domingo, 7 de marzo de 2021

Boston Manor: "GLUE" (2020)

Otro de los álbumes que he descubierto hace unas semanas, revisando las listas de los mejores discos de 2020 de un buen número de webs especializadas, ha sido "GLUE", el tercer álbum de los británicos Boston Manor. Que, a pesar de su relativamente escasa visibilidad para la crítica, para mí es sin duda el mejor disco de rock no ya del pasado año, sino de los últimos ejercicios. Entendiendo rock en sentido amplio, es decir, una energía y una intensidad guitarrera que igual se acerca al hardcore, que al grunge o al punk. "GLUE" es pues un disco muy variado, disfrutable de principio a fin y con el mérito adicional de que en ningún momento la banda pierde su personalidad al acercarse a uno u otro estilo.

A ello contribuyen de manera decisiva la capacidad del grupo para, a partir de unas composiciones siempre bien trabajadas de base, asimilar influencias de toda la música hecha con guitarras en los últimos cincuenta años. Sin rehuir el uso de instrumentos y recursos complementarios a los habituales en una banda de rock (guitarras eléctricas, bajo y batería), pero siempre con la habilidad de que esos complementos no diluyan la intensidad de su sonido. Al mismo nivel de excelencia raya la voz de Henry Cox, un cantante capaz de chillar de la manera más virulenta posible un verso y de cantar con una voz excelentemente modulada el siguiente. Y tampoco podemos olvidar unas letras que en su mayoría no se quedan en los tópicos habituales y reflejan situaciones de desconcierto, de desánimo, evocando emociones plenamente contemporáneas y muy presentes en nuestras grandes ciudades.

El álbum lo abre Everything is ordinary", el sencillo que anticipó el álbum hace justo un año. Una apuesta arriesgada, ya que no es precisamente un buen reflejo de todo lo que encierra "GLUE", aunque sí una manera eficaz de satisfacer a sus fans más agresivos: tempo altísimo, voces distorsionadas, guitarras hirientes, chillidos en el estribillo... Incluso el videoclip es tan frenético que no es apto para personas fotosensibles. Pero todo ello, no lo olvidemos, arropando una meritoria composición, con sus partes diferenciadas y una melodía adecuada para aprovechar la progresión armónica. Le sigue "1's & 0's", con su comienzo industrial y su desarrollo que es puro hardcore, delirante en las estrofas y sin embargo con un contudente estribillo que es capaz de conjugar de manera inverosímil una frase vociferada y otra estupendamente cantada, lo que refleja las armonías subyacentes en él. "Plasticine dreams" fue el quinto sencillo, y supone un cambio radical de estilo, con una melodía que recuerda a Oasis y unas distorsiones a lo Stone Temple Pilots, mucho más asequible para todo tipo de amantes del rock. Tanto que formó parte de mi lista de mejores canciones internacionales de 2020. Le sigue "Terrible love", un tema de atmósfera y letra desoladoras, sobre una instrumentación convencional, que juega con los cambios de ritmo (más alto en las estrofas, más pausado en los estribillos), que no llega en mi opinión al nivel de los mejores momentos del álbum pero se deja escuchar.

"On a high ledge", quinto corte, fue también el tercer sencillo, una confesión de un hijo a su padre sobre su tormentoso mundo interior, con unos estribillos cada vez más furiosos, una original batería y una apreciable parafernalia de adornos electrónicos que, sin embargo, no le hacen perder contundencia al tema. "Only1" nos retrotrae desde el mismo comienzo al grunge de principios de los noventa, con una nueva exhibición de Cox a la hora de intercalar frases declamadas y otras vociferadas, unas estrofras crudas y desasosegantes y uno de los mejores estribillos de todo el disco, todo ello complementado por un solo de guitarra con el "wah wah" como referencia, que en su segunda repetición también sirve de cierre. "You and me and the class war" es, aparte de lo que su provocativo título ya anticipa, un tema de punk clásico por ritmo e instrumentación en su mayor parte, aunque su lento estribillo le da un toque de originalidad, y el crescendo tras su meritorio tramo instrumental nos permite soltar toda la rabia acumulada. "Playing God" es otro buen momento del disco, que en este caso recuerda a los mejores tiempos de Staind, antes de que se acomodaran: rock pesado, oscuro, con melodía de notas graves en la estrofa y un estribillo de notas más altas muy recomendable. Aunque quizá le falta evolucionar un poco conforme avanza el minutaje.

A pesar de no haber sido extraído como sencillo, "Brand new kids", el noveno corte, es para mí sin duda el mejor momento del álbum: ese doble piano del comienzo ya indica la calidad de la progresión armónica, y la contundencia de sus intervalos instrumentales sin renunciar a la ayuda de la electrónica recuerda a los mejores momentos de Garbage. Aunque lo mejor es su maravilloso y provocativo estribillo ("I'm in love with a drug & it loves me too", ahí queda eso). "Ratking", décimo corte y cuarto sencillo, que entra a tope sin previo aviso, es otro medio tiempo sobre una elaborada composición, con un excelente arpegio de guitarra en las estrofas, toda la distorsión posible en su eficaz estribillo y un bonito intervalo instrumental sin necesidad de tirar de virtuosismo.

El excelente estado creativo de los británicos queda reflejado en que a estas alturas del álbum (diez cortes9 aún quedan otras tres canciones para rematar el conjunto. La primera de ellas, "Stuck in the mud", es mi segundo momento favorito del disco. Podemos referirnos a ella como la balada del disco, en la que Cox se luce como nunca en la parte vocal, con otra letra de desazón que da que pensar y una preciosa melodía que, una vez más, pone de manifiesto la variedad de registros de la banda y su capacidad para extraer lo mejor de cada composición (como lo refleja el detalle de que sólo en la repetición final del estribillo entran todos los instrumentos). "Liquid" fue un sencillo con la colaboración de John Floriani que la banda publicó aisladamente a mediados de 2019, y que acabó formando parte de "GLUE" casi un año más tarde. Recuerda en este caso a los Offspring más serios de mediados de los noventa, con otra oscura y meritoria progresión armónica, unos certeros arreglos y el detalle de mezclar las dos líneas melódicas vocales en el tramo final. Y el cierre a tanta creatividad lo pone "Monolith", el tema más largo del disco, una especie de punk sintético (con bajo sintetizado y todos) y unos exabruptos ("Fuck you too") y unos chillidos que nos recuerdan que la banda sigue sin acomodarse en sonidos más complacientes. Si bien sus dos minutos finales, una pequeña sinfonía urbana sin apenas parte vocal que termina en un solitario piano, nos demuestra que pueden ir mucho más allá de los postulados del género.

Con sus dos primeros álbumes Boston Manor ya habían demostrado su variedad de registro y su capacidad de entregar temas de talento, pero la cantidad y calidad de la gran parte de temas de este "GLUE" los ha confirmado como uno de los mejores grupos de rock de la actualidad. Es cierto que algunas canciones pueden resultar demasiado contundentes para amantes del rock más convencional, mientras que otras pueden ser demasiado melódicas para los que gusten de ir a un concierto "a darlo todo" delante del escenario. Pero en mi opinión el álbum mantiene un acertado equilibrio entre todas esas influencias, y dado que su contenido es amplio, siempre podemos pulsar el "forward" en los dos o tres temas que menos nos gusten y aun así disfrutar de las restantes diez u once canciones. La única pena es que siguen siendo un grupo demasiado minoritario para sus méritos, y muchos amantes del rock de los últimos cuarenta años desconocen por completo su existencia. Así que espero que esta entrada les ayude aunque sea mínimamente a aumentar su repercusión.