La de hoy es la primera entrada que dedico a la joven noruega Sigrid. Quien debutó en 2019 con un interesante álbum ("Sucker Punch"), del que me llamó especialmente la atención la bailable y ochentera "Mine Right Now". Pero al que le faltó un punto de consistencia para merecer una entrada independiente en este humilde blog. Algo que sí ha logrado con este "How to Let Go" que ha visto la luz hace unos meses. No gracias a la variedad en su propuesta (todas las canciones son claramente diferentes entre sí), sino porque ha conseguido que la mayoría de ellas merezcan nuestra atención. Algo que afortunadamente no ha ido reñido con su repercusión comercial, pues el disco, además de llegar a ser el más vendido en su país, también ha alcanzado el número dos de las listas británicas.
La propuesta de Sigrid es relativamente sencilla: pop contemporáneo, no demasiado difícil de digerir pero tampoco exento de calidad, que se va aproximando en cada momento a distintas corrientes y estilos sin dejar por ello de ser pop de consumo masivo. Es cierto que, a pesar de las notables cualidades vocales de la noruega, esas aproximaciones le restan algo de personalidad a su sonido, pero como contrapartida aseguran un álbum apto para muchos momentos y muchos potenciales oyentes. Señalar, además, que Sigrid participa en la creación de todas las canciones junto a "Sly" (Sylvester Sivertsen), el exitoso compositor danés que también se encarga de producir la práctica totalidad del disco. Primando siempre el impacto directo, con temas cortos que provocan que, a pesar de un tracklist relativamente extenso (12 cortes), el álbum sólo dure treinta y siete minutos.
El disco lo abre "It Gets Dark", elegida también como tercer sencillo. Un medio tiempo de inicio cinematográfico, estrofas armoniosas y complicadas de interpretar por su amplitud vocal, y estribillo más contundente, con un curioso bajo sintetizado que pocos esperarían como contrapunto a la distorsionada guitarra acústica, y que deja con ganas de más. Superior me parece "Burning Bridges", segundo corte, segundo sencillo, y mi segundo momento favorito del álbum: unos desconcertantes segundos de zumbido inicial que dan paso a un tema más rápido, que combina una letra de desamor y unas estrofas oscuras con un estribillo intenso muy bien realzado por una sección de cuerda sintetizada, y que vuelva a terminar tan repentinamente como comenzó. "Risk of Getting Hurt" es otro tema interesante construido a partir de un arpegio de guitarra eléctrica en las estrofas y un distorsionadísimo sintetizador en el estribillo, con unas estrofas cálidas, un estribillo complejo y difícil de cantar, y una elaborada parte nueva, y como único pero un ritmo sincopado que le confiere personalidad pero que quizá no era lo más indicado para sacarle todo el partido. "Thank Me Later" vuelve a subir el tempo y tras su comienzo instrumental de pura fantasía, propone un tema de estructura y arreglos pop clásico (arrancando con bajo, batería y voz, para añadir posteriormente la guitarra), que remata un bonito estribillo con una letra excelente ("I need to let you go, let you go / It's better for us both / You don't see it, but I'm doin' us a favour"), y que complementa otra muy completa parte nueva (cambio de tonalidad incluido).
"Mirror" fue el sencillo que anticipó el álbum hace ya más de un año. Otro medio tiempo corto y directo, con batería muy marcada, bailable gracias a su bajo sincopado y al piano electrónico de su estribillo, y con otra original sección de cuerda sintetizada, deudora de la música disco de finales de los setenta, que no desagrada pero que desde mi punto de vista flojea un tanto como eventual tema estrella del disco. A pesar de ser una balada un tanto convencional de piano y voz, me parece más interesante "Last to Know", con una desgarradora letra que refleja la intención de ocultar los sentimientos a una ex-pareja tras haber encontrado un nuevo amor, y una casi tan desgarradora interpretación vocal de la noruega, combinando sensibilidad y rabia a partes iguales. "Dancer", el séptimo corte, es mi tercer momento favorito. Un tema de pop-rock "arrastrado" que en sus estrofas recuerda mucho al "Shakermaker" de Oasis, pero que en su estribillo de notas altas y potentes Sigrid sabe llevar a su terreno. Y que vuelve a convencer en otra parte nueva tan elaborada como bien entroncada con el resto de la composición. "A Driver Saved My Night" es probablemente el tema más bailable y disfrutable del disco: un ritmo contagioso, una melodía pegadiza en las estrofas, un puente que coge fuerza, y un estribillo que vuelve a la progresión armónica principal con protagonismo destacado para la infecciosa guitarra eléctrica.
A pesar de lo que su título pudiera indicar, "Mistake Like You" es una balada relativamente colorista, casi dulce, en la que Sigrid lleva el teclado principal además de la voz, y que aunque no llega a resultar aburrida, tal vez sea el momento más prescindible del disco, incluso con un solo de guitarra eléctrica un tanto anacrónico. Afortunadamente le sigue mi tema favorito del álbum, "Bad Life", junto a la banda británica Bring Me The Horizon, un grupo que nunca ha acabado de alcanzar un gran reconocimiento de la crítica, pero que aquí crea a medias con Sigrid una brillante balada de rock que arranca con piano y se desarrolla con guitarras distorsionadas, y que sobrecoge por su preciosa letra sobre una persona al borde del suicidio, y su excelente melodía, que va creciendo desde la sobriedad de las estrofas hasta el nervio de los estribillos. Y en la que, por difícil que pueda parecer, Oliver Sykes, el cantante británico, gana a Sigrid en una interpretación vocal fantástica, todo lo cual justifica sobradamente su elección como cuarto sencillo. "Grow" es una balada acústica que vuelve a recordar a varias de las interpretadas por Liam Gallagher, coreable en su doble estribillo pero un tanto simple en su desarrollo, pues ni la composición ni la instrumentación varían apenas de principio a fin. Y, casi sin tregua, el disco lo cierra "High Note", otro tema lento y breve pero más interesante, aún relativamente convencional en su producción, pero que al menos va creciendo conforme avanza, especialmente con el cambio de tonalidad de su tramo final.
Para que el disco hubiera resultado redondo seguramente habría venido de perlas algún tema rápido más, una instrumentación algo más contemporánea en determinados momentos, y una apuesta por un sonido un tanto más personal. Porque pese a la calidad de Sigrid como compositora y sus cualidades como intérprete, si se sacan de contexto no es fácil reconocer como suyas muchos de las canciones de este disco. Lo cual puede perjudicar su carrera a largo plazo. Pero por ahora su juventud y su energía le aseguran un público fiel y un éxito internacional merecido, incluso aunque ni por estilo ni por propuesta se alinee con las modas actuales. De modo que sólo queda seguir esperando que en siguientes entregas continúe añadiendo buenos momentos a su discografía, para así terminar de consolidarse como una de las mejores apuestas del pop de los años veinte.
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