Un aficionado a la música pop-rock contemporánea que no se resigna a que creer que ya no se publica música de calidad.
domingo, 25 de septiembre de 2011
Death Cab For Cutie: Codes and keys (2011)
Ben Gibbard siempre ha tenido un talento incuestionable a la hora de crear pequeñas maravillas pop de melodías fascinantes y atmósferas sugerentes. Pero desde que hace unos años dieron el salto a una multinacional, su banda, Death Cab For Cutie, entrega cada vez más con cuentagotas temas realmente memorables: "Narrow Stairs", su disco de 2008, ya reflejaba un bajón considerable frente a la solidez de "Plans". Y este "Codes and keys" baja aún más, si cabe, el listón.
El sencillo que anticipó el álbum: "You are a tourist", ya me dejó con la sensación de "¿y esto es todo?", que tan poco recomendable es para abrir boca: un riff de guitarra (algo más contundente de lo que es habitual en ellos) en ocho compases que se repite una y otra vez a lo largo del tema y Gibbard declamando por encima "This-fire-grows-hire" como grandes hallazgos, si bien la letra al menos es interesante. No es que sea una mala composición, pero desde luego queda muy lejos de sus clásicos. Pero es que el segundo sencillo y tema que abre el álbum, "Home is a fire", es poco menos que la sentencia de defunción de "Codes and keys": un tema tal vez válido para abrilo por su tono introductorio, pero sin solidez alguna, con esa melodía basada en fraseos espaciados de sólo tres notas y esa mala digestión de ritmo sincopados y guitarras repetitivas.
El segundo corte, "Codes and keys", mejora sensiblemente la impresión con ese piano que remarca una buena selección de acordes, una sección de cuerda que no cae en los tópicos y un ritmo mucho más logrado que el de los dos anteriores, demostrando que DFC aún saben cómo componer canciones de puro pop, intimista y subyugante. Pero desgraciadamente es uno de los momentos álgidos de una obra con muchos bajos: "Unobstructed view", seis minutos lentos hasta provocar la fatiga (¡y justo en mitad del disco!), "St. Peter's Cathedral", otro tema lento que sólo recuerda vagamente a tiempos mejores, "Stay young, go dancing", que podría haber firmado el Paul McCartney menos inspirado, la prescindible (aunque afortunadamente corta) "Portable television"...
Hay que buscar con paciencia para rescatar aquellas composiciones que al menos no desentonen en la trayectoria de los norteamericanos: "Some boys", una melodía cálida en las estrofas y con unos interludios instrumentales melancólicos, "Doors unlocked and open", que pese a su preludio monocorde a lo "I will posses your heart" que no hace presagiar nada nuevo, acaba revelando un brillante estribillo que luce especialmente en el tramo instrumental final y en especial mi favorita, "Underneath the sycamore", un bonito tema que arranca con un teclado cristalino, continúa con una base rítmica contundente a lo "Soul meets body", un intervalo instrumental con un punteo de guitarra precioso y una melodía tan bonita como tarareable (a pesar de lo que le cuesta a Gibbard llegar a todas las notas...).
Sí, es cierto que Death Cab For Cutie sigue siendo capaces de entregar algunas de las mejores composiciones del planeta pop, pero no es menos cierto que han emprendido una cuesta abajo que no están sabiendo detener, por mucho que no paren de intentar reinventarse a sí mismos (o al menos eso es lo que propagan a los cuatro vientos con cada nuevo trabajo). Confiemos en que de aquí a su próxima entrega la todopoderosa inspiración los visite con más regularidad.
sábado, 17 de septiembre de 2011
¿Cuándo una canción es buena?
Sin duda ésta es una de las preguntas que todos los que escuchamos música nos hemos hecho alguna vez. De modo más general podría haber planteado la pregunta así: ¿Cuándo un álbum es bueno? Pero dado que un álbum está compuesto de una serie de canciones, parece lógico reflexionar directamente sobre lo que pretende significar el calificativo "bueno" a nivel de canción. En esta entrada intento dar algunas claves para responder a esta pregunta.
La música es un arte cuyo objetivo primordial es provocar algún tipo de emoción (alegría, melancolía, rabia, excitación, etc.) en el oyente. Por tanto, cuando una persona, independientemente de sus conocimientos musicales, nos dice que "una determinada canción es buena" lo que debemos entender es que para esa persona esa canción es capaz de emocionarle, al menos en alguna medida. Desde ese punto de vista, canciones buenas son las que nos gustan, y dado que se está expresando un sentimiento, estamos ante una declaración tan personal que siempre debemos respetarla.
Ahora bien, en el mundo se crean cada año miles y miles de nuevas canciones, y es imposible incluso en esta era de internet poder escuchar todas y cada una de ellas. Se impone, pues, algún tipo de criterio a la hora de seleccionar la música que escuchamos, para tratar de asegurar que escuchamos música "buena". Selección que, para la inmensa mayoría de las personas que escuchan música, viene marcada por lo que promocionan en cada momento los medios de comunicación de turno. Ello implica que su selección entre "bueno" y "malo" se efectúe entre un subconjunto muy delimitado de canciones y con unas características muy concretas (no hay que olvidar que el mundo musical es un negocio muy lucrativo). Cierto es que el acceso a internet ha abierto todo un abanico de posibilidades a la hora de poder escuchar más canciones y con ello poder ampliar horizontes musicales. Pero en general lo que cabe esperar es que el público cuyo contacto con la música es exclusivamente dirigido por los poderes mediáticos tenga un concepto de "bueno" bastante pobre: ni tienen una cultura musical amplia, ni probablemente dominan un instrumento, ni mucho menos han llegado a componer nunca su propia canción. Con lo cual su opinión es esencialmente prescindible.
En un grado superior se sitúan aquellos que, bien por medio de las nuevas tecnologías, bien por estar en contacto con otros melómanos más evolucionados, poseen una cultura musical amplia (que abarca varios estilos, incluso varias décadas), pero que no dominan un instrumento musical y que nunca han creado sus propias canciones. Su concepto de "bueno" es más interesante, pero no deja de ser un concepto de carácter enciclopédico, externo... Es como el buen aficionado al fútbol que nunca ha jugado realmente en alta competición. Nos sorprendería la cantidad de supuestos entendidos y críticos musicales que encajan en esta categoría.
A un nivel superior se encuentran las opiniones de aquellos que tienen una amplia cultura musical, dominan un instrumento (incluso puede que dominen su propia voz), pero que nunca han llegado a componer sus propias canciones. Además del conocimiento externo, el dominio de uno o más instrumentos les permite apreciar la riqueza, la complejidad o la originalidad de una determinada canción, pero aún les falta un paso para que lo que ellos denominen como "bueno" lo sea en grado superlativo.
Evidentemente, la conclusión natural de lo expuesto hasta ahora es que la mayor probabilidad de que una canción sea realmente "buena" es que así lo entiendan muchas de aquellas personas que, junto con una amplia cultura musical, dominan uno o más instrumentos (incluyendo a ser posible su propia voz), y tienen una probada experiencia en la creación de sus propias canciones a partir de un pentagrama en blanco. Son ellos quienes mejor pueden desentrañar "el grano de la paja", y emocionarse ante un cambio de tonalidad heterodoxo, unos arreglos inverosímiles o una voz que lleva una determinada melodía a extremos sobrecogedores sin necesidad del lucimiento personal. Independientemente del año en que se compusiera, de si la difundió una multinacional o una independiente, o de si obtuvo o no determinados premios. Ése es, en la modesta medida de mis posibilidades a la hora de elaborar este blog, el enfoque que yo pretendo dar al término "bueno".
Así que ya sabe, toda canción puede ser "buena" para quien escucha música, pero en realidad la música "buena" sólo están en condiciones de apreciarla unos pocos.
viernes, 16 de septiembre de 2011
Feeder: Renegades (2010)
Feeder ha sido durante la pasada década una de mis bandas favoritas de rock, a medio camino entre el mainstream y lo alternativo. Probablemente lo mejor de su carrera ya ha pasado, al menos el bajón comercial así parece sugerirlo. Y posiblemente consciente de ello su líder, Grant Nicholas, ha optado por dar un paso más en su faceta más rockera, dejando a un lado guitarras acústicas, arreglos orquestales y medios tiempos más o menos melódicos en pos de un estilo más crudo y mejor adaptado para interpretaciones musculosas en directo.
El resultado es un álbum muy corto (apenas 35 minutos), enérgico, sin preámbulos ni rellenos. El primer corte ("White lines") ya nos desvela lo que debemos esperar: más ruido y rabia que composiciones memorables. Justo a continuación, el primer sencillo ("Call out") encaja perfectamente en el concepto global del mismo: más rápido, con un cierto toque al punk-rock de la costa Oeste de EEUU y una melodía má que digna. El tercer corte y segundo sencillo ("Renegades") es uno de los momentos álgidos del álbum: aun manteniendo la energía y el estilo crudo de los anteriores, es una evidencia de que a Nicholas no se le ha olvidado encajar logradas secuencias de acordes para las distintas partes, por mucho ruido que las envuelvan.
A partir de entonces se alternan los momentos más o menos "prescindibles", abusando de clichés rockeros por encima incluso de los estribillos más o menos disfrutables que siempre cabe esperar ("Sentimental", "This town", "Barking dogs", "Left foot") y los que demuestran que aún se pueden esperar buenas composiciones de los galeses: "Down to the river" encajaría perfectamente en sus mejores álbumes, con sus segundas voces coreables, sus distintas partes perfectamente arregladas y su atmósfera depresiva, "Home" es la máxima expresión de lo que pretende el álbum con su ritmo vertiginoso y sus riff machacones a la par que disfrutables, y "City in a rut" podría pasar por un tema de la mejor época de Terrorvision.
Así, hasta llegar a "The end", el tema que en el que Nicholas se pregunta a sí mismo: "Is this the end of the road?". Tengo el convencimiento de que en algún momento no fue sólo una pregunta retórica, sino un cuestionamiento real a la continuidad de la banda. Pero también tengo la impresión de que la respuesta es no, de que Feeder ha entregado el álbum que les apetecía: un álbum de transición que a mi modo de ver ha sido más una terapia de desintoxicación comercial por vía rockera que les reconcilie con sus actuaciones en vivo y que les pueda permitir volver a entregar álbumes intachables como los que facturaron hace unos años. Confiemos en que así sea.
domingo, 11 de septiembre de 2011
Robyn: Body talk (2010)
Body Talk es el séptimo álbum de Robyn. Un álbum de dance-pop conceptualmente muy original, ya que su contenido fue desvelándose a lo largo del pasado año en tres mini-albumes (partes I, II y III) cuya selección definitiva es el disco que hoy comentamos. Un álbum que ha despertado las críticas más unánimes a nivel mundial (nada menos que 86 sobre 100 en Metacritic, lo que significa que en prácticamente cualquier publicación musical especializada figura entre los imprescindibles del pasado ejercicio). Y que a mi modo de ver no es para tanto.
Cierto es que el sencillo que lo anticipó, "Dancing on my own" es sin duda una de las mejores canciones del pasado ejercicio, con su línea de bajo electrizante, sus diferentes partes perfectamente arregladas, su melodía armoniosa, su letra inesperadamente "profunda" y su energía incontenible (como puede apreciarse en la interpretación que he enlazado, correspondiente a la entrega de los Premios Nobel de 2010). Y que el segundo sencillo "Hang with me" es, a un nivel ligeramente inferior, otro temazo pop con una melodía inolvidable y un teclado a-lo-Neverending-story de Limalh que nos recuerda épocas más prolíficas. Pero la realidad es que el conjunto del álbum es mucho más irregular.
Al final son 15 los que formaron parte de la selección final, una cantidad excesiva a mi modo de ver. Ya los dos primeros temas ("Fembot" y ""Don't Fucking Tell Me What to Do") decepcionan a pesar de no desentonar con el estilo global del álbum, el primero por su melodía cursi y el segundo por excesivamente monocorde. Tras ellos Dancing on my own aumenta las expectativas, y de los cortes cuarto ("Indestructible") al octavo ("Call Your Girlfriend"), tercer y cuarto sencillos respectivamente, el álbum es homogénero, bailable, disfrutable, casi-casi inolvidable (basta escuchar "Love kills" o "Time machine" para corroborar esta impresión). Pero ahí acaba la fiesta: da la impresión de que Robyn ha juntado de modo consciente todos los momentos álgidos, y de que la crítica no ha terminado de reparar en semejante truco.
De ahí al final quedan nada menos que 7 temas, en su mayoría colaboraciones de postín (Röyksopp, Snoop Dogg) que no están ni de lejos a la altura de las anteriores y que incluso en ocasiones ni siquiera encajan con el estilo global del álbum. Quizá los únicos momentos salvables sean el dance-hall-reagge de "Dancehall queen" (en colaboración con Diplo) y el juguetón "Stars 4-ever" que cierra el álbum. Pero del resto no hay nada que rascar. Además, tanta composición menor hace olvidar el excelente tramo anterior, cuando no cuestionarse la producción un tanto espartana de dicho tramo estelar, la cual causa que cuanto más se escucha menos emocione.
En definitiva, un puñado de sencillos excelso (y que podrían ser éxito a nivel mundial a poco que se promocionaran) en un disco excesivamente largo. Amiga Robyn, para la próxima vez reduce aún más la lista de temas seleccionados: con nueve o diez sí que hubiera sido un álbum fantástico.
viernes, 9 de septiembre de 2011
Cut Copy: Zonoscope (2011)
Después de su unánimemente aclamado album "In Ghost Color" de 2008, el retorno de la banda australiana era uno de los que con más ansia esperaba de este 2011. Dicho retorno vino precedido en 2010 por dos sencillos que iban a formar parte del mismo: "Where I'm going" y "Take me over". Sencillos que, dicho sea de paso, me decepcionaron ligeramente durante las primeras escuchas, el primero por sus excesivamente abvias bases rítmicas a-lo-Ronettes y sus coros a-lo-Beach-Boys, y el segundo por su bajo slap más propio de una sesión funky mal digerida. Así que cuando al final llegó a mis oídos Zonoscope el pasado marzo mis expectativas personales ya no eran tan altas.
Las primeras escuchas confirmaron tales expectativas: el tercer sencillo extraído y primer corte del disco, "Need you now", aun siendo más reconocible como Cut Copy que los dos anteriores, tampoco estaba a la altura de "Hearts of fire" o "Lights and music", por poner dos de los temas de referencia de su anterior disco. Y además el hecho de que los tres sencillos extraídos están colocados en los tres primeros cortes inmediatamente da la impresión de que el propio artista piensa que resto del álbum es poco más que relleno. Impresión que confirmo al no encontrar ningún tema que enganche desde el cuarto corte hasta el final.
Sin embargo, nuevas escuchas empiezan a revelar una ambientación sonora peculiar, una mezcla de texturas a priori difíciles de conjugar pero a las que poco a poco el oído se va acostumbrando. Y empiezo valorar los arreglos de los sintetizadores y ritmos programados que abundan en el disco, la variedad de tendencias que puede agrupar un solo trabajo bajo la manida etiqueta de synthpop.
Así, poco a poco, el álbum empieza a conquistarme. Ahora lo entiendo: los tres sencillos no pretenden ser nuevos himnos de la banda, sino sólo introducirnos a esta atmosférica propuesta, menos directa y más exigente con el melómano. Y me emociona el crescendo de la segunda parte de "Pharaohs and Pyramids", me catapulta a la pista de baile el estribillo de "Blink and you'll miss a revolution" con sus violines imposibles (por cierto, cuarto sencillo y para mí el mejor momento del disco), la combinación inverosímil de ritmos tribales y ecos raves de "Corner of the sky" e incluso se me empiezan a hacer cortos los ¡¡15 minutos!! de "Sun God", ese tema mayoritariamente monocorde con referencias a Chemical Brothers en su primer tramo y a Underworld en el segundo que sin embargo suena a Cut Copy por encima de todo. Incluso los dos minutos de "reverse" de "Strange Nostalgia for the future" justo en mitad del album tienen sentido, una vez te dejas llevar.
Con lo cual en el momento de escribir estas líneas se trata sin duda de mi album favorito de 2011: un album que permite descubrir detalles nuevos con cada escucha, que abre todo un abanico de posibilidades a la hora de arreglar y producir pop electrónico, en el que el todo es más importante que las partes. Es cierto que la voz de Dan Whitford no es gran cosa y que abusan de los "uuuuhs", que hay demasiadas referencias no bien digeridas a los sesenta y que sí que hay momentos más flojos como "Alysa" o "This is all we've got". Al fin y al cabo es un album incorformista, desafiante, pero lo que tengo claro es que con él Cut Copy confirman su talento sin repetir la fórmula. Un álbum brillante en estos tiempos de mediocridad.
sábado, 3 de septiembre de 2011
Un respeto
En este blog pretendo exponer mis humildes opiniones sobre muchos aspectos del panorama musical. Dado que ello me obligará a expresarme francamente, para poder orientar a quien pueda leerlo, y por si en alguna ocasión alguien pudiera sentirse molesto con mis valoraciones, la primera entrada debe ser para expresar mi más profundo respeto por todos los creadores e intérpretes de todos los estilos de la música contemporánea.
La creación es una actividad tan compleja que sólo está al alcance de unos pocos: quien haya intentado alguna vez ponerse delante de un pentagrama en blanco o de su instrumento favorito para empezar a crear una obra nueva podrá valorar la dificultad que entraña. Por mediocre o repetitiva que nos pueda parecer una nueva creación, siempre debe tenerse un profundo respeto por la misma y por su creador.
También todo aquel que está dispuesto a interpretar una pieza musical (mediante su voz o su instrumento favorito) delante de una audiencia también tiene todo mi respeto. Evidentemente es más fácil leer una partitura o recrear un tema conocido y ya aprendido con anterioridad que crearlo desde cero, pero la interpretación también requiere valentía, confianza en uno mismo y unas nociones musicales como mínimo básicas. Así que no meniospreciemos a quienes lo hacen.
Una vez expresado mi mas profundo respeto por todos ellos, independientemente de que su música me guste o me parezca más o menos talentosa, ya podemos pasar a la acción...
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