jueves, 18 de julio de 2019

Madonna: "Madame X (Deluxe Edition)" (2019)

El pasado mes de junio ha visto la luz "Madame X", el decimoquinto álbum de estudio de Madonna, probablemente el mayor icono de la música pop aún en activo. Un disco que ha tardado más de cuatro años en dar continuidad a su flojo "Rebel heart". Y que para mí al menos había generado grandes expectativas desde el momento en que supe que, para su elaboración, la Ciccione había vuelto a reclutar a Mirwais Ahmadzaï. Porque para mí los trabajos con el productor francés han sido (con permiso de la época dorada con Patrick Leonard durante la segunda mitad de los ochenta) los mejores en su carrera: por activa y por pasiva he defendido que "American life", su incomprendido álbum de 2003 hecho íntegramente junto con Mirwais, sigue siendo el mejor de su discografía, y sigue sonando aún fresco y lleno de talento muchos años después. Así que confiaba en encontrarme con una obra de igual calibre. Pero desgraciamente "Madame X" queda muy por debajo. No sólo eso; en dura pugna con "I'm breathless" (1990), lucha por convertirse en el peor álbum de su carrera. Tal cual. Y ni siquiera encontraremos en él un tema estrella del nivel de "Vogue" que lo salve de la debacle, como sucedía en aquél.

Es cierto que en la edición "Deluxe" que estoy reseñando sólo la mitad de los temas llevan la firma de Madonna y Mirwais; la otra mitad está compuesta o producida por otros colaboradores como Mike Dean, Diplo o Jason Evigan. Pero ni siquiera esas canciones de M&M forman parte de lo mejor de "Madame X"; al contrario, muchas de ellas quedan lejos de la originalidad en la producción y la explosiva mezcla de guitarras acústicas y sintetizadores imposibles que caracterizaban sus colaboraciones de antaño, y simplemente tratan de suplirla con una especie de art-pop deslavazado e inconexo, realmente difícil de disfrutar. Por otra parte, el álbum pone claramente de manifiesto que "Madame X" ha renunciado a marcar tendencias (musicales y estilísticas) como hizo durante tantos años, y simplemente trata de suplir esa carencia arrimándose desesperadamente a lo que más fuerte esté pegando en el maltrecho panorama musical. Aunque eso signifique abrazar incluso el infame reguetón.

Porque este decepcionante álbum se abre con el si cabe más decepcionante aún primer sencillo, ese "Medellín" a medias con Maluma, que naufraga en su intento por maridar el reguetón más comercial y el pop etéreo y envolvente de la época "Ray of light", y que ha dado como resultado el sencillo de menor pegada comercial en la carrera de ambos, además de la evidencia de que para los seguidores de la ambición rubia "no todo vale" a la hora de intentar recuperar presencia en las listas de ventas. Un fracaso estrepitoso como primer sencillo, y para el que sin embargo no había grandes alternativas en el resto del disco. Porque ya desde el segundo corte, la prometedora en su primera parte y luego delirante "Dark ballet", cada escucha se vuelve una lucha sin éxito por encontrar esas grandes canciones que siempre ha habido en todos los álbumes de la diva. Si bien es cierto que podremos encontrar retazos de buenas composiciones, como las dos primeras de las tres canciones que en realidad conforman "God control": esa sobredosis de auto-tune casi declamada y cíclica que desemboca después en un sobrecogedor coro... para luego devenir en su tercera parte en una vulgar imitación del "New York City boy" de Pet Shop Boys, mezcla de disco ochentero y philly setentero, pero con una melodía mucho más pobre, y que además no encaja en absoluto con las dos partes anteriores, como el coro superpuesto al final se encarga de dejar patente. El comienzo de "Future" es relativamente prometedor, pero en seguida descubriremos que se trata de un dub demasiado lento que repite sin variación durante cuatro minutos la misma progresión armónica, con una instrumentación pobre y una sección de viento nada bien encajada en el conjunto.

Más floja es si cabe "Batuka", una melodía simplísima y ultra-repetitiva de clara inspiración étnica sobre un colchón de tambores interpretado por el colectivo portugués Batukadeiras. "Killers Who Are Partying" podría ser esa gran canción que estamos buscando: su letra (la más comprometida, a contracorriente y provocativa del álbum), tiene el nivel suficiente, compositivamente está trabajada y se nota la mano de Mirwais en que su guitarra y su batería programada (cuando por fin entra) son originales. Pero vuelve a ser demasiado lenta, un poco monótona, más larga de lo deseable, y el estribillo en portugués no es coartada suficiente. Así que no es hasta el séptimo corte ("Crave", con una pequeña participación vocal del rapero Swae Lee) cuando al fin nos convencemos de que estamos ante un álbum de la Ciccione: un tema lo suficientemente inspirado como para que su elección como segundo sencillo y "tema estrella" alternativo por si fallaba "Medellín" fuera obvia. Una vez más de ritmo lento, pero dulce, íntimo, romántico, con una bonita melodía, en la línea de "X-Static Process" aunque con menos nivel, le falta un estribillo más definido y le falla una mejor evolución instrumental a lo largo de su minutaje para haberse convertido en un nuevo "clásico" de su discofragía. Desgraciadamente "Crazy" vuelve a suponer un bajón, y sin ser realmente un mal tema, vuelve a arrimarse a ritmos que no son del gusto de los seguidores de la diva, y resulta anodino y hasta un poco reiterativo a la hora de cantar en portugués.

"Come Alive" se aleja de los parámetros globales del álbum e insufla por ello una pequeña dosis de energía en medio de tanta lentitud y mediocridad: algo más rápida sin llegar a ser bailable, está estructurada sobre una melodía más elaborada y definida, y sobre todo la variación de la progresión armónica en el estribillo le da puntos, aunque Madonna no la canta nada bien, con una voz demasiado nasal que puede resultar cargante. "Extreme Occident", a pesar de que vuelve a ser más lenta de lo esperado, empieza bien, con su progresión armónica de acordes menores que en la primera estrofa llevan un synclavier y en la segunda estrofa un piano, pero los bongos que "interrumpen" el tema a la mitad cortan un poco el desarrollo, y los fraseos en portugués (¡otra vez!) cerca del final hacen que no termine de cuajar. Aunque por supuesto se trata de un tema más interesante que "Faz Gostoso", una horrible versión, con sección de samba incluida, del tema original en portugués de la brasileña Blaya, y que refleja lo perdida que anda musicalmente Madonna. Desconcierto que confirma "Bitch I'm loca", el segundo reguetón y la segunda colaboración con Maluma, más epatante y prescindible si cabe que "Medellín". Para hacer la escucha secuencial más difícil, el salto estilístico que pega "Madame X" en el siguiente corte ("I Don't Search I Find") es de los que cuesta digerir: al fin un tema bailable y de ritmo binario más convencional, pero que a pesar de los esfuerzos de Mirwais se queda en una pobre evocación del "Bedtime story" con el que Madonna jugó a ser Björk hace un cuarto de siglo.

Y cuando ya parece que lo mejor es que tiremos la toalla e interrumpamos "Madame X", los dos temas finales justifican haber aguantado tanta lentitud y tantas influencias latinas: "Looking for Mercy" es una convincente aproximación a la época de William Orbit y "Ray Of light": lento, sí, pero con un bombo prominente, un certero colchón de teclados, una melodía bien trabajada sobre una introspectiva progresión armónica y arreglos de cuerda para completar el conjunto; sólo falla un estribillo un tanto cansino. Y el cierre, "I Rise" es, ahora sí, el tema que estábamos buscando: un medio tiempo oscuro, incisivo, que tal vez se parezca un poco más de la cuenta a "Frozen", pero que cuenta con una interesantísima y difícil de encajar en el conjunto guitarra eléctrica, y una parafernalia de efectos en la percusión que complementan la melodía más conseguida del disco, por fin con un estribillo de nivel en el que la mezcla de voces reverberadas y auto-tune hace maravillas. Y que de manera lógica fue escogido por Madonna como el sencillo promocional de "Madame X".

Este pequeño arreón final no debe ocultar que de quince temas hay apenas cuatro dignos de la trayectoria de la diva, y sólo uno que se acerca a lo que se espera de cualquiera de sus sencillos (en la edición limitada hay otro tema recomendable, "Funana", hecho con Mirwais). Demasiado lento, obsesionado por arrimarse a los aires latinos aunque estos carezcan de la calidad suficiente para asimilarlos en su discografía, fatigoso a la hora de meter frases en portugués en cualquier parte, con experimentos que naufragan a la hora de encajar distintas canciones dentro de un mismo tema, sin una línea estilística definida, obligándonos a pulsar el botón de "forward" unas cuantas veces... Sé que con sesenta años probablemente no deberíamos exigirle a la estadounidense demasiado, y tendríamos que contentarnos con que aún siga en activo, no se haya auto-destruído como tantos compañeros de generación y siga renunciando a vivir de las rentas. Pero cuatro años de preparativos, y tanto colaborador estelar, deberían haber dado para bastante más.