domingo, 16 de septiembre de 2018

Rick Astley: "Beautiful life" (2018)

El retorno del británico Rick Astley hace un par de años, coincidiendo con su cincuenta cumpleaños, fue una de las agradables sorpresas del 2016: después de un larguísimo parón, y sólo cuando su vida personal le permitió retomar las labores de composición, resurgió con un álbum más que decente, ese "50" respetuoso con su carrera y sus gustos musicales, que sonaba maduro pero no rancio. Eso sí, cuando reseñé el disco, no esperaba que en tan sólo un par de temporadas volviera a la carga con otros doce temas. Supongo que el éxito de su retorno aceleró este "Beautiful life", pero a su edad Astley no debería tener prisa por reivindicarse, ni por demostrar que sigue activo. Y me temo que bastante de eso hay detrás de este álbum, claramente inferior a su predecesor.

Y es que "Beautiful life" queda bastante por debajo de "50". De manera obvia en los sencillos (aquí no hay ningún éxito del calibre de "Keep singing" o sobre todo "Angels on my side"), pero de manera más preocupante en la inspiración: son muchas las canciones que tiran de la voz de Astley y de su cultura musical para resultar dignas, pero hay mucho más oficio que de magia. Aunque el hecho de que Astley se haya vuelto a encargar de componer, producir y cantar todos los temas asegura que el resultado sea homogéneo y consistente con el resto de su carrera. Por lo que se trata de un álbum claramente destinado a sus seguidores de toda la vida, más o menos indulgentes con su nivel medio. Pero no va a abrirle ningún otro camino.

Un buen ejemplo de lo que digo es "Beautiful life", el tema que titula, abre el disco y es además su supuesto sencillo estrella: bailable (sí, bailable), con su guitarra de influencia funky y su guiño al sonido philly en sus violines sintetizados, pero rutinario a pesar del espacio que deja para los arreglos contemporáneos, sin magia en su melodía, y sin ni siquiera espacio para que Astley luzca sus cualidades vocales. "Chance to dance", con pinta de frustrado tercer sencillo, vuelve a resultar correcto, con esos coros a lo The Christians que adornan las estrofas y la guitarra acústica llevando la progresión armónica, y quizá un poquito superior a la anterior gracias a su parte nueva y a que sí se deja hueco para lucirse, pero vuelve a faltar gancho, y el estribillo deja indiferente. "She makes me", con su batería programada y su arpegio de guitarra, comienza con mejor pinta, pero el estribillo con sus acordes menores resulta demasiado convencional, transitando por caminos quizá ya demasiado explorados, y algo parecido sucede con su parte nueva. Y "Shivers" tampoco acaba de remontar el vuelo, con su para mí obvio intento de imitar a los Imagine Dragons (casi parece que escuchamos la voz de Dan Reynolds) y su flojo estribillo.

"Last night on earth", el quinto corte, sigue sin ser el momento que nos enganche: un medio tiempo correcto, que vuelve a sonar más medido que inspirado, pero que conforme avanza da los primeros síntomas positivos, porque antes de las últimas repeticiones del estribillo Astley se arrima a lo que parecen unos coros gospel, y el efecto sí que llama la atención y hace concebir esperanzas de cara al resto del disco. Esperanzas que se confirman en "Every corner", para mí el primer momento realmente reseñable: un tema más oscuro, con cierta rabia, un ritmo sincopado menos convencional, unos teclados relativamente originales, un estribillo no especialmente bonito pero efectivo con sus coros femeninos... Y que llegan a su máxima expresión con "I need the light", para mí el mejor momento del disco: un precioso (y complicado) arpegio de piano, la voz desgarrada de Astley y una atmósfera fría y oscura, rematada ahora sí por un sencillo pero efectivo estribillo, y sobre todo por una preciosa parte nueva instrumental con un piano espectacular. "Better together", el octavo corte, no es capaz de mantener el nivel, pero tampoco desentona, con su atmósfera tenebrosa, su original guitarra al final de cada compás, y un estribillo pegadizo.

El último tercio del disco se inicia con "Empty heart", con la voz y la guitarra acústica de Astley: una vuelta a la convencionalidad, evocadora pero un tanto previsible, aunque el elaborado estribillo a lo Noel Gallagher, con sección de viento para rematarlo, y una de las mejores interpretaciones vocales de Astley, mejoran el resultado global. "Rise up", décimo corte, una balada en la que Astley susurra durante las estrofas sobre una progresión armónica de reminiscencias psicodélica y unos inesperados bongos, vuelve a resultar agradable pero poco cautivadora, a pesar de que en su parte nueva el tema crece. "Try", penúltimo tema y sencillo actual, es para mí el segundo mejor momento del álbum: aunque no pueda quitarse de encima la sensación de haberse inspirado en el "Yellow" de Coldplay (sobre todo en su contundente estribillo), la melodía de las intimistas estrofas es bonita, en la del estribillo Astley puede dar rienda suelta a todo su chorro de voz, y en su parte nueva la sección de cuerda sintetizada completa con gusto el conjunto. Y el álbum se cierra con el inesperado gong que da comienzo a "The good old days", un medio tiempo más contundente y guitarrero y menos intimista de lo que cabría esperar para terminar el disco, con una bonita progresión armónica y sobre todo un respetuoso homenaje a alguno de los álbumes que marcaron los gustos musicales del británico (cita desde el "Yellow submarine" de The Beatles al "A night at the opera" de Queen), reconociendo además la influencia de sus hermanos a la hora de dar forma a sus preferencias.

Ese empujón que le da Astley al álbum a partir de su sexto corte es el que me ha animado a dedicarle una entrada en este humilde blog. Porque evaluado fríamente, cinco temas relevantes pueden ser suficientes para hacerle un hueco en nuestra discoteca personal. Lo que sucede es que da la impresión de que es cuando Astley se olvida de gustar y de plegarse a lo "fácil", y decide ser el mismo, es decir, en esa segunda mitad del álbum, cuando sigue ofreciendo buenos temas. Y eso es muy peligroso a estas alturas de su carrera, porque no lo necesita y porque las ventas le pueden fallar (como de hecho le ha sucedido en parte). Así que si en algún momento decide darle continuidad a este "Beautiful life", espero que se tome su tiempo para hacerlo, y que se dedique sobre todo a disfrutar componiendo e interpretando. Será la mejor manera de asegurar que nosotros lo haremos también.

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