lunes, 15 de mayo de 2023

Orbital - "Optical delusion" (2023)

Casi cinco años ha tardado en ver la luz el esperado nuevo álbum de Orbital. Y es que los hermanos Paul & Phil Hartnoll por fin han regresado hace un par de meses con "Optical delusion", el décimo álbum de estudio de su discografía. Tras más de tres décadas de exitosa carrera a nivel tanto de crítica como de público, lo primero que cabe preguntarse ante este nuevo disco es si aún están lo suficientemente en forma como para crear nuevas canciones que se sostengan por sí mismas, y no sirvan simplemente de mera excusa para regresar a actuar en diversos festivales esta próxima temporada. Una pregunta ante la que cabe agradecer que se hayan tomado el tiempo que han considerado necesario hasta estar convencidos de haber reunido una decena de canciones que pueda mirar de tú a tú al grueso de su notable discografía. Algo que, ya les adelanto, han conseguido una vez más.

No estamos, obviamente, ante un álbum destinado a marcar un hito en la historia de la música electrónica, como en su momento lograron con "In sides" (1996), ni siquiera ante una entrega necesaria para reforzar una ya de por sí intachable reputación. Simplemente se trata de una colección de canciones razonablemente consistente y de buen nivel medio, casi todas ellas con la participación de artistas invitados que les aportan esas partes vocales que tanto les gustan a los Hartnoll. Unas colaboraciones con las que, además, exhiben su capacidad de adaptarse a tantos colaboradores para sacarles lo mejor sin que ello les suponga alejarse de su personal estilo. Pero que les ayuda a renovar permanentemente su sonido, acercándolo ligeramente a otras propuestas. Eso sí, sin gran espacio para la experimentación o para las tendencias más musicales más actuales, que los dos miembros del dúo ya andan cerca de los sesenta años.

El disco lo abre "Ringa Ringa (The Old Pandemic Folk Song)", elegido también como segundo sencillo a finales de del año pasado, y que formó parte de mi lista de otras veinte canciones internacionales recomendables de 2022. Compuesto como casi todo el disco por Paul Hartnoll, cuenta con la participación vocal del inclasificable combo femenino Mediæval Bæbes. Pretendidamente es un buen reflejo de lo que encierra esta nueva entrega del duo. Ante todo, un sonido cien por cien Orbital: esos teclados de reminiscencias acid marcando el ritmo bien al frente, su orientación a la pista de baile, y sus etéreos pasajes vocales, resultarán inconfundibles para sus seguidores. Además, parte de una buena composición, y el desarrollo la enriquece lo suficiente sin alargarlo en demasía. Si bien queda claro que su carrera cuenta con sencillos más descollantes. Le sigue "Day One", con la colaboración de la para mí desconocida Dina Ipavic. Un tema más contundente que el anterior, con su bombo sobredimensionado en primer plano, su atmósfera espacial, una eficaz progresión armónica, y una melodía principal etérea que a mí recuerda poderosamente a la de "Halcyon And On And On", el recordado momentazo de su álbum marrón (1993): a pesar de los treinta años transcurridos, las similitudes entre ambas canciones son evidentes. Dicho lo cual, la mayor contención en su duración de este nuevo tema, el teclado principal más estridente que sustenta las partes instrumentales, y la apoteosis instrumental de su tercio final, lo hacen disfrutable por sí mismo. Aunque para mí el momentazo absoluto del álbum es "Are you alive?". Compuesto junto al dúo guitarrero de Brighton Penelope Isles, estamos en mi opinión ante uno de las grandes canciones de este 2023: de una delicadeza exquisita en sus estrofas, de una frialdad envolvente en ese fantástico estribillo que cambia con cada repetición, de un ritmo original, de una sucesión de sintetizadores que demuestran lo solventes que son a estas alturas los hermanos Hartnoll añadiendo capas y capas a sus composiciones, lo que realmente transporta el tema a otra dimensión es la variación en su ritmo que introducen cuando otros artistas menos talentosos ya habrían estado recurriendo al "chorus to fade" (algo, por cierto, que por desgracia se ha perdido en la versión publicada como tercer sencillo): ese desfase electrónico de sus convincentes tres minutos finales es la que lo vuelve irresistible.

Tras un arranque tan notable, resulta relativamente esperable que el disco pegue un pequeño bajón. Y eso es lo que sucede con "You Are The Frequency", esta vez junto a los para mí desconocidos Little Pest. Un tema particularmente estridente, y plagado de voces distorsionadas hasta el extremo, su ritmo sincopado le aporta originalidad pero le resta pegada. Afortunadamente, el piano de puro house que vertebra el tema en su segunda mitad le confiere una cercanía que lo convierte en disfrutable de ahí hasta el final. Si bien para mí resulta superior "The New Abnormal", el quinto corte, de original título por cierto. Instrumental de principio a fin, es cierto que podríamos haberlo encontrado en casi cualquier disco del dúo, pero esa progresión armónica tan familiar que sorprende que no la hayan compuesto hasta ahora, la forma tan original como la van variando, ese teclado chirriante marca de la casa, y la forma como van entrando y saliendo los distintos sintetizadores en un frenesí que nunca resulta monótono, ideal para disfrutar a altas horas de la madrugada, confirman que de la "fórmula Orbital" aún puede extraerse un jugo sustancioso. Algo que en buena medida resulta también aplicable a "Home", compuesto a medias con la singular solista londinense Anna B Savage, que se encarga también de la fuertemente personal parte vocal. Una interpretación que condiciona el resultado de un tema que comienza como una balada intimista pero que acaba deviniendo en un desquiciante ejercicio de techno intemporal, con la excelente progresión armónica del estribillo y la habilidad del dúo para crear un arreglo que suene diferente a estas alturas como bazas adicionales.

El último tercio del disco sí baja claramente el nivel, pero es que hasta aquí pocos peros se le han podido poner a lo escuchado. A ese menor nivel contribuye decisivamente "Dirty Rat", desacertadamente elegido a mi modo de ver como primer sencillo, con la colaboración de la banda de post-punk Sleaford Mods. Y es que la propuesta de los de Notthingham está demasiado alejada de la de los hermanos Hartnoll como para lograr un buen maridaje, así que sus provocativas y monocordes estrofas se antojan demasiado poco para lo que había ofrecido hasta ahora "Optical delusion". Incluso aunque tenga el acierto que entregar un estribillo con una progresión armónica completa que mejora apreciablemente la impresión global. Pero se trata indudablemente de un sencillo menor en su discografía. "Requiem for the Pre-Apocalypse", octavo corte, con su ritmo de drum&bass y sus sintetizadores corales, me recuerda a la electrónica sincopada y a la irregularidad estilística de su "Snivilization" (1994). Así que, a pesar de que en su estribillo instrumental se vuelve más accesible, no pasa de ser un tema simplemente correcto. "What a Surprise", nuevamente con la colaboración de Little Pest, sube el listón hasta convertirse en el último momento álgido del disco: tenebroso, pausado, con un dramatismo que me recuerda al de muchos momentos de su antecesor "Monsters Exist" (2018): unas escuetas frases declamadas, una duración contenida, y un epatante contraste entre sus distintos sintetizadores la hacen fácilmente reconocible. Y el álbum lo cierra "Moon Princess", con la partición vocal de la también desconocida Coppe. Una canción cuya atmósfera encaja a la perfección con su título, y cuyo marcadísimo ritmo se adhiere inmediatamente a nuestro cerebro. Pero con una melodía vocal de notas lentas que no ayuda a realzar la instrumentación, e incluso puede resultar desagradable por momentos. En realidad quizá estemos ante el momento más experimental de todo el disco, y por eso parece razonable ubicarlo donde no altere el normal devenir del resto de canciones, pero es obvio que no contribuye a cerrar el álbum por todo lo alto.

En todo caso, como suele ser habitual en los discos de Orbital, con cada nueva escucha iremos descubriendo nuevos detalles, apreciando mejor la singularidad de cada composición, y recreándonos con el cuidado con el que han mimado cada detalle. Hasta convencernos de que no estamos ni mucho menos ante un álbum menor de su discografía, sino ante una saludable y solvente reivindicación de ellos mismos. Tal vez haya faltado una colaboración de postín que los devuelva a la primera línea de la comercialidad internacional, pero aun así el álbum está funcionando bien en listas, y sin ir más lejos alcanzó hace unas semanas el Top 6 en el Reino Unido, una posición que hacía tiempo no lograban. Y es que los Hartnoll han conseguido crear una base estable de seguidores, que saben apreciar un álbum de música electrónica que va a resultar interesante de principio a fin, y que va a poseer siempre la musicalidad suficiente para que no cueste anirmarse a reproducirlo. Me congratulo por ello. Y espero que el paso del tiempo no les impida entregar todavía un par de álbumes más, por lo menos. Porque siguen siendo necesarios en el panorama musical.