo, lo abre "Computers", que sin duda sube el nivel de los dos temas anteriores, además de contar con el comienzo más inspirado del disco (que por cierto ya se ha usado como sintonía televisiva). Un medio tiempo arrastrado que engancha poco a poco, y en el que la voz de Hays distorsionada por el vocoder a lo Daft Punk funciona como original contrapunto a la dulce voz de Gould. "Internet of things" llama más la atención por la rotunda actualidad del título y la originalidad de la letra que por la inspiración de su progresión ármonica y su melodía. Aunque no estamos ni mucho menos ante una mala composición, pues está trabajada en sus distintas partes al mismo nivel que la mayoría de sus compañeras, e incluso incluye un extraño sampling vocal antes de la tercera estrofa. "Continuous interfold" es la mayor concesión del dúo a su tendencia a la experimentación: un minuto y medio de interludio a base de frases sueltas y efectos, sin que podamos hablar de una verdadera canción y sí de una clara tentación para pulsar el botón de forward. Y el álbum lo cierra la juguetona "Metatron", nuevamente más interesante por su letra de referencias geométricas y por su superposición de pistas vocales distorsionadas que por sus estrofas y estribillo.

Como puede verse, aún quedan en "Hello science" tres o cuatro canciones en las que el esfuerzo está más puesto en las formas que en el fondo. Y la mayoría de los temas son quizá demasiado cortos, con la duración justa para la estructura habitual de canción pop y cero espacio para intervalos instrumentales, crescendos, codas u otras licencias. Pero en general el disco está lleno de pop clásico construido sobre buenas melodías, y eso juega claramente a su favor. Claro está que esas melodías quedan realzadas por la calidad de Gould como cantante y por la personalísima parafernalia instrumental del dúo. Por lo que el resultado es claramente disfrutable, a diferencia de otros álbumes conceptuales que sólo apetece escuchar en circunstancias muy puntuales. Sólo me preocupa la escasísima repercusión del disco, no ya en listas y festival sino incluso en los medios especializados. Porque pocas cosas dio el anodino musicalmente hablando año pasado más cautivadoras que este homenaje a la ciencia. Así que espero que esa indiferencia no arruine su carrera musical. No se lo merecen.

domingo, 3 de febrero de 2019

Otras 20 canciones más que interesantes de 2018

Como ya anticipaba en mi anterior entrada, dedicada a las en mi opinión 20 mejores canciones internacionales de 2018, el año ha sido lo suficientemente interesante a nivel de sencillos/videoclips como para proponer otra lista con 20 canciones adicionales. Que si bien no llegan a los niveles de excelencia de aquéllas, sí que merecen una reseña. Es cierto que el 2018 no ha sido un año en el que hayan abundado los álbumes de gran nivel, pero también es verdad que las plataformas de streaming y las redes sociales están favoreciendo en estos últimos años la preeminencia del formato sencillo: tres o cuatro minutos de un cierto artista, que siempre podremos enlazar con otro tema que nos guste de otro artista. Y este fenómeno, que para mí es más negativo que positivo porque siempre he preferido un buen álbum a una "simple" colección de canciones, posibilita en cambio que proliferen canciones de artistas a los que el formato álbum les puede venir grande en un momento dado, pero sí que poseen la inspiración y el talento suficiente como para entregar una canción más que interesante.

La lista que les propongo ahora es eso: una colección de 20 temas de artistas que no figuraron en mi anterior lista pero que merecen una reseña. Con los mismos criterios ya conocidos: una sola canción por artista, que haya visto la luz en formato sencillo o videoclip, y que no corresponda a artistas españoles. Buscando, como siempre, la creatividad, la originalidad, la calidad en la interpretación y la capacidad de emocionarnos. Y sin ningún otro criterio para presentarlas, ni de país de origen, ni de nuevos artistas frente a artistas consagrados, ni de estilo. Solamente 20 grandes canciones:

Death Cab For Cutie - "I dreamt we spoke again". El mejor sencillo de un álbum mucho mejor de lo que sus supuestos temas estrella anticiparon. Su personalísimo pop melancólico puede seguir existiendo sin Chris Walla.

Jenn Champion - "Coming for You". Una veterana de la escena alternativa que por fin dio el salto a la primera división con este intimista temazo de pop atemporal.

Rezz x Blanke - "Mixed signals". Una de las colaboraciones más interesantes del año pasado: Rezz aporta EDM y new beat, Blanke ambient a lo Aphex Twin. Y el resultado es brutal, sobre todo si se escucha a todo volumen.

Morgxn - "Carry the weight". Otro de los debuts más interesantes del año pasado. El estadounidense Morgan Karr nos cautivó con este medio tiempo que mezcla a partes iguales indie pop y R&B del siglo XXI, con coros soul en el estribillo incluidos.

Colouring - "Time". Otro debut mas, muy en la línea de las playlists de Mr. Suicide Sheep por envolvente y elegante, pero con guitarras, apta para la pista de baile y hasta con un estribillo en falsete. Esperando a que publique su primer álbum.

Emika - "Run". Desde el Reino Unido pero con una fuerte influencia de su República Checa natal, el tema más gélidamente adictivo del año pasado. Pop electrónico que no mira al pasado.

Empress Of - "I don't even smoke weed". Un trallazo de pop bailable que recuperó para el año 2018 el freestyle que arrasaba en Miami a mediados de los ochenta. Irresistible.

Promenade Cinema - "Polaroid stranger". Recuperando la oscuridad del techno-pop de bandas de principios de los ochenta como Ultravox o B-Movie, pero actualizando el sonido con clase y una evocadora melodía.

MGMT - "Me and Michael". Tras prácticamente una década por fin los estadounidenses publicaron un sencillo que pudiera mirar a los ojos a su casi mítico "Kids". Indie pop para todos los públicos.

Leon Else - "My kind of love". Mi tema favorito de todos los que he podido escuchar de bandas sonoras de películas y series de televisión el pasado año. O como demostrar que en el siglo XXI los hombres pueden seguir cantando temas de pop bailable con voz masculina y tonos graves.

Fischerspooner - "Have fun tonight". El inesperado retorno del dúo de Nueva York, después de casi una década y bajo los auspicios de Michael Stripe de R.E.M. como productor ejecutivo. Electroclash gay para altas horas de la madrugada.

Rolling Blackouts Coastal Fever - "Talking straight". Desde Australia, indie rock sin sorpresas pero con una capacidad inesperada de sonar frescos y disfrutables. ¿Será por su certero estribillo? ¿O por sus excelentes intervalos instrumentales?

Tiny Deaths - "Us". Su segundo álbum bajó mucho el nivel de su excelente opera prima, pero al menos contenía este desasogante tema de electrónica casera y extraña melodía.

Years and Years - "Sanctify". Una de las mayores esperanzas del pop británico del último lustro regresó con mucho menor impacto comercial del que se esperaba. Y eso a pesar de este notable tema, que podía haber firmado el propio Michael Jackson.

Holychild - "Bathroom bitch". Tres intensísimos minutos de power pop que no le hace ascos a las posibilidades instrumentales del año 2018. Esperemos que el resto de su segundo álbum esté a un nivel similar, sería uno de los discos de 2019.

IAMX - "Alive in new light". Chris Corner sigue a lo suyo: en su octavo álbum en solitario volvió a mezclar trip-hop y dark cabaret, no siempre inspirado pero con momentos tan sobrecogedores (y difíciles de cantar) como éste.

Janelle Monáe - "Make me feel". Vale que sus acordes son esencialmente los mi-la-si que desde hace más de sesenta años se han usado en miles y miles de canciones de blues y rock&roll, y que el estilo bordea el plagio del "Kiss" de Prince, pero aun así suena moderno y resulta infalible para la pista de baile.

Roosevelt - "Losing touch". El alemán Marius Lauber es capaz de mirar al italo disco de mediados de los ochenta y actualizarlo a nuestros días envuelto en electrónica indie. Ideal para espabilarse después de un madrugón.

Miriam Bryant - "Black car". La cantante sueca sabe mezclar en este medio tiempo soul y pop a partes iguales, y dotarlo de personalidad con esa voz grave y a contracorriente que tanto se agradece.

Rick Astley - "Try". El londinense retornó a rebufo de su "50" de 2016 con un disco mucho menos inspirado, pero que contenía esta balada de arreglos rockeros, meritoria y deudora de los Coldplay más clásicos a partes iguales. Y cantando mejor que Chris Martin.

Como ven, una mezcla curiosa de grandes nombres, retornos inesperados, propuestas minoritarias y mainstream, nuevos artistas que vienen pisando fuerte... Y que una vez más pone de manifiesto que, si lo intentamos, a pesar de tanto hip-hop, tanto reguetón y tanto revival, aún podemos emocionarnos con la música popular contemporánea.