domingo, 5 de abril de 2015

Las "ediciones deluxe"

A raíz de la reseña que hice hace unos días sobre el segundo álbum de Imagine Dragons, en el que abiertamente mostraba mi predilección por varios de los temas que aparecen sólo en la edición deluxe, me he animado a escribir una entrada específica sobre este fenómeno de las "Deluxe editions", cada vez más frecuente.

Que internet ha convulsionado los cimientos del panorama musical no lo duda nadie: ahora se adquiere más música a través de la red que en las tiendas físicas, se visualizan más vídeos musicales en youtube que en la MTV, se comparte una cantidad de contenidos infinitamente mayor que cuando usábamos casettes regabables, las emisoras radiadas pierden cada vez más cuota frente a las emisoras online... En todo caso lo que más ha puesto en peligro la red de redes es el milmillonario negocio que rodeaba a la música popular contemporánea. Y una de las armas que la industria había identificado y que ha ganado fuerza en estos años para combatir esa situación, es la de las ediciones deluxe.

Quizá la principal razón para la existencia de dichas ediciones es la necesidad de darle al potencial comprador de un nuevo lanzamiento musical un argumento más que le disuada de obtenerlo por alguno de los innumerables e inagotables mecanismos de compartición de contenidos ya existentes. Asi, adicionalmente a los libretos con los textos, fotografías exclusivas, firmas originales y demás ganchos, la edición deluxe se plantea como el acceso a un material creado o al menos supervisado por el artista en cuestión, pero al que no tendrían acceso quienes obtuvieran de manera más o menos alegal la edición estándar. Aunque a nadie le escapa que, en cuanto esa edición deluxe alcanza una tirada suficiente, aparece alguien que lo obtiene y lo comparte con sus allegados, y así hasta el infinito, con lo que el contenido de las ediciones deluxe deja por lo general de ser exclusivo incluso a las pocas horas de publicarse. Incluso aunque la edición deluxe sólo se haya publicado en un determinado país (hay excepciones entre artistas más o menos minoritarios, que pueden publicar ese contenido adicional en formatos poco frecuentes, y del que sí cuesta obtener los temas extra buscados).

Así que asumiendo que el motivo principal que justificaba la existencia de estas ediciones ha desaparecido, ¿por qué están yendo claramente a más? La respuesta en mi opinión hay que buscarla desde un punto de vista positivo, y ahí lo que sale beneficiado es la creatividad del artista. Porque a nadie le escapa que la capacidad máxima de un CD estándar es de 80 minutos, ni que lo habitual para un álbum de composiciones propias en el año 2015 oscila entre las ocho y las trece o catorce composiciones. Restricciones que pueden no encajar con el momento creativo del creador, o simplemente con el enfoque que desee darle a su obra. Las ediciones deluxe permiten entonces completar su propuesta con diversas aportaciones: remezclas de uno o más de los temas (de calidad habitualmente inferior y por lo general poco emparentadas con los originales), versiones en directo de temas de ese mismo álbum o de otros anteriores (habitualmente demasiado similares al original y no completamente auténticas, pues suelen estar remasterizadas con posterioridad en el estudio), o versiones acústicas/demos de uno o más de los temas del álbum (habitualmente más interesantes para conocer el embrión compositivo de los mismas antes de que los arreglos y la producción los vistieran que por un disfrute comparable al de las versiones definitivas).

Esos son los complementos menos interesantes, pero con suerte también nos podremos encontrar con otros mucho más llamativos: temas del artista en cuestión que hayan visto la luz en diversos entornos desde su anterior álbum y que resulta cómodo tener ahora centralizados (temas para videojuegos, bandas sonoras, fines benéficos...), temas grabados durante las mismas sesiones que el álbum pero que hayan formado o vayan a formar parte de los sencillos publicados a partir del mismo, o en el mejor de los casos temas de esas mismas sesiones que simplemente hayan quedado fuera de la selección definitiva (por alejarse de los parámetros del álbum, por exceso de minutaje, incluso por desentonar con estilo mayoritario del artista). Es en estos casos cuando las ediciones deluxe cobran su máxima expresión, y la razón por la que se han abierto hueco en el convulso panorama musical estos últimos años.

Con lo cual, conocedor de que el cometido de un buen porcentaje de los melómanos actuales es localizar la edición deluxe más completa posible, los artistas no escatiman en dichas entregas: ya vengo años reseñando álbumes en los que considero de manera natural la edición deluxe como la más distribuida, y evalúo los temas que la conforman con el mismo rigor que el resto. Porque quien más quien menos ya incluye al menos un par de temas adicionales en las mismas. Pero se están dando casos en que los obsequios van más allá: si antes los temas excedentes de una sesión de grabación de un álbum quedaban en los archivos de la compañía durante varios años hasta que con suerte veían la luz (caso por ejemplo de las "Lost sirens" de New Order, que se publicaron en 2013 pese a pertenecer a las sesiones de 2005), o eran presentados meses más tarde por el mismo artista (caso por ejemplo de las "More words and music" de Saint Etienne, diez temas de las sesiones de "Words and music" de 2012 que fueron publicadas como un álbum adicional casi un año después), ahora nos los podemos encontrar a la vez que el álbum original (por ejemplo en el "Smoke+mirrors" de Imagine Dragons que reseñé hace sólo unos días había cuatro temas nuevos y cuatro más ya publicados en otros entornos). Pero la tendencia es tan imparable que en el "Rebel heart" que Madonna acaba de publicar hace unos días, los catorce temas originales de la edición estándar se convierten en nada menos que veinticinco (remezclas aparte) en la edición deluxe más completa que se ha publicado. Lo que prueba que el tirón de las ediciones deluxe está provocando que, casi sin darnos cuenta, estemos volviendo a los "discos dobles" de los que ya nadie se acordaba. Lo que sin duda obligará a separar mejor el grano de la paja al receptor, pero al menos tiempo le permitirá disfrutar de pasajes que de otra forma podrían no haber visto la luz jamás, a menudo más personales y liberados. Así que gracias por existir, ediciones deluxe.

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