domingo, 30 de octubre de 2022

Sigrid - "How to Let Go" (2022)

La de hoy es la primera entrada que dedico a la joven noruega Sigrid. Quien debutó en 2019 con un interesante álbum ("Sucker Punch"), del que me llamó especialmente la atención la bailable y ochentera "Mine Right Now". Pero al que le faltó un punto de consistencia para merecer una entrada independiente en este humilde blog. Algo que sí ha logrado con este "How to Let Go" que ha visto la luz hace unos meses. No gracias a la variedad en su propuesta (todas las canciones son claramente diferentes entre sí), sino porque ha conseguido que la mayoría de ellas merezcan nuestra atención. Algo que afortunadamente no ha ido reñido con su repercusión comercial, pues el disco, además de llegar a ser el más vendido en su país, también ha alcanzado el número dos de las listas británicas.

La propuesta de Sigrid es relativamente sencilla: pop contemporáneo, no demasiado difícil de digerir pero tampoco exento de calidad, que se va aproximando en cada momento a distintas corrientes y estilos sin dejar por ello de ser pop de consumo masivo. Es cierto que, a pesar de las notables cualidades vocales de la noruega, esas aproximaciones le restan algo de personalidad a su sonido, pero como contrapartida aseguran un álbum apto para muchos momentos y muchos potenciales oyentes. Señalar, además, que Sigrid participa en la creación de todas las canciones junto a "Sly" (Sylvester Sivertsen), el exitoso compositor danés que también se encarga de producir la práctica totalidad del disco. Primando siempre el impacto directo, con temas cortos que provocan que, a pesar de un tracklist relativamente extenso (12 cortes), el álbum sólo dure treinta y siete minutos.

El disco lo abre "It Gets Dark", elegida también como tercer sencillo. Un medio tiempo de inicio cinematográfico, estrofas armoniosas y complicadas de interpretar por su amplitud vocal, y estribillo más contundente, con un curioso bajo sintetizado que pocos esperarían como contrapunto a la distorsionada guitarra acústica, y que deja con ganas de más. Superior me parece "Burning Bridges", segundo corte, segundo sencillo, y mi segundo momento favorito del álbum: unos desconcertantes segundos de zumbido inicial que dan paso a un tema más rápido, que combina una letra de desamor y unas estrofas oscuras con un estribillo intenso muy bien realzado por una sección de cuerda sintetizada, y que vuelva a terminar tan repentinamente como comenzó. "Risk of Getting Hurt" es otro tema interesante construido a partir de un arpegio de guitarra eléctrica en las estrofas y un distorsionadísimo sintetizador en el estribillo, con unas estrofas cálidas, un estribillo complejo y difícil de cantar, y una elaborada parte nueva, y como único pero un ritmo sincopado que le confiere personalidad pero que quizá no era lo más indicado para sacarle todo el partido. "Thank Me Later" vuelve a subir el tempo y tras su comienzo instrumental de pura fantasía, propone un tema de estructura y arreglos pop clásico (arrancando con bajo, batería y voz, para añadir posteriormente la guitarra), que remata un bonito estribillo con una letra excelente ("I need to let you go, let you go / It's better for us both / You don't see it, but I'm doin' us a favour"), y que complementa otra muy completa parte nueva (cambio de tonalidad incluido).

"Mirror" fue el sencillo que anticipó el álbum hace ya más de un año. Otro medio tiempo corto y directo, con batería muy marcada, bailable gracias a su bajo sincopado y al piano electrónico de su estribillo, y con otra original sección de cuerda sintetizada, deudora de la música disco de finales de los setenta, que no desagrada pero que desde mi punto de vista flojea un tanto como eventual tema estrella del disco. A pesar de ser una balada un tanto convencional de piano y voz, me parece más interesante "Last to Know", con una desgarradora letra que refleja la intención de ocultar los sentimientos a una ex-pareja tras haber encontrado un nuevo amor, y una casi tan desgarradora interpretación vocal de la noruega, combinando sensibilidad y rabia a partes iguales. "Dancer", el séptimo corte, es mi tercer momento favorito. Un tema de pop-rock "arrastrado" que en sus estrofas recuerda mucho al "Shakermaker" de Oasis, pero que en su estribillo de notas altas y potentes Sigrid sabe llevar a su terreno. Y que vuelve a convencer en otra parte nueva tan elaborada como bien entroncada con el resto de la composición. "A Driver Saved My Night" es probablemente el tema más bailable y disfrutable del disco: un ritmo contagioso, una melodía pegadiza en las estrofas, un puente que coge fuerza, y un estribillo que vuelve a la progresión armónica principal con protagonismo destacado para la infecciosa guitarra eléctrica.

A pesar de lo que su título pudiera indicar, "Mistake Like You" es una balada relativamente colorista, casi dulce, en la que Sigrid lleva el teclado principal además de la voz, y que aunque no llega a resultar aburrida, tal vez sea el momento más prescindible del disco, incluso con un solo de guitarra eléctrica un tanto anacrónico. Afortunadamente le sigue mi tema favorito del álbum, "Bad Life", junto a la banda británica Bring Me The Horizon, un grupo que nunca ha acabado de alcanzar un gran reconocimiento de la crítica, pero que aquí crea a medias con Sigrid una brillante balada de rock que arranca con piano y se desarrolla con guitarras distorsionadas, y que sobrecoge por su preciosa letra sobre una persona al borde del suicidio, y su excelente melodía, que va creciendo desde la sobriedad de las estrofas hasta el nervio de los estribillos. Y en la que, por difícil que pueda parecer, Oliver Sykes, el cantante británico, gana a Sigrid en una interpretación vocal fantástica, todo lo cual justifica sobradamente su elección como cuarto sencillo. "Grow" es una balada acústica que vuelve a recordar a varias de las interpretadas por Liam Gallagher, coreable en su doble estribillo pero un tanto simple en su desarrollo, pues ni la composición ni la instrumentación varían apenas de principio a fin. Y, casi sin tregua, el disco lo cierra "High Note", otro tema lento y breve pero más interesante, aún relativamente convencional en su producción, pero que al menos va creciendo conforme avanza, especialmente con el cambio de tonalidad de su tramo final.

Para que el disco hubiera resultado redondo seguramente habría venido de perlas algún tema rápido más, una instrumentación algo más contemporánea en determinados momentos, y una apuesta por un sonido un tanto más personal. Porque pese a la calidad de Sigrid como compositora y sus cualidades como intérprete, si se sacan de contexto no es fácil reconocer como suyas muchos de las canciones de este disco. Lo cual puede perjudicar su carrera a largo plazo. Pero por ahora su juventud y su energía le aseguran un público fiel y un éxito internacional merecido, incluso aunque ni por estilo ni por propuesta se alinee con las modas actuales. De modo que sólo queda seguir esperando que en siguientes entregas continúe añadiendo buenos momentos a su discografía, para así terminar de consolidarse como una de las mejores apuestas del pop de los años veinte.

miércoles, 12 de octubre de 2022

Odesza - "The Last Goodbye" (2022)

Casi cinco años después de su último álbum de estudio ("A moment apart"), el dúo estadounidense Odesza ha regresado con el que es su cuarto disco, "The Last Goodbye". Un periodo aparentemente largo, aunque en realidad no lo ha sido tanto, pues entre medias Harrison Mills y Clayton Knight crearon el proyecto "Bronson" junto al productor australiano Golden Features, el cual dio como resultado un disco homónimo que ya reseñé en este mismo blog. Y cuyas exploraciones más orientadas a la pista de baile y a un sonido un tanto más crudo se dejan sentir en este regreso de Odesza. Una nueva entrega que, además, se ha beneficiado de que la todopoderosa Apple escogiera el tema que da título a la misma para una de sus campañas publicitarias más recientes. Lo que deja bien a las claras la influencia de la banda de Washington en la música contemporánea actual. Y que este álbum ecléctico y fácil de degustar pone de manifiesto.

Y es que pese a la cantidad de canciones que conforman "The Last Goodbye" (trece, ocho de ellas con invitados que se encargan de la parte vocal), se trata de un álbum de duración muy contenida para lo que se estila en discos de música electrónica (cincuenta minutos). Ello provoca que el disco fluya con dinamismo, y si algún tema en concreto nos llena menos, en seguida llega otro que cambia de registro y oxigena la escucha. Porque en esta nueva entrega el dúo ha potenciado su eclecticismo como seña de identidad, y aunque nos siguen proponiendo las influencias étnicas, los pasajes ambientales y las atmósferas envolventes que siempre les han caracterizado, no dudan en alternarlos con momentos más bailables o acercamientos al pop más actual. El resultado es lógicamente un tanto irregular, pero los aciertos priman sobre los errores, como lo demuestran los nada menos que seis sencillos ya extraídos.

"This version of you", el tema que abre el disco, enlaza perfectamente con el punto en el que el dúo dejó "A moment apart": un medio tiempo envolvente, sin apenas base rítmica, con una parte vocal declamada, y un crescendo antes del piano final, cuyo objetivo parece crear el clima para el resto del disco. Más interesante por sí misma resulta "Wide Awake", el siguiente corte, recientemente escogida como quinto sencillo. Con una complicada melodía de notas altas bien interpretada por Charlie Houston, llama la atención porque su colorida instrumentación a base de sintetizadores y efectos da paso en seguida a un contundente ritmo binario que la orienta hacia la pista de baile. Aunque ello no está reñido con un estribillo intimista y casi desnudo en su segunda repetición, ni con un sencillo pero apoteósico sintetizador en los intervalos instrumentales. Un tema notable, si bien personalmente prefiero "Love letter", tercer corte y tercer sencillo. Creada junto al también dúo de música electrónica The Knocks, el resultado es menos insulso de lo habitual en este anodino dúo: la voz de James Patterson canta una sencilla melodía y da vida a una progresión armónica sugestiva, que no varía en su desarrollo pero que incita al baile. Todo ello rematado por una de las mejores instrumentaciones del disco, variando continuamente con samplings diversos, teclados que aparecen y desaparecen y sólo unas notas de piano para cohesionar el junto.

"Behind the sun", cuarto sencillo además de cuarto corte, es un medio tiempo construido sobre un sampling de música iraní, que nos remite a los Odesza más reconocibles, pero que a pesar de su elaborada percusión y la contundencia de sus coros, supone un indudable bajón tras los dos temas anteriores. Pero la cosa en seguida remonta gracias a "Forgive me", mi segundo momento favorito del álbum, a pesar de no haber sido escogida como sencillo. Interpretada por la británica Izzy Bizu con la obvia intención de armonizar al máximo con el estilo de la composición, se trata de un tema de pop luminoso y rabiosamente contemporáneo, directo y con unas estrofas que levantan el ánimo a cualquiera. Una bonita producción, a partir de un bajo real, que va incorporando instrumentos poco a poco y añade la contundencia de la caja de la batería en su correcto y sinfónico estribillo, rematan poco más de tres minutos que podrían haber sido un éxito mundial en la voz de cualquiera de las veinteañeras que pululan en estos tiempos por las listas anglosajonas. "North Garden" recupera los Odesza "clásicos", con un sampling del pop de los sesenta, percusiones que varían continuamente, y efectos varios en otro momento más relajante que emocionante. Le sigue "Better now", segundo sencillo, con la participación vocal de la representante portuguesa en el Festival de Eurovisión de este año, Maro. Un tema cálido, no sólo por la voz de la portuguesa, pero para mi gusto un poco lento para que el contraste de su poderosa línea de bajo sintetizada y las estridencias instrumentales de su estribillo logren el resultado pretendido.

Escondido como octavo corte encontramos "The Last Goodbye", primer sencillo además de ser la canción que da título al álbum. Y que sin duda es su mejor momento, tanto que se ha convertido ya en el apoteósico cierre de sus conciertos, amén de la ya comentada campaña de Apple. Excepcionalmente cantada por la poderosa voz de Bettye LaVette, combina un fantástico y envolvente comienzo, un preludio que da paso a los flasheos del sintetizador principal antes de que finalmente entre la composición completa (no sólo estribillo, también estrofa), y con un largo interludio presidido por un efectivo bajo slap, antes de los dos minutos de apoteósico baile final (guitarra eléctrica incluida). Quizá con una duración un poquito más corta (ahora son seis minutos) sería una de los candidatas a canción del año. "All My Life" es quizá el tema más ambiental del álbum, una agradable superposición de trémolos que fluyen para aterrizar tras el subidón precedente, de resultado agradable pero no perdurable. "Equal" regresa a los tempos más altos y la electrónica más contundente. Con la voz de la británica Låpsley comandando un tema que combina estrofas más reposadas con un estribillo más estridente, es el tema que mejor encaja con la identidad del sello de Ninja Tune, donde habitualmente publican los estadounidenses. Si bien le falta algo de variedad para erigirse como uno de los grandes momentos del disco.

"Healing Grid" es un cinematográfico pasaje, en el que sucesivos samplings dan calidez a una colorista progresión armónica, en otro momento marca de la casa, agradable y lo suficientemente corta para que no se haga aburrida. "I Can't sleep", el penúltimo corte, es otro momento interesantes: arranca como "otro tema ambiental más" del dúo, pero en seguida una percusión sencilla, un ritmo arrastrado y un amago de melodía en un idioma ininteligible dan paso a un medio tiempo más crudo y personal de lo que cabría esperar, con mención especial para la superposición de melodías sintetizadas de su minuto final. Y el disco lo cierra "Light Of Day", un en apariencia reposado tema que recientemente ha visto la luz como sexto sencillo (no se pierdan el fantástico vídeo que lo acompaña), cuyos seis minutos en el álbum resultan un tanto excesivos, pero que acortados a cuatro en su versión single permiten comprobar como la un tanto repetitiva melodía vocal del islandés Ólafur Arnalds no es todo lo que encierra este tema, realzado por unos intervalos instrumentales movidos y conmovedores con esos crescendos sinfónicos arropando el efectivo sintetizador principal.

"The Last Goodbye" es uno de esos discos elaborados que ganan con cada escucha. Por ejemplo cuando reparemos en que el final de canción suela confluir hasta solaparse con el comienzo de la siguiente, o cuando nos demos cuenta de que algunas de las secciones de cuerda que escuchamos no son sintetizadas sino reales. La nómina de cantantes está bien escogida, pues casi todos se alinean en sus interpretaciones con la propuesta del tema en cuestión, y los abundantes sampling vocales hacen el disco apto para aquellos a los que la electrónica puramente instrumental les aburre. Además, el contar con un tema estrella tan claro ayuda a consolidarlo como un paso adelante en su carrera. Porque aunque es obvio que al disco aún le sobran momentos derivativos para ser igualmente disfrutable de principio a fin, posee los suficientes puntos álgidos, bien ubicados además, para explicar por qué ha alcanzado un meritorio puesto 11 en la lista de ventas de los E.E.U.U. Por desgracia, aquí en Europa seguirán siendo unos perfectos desconocidos, así que sólo espero que esta entrada contribuya minímamente a paliar esta circunstancia.