jueves, 29 de agosto de 2019

Bleached: "Don't you think you've had enough?" (2019)

Tras el paréntesis vacacional toca retomar las reseñas de algunos de los álbumes más interesantes de este 2019. Entre los cuales se encuentra sin duda "Don't you think you've had enough?", el tercer álbum de Bleached, o lo que es lo mismo las californianas Jennifer y Jessica Clavin. Un álbum que se ha hecho esperar más de tres años desde aquel "Welcome the worms" que reseñé en este mismo blog (si bien la espera se ha hecho más llevadera gracias a "Can You Deal?", su EP de 2017). En todo caso una espera que ha estado plenamente justificada: Bleached siguen manteniendo la capacidad de sonar originales y creativas (con lo complicado que es a estas alturas de la historia del punk-rock...), pero en esta última entrega han evolucionado sabiamente su propuesta hacia otros ámbitos como el funk-rock o incluso un pop medianamente bailable sin por ello perder su acusada personalidad, ni venderse a las tendencias actuales más prescindibles.

Probablemente la clave de este saludable equilibrio entre pasado y presente resida en su capacidad como compositoras. Y es que cualquier álbum de las Clavin es una incitación a apreciar todo lo que pueden dar de sí unos inesperados cambios de tonalidad o unos arreglos que logran encajar en un mismo tema tramos aparentemente irreconciliables. Pero es que además saben mirar al pasado para coger inspiración sin que exista peligro de revival, y todo ello en unos temas de duraciones siempre contenidas. De suerte que "Don't you think you've had enough?" sólo dura 39 minutos, pero entre sus doce canciones hay propuestas que en manos de una banda menos talentosa serviría para dos o tres discos. Eso sí, no es oro todo lo que reluce y también nos toparemos con alguna que otra composición menor, que incluso ha visto la luz en formato sencillo.

No es el caso de "Heartbeat Away", el tema que abre el disco y uno de mis favoritos: un medio tiempo de ritmo marcado y guitarra principal distorsionada contundente y fácilmente integrable en el sonido de la banda, con un fantástico estribillo (si bien tal vez excesivamente deudor de la clásica "Only in dreams" de Weezer), y que de manera sorprendente evoluciona a una parte nueva casi onírica (intervalo instrumental incluido), y que de manera más sorprendente todavía saben reconducir de vuelta a la repetición final del estribillo y al arpegio de guitarra con el que se cierra. Pero sí de "Hard to Kill", el segundo sencillo: más orientado hacia el funky en sus rítmicas guitarras, su atmósfera un tanto oscura no termina de encajar con el "silbidito" que preside los tramos instrumentales. Bastante más interesante es en mi opinión "Daydream", original en su comienzo pero que en seguida resulta ser un clásico tema de punk-rock, probablemente el más respetuoso con el resto de su discografía: rabia contagiosa con un estribillo coreable que cambia el ritmo de la batería poco menos que con cada frase, y una brillante de manera de enlazar de vuelta con las estrofas. "I Get What I Need" es el segundo de esos temas menores a los que me refería (a mí me recuerda a los primeros tiempos de Siouxie and The Banshees con su ritmo entrecortado y su instrumentación un tanto desnuda), pero afortunadamente dura poco más de cien segundos.

El tramo central del álbum me parece el más inspirado: "Somebody Dial 911" es la primera aproximación al universo pop, con un bonito arpegio de bajo al comienzo, una declaración de amor sobre unas estrofas melódicas soportadas por un bajo slap y unos adornos de guitarra muy originales, unos teclados claramente perceptibles para dar más luz al conjunto y un estribillo que con una naturalidad apabullante añade frases extra a partir de su segunda repetición. "Kiss you goodbye", recientemente escogido como tercer sencillo, es otro buen momento, algo así como una puesta al día de lo que hacían Blondie a finales de los setenta (de hecho es fácil confundir a Jennifer con Debbie Harry en las estrofas): ni punk, ni pop, ni disco, sino una infecciosa mezcla de todo lo anterior, con una extrañísima parte nueva, una subida de tono en los últimos estribillos y un tramo instrumental final presidido por un teclado que, aunque pueda parecer lo contrario, funcionan. Aunque debo reconocer que prefiero "Rebound City", punk-rock luminoso y trabajado compositivamente con una simpática historia sobre cuatro posibles novios cuya letra cambia en la última repetición del estribillo, y que contiene el mejor solo de guitarra del disco. Y sobre todo "Silly Girl", mi canción favorita del álbum (y posiblemente también de las hermanas, dado que el largo título del álbum es precisamente una de las frases de su estribillo), un medio tiempo de pop intimista y evocador en las estrofas que se acerca en el estribillo al indie-rock de principios de los noventa gracias a la distorsión en voz y guitarra principal, y que es apto incluso para la pista de baile. Lástima que dure tan poco.

El último tercio del disco baja un poquito el nivel pero aun así resulta convincente. "Valley to LA" es su más claro acercamiento al country-rock en estrofas e intervalos instrumentales, si bien su estribillo pegadizo y colorista la mantiene en el terreno del punk-rock californiano. "Real life" es un tema directo, energizante, que es capaz de maridar unas estrofas que son puro punk con un puente sorprendente melódico sobre un teclado envolvente, y terminar de rematar el conjunto con un estribillo disfrutable a medio camino entre ambos. "Awkward Phase" es una evocadora historia que recuerda los primeros escarceos amorosos en la adolescencia, construida sobre un bajo y guitarra clásicos en las estrofas, y que deviene en otro estribillo muy tarareable típico del dúo. Y el álbum lo cierra curiosamente el que fue su primer sencillo, "Shitty Ballet", que juega la carta de la ruptura estilística ya que durante sus tres primeros minutos es un tema acústico a dos voces sobre una sencilla guitarra acústica, eso sí con una melodía de giros extraños en las estrofas y mucho más clásica y disfrutable en el estribillo. Y que se guarda para el final la sorpresa de la repetición del estribillo con toda la energía, la distorsión y la parafernalia rockera del resto de la banda.

Como suele suceder con los álbums de Bleached, múltiples escuchas de este "Don't you think you've had enough?" permiten seguir descubriendo nuevos detalles, guiños, giros en las letras y su especial habilidad con los arreglos. Pero sobre todo debo resaltar su capacidad para insuflar aires nuevos a la música escrita e interpretada con guitarras: hace unos pocos meses me quejaba en una amarga entrada del declive de la música rock, y justo han venido las hermanas Clavin a devolverme la confianza en que el género aún no está completamente agotado, en que sólo necesita talento y las ideas claras. Es una lástima que su propuesta siga siendo tan minoritaria: merecerían ser cabeza de cartel de los mejores festivales de verano, pero ya sabemos que la invasión del reguetón y los viejos dinosaurios han cerrado las puertas de estos eventos a la buena música contemporánea. Aunque esté hecha con guitarras.