domingo, 20 de octubre de 2019

Softwave: "Game on" (2019)

En todo lo que llevamos de 2019 aún no había reseñado ningún álbum de los países escandinavos, que como he comentado varias veces en este humilde blog sigue siendo uno de los reductos donde se sigue publicando música contemporánea de calidad sin sucumbir a las modas más funestas. Pues ha llegado el momento de dar a conocer una nueva banda surgida por aquellos lares. En este caso en realidad no viene de Suecia o de Noruega, como suele ser habitual, sino de Dinamarca. Softwave es un dúo formado hace un lustro por la vocalista Catrine Christensen y el teclista Jerry Olsen, que se declaran devotos admiradores de Erasure, y que tras una serie de sencillos debutaron en formato álbum con "Game on" hace aproximadamente medio año. Y que nos ofrecen una propuesta a medio camino entre su lugar de origen y su banda de referencia: porque por suerte no estamos (como en el caso por ejemplo de Johan Baeckström) ante un mero revival de las señas de identidad de Vince Clarke, sino que su pop luminoso y bailable está convenientemente equilibrado por la elegencia nórdica, siempre capaz de recurrir a los sintetizadores sin que suenen estridentes ni horteras.

Eso sí, "Game on" no es un álbum del todo redondo. Lo más evidente es que rezuma la ilusión del álbum de debut, con baladas, temas instrumentales e incluso una introducción de minuto y medio, la cual da título al álbum y pretende facilitar la introducción a su particular mundo musical. Pero a veces se acerca más de la cuenta al eurobeat menos pulido, o no logra la inspiración compositiva suficiente, o propone unas cajas de ritmos y percusiones un tanto ramplonas. Pero cuando dan con la tecla, el resultado es brillante.

No es el caso de "Follow you", el primer tema completo en la edición completa de "Game on" y uno de los primeros sencillos de su carrera, que refleja correctamente lo que nos vamos a encontrar, pero al que le lastra un ritmo un tanto lento para lo que persigue, y unas estrofas sin demasiada inspiración, mientras que el estribillo se hace esperar más de la cuenta. Pero sí del corte siguiente: "Something is missing", probablemente la mejor canción del disco: un tema bailable, de ritmo binario clásico, con una letra sentimental, que comienza con un muy original sintetizador liderando el primer tramo instrumental, que da paso a unas estrofas largas y elegantes, estupendamente arregladas para enlazar con un estribillo difícil de cantar por sus notas muy altas que sin embargo resulta adictivo, y una producción que enriquece el conjunto a partir de la segunda estrofa, gracias a las alteraciones en la melodía vocal, los nuevos sintetizadores, las segundas voces, y una certera parada del ritmo antes de las repeticiones finales del estribillo. "No need to hide" se queda a medio camino entre ambos, pues aunque más rápida e infecciosa que "Follow you", y con unas estrofas más disfrutables, recuerda el casposo eurobeat alemán de mediados de los noventa. Más lograda es "On and on and on", su sencillo más conocido desde que vio la luz hace casi tres años: su bajo doblado en estéreo por cada canal lo aleja de las producciones discotequeras ramplonas, y aunque las estrofas no son especialmente brillantes, los arreglos que las conducen al estribillo son certeros, y el propio estribilo es sencillo pero disfrutable.

"Reflected memories" es quizá mi segundo momento favorito de "Game on". Quizá el tema "más Erasure" del disco hasta este momento, por sus elegantes estrofas y el sintetizador de Olsen replicando cada un de las frases de Christensen, su excelente estribillo (tanto en la melodía vocal como en el sintetizador que lo adorna) es de lo mejor que he escuchado este año en el mundo del electro-pop, la letra sugiere imágenes que se adhieren a nuestra memoria, y la producción de todo el tema es una demostración de cómo añadir teclados sin saturar el espectro. "Guardian angel" es el lógico intento por cubrir distintos estados de ánimo en el álbum de debut, o lo que es lo mismo, la balada del mismo: funciona como tema intimista, y la interpretación de Christensen es brillante, pero tantos "sintetizadores juguetones" no terminan de casar con el sobrecogimiento que pretende evocar. Le sigue una sorpresa en forma de tema instrumental, con título por cierto en español: "Valor" podría parecer una innovación destinada al fracaso en un grupo tan poppy y de melodías vocales tan elaboradas como Softwave, pero el caso es que sin apartarse demasiado de su línea musical consigue que la voz de Christensen no se eche de menos, quizá porque la estructura "estrofa-puente-estribillo-parte nueva" no está tan marcada como en el resto de sus canciones, y empieza con un ritmo más lento de lo que cabría esperar de ellos.

El último tramo del álbum se abre con "I need love", otra buena estrofa y mejor estribillo, con reminiscencias del pop luminoso de Andy Bell y Vince Clarke, en especial en su parte nueva instrumental, pero con un sonido convenientemente actualizado al año 2019; quizá sea el tercer mejor momento del disco. "Curiosity" mantiene el tipo, reduce el tempo e intenta atraparnos con su sonido más envolvente y atmósferico, lo que consigue sobre todo en un estribillo de notas muy altas y en un intervalo instrumental sencillo pero efectivo. "Human being", a pesar de su letra honesta, baja un par de peldaños con respecto a sus mejores temas, no se termina de definir entre la pista de baile y nuestra habitación favorita, y suena agradable pero relativamente poco original. Y el disco lo cierra "Galaxy of stars", con un comienzo que efectivamente es puro Erasure, y que resulta ser uno de esos temas lentos coloristas (y a veces un pelín melosos) tan habituales en los últimos discos del dúo británico. Por lo que sirve para cerrar el álbum con dignidad, pero no consigue tirar de la impresión final de "Game on" hacia arriba.

Porque al final el poso que deja este "Game on" es que los daneses tienen talento para llevar las influencias de Erasure a su terreneo, y a veces dan con la tecla de la mejor inspiración. Pero otras tiran de oficio, y logran temas válidos para complementar un disco correcto pero insuficientes para hacer de su debut uno de los mejores de 2019. No obstante habrá que seguirlos: probablemente si logran la repercusión suficiente ese extra de motivación provoque no sólo que intenten darle continuidad a este álbum, sino que creen más temas del nivel de "Something is missing" o "Reflected memories". Que por otra parte están ya en disposición de formar parte de mi lista de temas favoritos de este año que poco a poco se acerca a su fin.

sábado, 12 de octubre de 2019

Feeder: "Tallulah" (2019)

El pasado mes de agosto ha visto la luz "Tallulah", el décimo álbum de estudio de los británicos Weezer. Después de un cuarto de siglo, Grant Nicholas, su líder, parece tener todavía intactas la creatividad y las ganas de seguir entrando al estudio para grabar nuevos temas, lo que es de agradecer en uno de los compositores de rock más respetados en el ámbito anglosajón. Lo que sucede a estas alturas de su carrera es que la pregunta es inevitable: ¿es "Tallulah" un álbum válido por sí mismo, o es la excusa para volver a la actualidad y embarcarse en una nueva gira, aunque cuando acabe nadie se acordará de este disco? En las últimas semanas he intentado responder a esa pregunta. A continuación, mi diálogo interior:

Después de la primera escucha: "pues vaya, para esto mejor que Nicholas se hubiera quedado en casa. No se ha esmerado nada con la instrumentación: prácticamente las guitarras distorsionadas, el bajo y la batería y a correr, sin darle apenas personalidad a cada canción. Y tampoco hay ningún tema estrella claro; se ve que los ha ido componiendo de corrido, casi con la manivela. Bueno, al menos la canción que da título al álbum ("Tallulah") recuerda dignamente a todos esos medios tiempos intensos y memorables que ha ido entregando a lo largo de los años: el arpegio de guitarra principal te atrapa, la batería contundente le aporta solidez y la guitarra reproducida al revés en los tramos instrumentales le da un punto de originalidad. Pero es prácticamente lo único que se salva. Voy a poner ahora "Echo park" (2001) para quitarme la dececpción de encima".

Después de la quinta escucha: "bueno, el álbum no está mal del todo, pero Nicholas podía haber arriesgado un poco. Claro, que a estas alturas de la historia, no es fácil pedirle más. La repetición final del estribillo de "Tallulah", con la melodía alterada, y el sintetizador juguetón encima, está muy conseguida. Las influencias japonesas del bajista Taka Hirose en "Kyoto" son convincentes; hacía tiempo que no entregaban un tema tan crudo, con unas estrofas tan duras que sin embargo encajan correctamente con un estribillo correoso pero coreable. Y "Blue sky blue", aunque no aporte nada nuevo, tiene ese colorido tan típico de Feeder, mezclando guitarras distorsionadas y platillos pesados con una melodía luminosa en las estrofas y un estribillo interesante, sobre todo cuando lo dobla en la segunda repetición con aquello de "Hold on... let's celebrate tonight". Venga, mañana le damos otra oportunidad".

Después de la décima escucha: "pues no me extraña que al final el álbum haya llegado al número cuatro en las listas británicas. "Guillotine" tarda en convencer, pero los arreglos de cuerda, la progresión armónica en acordes menores, la original letra y la sobredosis de distorsión en el estribillo te enganchan cuando te acostumbras. "Kite", a pesar de su contundencia, tiene unas influencias psicodélicas saludables, el mellotron en el estribillo casa muy bien con la melodía que canta Nicholas, y la parte nueva es puro rock sucio. Y "Lonely hollow days" es una balada acústica honesta y con un punto de emoción para cerrar el disco, digna de los buenos momentos de su carrera en solitario. No, si al final voy a tener que escribir una reseña positiva...".

Decimoquinta escucha: "oye, pues incluso los sencillos escogidos (los cuatro primeros cortes) tienen su punto cuando los escuchas muchas veces: "Youth" es nostálgica, cañera y resplandeciente a la vez, y "Daily habit" destila unos aromas californianos saludables. Mola."

Y en estas me encuentro ahora, casi dos meses y dieciséis escuchas más tarde, defendiendo este "Tallulah" como otra buena entrega del trío británico. No conseguirá nuevos adeptos, no aportará ningún momento memorable a sus conciertos, no arriesga, no se complica con los sencillos escogidos, pero gana con cada nueva escucha. En especial en una segunda parte algo más variada y entonada. Incluso los temas de los que no he hablado ("Windmill", "Fear of flying", "Rodeo" y "Shapes and sound") poseen todos un nivel medio cuando menos correcto. Y es que por encima de todo, Nicholas es un compositor contrastado que si se le dedica tiempo nunca defrauda. Así que si les gusta el rock y todavía no han descubierto a Feeder, no lo duden: "Tallulah" es lo suficientemente interesante para adentrarse en el universo musical de una de las mejores bandas del género en activo.

viernes, 4 de octubre de 2019

Illenium: "Ascend" (2019)

El pasado mes de agosto ha visto la luz "Ascend", el tercer álbum de Nicholas D. Miller, o lo que es lo mismo, Illenium. El DJ estadounidense sigue siendo uno de los mayores exponentes del future bass, ese estilo de música electrónica de ondas sonoras envolventes y tempo más lento de lo habitual en las pistas de baile. Y lo es con todas sus consecuencias. Quiero decir que en este "Ascend" no sólo se reafirma en su estilo creativo sino que, a pesar de la enorme lista de colaboradores que han participado en él, prácticamente todas las canciones adolecen del mismo defecto: se parecen demasiado entre sí. Lo que significa que todas tienen una estructura muy similar: una progresión armónica cálida, llevada casi siempre por un arpegio de guitarra, una primera estrofa elaborada que desemboca en un estribillo que va creciendo hasta llegar al tramo instrumental con los sintetizadores envolventes y el bombo pausado, otra segunda estrofa y segundo estribillo un poco menos desnudos que los primeros, otro intervalo instrumental potente pero con mínimos cambios respecto al primero, y un trocito final de lo más logrado del tema hasta situarlo sobre los cuatro minutos. Voces masculinas o femeninas aparte, prácticamente todos los temas siguen este patrón.

Lo cual por sí mismo no es malo, y de hecho si escucháramos cada una de las canciones de manera independiente, tendríamos pocos peros que ponerles a cualquiera de ellas: más elaboradas compositivamente que la gran mayoría de temas actuales, con una instrumentación que equilibra bien guitarra y tecnologías, la mayoría de ellas muy bien cantadas y con letras que no se suelen quedar en los tópicos. El problema surge cuando las catorce se sitúan seguidas. Y es que un buen álbum no debe ser una mera recopilación de canciones, sino que ha de dejar espacio para jugar con la estructura de algunas canciones, para innovar en otras, para dar un pequeño giro estilístico que oxigene el conjunto, para ir variando el tempo en algún momento... Prácticamente nada de eso hay en "Ascend", a pesar de la docena de colaboradores diferentes. Lo que evidencia la fortísima personalidad creativa de Miller. Por lo que en realidad a la hora de reseñar cada tema (excepción hecha de los dos breves interludios), todo se reduce a pequeños matices, casi a mis gustos personales. Pero aun así, voy a intentarlo.

"Hold on", segundo corte y primer tema completo, no es uno de mis favoritos: empieza con la estrofa sin preludio instrumental, con la voz de la para mí desconocida Georgia Ku, su melodía no termina de sonar sincera, y las ondas sonoras de los intervalos instrumentales las tiene Miller ya más que trilladas. "Good things fall apart", el cuarto sencillo extraído, con la interpretación vocal del rapero y cantante Jon Bellion, parece que puede ser algo diferente al escuchar guitarra acústica al comienzo. Pero en el puente al estribillo ya se nota el auto-tune, y el estribillo es de una grandilocuencia sintética que no me termina de cautivar. "That's why", el primero de los muchos temas escritos por Miller junto con el dúo Rock Mafia, me parece más convincente: unos gorgoritos al comienzo en vez de la esperada guitarra, una intimista melodía interpretada con convincente desolación por el para mí desconocido Goldn, y una producción que deja el tema casi desnudo en muchas fases, a la vez que lo hace envolvente sin estridencias en los consabidos intervalos instrumentales. A parecido nivel se sitúa "Blood", sexto sencillo, compuesto y cantado por el veterano cantante norirlandés Foy Vance: una atmósfera más cruda de lo habitual, unas estrofas cortas, un estribillo muy sencillo que desemboca en el primer intervalo instrumental de cierto riesgo de Miller: ruidista y a base de samples y pitches como si de The Crystal Method se tratara, salvo en la repetición final, donde incorpora con acierto la progresión armónica al conjunto.

"Take you down" fue el sencillo que anticipó el álbum hace un año, formó parte de mi lista de 20 mejores canciones de 2018, y sigue siendo uno de los mejores momentos de "Ascend": un tema de una honestidad brutal en la letra (autobiográfica del propio Miller relatando su época de adicción a las drogas), muy bien cantado por Tim James de Rock Mafia (con la voz subida de tono vía pitch hasta parecer femenina), totalmente representativa en cuanto a estructura e instrumentación del resto del álbum, y con un precioso sintetizador principal ululando por encima de las ondas sonoras. "All together", también compuesta e interpretada por el cantante y actor Oeklin, baja un poco de nivel: también intimista, su relativamente bajo tempo y su calidez sonora dan paso a un puente algo más estridente de lo necesario, que le resta puntos, y la letra, de temática un tanto manida, tampoco ayuda, siendo lo más interesante el trocito instrumental cerca del final. "Crashing", segundo sencillo, a medias con Rock Mafia e interpretado con el grupo Bakari, es quizá el tema más poppy del disco: una melodía cristalina y emotiva, un ritmo que se aleja tanto del binario sincopado habitual en Illenium, un buen estribillo y unas partes instrumentales luminosas y alejadas de la pista de baile.

A partir del noveno corte entramos en el tramo más difícil de "Ascend". No porque los temas sean malos, ni mucho menos, sino porque el ritmo desaparece prácticamente por completo, y se enlazan tres medios tiempos (casi podríamos hablar de "lentos") seguidos. El primero de ellos, "Broken ones", cantado por la para mí desconocida Anna Clendening, es seguramente el mejor: la inevitable guitarra, una melodía que va subiendo en la escala conforme la estrofa desemboca en un estribillo sin percusión en su mayor parte, y unos tramos instrumentales realzados por las voces sintetizadas, de reminiscencias étnicas, que resaltan los únicos compases en los que hay algo parecido a una batería programada. Casi al mismo nivel se sitúa "Every piece of me", ahora sí una balada con todas las de la ley, excelentemente interpretada por Echos: intimista, apoyada en un piano en vez de en la habitual guitarra, y con una sección de cuerda para realzar el dramatismo. Y el más flojo es "Take away", el quinto sencillo, a medias con los colabodores de más postín de todo el álbum, The Chainsmokers: otra vez la introspección, las guitarras, una letra honesta y una bonita melodía, pero con una falta de nervio absoluta, de gancho, que habría sido justo lo más necesario tras los dos temas anteriores.

"Sad songs", la colaboración con Said The Sky, con su guitarra acústica y la dulce voz de Annika Wells como argumentos principales durante casi todo el tema, pone a prueba nuestros nervios por su exasperante lentitud, pero a los dos minutos y medio finalmente entra un bombo y los esperados crescendos, recordándonos que en principio éste no debería ser un álbum para cincuentones. "Pray", tercer sencillo, con la voz soul de Kameron Alexander, es por fin el tema con el que reengancharnos al tramo final de "Ascend": más oscura a la vez que muy difícil de interpretar, tiene como elemento diferenciador ese segundo estribillo que engancha con un tramo instrumental un poco más elaborado y largo de lo habitual, y con baterías programadas de una electrónica desoladora. "In your arms" es la confirmación definitiva de que los prometedores X-Ambassadors han perdido la inspiración creativa que se echaba de menos en su reciente segundo álbum ("Orion") y lo han suplido por una insípida tendencia a las baladas de orientación AOR, contra la que los intervalos instrumentales de Miller no logran salir victoriosos. Y justo cuando nos preguntamos si tanto derroche de colaboradores ha merecido la pena, Miller enlaza a modo de cierre dos de los para mí cuatro mejores temas del álbum: "Gorgeous", interpretado por el británico Bipolar Sunshine de manera que recuerda a Seal, se atreve a poner como base para la progresión armónica un contundente bajo sintetizado, y la atmósfera tenebrosa del puente desemboca ahora sí en un estribillo de original guitarra y orientación bailable, llevado a otra dimensión por los intervalos instrumentales de ritmo binario convencional (¡ya era hora!) ruidista y eficaz a partes iguales, sobre todo en su excelente último minuto final. Y el colofón lo pone "Lonely", con Chandler Leighton en la parte vocal: parte de la misma progresión armónica con la que terminó "Gorgeous", y comienza desnuda y guitarrera como tantos otros temas, pero su sentida melodía deja paso a las voces post-procesadas que adornan los largos intervalos instrumentales, que por primera y única vez en todo el disco se apoyan en un ritmo binario de más de 100 bpm: la evidencia de que Miller sabe hacer otras cosas, pero por algún criterio difícil de explicar las explota con cuentagotas y las deja para el final.

Con lo cual después de repetidas escuchas "Ascend" suscita emociones encontradas. Casi podríamos hablar de "electrónica conservadora". Porque si bien Miller es un buen compositor, que siempre recurre a vocalistas irreprochables, y sabe cómo conjugar guitarras y el secuenciador Ableton Live, se impone unas restricciones tan fuertes que su capacidad para emocionarnos colisiona con su tendencia a repetirse. Así que, dado que el álbum es largo, sugiero quedarse con los temas para los que he adjuntado el vídeo-clip, y eliminar el resto: nos quedará algo más de media hora mucho más disfrutable y suficientemente representativa del talento del norteamericano.