Aparte de retrasar la publicación de muchos de los álbumes que estaban previstos para este segundo trimestre (algunos de los cuales deberían haber tenido ya su correspondiente entrada en este humilde blog), el confinamiento que sigue condicionando nuestras vidas nos dejó hace diez días la noticia del fallecimiento de Florian Schneider. Un fallecimiento que ha pasado de manera injustamente desapercibida para el gran público, razón por la cual me he decidido a dedicarle una entrada. Y es que para mí ha fallecido uno de los dos fundadores y líderes de la banda más influyente de todos los tiempos. Sí, tal cual. Kraftwerk.
Y es que aunque si pensamos en los artistas más influyentes de la música contemporánea probablemente nuestra memoria nos traiga los nombres de The Beatles, Bob Dylan, Elvis Presley, The Rolling Stones, David Bowie o Led Zeppelin, la realidad del año 2020 es tozuda. Y nos dice que la gran mayoría de los álbumes que se publican en el planeta están creados con instrumentos electrónicos. Una realidad que dura además varias décadas, y que refleja que los guitar hero hace tiempo que no son el espejo en el que se miran los creadores actuales. Y claro, si hablamos de pioneros en los instrumentos electrónicos, y en acercarlos a la música pop, de baile y experimental, dando lugar a géneros como el techno o el ambient, Kraftwerk fueron los primeros, y además los que más impacto han alcanzado desde casi sus comienzos.
Scheiner cofundó Kraftwerk junto a Ralf Hutter en 1970. Originarios de Dusseldorf y con formación musical clásica, estos dos particulares músicos se abstrayeron desde el principio de los estilos musicales predominantes, y empezaron un recorrido exploratorio por otros sonidos inéditos hasta entonces. Lógicamente sus dos primeros álbumes fueron más interesantes por sus experimentaciones que por sus resultados, pero ya en el tercero (de revelador título, "Ralf und Florian", 1973) su sonido empezaba a estar definido. Y con "Autobahn" (1974), sucedió lo inexplicable: el tema que daba título el álbum, con sus entonces ignotas repeticiones electrónicas, se convirtió en un éxito internacional, llegando al número 11 en el Reino Unido y al 25 en E.E.U.U.. Lo que refleja que incluso cuando nadie más se había acercado aún a estos terrenos musicales, Hutter y Schneider ya estaban alcanzando una repercusión mundial que indicaba por dónde podrían ir las nuevas músicas.
"Radio-activity" (1975), un álbum ya totalmente electrónico, los consolidó musicalmente, y estableció una costumbre que se mantuvo a partir de entonces con todos sus discos posteriores: siempre se editaron en dos versiones, una en alemán y otra en inglés para su publicación internacional. Pero más impacto tuvo su sexto álbum, "Trans-Europe Express" (1977), que combinó como ninguno de sus trabajos hasta entonces electrónica y melodías. Por aquellos años empezaron a surgir los primeros artistas que, fuertemente influenciados por los alemanes, comenzaban a recorrer estos nuevos territorios con gran éxito comercial, desde Gary Numan en el Reino Unido hasta la Yellow Magic Orchestra en Japón. Éxito comercial que en menor medida también seguía acompañando a los alemanes, por ejemplo con el tema que daba título a dicho álbum.
"The man-machine" (1978) es ya un álbum de electrónica tan rabiosamente actual que aún puede ser descubierto en 2020 por los aficionados más jóvenes al género. Top 10 en el Reino Unido, contiene además dos de los mayores himnos de su carrera "The robots", utilizada hasta la saciedad en multitud de programas y sintonías, y "The model", el mayor éxito de su trayectoria y lo más cercano al pop que grabaron jamás Hutter y Schneider. Temas que los consolidaron como los maestros indiscutibles de este nuevo estilo que a finales de los setenta y principios de los ochenta arrasó en todo el mundo, con bandas como O.M.D., Depeche Mode o Soft Cell. Precisamente en 1981 vio la luz su último gran disco, "Computer world", con una temática tecnológica e himnos como "Computer love", posteriormente adaptada por Coldplay para su éxito "Talk" o "Pocket calculator".
Tras el sencillo "Tour de France" en 1983, que no acabó formando parte de un álbum hasta 20 años más tarde, la banda publicó en 1986 el discreto "Electric cafe". Y desde entonces, se dedicó más a remasterizar y hacer giras con sus mejores clásicos que a la creación de nuevas canciones. Sólo "Tour de France Soundtracks", su último álbum, rompió en 2003 esta etapa, logrando además su primer número en álbumes en su Alemania natal. Tres años más tarde Scheneider dio (curiosamente en España) su último concierto como parte de Kraftwerk, que desde entonces es ya el proyecto en solitario del veterano Hutter. Poco se sabe de su vida en estos últimos años hasta que a principios de mayo se informó de su fallecimiento.
Es obvio que este teutón hierático, escasamente expresivo y poco dado a entrevistas se situó siempre en las antípodas de lo que el panorama musical esperaba. Pero la realidad es tozuda, y los cientos de versiones de temas de Kraftwerk, los millares de artistas que los citan como influencia, y sobre todo, la manera como mostraron que con esos extraños artilugios electrónicos se podían crear temas igual de emocionantes que con instrumentos acústicos y eléctricos, han situado a Schneider y a Hutter en los altares de la música contemporánea. Esta entrada pretende ser por una parte mi humilde homenaje, y por otra darlos a conocer a aquellos que aún no se hayan adentrado en su particular universo (para lo cual sugiero su "The mix", su álbum de 1991 en el que volvieron a grabar buena parte de sus mejores canciones con una tecnología mucho más avanzada que la de sus comienzos). No te olvidamos.
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