domingo, 9 de diciembre de 2018

Rüfüs Du Sol: "Solace" (2018)

El tercer álbum de los australianos Rüfüs (ahora renombrados como Rüfüs Du Sol por aquello de evitar los nombres ya protegidos en distintos mercados musicales) vio la luz hace unas semanas. Se trata de otro de los álbumes que esperaba con ilusión de este 2018, ya que desde sus inicios me han parecido una banda con personalidad, capaz de hacer una música de baile relativamente orgánica y a la vez de indudable calidad. Y además su anterior entrega, "Bloom", fue un disco muy conseguido de principio a fin, un segundo álbum que solventó el siempre temido paso hacia adelante y los confirmó como una banda con un gran futuro.

"Solace" es un álbum relativamente corto para haberse hecho esperar casi tres años (nueve temas solamente), y respetuoso con la trayectoria musical de la banda. Es decir, sigue girando en torno a la brillante voz de Lindqvist, los ritmos bailables sin estridencias, esa electrónica capaz de ser interpretada en directo sin necesidad de demasiados sonidos pregrabados, y sobre todo la elegancia del resultado. La ligera evolución hay que buscarla en una cierta tendencia a sintetizadores más sintéticos y contemporáneos, más guiños al ambient y al trance de los noventa y una presencia casi residual de las guitarras, pero por lo demás podríamos estar ante una segunda entrega de "Bloom" que hubiera quedado guardada en un cajón durante un par de años.

El tema que abre el álbum es perfectamente representativo de los parámetros por los que se siguen moviendo: "Treat you better", también cuarto sencillo, es una melodía con una cadencia propia de una balada, envuelta en teclados atmosféricos más propios de la música chill out, que poco a poco va amagando con orientarse hacia la pista de baile hasta que entra su sencillo pero efectivo ritmo, y luego ya sí: sus coros femeninos, su crescendo previo a la repetición final del estribillo... "Eyes", nada menos que el quinto sencillo (lo que da una idea del nivel medio del disco), arranca con la voz de Tyrone Lindqvist sin prácticamente instrumentación previa, y orienta más el conjunto hacia una electrónica más contemporánea, como lo demuestran los extraños y un tanto estridentes sintetizadores que dan soporte al relativamente simple estribillo, si bien el resultado sigue siendo satisactorio. "New sky", el siguiente corte, es en mi opinión ligeramente superior a los dos anteriores y uno de mis momentos favoritos del disco, con una progresión armónica más introspectiva que contrasta con la sobredosis de bongos, maracas y demás percusiones que desde el principio dan ritmo al tema, y esos teclados etéreos más propios de The Orb que nos evocan perfectamente al cielo que nos describe la letra, y que lucen espectacularmente en el minuto en el que la banda elimina el resto de instrumentos antes del tramo final.

"Lost in my mind", cuarto corte y tercer sencillo, es mi canción preferida del disco, con esos sampling étnicos desde el principio dando originalidad al conjunto, las voces post-procesadas que recrean las frases de Lindqvist en las estrofas, una frialdad elegante y un tanto ominosa en su excelente estribillo, y un precioso sintetizador que realza el conjunto (sólo le pondría el pero de que es uno de los temas menos bailables del disco). "No Place" fue el primer sencillo hace más de medio año, y sin ser mi momento favorito del disco se trata de otra buena canción, con una melodía difícil de interpretar, que también juega con las melodías lentas y envolventes hasta que entra el sencillo pero efectivo ritmo binario, y esos teclados más contundentes que en sus discos anteriores. "All I've Got" es otro tema muy en la línea del resto del álbum, que va entrando poco a poco con sólo un sintetizador y la voz de Lindqvist al principio, para luego ir creciendo con un bajo sintetizado y una batería suave, y que sólo en su minuto final resulta realmente bailable.

"Underwater", segundo sencillo, es también mi segundo momento preferido del disco: otra vez un sintetizador evanecescente (casi acuático en este caso), la voz de Lindqvist, los samplings etéreos y una batería sencilla es todo lo que necesitan para ponernos a bailar casi desde el principio, aunque en este caso lo destacable es cómo encajan los coros étnicos "enlatados" con las notas que canta Lindqvist en su original estribillo, y lo bien que alargan la canción hasta casi los seis minutos, jugando con los distintos elementos y convirtiéndola en casi instrumental en su tramo final. "Solace", el penúltimo corte, es una elección un tanto extraña para darle título al álbum, porque jugando a ser su tema experimental (a ratos sólo la voz de Lindqvist, convenientemente reverberada con diversos efectos), es simplemente otra melodía lenta más a la que le eliminan la percusión y cualquier instrumento que pueda sugerir ritmo. Así que lo único que destaca además de su escasa duración es su pegadizo estribillo. Y el álbum lo cierra "Another life", otra vuelta de tuerca de la misma fórmula basada en sintetizadores juguetones, la voz en primer plano, la percusión que va entrando lentamente... eso sí, cuando entra aquello de "So I guess it is, it’s time to say goodbye...", el tema se vuelve un tanto derivativo y pierde impacto evocador, además de alargarse quizá más de la cuenta.

Con tan sólo cuarenta y dos minutos el disco deja con ganas de más. Y hay que reconocerle al trío australiano que no hay temas de relleno (incluso "Solace" se deja escuchar sin problemas), que la gran mayoría tienen una duración contenida, y que las progresiones armónicas están menos repetidas hasta la saciedad que en sus discos anteriores. Es cierto que falta un tema de cabecera que los pueda encumbrar al éxito masivo, que sus canciones siguen resultando a menudo demasiado parecidas entre ellas, que en aras de una mayor emotividad algunas quedan demasiado espartanas instrumentalmente, que tampoco hay ninguna que cambie demasiado el tercio, y que las letras son simplemente correctas. Pero su elegancia a la hora de hacer música de baile y de utilizar la electrónica sin apabullar, unidas a la excelente voz de Lindqvist y a un puñado de canciones de nivel entre medio alto y muy alto hacen de "Solace" uno de los grandes álbumes del año. Lo que ya no constituye ninguna sorpresa, sino la confirmación de que los australianos siguen en estado de gracia a la hora de insuflar talento al maltrecho panorama musical internacional. Toca esperar con impaciencia su cuarto álbum.

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