viernes, 23 de abril de 2021

Más de 50.000 páginas vistas

Con la presente entrada interrumpo mis habituales reseñas de las novedades musicales que me han llamado la atención para resaltar un hecho que, para mí al menos, es muy especial. Y es que ayer este blog superó las 50.000 páginas vistas. Un hito sobre el que quería reflexionar unos minutos.

En agosto hará diez años desde que arranqué "pop, rock y más" dándole la bienvenida a todo aquel melómano anónimo que se tropezara con alguna de mis entradas. Desconocía entonces qué acogida iba a tener, pero sí que asumía que sería un blog bastante minoritario. La razón obvia para ello era que, al ignorar la para mí más que mediocre calidad que tanto entonces como ahora ofrecen la inmensa mayoría de propuestas musicales de consumo masivo, el blog iba a consistir esencialmente un reducto de artistas y temas igualmente disponibles para el aficionado español, pero mucho menos conocidos. No me equivoqué en mis expectativas, porque el arranque del blog fue lento e incluso hoy en día entre las doscientas entradas del blog las hay que no han alcanzado más que unas decenas de visitas.

Si hubiera perseguido algún fin crematístico tal circunstancia habría resultado lógicamente decepcionante, pero dado que lo único que pretendía era seguir compartiendo mi pasión por la música por vía telemática (ya que por cuestiones personales la vía directa con amigos y conocidos había quedado muy reducida), en ningún momento me planteé abandonarlo. Al contrario, el blog ha sido y es un acicate para seguir interesándome por muchos de los álbumes que ven la luz semanalmente en el panorama musical occidental. Y escribir entradas a un ritmo de casi dos al mes durante una década ha supuesto un placer con el que emocionarme a la vez que intentaba que ese melómano anónimo también pudiera llegar a emocionarse con mis reseñas.

A pesar de los comienzos titubeantes y de la difusión minoritaria de la mayoría de artistas que me gustan en la actualidad, la tendencia de visitas al blog ha sido casi siempre creciente. Conforme pasaban los años fui interpretando este hecho como un reflejo de que los pocos lectores que se acercaban al blog no quedaban descontentos; al contrario, las entradas que lo conforman cada vez iban figurando más arriba en los resultados de búsquedas de google. Todo ello me animó a intentar argumentar cada vez con más claridad por qué determinado tema o por qué determinado álbum rozaban la excelencia o habían supuesto una bajada de nivel. Entonces y ahora no me limito a decir "esto es bueno" o "esto no me gusta", sino que intento que el lector del blog pueda apreciar al escuchar la pieza en cuestión las virtudes o defectos (en el plano creativo, interpretativo, instrumental, experimental, etc.) que yo aprecio.

De hecho, echando la vista atrás puedo ver que las entradas más populares a lo largo de estos últimos diez años han sido una mezcla de todos los ámbitos que he tratado. Entre ellas ha habido espacio para reflexiones sobre instrumentos que estaban de capa caída (entre otras, "La lenta muerte de la guitarra como instrumento de referencia de la música contemporánea", más vigente incluso en 2021 que cuando la escribí en 2012), las casi siempre populares listas sobre las veinte mejores canciones internacionales de cada año (con especial éxito de lectores para la más reciente, "las 20 mejores canciones internacionales de 2020"), reseñas post-mortem de algunas figuras clave en la historia de la música a las que sin embargo los medios de consumo masivo no les otorgaron la importancia que merecían (caso, por ejemplo, de "Florian Schneider (1947-2020): el injustamente olvidado") y, por supuesto, algunas entradas de artistas minoritarios que, ya sea por la ausencia de otras reseñas disponibles en internet en español, ya porque la reseña gustó en forma y fondo, han superado ellas solas las mil visitas (la más popular a día de hoy es "Odyssey", del dúo femenino Kaleida).

50.000 visitas en menos de una década es mucho más de lo que jamás esperé alcanzar. Pero si la tendencia sigue así, y por mi parte el amor por la música continúa intacto, todo apunta a que no tendré que esperar otros nueve años para llegar a la mágica cifra de las 100.000 visitas. Sólo espero que la vida me dé salud para ello, y que las cada vez más escasas obras dignas de mención de estos últimos tiempos den paso gradualmente a un nuevo florecimiento musical a nivel internacional. Yo seguiré por aquí para contárselo.

domingo, 18 de abril de 2021

Josef Salvat: "The close Le Reveil" (2021)

El año 2021 está siendo sin duda el más decepcionante en cuanto a novedades musicales desde que arranqué este humilde blog hace ya una década. Entiendo que la pandemia y el confinamiento han dificultado la creatividad durante muchos meses, y han aconsejado posponer determinados lanzamientos a la espera de una época más propicia. Pero ello ha provocado que casi todos los álbumes que han visto la luz en estos primeros cien días hayan sido de "artistas menores", y por más que les he dado una oportunidad ha varias decenas de ellos, aún no he dado con un álbum completo de canciones nuevas que reseñar. Y viendo las nuevas creaciones anunciadas, el panorama de aquí al verano no es mucho más alentador.

Otro fenómeno ligado a esta pandemia que todo lo ha trastocado ha sido la popularización del EP (Extended Play) como formato para dar salida a la creatividad del pasado ejercicio. Se ve que muchos artistas han intentado aprovechar el parón para explorar nuevos caminos y, o bien no han llegado a crear material suficiente como para publicar álbumes completos, o bien no desean asumir el riesgo de que esas canciones creadas en circunstancias especiales (con menos medios, más íntimas) pasen a formar parte de su discografía de lanzamientos completos. Los EPs abundan; lo malo es que para la mayoría de los melómanos quince o veinte minutos de sus artistas favoritos suelen saber a demasiado poco.

Uno de los artistas que sigo en este blog desde que comenzó su carrera y que se ha apuntado a esta moda de los EPs es el australiano Josef Salvat. El crooner ha publicado hace escasas fechas "The close Le Reveil". Un lanzamiento sorpresa teniendo en cuenta que se cumple justo un año desde el lanzamiento de "Modern Anxiety", su segundo álbum. Que, además, había tardado nada menos que cuatro años en ver la luz desde que debutó con "Night swim" (2016). Lo lógico habría sido esperar al menos otro año más para escuchar nuevas canciones de Salvat pero, quizá por el confinamiento, quizá porque el segundo álbum se ha quedado lejos de la repercusión del primero (aunque, como reseñé en su momento, no se trataba de un mal disco), el caso es que ya tenemos aquí su nuevo material. Y, lo que es más reseñable, aunque se trata de un EP, son ocho nuevos cortes (seis canciones completas y dos intervalos menores) que completan veinteséis minutos de duración. Si recordamos que "Modern anxiety" contenía sólo dos temas más y duraba apenas treinta y tres minutos, casi podremos asumir que "The close Le Reveil" es más el tercer álbum del australiano que un simple EP.

Una asunción que se sustenta, además, en lo elaborado de los temas que contiene. A menudo los EPs sirven para formatos más íntimos, para versiones de otros artistas, o simplemente para recuperar temas descartados en su momento. No es el caso de este "The close Le Reveil": el disco está constituido sólo por temas nuevos, y forma un todo bien cohesionado y lo suficientemente variado para que sus seguidores no sientan que no reciben lo suficiente por su dinero. De hecho, con sólo un tema más que hubiera contenido ya habría llegado a la media hora, y hablaríamos a todos los efectos del nuevo álbum de Salvat. En todo caso, los ocho cortes dejan buen sabor de boca. Aunque no debemos considerar los sesenta y nueve segundos "Voice Memo 06.08.20" como una canción representativa: se trata de una mera introducción en la que sobre un loop electrónico y los coros de Salvat, la voz de una chica reprende a su pareja. El álbum comienza realmente con el segundo corte, "First time": el hecho de tratarse de una balada y de comenzar con poco más que el piano y la voz del australiano puede hacernos pensar que el EP va a ser eso, espartano e íntimo. Pero nada más lejos de la realidad. De hecho, la desgarradora tristeza de sus dos minutos iniciales va creciendo gradualmente hasta transformarse, cuando aún quedan dos minutos y entra el platillo de la batería electrónica, en un tema bailable, de percusión contundente, muy conseguido. Lógico que haya sido elegido como el sencillo de presentación del EP.

"Swimming upstream" sí que es ese baladón melancólico sobre una pareja que nada a contracorriente para intentar continuar: piano, guitarra acústica y la estupenda interpretación vocal de Salvat. Pero Salvat no es el típico crooner soso, e incluso en el tema más intimista (y conservador) del disco añade una batería, sus voces haciendo coros, una coda con otra melodía... "One more night" es para mi gusto el mejor momento del EP: su precioso, elaborado y cinematográficamente inquietante comienzo da paso a un tempo alto y a un tenebroso colchón de bajo sintetizado y sintetizador oscuro que se adhiere a nuestro cerebro y lleva la desasosegante melodía a otra dimensión. El cambio de tonalidad de la segunda estrofa, resaltado al dejar sólo la voz de Salvat y el piano, es genial, y la sensual letra muy adecuadada al conjunto. Por ponerle algún pero, el estribillo en notas tan altas y sobre la misma progresión armónica de la estrofa acaba volviendo la canción un poco monótona conforme avanza el minutaje. Tras este temazo, "Photos" es el segundo interludio del EP, un colchón electrónico sobre el que Salvat canta una dulce melodía que sin duda podría haber explotado más de los cincuenta y ocho segundos que dura.

"Peaches" es un medio tiempo de pop luminoso y original instrumentación que no formará parte de lo mejor de su carrera pero que tampoco desentona en ella. Aunque queda bastante por debajo de "Carry on", una de esas melodías de pop sesentero tan perfectas que parece mentira que no se trate de una versión. Con una instrumentación menos electrónica que no le resta protagonismo y una duración contenida, es el último gran momento del EP. Porque "I miss you", a pesar de su elaborado arpegio de piano, su sección de cuerda, su guitarra acústica de complmento y su sinceras letra y melodía vocal, es el tema más flojo, en el límite de lo sensiblero.

En todo caso, después de unas cuantas escuchas queda claro que el australiano no sólo no ha perdido la inspiración durante la pandemia, sino que incluso ha conseguido superar el nivel medio de "Modern anxiety". Mejor que pensar en que podría haber sido el grueso de un gran álbum, quedémonos con que este "The close Le Reveil" alberga cuatro o cinco temas que sin duda son de lo mejor que puede ofrecer la música pop elegante e intemporal en este 2021. Que ya es bastante.

viernes, 2 de abril de 2021

The Weeknd: "The highlights" (2021)

La presente entrada es excepcional en este humilde blog por múltiples razones. La primera y más evidente, porque hacía prácticamente una década que no reseñaba un álbum recopilatorio. La segunda, porque es el primer disco de este 2021 que reseño, después de haberlo intentado con casi veinte novedades que desgraciadamente no han pasado mi filtro de un nivel medio de calidad adecuado. Y la tercera, porque no se trata de un artista más o menos minoritario, sino de uno de los más relevantes a nivel comercial en el panorama actual. Por todo lo anterior, entiendo que una entrada para The Weeknd pueda chirriar a los seguidores habituales de este blog. Intentaré explicar el porqué.

Quizá si empiezo diciendo que "Blinding lights" formó recientemente parte de mi lista de otros veinticinco temas recomendables de 2020, la cosa empiece a entenderse. Otra razón de peso es que, en una época en el que la música comercial está tan contaminada por géneros tan poco interesantes desde el punto de vista creativo como el reguetón o el trap, que un artista triunfe masivamente con composiciones de ritmo cuaternario, con letras educadas y evocadoras, y melodías con estrofas y estribillos definidos y trabajados, es un motivo de esperanza ante tanta canción ramplona. Por mucho que The Weeknd imite descaradamente a Michael Jackson, o se inspire sin disimulo en los sonidos más ochenteros. Una última razón es que, aun siendo cierto todo lo anterior, un álbum entero de The Weeknd puede ser demasiado duro para melómanos exigentes, con demasiados momentos edulcorados o faltos de riesgo, pero una selección de lo más destacado de su producción evita ese problema, ayudando a dejar una buena impresión.

En cuanto al tracklist, en general es adecuado pero un tanto desconcertante. Lo primero que llama la atención es que no se ha incluido ni un solo tema nuevo que pueda dinamizar las ventas (quizá porque la compañia no lo consideró necesario, o porque la duración del álbum era ya de setenta y siete minutos). Lo segundo es que se han quedado fuera todas las canciones de su álbum de debut, "Kiss land" (2013), pero sin embargo sí han entrado dos meritorias composiciones de su anterior en el tiempo mixtape de debut, "House of balloons" (2011). Lo tercero es que no hay ningún tipo de orden (ni cronológico, ni por origen de los temas), y por ejemplo las composiciones de su exitoso "After hours" (2020) lo abren y cierran. Y lo cuarto es que se ha sido valiente a la hora de rescatar temas de EPs ("My dear melancholy", 2018), bandas sonoras, o colaboraciones con otros artistas (Kendrick Lamar, Ariana Grande), lo que completa la perspectiva musical del conjunto.

Asegurando el tiro, el disco lo abre "Save your tears", tal vez el segundo mejor momento de "After hours": Max Martin, el compositor que más números uno ha conseguido en E.E.U.U. en la historia, en su máxima expresión, con un tema completamente ochentero como suele ser costumbre en él, de sonido muy pobre (por más que regule uno los agudos no acaba de sonar bien), pero con un ritmo infeccioso de bajo y teclado, una bonita melodía de partes claramente diferenciadas (en especial una meritoria parte nueva que repite en dos ocasiones) y unos adecuados vocoders rematando el conjunto al final. Si bien el tema con el que Martin ha conseguido llevar a Abel Tesfaye a otra dimensión es el segundo corte, la radiadísima "Blinding lights". Que sí, que "se inspira" en el ritmo del "Take on me" (1986) de A-HA, y que bordea el plagio de "Perfect world" (2014) de Broken Bells en su estribillo. Pero que no deja de contar en su melodía principal instrumental con un sintetizador súper pegadizo, y que al fin y al cabo reluce en las listas de éxitos de 2020 frente a tantas pseudo canciones monocordes. No obstante, a pesar de tratarse de un recopilatorio, no es oro todo lo que reluce, como lo refleja "In your eyes", un medio tiempo agradable pero evidentemente menor de su "After hours" (a pesar de su meritorio saxofón).

Más interesante es "Can't feel my face", de su segundo álbum "Beauty Behind the Madness": Tesfaye juega a ser Michael Jackson en el tono de su voz de su estribillo, en el groove de sus estrofas y en los efectos que añade el siempre solvente Martin, todo lo cual le proporcionó el segundo número uno de su carrera en E.E.U.U. Le sigue "I feel it coming", de "Starboy" (2016), que fue una de las dos colaboraciones con el dúo francés Daft Punk, una especial de funky-soul bastante retro y más meloso que interesante. "Starboy" fue la otra colaboración con Daft Punk, un nuevo número a nivel mundial a pesar de la instrumentación un tanto conservadora para lo que se espera de los franceses, y una melodía en acordes menores que tampoco es nada del otro mundo.

Un momento notable del disco es sin duda "Pray for me", la colaboración de Tesfaye con el rapero Kendrick Lamar para la banda sonora de la película "Black Panther" (2018). La parte declamada de Lamar es corta, hacia la mitad, y no nos impide disfrutar de estrofas, estribillos y una coda final completa en una evocadora y triste melodía, sobre una percusión simplona pero efectiva, y con algunos efectos sonoros epatantes que sin embargo entroncan con la atmósfera general del tema. "Heartless" es otro tema mas de "After hours", un tanto anodino salvo por un bonito aunque excesivamente reiterado estribillo. "Often", de "Beauty Behind the Madness", es un medio tiempo interesante a nivel instrumental con sus ritmos sincopados y sus samples, pero poco inspirado compositivamente. "Heartless", de "Beauty Behind the Madness", con sus efectos ruidistas, es un momento más recomendable, una melodía mucho más oscura de lo habitual en sus estrofas y ya sí reconocible en el estribillo (y familiar por todos los anuncios de televisión que la han utilizado), aunque la producción del tema no ayuda a que crezca todo lo que podría conforme avanza el minutaje.

"Call Out My Name", del EP "My Dear Melancholy" (2018), es una balada menos espartana instrumentalmente de lo que cabría esperar en un producto de consumo masivo, y Tesfaye la interpreta bien con su voz un tanto quebradiza de tonos altos y timbre casi femenino. Pero creativamente tampoco es nada del otro jueves. Le sigue "The hills", de "Beauty Behind the Madness", que no sube el tempo lo que debería y que a pesar de su melodía soul de notas altas no evita que el recopilatorio se atragante un tanto con la sobredosis de azúcar y falta de riesgo. "Earned It", de la película "Fifty Shades of Grey" (2014), con su sección de cuerda sintetizada como principal baza, ahonda esa sensación de aburrimiento, de que para triunfar en las listas hay que sonar serio, soso, por lo que sugiero pulsar directamente el "forward". La cosa se entona un poco con el corte número catorce, "Love Me Harder", del segundo disco de Ariana Grande "My Everything" (2014). Que tampoco es nada especial, pero al menos sube el tempo después de tres temas seguidos a prueba de insomnio y se deja bailar, aparte de que no abusa de voces desdobladas y auto-tune tanto como es habitual en la menuda cantante estadounidense.

Llegados a este punto uno podría plantearse cómo he decidido reseñar "The highlights" si solo he destacado hasta ahora cinco temas de catorce. La explicación es que el tramo final pega un subidón que mejora notablemente la impresión final, coincidiendo, cómo no, con tres de los cortes de menor éxito del recopilatorio. Empezando por "Acquainted", la mejor canción de "Beauty Behind the Madness": un medio tiempo oscuro, sincopado y de percusiones juguetonas como cabría esperar, sostenido por su estupenda melodía (un estribillo que demuestra que se puede emocionar sin caer en las notas altas y la exhibición vocal), y los casi dos minutos de experimentación (¡por fin!), en realidad una composición diferente adosada con buen criterio al final del tema principal. "Wicked games", de "House of balloons" (2011), muestra probablemente cómo habría sido la carrera del canadiense si no hubiera priorizado comercialidad sobre calidad. Es casi un tema de rock sin instrumentación de rock, aunque la rabia contenida se trasluce por todos sus poros. Además, en ella Tesfaye muestra que ya en sus orígenes andaba sobrado de talento para interpretar sus composiciones. "The Morning", también de "House of balloons", muy original con el solo de guitarra eléctrica al comienzo (sí, sí, han leído bien), muestra que este instrumento podría haberse usado bastante más para mejorar muchos de los temas ya reseñados. La melodía quizá sea un tanto repetitiva en estrofas como estribillos, pero ese defecto se convierte en una virtud como canción pop que aspira a que la tarareemos desde que la escuchamos hasta que nos vamos a dormir. Y el despliegue lo cierra "After hours", que da título a su último disco, y que curiosamente hasta donde yo sé no ha visto la luz en formato sencillo. Sin embargo se trata de un momento muy interesante, que empieza sin sorpresas, lento y con efectos sincopados, pero que sí evoluciona en sus arreglos con muy buen criterio, y se convierte en un tema no rápido pero sí bailable, tenebroso, con una nueva melodía de tonos altos pero nada evidente, y con detalles como el sonido de la la aguja de un tocadiscos recorriendo la superficie de un vinilo.

Al final, coincidirán conmigo en que nueve o diez momentos son más que suficientes para pasar un rato agradable con el canadiense, e incluso entretenerse en apreciar aquellos temas mejor producidos e instrumentados. Además, es un álbum muy adecuado si nos rodeamos de personas con un paladar musical menos exigente que el nuestro, pues esos momentos anodinos o directamente aburridos que también nos encontramos serán seguramente del gusto de nuestro entorno. Y es que desde mi punto de vista, todo éxito en ventas de The Weeknd en el tiempo presente es una pequeña victoria de la música popular con mayúsculas frente a tantos pseudo artistas que nos intentan convencer que la falta de musicalidad es en sí una virtud de la nueva música. Así que quítense los prejuicios de en medio, vean su actuación en la reciente Super Bowl si no lo han hecho aún, y háganse con este recopilatorio válido para casi cualquier momento y circunstancia. Nunca sobrará en su particular discoteca.