domingo, 8 de marzo de 2020

La Roux: "Supervision" (2020)

Una de las novedades más esperadas de las últimas semanas ha sido "Supervision", el tercer álbum de LaRoux. Quizá por tratarse ya del proyecto en solitario de Elly Jackson (Ben Langmaid, teclista y compositor principal de su excelente primer álbum y de buena parte del segundo, dejó el dúo hace siete años), la londinense ha tardado casi seis años en darle continuidad a su irregular "Trouble in paradise" (2014). Una demora que no va de la mano del volumen de canciones que alberga el disco: solamente ocho, lo que significa poco más de una nueva composición por año de silencio... Estos dos hechos (el que se haya convertido en el proyecto en solitario de Jackson, y la escasez de temas) me habían predispuesto negativamente respecto a lo que podría esperar. Pero por otro lado la producción a cargo de Dan Carey, uno de los productores más reputados del momento (y artífice por ejemplo del aclamado debut de Fontaines D.C. hace solo unos meses), me había hecho concebir esperanzas de que podría tratarse de un álbum a la altura de su mítico "La Roux" (2009). Además, su sencillo de adelanto ("International woman of leisure"), me pareció muy agradable, aunque un tanto limitado. Pero desgraciadamente la realidad se ha impuesto, y "Supervision" es el peor álbum en la carrera de la británica.

En realidad no se trata de un mal álbum, y contiene dos o tres canciones que recuerdan el impacto que en su momento tuvo la banda. Pero por estilo e instrumentación está mucho más cerca de "Trouble in paradise" que de "La Roux", y eso ya en sí es un punto en contra. No sólo eso: Dan Carey probablemente haya hecho su peor trabajo como productor: la instrumentación no es que sea espartana, es que llega a cansar por repetitiva. Las programaciones de batería (¡el LinnDrum de los años 80!), suenan particularmente pobres en 2020, sobre todo si como es el caso se limitan a repetir el mismo loop con escasas variaciones del principio al final de cada tema. Y las composiciones explotan sin tregua progresiones armónicas de tres o cuatro acordes que se repiten sin más complicaciones.

Un buen ejemplo de ello es "21st century", la canción que abre el disco: un medio tiempo de influencias funky gracias a la omnipresente guitarra eléctrica de Jackson y una monótona caja de ritmos que al menos cambia su progresión armónica de base en el estribillo, y cuyo mayor logro es la capacidad de Jackson de crear nuevas melodías vocales sobre ella. Algo parecida, aunque de resultado un poco más inspirado, es "Do you feel": nuevamente un bajo sencillo y la poco elaborada caja de ritmos dan comienzo a una guitarra casi idéntica a la del tema anterior, y poco después ya a la voz de Jackson. Y de ahí la sucesión de melodías vocales sobre esa incansible progresión armónica, sin que sea fácil decir qué es estrofa, qué es puente, qué es estribillo (así de simples son los arreglos), si bien la parte en la que Jackson empieza con aquello de "Do you feel like you've forgotten something..." acaba siendo reconocible y lo más disfrutable del tema. "Automatic driver", el segundo sencillo, es probablemente el segundo mejor momento del álbum y uno de los pocos que recuerda el nivel de LaRoux hace unos años. No es que nada cambie respecto a los dos temas anteriores: medio tiempo, caja de ritmos sencilla, arreglos poco elaborados, pero la luminosa progresión armónica de tres acordes mayores hasta casi el final, y lo que el bajo, la percusión y la guitarra eléctrica enriquecen en directo la simpleza instrumental de la versión del álbum hacen el resto.

"International woman of leisure" fue el sencillo que anticipó el disco, y como anticipaba antes es su mejor canción: ahora sí arranca con un teclado principal de sonido juguetón que recuerda a los de sus inicios, y que convive con esos parámetros ya conocidos de programación, bajo y guitarra sobre otra sencilla pero efectiva progresión armónica que permite a Jackson lucir sus dotes vocales en unas estrofas de notas altísimas. "Everything I live for" mantiene exactamente el mismo registro, pero su simple y a la vez luminosa progresión armónica junto con todas las melodías que Jackson dibuja sobre ella (con mención especial a aquella que empieza con "if you really think..." cerca del final) ayudan a que sea el tercer momento destacable del álbum. Aunque le falta crecer conforme avanza y le sobra minutaje. "Otherside", otro medio tiempo más que arranca con la caja de ritmo, es claramente el momento más funky del disco, buscando la sensualidad por encima de la energía pop. No es un mal tema, y su bajo es sin duda el mejor del disco, pero se queda a la mitad de lo que podría haber dado de sí con otra vuelta de tuerca en la composición y en la producción.

La cuesta abajo de "Supervision" empieza con su séptimo corte, "He rides". Otra vez la misma fórmula ya comentada de temas anteriores, y las bazas de la calidez del funky-pop de su atmósfera, la sucesión de melodías diferentes sobre la misma progresión armónica y las voces superpuestas de Jackson para mantener un tema que pese a todo resulta anodino frente a otros momentos. Aunque más cuestionable es "Gullible fool", la balada del disco además de su último corte: desnuda de instrumentos en su primer tramo, deja ver que se trata de una melodía agradable y bien interpretada pero que no acierta a evocar un sentimiento concreto. Y cuando por fin entran el resto de instrumentos descubrimos que ni siquiera aquí se salen lo más mínimo del guión ya conocido. Además, la versión del álbum alarga innecesariamente el tramo instrumental final hasta superar los siete minutos, con la clara intención de que "Supervision" cruce la frontera de los cuarenta minutos y no se le pueda criticar la escasez de minutaje.

Y así, sin apenas cambiar el registro, se desvanece "Supervision". Un álbum que peca de monótono, simple en la composición y espartano en la instrumentación. Y que apenas se sostiene gracias a tres o cuatro buenos momentos (bastante similares entre sí, por cierto) y a la voz de Jackson. Los fans de la banda disfrutarán de esas pocas canciones, y añadiéndoles sus clásicos de hace una década la gira de La Roux en directo probablemente cuaje lo suficiente. Pero el futuro del proyecto es bastante incierto: desde luego si Jackson vuelve a necesitar seis años para una entrega tan espartana y monocolor no tengo muy claro que muchos fans se acuerden de ella en 2026. Esperemos que este periodo haya sido solamente un bache, que reclute a otro productor más creativo y que más pronto que tarde publique otro disco que suba el listón.

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