domingo, 16 de febrero de 2020

Pet Shop Boys: "Hotspot" (2020)

Hace unas pocas semanas ha visto la luz "Hotspot", el decimocuarto álbum de los británicos Pet Shop Boys. Quienes siguen este blog saben que el dúo ha sido unas debilidades del mismo: crecí musicalmente con ellos, e incluso hace unos cuantos años ya me atreví a elaborar una lista con las que hasta entonces consideré que habían sido sus ochenta mejores canciones. Por eso esperaba que impaciencia este nuevo álbum. Más aún sabiendo que la producción volvía a correr a cargo de Stuart Price, una colaboración que tan buenos resultados dio en "Electric" (2013) y sobre todo en "Super" (2016). Una espera que se ha visto recompensada sólo en parte: "Hotspot" no es un mal álbum, y no desentona frente al grueso de su extensa discografía, pero queda un escalón por debajo de lo esperado en cuanto a creatividad, instrumentación y contundencia.

Algo de esto ya anticipaba el tracklist que vio la luz hace algo más de un mes: sólo diez canciones y poco más de cuarenta minutos se antojaba poco material para casi cuatro años de espera (aunque es cierto que el año pasado vieron la luz otros cuatro temas en su meritorio EP "Agenda"). Y todo ello queda confirmado tras unas cuantas escuchas: hay temas en los que se nota que han tirado de oficio para componerlos, otros en los que el sonido está poco pulido o resulta un tanto espartano para lo que cabría esperar de un Stuart Price en aparente horas bajas, y a menudo se tiene la sensación de que muchos de ellos podrían haber sido descartes de otros álbumes suyos algo más inspirados.

Casi nada de lo que comento aflora afortunadamente en "Will o'the wisp" (algo así como "fuego fatuo"), el tema que abre el disco tras un sutil comienzo instrumental. Una canción que podría haber formado parte de su amplia nómina de temazos orientados a la pista de baile publicados en los dos álbumes anteriores con Price de no haber sido por su estribillo un tanto simplón y escaso de armonía. Porque el resto (su contudencia rítmica, sus intervalos instrumentales con ese Lowe tan reconocible en el sintetizador principal, la excelente melodía de las estrofas, su letra cargada de intención) están a un nivel francamente alto. Pero casi por sorpresa el tempo experimenta una ralentización tremenda con "You are the one", una balada casi al comienzo del disco. Y un claro indicativo de que "Hotspot" es el disco más "lento" de los tres con Price, como si la edad de sus creadores empezara a pasar factura. Aunque es bien sabido que el dúo también es capaz de crear grandes temas pausados e introspectivos. Pero no es el caso de este bucólico tema, de melodía nítida pero un tanto dulzona y no excesivamente trabajado (menos de tres minutos y medio para ese tempo tan contenido es claramente poco). Como si de hacer guiños a su discografía se tratara, "Happy people" remonta a base de mirarse en el espejo de "Very" (1993), con su piano electrónico y su base programada de batería y bajo que es puro house. Pero no nos engañemos: las estrofas declamadas ya son un recurso gastado a estas alturas, y la letra de su buen estribillo es un tanto ingenua, siendo lo mejor en mi opinión toda la parte nueva y el intervalo instrumental hasta la repetición final. muchos de ellos podrían haber sido descartes de otros álbumes suyos algo más inspirados.

"Dreamland", primer sencillo, con la colaboración de Years & Years, es quizá el mejor momento del álbum, y se quedó fuera por poco de mi lista de veinte mejores canciones de 2019: un tema de pop directo, apto para dejarse llevar, con una bonita melodía, una excelente progresión armónica en acordes menores en el estribillo, y perfectamente interpretado por Tennant y por Olly Alexander, cuyas voces se complementan con solvencia. Por ponerle algún pero, la letra peca de tópica, y la duración es demasiado contenida; podían haberla estirado un poco más y haberle sacado partido a la que posiblemente es la mejor producción de Price en todo el disco. El segundo tema lento, "Hoping for a miracle", ya se acepta de mejor grado que "You are the one", y con sus voces distorsionadas al comienzo, su frialdad, sus teclados de inspiración sinfónica, su letra de soledad nocturna en una gran ciudad y su sencilla caja de ritmos remite con buen resultado a los temas lentos de "Actually" (1987). "I don't wanna" acelera el tempo y saca cierta rabia contenida con esa instrumentación que tanto recuerda a sus comienzos en "Please" (1986). Quizá sea en mi opinión el segundo mejor momento del disco: excelentes armonías, unas estrofas particularmente elaboradas y un estribillo infeccioso. Aunque la temática de la letra ya está también un tanto manida a estas alturas de su carrera, y ese aire "retro" puede no ser del agrado de quienes valoran las instrumentaciones contemporáneas.

"Monkey business" es su sencillo actual, además de un tema un tanto desconcertante para sus fans. Es algo así como un retorno al ¿funky? de los primeros ochenta, buscando crear su primer tema con "groove" tras casi cuarenta años de carrera... Batería y un bajo reales, los violines típicos de la época, una sección de viento, y una interpretación vocal de Tennant entre pasota y desafiante. Durante varias escuchas la sensación es que se les ha ido la idea de las manos, aparte de que las estrofas resultan particularmente espartanas, pero ese teclado juguetón que llena casi todos los huecos, los coros femeninos, y el piano sintético del tramo final acaban enganchando. Aunque nunca será un tema de cabecera en su carrera. Prefiero "Only the dark", para mí el tercer mejor momento del álbum. Un medio tiempo de electrónica analógica con una sensibilidad en música y letra que recuerda la atmósfera tan personal de "Behaviour" (1990), ese álbum también grabado en Alemania con el que convencieron finalmente de su talento a la crítica internacional. Quizá no llegue al nivel de "Being boring", pero no se queda lejos.

La pena es que es la última canción destacable: "Burning the heather", que vio la luz hace unos meses a modo de sencillo promocional, no es un mal momento, y el estribillo es agradable, pero la colaboración de Bernard Butler (ex-Suede) a la guitarra acústica no destaca en absoluto, y su convencionalidad instrumental recuerda ese patinazo que supuso "Release" (2002), probablemente el peor álbum de su carrera. Y "Wedding in Berlin" puede estar bien como broma simpática (cómo samplear la marcha nupcial de Felix Mendelssohn para convertirla en un tema machacón propio de un festival de verano), pero no es desde luego un tema muy elaborado (como suelen ser casi todos los que cierran sus discos anteriores, desde "Integral" hasta "Vocal"). Y es una lástima, porque me consta que en las sesiones de grabación han creado momentos que podrían haber extendido la duración de "Hotspot" y haberlo cerrado con un mejor sabor de boca, como la excelente "An open mind" (un medio tiempo elegante, sutil y emocionante) que vio la luz como cara B de "Dreamland". Pero debieron pensar que la marcha nupcial iba a llamar más atención.

En suma, "Hotspot" no llegará a decepcionar a sus cientos de miles de seguidores, alberga unos cuantos momentos entre dignos y brillantes y no es (todavía) tan reposado como para decir que han llegado a su "madurez" (en el sentido peyorativo del término). Pero la instrumentación resulta entre conservadora y directamente retro (salvo en algún momento puntual, y en casi todos los comienzos de los temas, la mano de Price se nota poco), las temáticas de las canciones están en general un tanto vistas, y se echan de menos un par de cortes adicionales. Si lo pensamos bien, tras más de doscientos temas grabados y casi cuarenta años de carrera, quizá no sea oportuno pedirles mucho más. Y el hecho de que hayan vuelto a repetir el Top 3 en las listas de ventas de su país así lo demuestra. Así que toca ver el vaso medio lleno. os comienzos elaborados

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