domingo, 5 de junio de 2022

Feeder - "Torpedo" (2022)

Dos años y medio después de la publicación de "Tallulah", la banda galesa liderada por Grant Nicholas ha regresado hace un par de meses a la actualidad musical con "Torpedo", su undécimo álbum de estudio. Un lapso no excesivo para un grupo que lleva ya nada menos que un cuarto de siglo cultivando su particular rock distorsionado, a medio camino entre lo crudo y lo melódico. Y que, como sucede en estos casos, cabe el riesgo de identificar más como una excusa para volver a salir de gira y que sus fieles disfruten con sus grandes clásicos, que como un auténtico esfuerzo creativo. El cual, por otra parte, tal vez no sería justo exigirles a estas alturas de su carrera. Así pues, si optamos por la primera interpretación, el álbum resulta claramente defendible; si ponemos el foco en la segunda, el resultado es un tanto anodino. Aunque con matices.

Esos matices tienen que ver más con la composición que con la instrumentación. Porque a la hora de vertebrar sus creaciones, Nicholas, Hirose y el resto de miembros que en estos últimos años conforman el grupo, no se han complicado: guitarras distorsionadas, baterías clásicas, platillos omnipresentes... No hay espacio para la sorpresa, ni para el cambio de registro, y apenas el justo para la adición de instrumentos poco frecuentes, por lo que no resulta demasiado sencillo distinguir unas canciones de otras. Lo cual no significa que la producción y la instrumentación sean poco adecuadas: simplemente resultan eficaces dentro de su previsibilidad. Algo que afortunadamente no sucede con todas las composiciones. Porque aunque es lógico que en su undécima entrega Nicholas tire de oficio a la hora de rellenar nuevas partituras, sigue quedando espacio para cambios de tonalidades inesperados, para partes nuevas muy notables, o para riffs agrios que sorprendentemente desembocan en estribillos coreables. No es algo que suceda siempre, pero sí es lo que más ayuda a sacar lo mejor de "Torpedo".

El primer corte fue también elegido recientemente como tercer sencilo: "The healing", con la sección de cuerda bien presente al comienzo y en un discreto segundo plano acompañando el resto de la canción. Medio tiempo clásico de la banda, en el que la guitarra acústica vertebra unas estrofas solamente correctas, y un primer estribillo discreto, que afortunadamente dará paso a un segundo estribillo más disfrutable conforme avancen sus nada menos que seis minutos. Agradable, pero desde luego no un futuro clásico de la banda. "Torpedo", el siguiente corte, que además da título al álbum, es quizá el tema más crudo del disco: riff distorsionado en primer plano, platillos ruidosos en unas hirientes estrofas y tramos instrumentales, que sin embargo encajan razonablemente bien con un estribillo muy musical, incluido el cambio de tonalidad justo al final. El álbum sigue en un nivel parecido con "When it all breaks down", cuyo punteo inicial de guitarra replican luego las un tanto repetitivas estrofas, que en nada previenen del enérgico riff instrumental que precede a otro estribillo tarareable. Aunque lo único realmente meritorio del tema es su elaborada parte nueva.

Llegar al cuarto corte sin ningún temazo no es la mejor de las situaciones. Y la canción que nos encontramos ahí, "Magpie", el sencillo que anticipó el álbum, sin resultar un mal momento, tampoco mejora excesivamente el panorama: otro riff contundente para sostener los tramos instrumentales y unas estrofas casi monocordes, trallazos de guitarras distorsionadas complementando la voz también tratada de Nicholas, y un estribillo más musicado pero aun así bastante oscuro. Nuevamente es la parte nueva lo más inspirado del mismo. Afortunadamente la siguiente canción, "Hide and seek", aunque sigue sin acercarse a lo que los galeses sabemos que son capaces de ofrecer, sí supone un (pequeño) punto de inflexión. Arranca con esa acústica luminosa que cultivó hace unos años Nicholas en su único álbum en solitario ("Yorktown heights", 2014), y aunque su desarrollo inicialmente lento la puede hacer un poquito pesada, ese estribillo psicodélico sí resulta claramente diferenciable de lo escuchado hasta ahora, y la parte nueva vuelve a ser llamativa por trabajada e inspirada. La cosa sigue yendo para arriba con "Decompress", en mi opinión el mejor momento del disco. Rock duro en sus intervalos y estrofas, energizante y a la vez excelentemente entroncado con un melódico estribillo gracias a un brillante puente. Mención especial para su inesperada y certera parada, en la que desarrollan su evocadora parte nueva, una vez más de lo más acertado del tema, junto a uno de los poquísimos solos de guitarra del disco.

El último tercio del álbum abunda en esa mayor inspiración del corte anterior: "Wall of silence" fue el segundo sencillo hace unos meses, y me parece el más meritorio de los tres elegidos: suena a Feeder de toda la vida, con esas distorsiones de guitarra, esos platillos omnipresentes y esos fogonazos de guitarra distorsionada que tan bien conviven con su elaborada melodía, realzada de nuevo por otra estupenda parte nueva. "Slow strings", como su título indica, es quizá el tema más lento del disco, de una oscuridad en sus estrofas que poco a poco va dando paso a una relativa luminosidad, aunque su mayor aliciente es ese nervio latente, casi acústico hasta el último minuto, potenciado por su melodía de notas más bien bajas, en la que Nicholas apenas fuerza la voz. "Born to love you" probablemente no pasará a la discografía selecta de la banda, pero la banda tira de oficio para sacarle el jugo a una composición que muchos grupos en activo jamás llegarán a ser capaces de firmar, con una letra llamativamente romántica y optimista y otra parte nueva en la que merece detenerse. Y "Submission" pone el cierre a estos cuarenta y un minutos con el tema más "experimental" del disco: un medio tiempo expansivo, también oscuro en sus largas estrofas, y rematado por otro bonito estribillo con unas cuerdas de fondo, que mejora la impresión global no ya de esta canción, sino de "Torpedo" en su conjunto.

Gracias al arreón de su segunda mitad, con cinco buenos momentos que, no obstante, no llegarán a convertirse en nuevos clásicos de la banda, el álbum resulta defendible. Aunque es obvio que cinco canciones anodinas son muchas, y que la falta de variedad de registros del disco tampoco juega a su favor. En todo caso, para todos sus seguidores resultará una entrega interesante, como lo prueba que hace unas semanas alcanzara el Top 5 de álbumes en el Reino Unido. Y es que si obviamos aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor, y nos fijamos en el encefalograma prácticamente plano del rock actual, seguramente le demos a una oportunidad a este "Torpedo", al igual que yo se la he terminado dando en la presente reseña.