viernes, 2 de abril de 2021

The Weeknd: "The highlights" (2021)

La presente entrada es excepcional en este humilde blog por múltiples razones. La primera y más evidente, porque hacía prácticamente una década que no reseñaba un álbum recopilatorio. La segunda, porque es el primer disco de este 2021 que reseño, después de haberlo intentado con casi veinte novedades que desgraciadamente no han pasado mi filtro de un nivel medio de calidad adecuado. Y la tercera, porque no se trata de un artista más o menos minoritario, sino de uno de los más relevantes a nivel comercial en el panorama actual. Por todo lo anterior, entiendo que una entrada para The Weeknd pueda chirriar a los seguidores habituales de este blog. Intentaré explicar el porqué.

Quizá si empiezo diciendo que "Blinding lights" formó recientemente parte de mi lista de otros veinticinco temas recomendables de 2020, la cosa empiece a entenderse. Otra razón de peso es que, en una época en el que la música comercial está tan contaminada por géneros tan poco interesantes desde el punto de vista creativo como el reguetón o el trap, que un artista triunfe masivamente con composiciones de ritmo cuaternario, con letras educadas y evocadoras, y melodías con estrofas y estribillos definidos y trabajados, es un motivo de esperanza ante tanta canción ramplona. Por mucho que The Weeknd imite descaradamente a Michael Jackson, o se inspire sin disimulo en los sonidos más ochenteros. Una última razón es que, aun siendo cierto todo lo anterior, un álbum entero de The Weeknd puede ser demasiado duro para melómanos exigentes, con demasiados momentos edulcorados o faltos de riesgo, pero una selección de lo más destacado de su producción evita ese problema, ayudando a dejar una buena impresión.

En cuanto al tracklist, en general es adecuado pero un tanto desconcertante. Lo primero que llama la atención es que no se ha incluido ni un solo tema nuevo que pueda dinamizar las ventas (quizá porque la compañia no lo consideró necesario, o porque la duración del álbum era ya de setenta y siete minutos). Lo segundo es que se han quedado fuera todas las canciones de su álbum de debut, "Kiss land" (2013), pero sin embargo sí han entrado dos meritorias composiciones de su anterior en el tiempo mixtape de debut, "House of balloons" (2011). Lo tercero es que no hay ningún tipo de orden (ni cronológico, ni por origen de los temas), y por ejemplo las composiciones de su exitoso "After hours" (2020) lo abren y cierran. Y lo cuarto es que se ha sido valiente a la hora de rescatar temas de EPs ("My dear melancholy", 2018), bandas sonoras, o colaboraciones con otros artistas (Kendrick Lamar, Ariana Grande), lo que completa la perspectiva musical del conjunto.

Asegurando el tiro, el disco lo abre "Save your tears", tal vez el segundo mejor momento de "After hours": Max Martin, el compositor que más números uno ha conseguido en E.E.U.U. en la historia, en su máxima expresión, con un tema completamente ochentero como suele ser costumbre en él, de sonido muy pobre (por más que regule uno los agudos no acaba de sonar bien), pero con un ritmo infeccioso de bajo y teclado, una bonita melodía de partes claramente diferenciadas (en especial una meritoria parte nueva que repite en dos ocasiones) y unos adecuados vocoders rematando el conjunto al final. Si bien el tema con el que Martin ha conseguido llevar a Abel Tesfaye a otra dimensión es el segundo corte, la radiadísima "Blinding lights". Que sí, que "se inspira" en el ritmo del "Take on me" (1986) de A-HA, y que bordea el plagio de "Perfect world" (2014) de Broken Bells en su estribillo. Pero que no deja de contar en su melodía principal instrumental con un sintetizador súper pegadizo, y que al fin y al cabo reluce en las listas de éxitos de 2020 frente a tantas pseudo canciones monocordes. No obstante, a pesar de tratarse de un recopilatorio, no es oro todo lo que reluce, como lo refleja "In your eyes", un medio tiempo agradable pero evidentemente menor de su "After hours" (a pesar de su meritorio saxofón).

Más interesante es "Can't feel my face", de su segundo álbum "Beauty Behind the Madness": Tesfaye juega a ser Michael Jackson en el tono de su voz de su estribillo, en el groove de sus estrofas y en los efectos que añade el siempre solvente Martin, todo lo cual le proporcionó el segundo número uno de su carrera en E.E.U.U. Le sigue "I feel it coming", de "Starboy" (2016), que fue una de las dos colaboraciones con el dúo francés Daft Punk, una especial de funky-soul bastante retro y más meloso que interesante. "Starboy" fue la otra colaboración con Daft Punk, un nuevo número a nivel mundial a pesar de la instrumentación un tanto conservadora para lo que se espera de los franceses, y una melodía en acordes menores que tampoco es nada del otro mundo.

Un momento notable del disco es sin duda "Pray for me", la colaboración de Tesfaye con el rapero Kendrick Lamar para la banda sonora de la película "Black Panther" (2018). La parte declamada de Lamar es corta, hacia la mitad, y no nos impide disfrutar de estrofas, estribillos y una coda final completa en una evocadora y triste melodía, sobre una percusión simplona pero efectiva, y con algunos efectos sonoros epatantes que sin embargo entroncan con la atmósfera general del tema. "Heartless" es otro tema mas de "After hours", un tanto anodino salvo por un bonito aunque excesivamente reiterado estribillo. "Often", de "Beauty Behind the Madness", es un medio tiempo interesante a nivel instrumental con sus ritmos sincopados y sus samples, pero poco inspirado compositivamente. "Heartless", de "Beauty Behind the Madness", con sus efectos ruidistas, es un momento más recomendable, una melodía mucho más oscura de lo habitual en sus estrofas y ya sí reconocible en el estribillo (y familiar por todos los anuncios de televisión que la han utilizado), aunque la producción del tema no ayuda a que crezca todo lo que podría conforme avanza el minutaje.

"Call Out My Name", del EP "My Dear Melancholy" (2018), es una balada menos espartana instrumentalmente de lo que cabría esperar en un producto de consumo masivo, y Tesfaye la interpreta bien con su voz un tanto quebradiza de tonos altos y timbre casi femenino. Pero creativamente tampoco es nada del otro jueves. Le sigue "The hills", de "Beauty Behind the Madness", que no sube el tempo lo que debería y que a pesar de su melodía soul de notas altas no evita que el recopilatorio se atragante un tanto con la sobredosis de azúcar y falta de riesgo. "Earned It", de la película "Fifty Shades of Grey" (2014), con su sección de cuerda sintetizada como principal baza, ahonda esa sensación de aburrimiento, de que para triunfar en las listas hay que sonar serio, soso, por lo que sugiero pulsar directamente el "forward". La cosa se entona un poco con el corte número catorce, "Love Me Harder", del segundo disco de Ariana Grande "My Everything" (2014). Que tampoco es nada especial, pero al menos sube el tempo después de tres temas seguidos a prueba de insomnio y se deja bailar, aparte de que no abusa de voces desdobladas y auto-tune tanto como es habitual en la menuda cantante estadounidense.

Llegados a este punto uno podría plantearse cómo he decidido reseñar "The highlights" si solo he destacado hasta ahora cinco temas de catorce. La explicación es que el tramo final pega un subidón que mejora notablemente la impresión final, coincidiendo, cómo no, con tres de los cortes de menor éxito del recopilatorio. Empezando por "Acquainted", la mejor canción de "Beauty Behind the Madness": un medio tiempo oscuro, sincopado y de percusiones juguetonas como cabría esperar, sostenido por su estupenda melodía (un estribillo que demuestra que se puede emocionar sin caer en las notas altas y la exhibición vocal), y los casi dos minutos de experimentación (¡por fin!), en realidad una composición diferente adosada con buen criterio al final del tema principal. "Wicked games", de "House of balloons" (2011), muestra probablemente cómo habría sido la carrera del canadiense si no hubiera priorizado comercialidad sobre calidad. Es casi un tema de rock sin instrumentación de rock, aunque la rabia contenida se trasluce por todos sus poros. Además, en ella Tesfaye muestra que ya en sus orígenes andaba sobrado de talento para interpretar sus composiciones. "The Morning", también de "House of balloons", muy original con el solo de guitarra eléctrica al comienzo (sí, sí, han leído bien), muestra que este instrumento podría haberse usado bastante más para mejorar muchos de los temas ya reseñados. La melodía quizá sea un tanto repetitiva en estrofas como estribillos, pero ese defecto se convierte en una virtud como canción pop que aspira a que la tarareemos desde que la escuchamos hasta que nos vamos a dormir. Y el despliegue lo cierra "After hours", que da título a su último disco, y que curiosamente hasta donde yo sé no ha visto la luz en formato sencillo. Sin embargo se trata de un momento muy interesante, que empieza sin sorpresas, lento y con efectos sincopados, pero que sí evoluciona en sus arreglos con muy buen criterio, y se convierte en un tema no rápido pero sí bailable, tenebroso, con una nueva melodía de tonos altos pero nada evidente, y con detalles como el sonido de la la aguja de un tocadiscos recorriendo la superficie de un vinilo.

Al final, coincidirán conmigo en que nueve o diez momentos son más que suficientes para pasar un rato agradable con el canadiense, e incluso entretenerse en apreciar aquellos temas mejor producidos e instrumentados. Además, es un álbum muy adecuado si nos rodeamos de personas con un paladar musical menos exigente que el nuestro, pues esos momentos anodinos o directamente aburridos que también nos encontramos serán seguramente del gusto de nuestro entorno. Y es que desde mi punto de vista, todo éxito en ventas de The Weeknd en el tiempo presente es una pequeña victoria de la música popular con mayúsculas frente a tantos pseudo artistas que nos intentan convencer que la falta de musicalidad es en sí una virtud de la nueva música. Así que quítense los prejuicios de en medio, vean su actuación en la reciente Super Bowl si no lo han hecho aún, y háganse con este recopilatorio válido para casi cualquier momento y circunstancia. Nunca sobrará en su particular discoteca.

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