domingo, 4 de diciembre de 2016

Tiny Fireflies: "The space between" (2016)

De los artistas que han debutado en formato álbum en este 2016 que se está acercando a su final, uno de los que más me han llamado la atención han sido los estadounidenses Tiny Fireflies. Que en realidad son un dúo de futuro incierto, puesto que sus dos componentes pertenecen a otras dos bandas: Kristine Capua (voz, teclados y compositora) es la líder de Tiny Objects, y Lisle Mitnik (guitarras, teclados, programaciones, producción) es parte de Fireflies. Pero la química entre ambos ha hecho que algo que empezó hace unos años en Chicago como un divertimento ocasional haya ido creciendo hasta que el pasado mes de enero viera la luz "The space between", un álbum completo de temas creados para la ocasión.

"The space between" cumple por los pelos con el mínimo contenido exigible a un álbum: apenas 9 temas nuevos (10 en la edición japonesa) y sólo 34 minutos de un dream-pop mayoritariamente nostálgico, triste, pero de una sensibilidad exquisita. Que no suena amateur a pesar de lo limitado de sus medios gracias a la inteligencia de Lisle como productor y sobre todo a Ian Catt, que les resultará familiar a quienes ya peinan canas por ser el ingeniero y productor adicional de los mejores momentos de los británicos Saint Etienne. Y que se convierte en la banda sonora ideal para un día frío y lluvioso como corresponde a esta época del año.

"Stay", el tema que abre el álbum, representa perfectamente lo que nos vamos a encontrar: muchas slow strings en el Roland de Kristine marcando los acordes, muchos arpegios de steel guitar de Lisle, bajos sintetizados y baterías programadas, voces intimistas que se doblan una y otra vez... En esta oportunidad la composición es de las más inspiradas, con una excelente progresión armónica y una melodía que no le va a la zaga, con el único pero de una estructura excesivamente corta: sólo una estrofa, un estribillo no muy definido y una excelente coda, que sin embargo deja la impresión de que el tema podía haber dado más de sí. "Taken", segundo corte, fue el primer sencillo que se extrajo, hace ya un año, y mi segundo tema favorito: otro medio tiempo de pop atmosférico, envolvente, con una estructura que ahora sí aprovecha mejor la canción (entrada, estrofa, puente, estribillo, intervalo instrumental), una sensacional melodía, unas armonías maravillosas, unos preciosos pasajes instrumentales y una letra triste que no puede encajar mejor con el conjunto. Aunque puestos a resaltar una joya, esa es en mi opinión "Ghost", el segundo sencillo extraído del álbum, un tema de tempo más alto que empieza directamente con la voz de Kristine entonando una formidable melodía de principio a fin, que pone los pelos de punta cuando en el estribillo afirma "All I want is to take these memories of you and throw them away", para dejar después que las dos guitarras de Lisle se recreen hasta la siguiente estrofa. Por ponerle algún pero, la batería programada peca de simplona en el estribillo y los overdubs, pero no cabe duda de que formará parte de mi lista de mejores canciones de 2016, y llega mucho más lejos de lo que por ejemplo Wild Nothings serán capaz de alcanzar nunca.

Para cualquier álbum sería prácticamente imposible mantener el nivel de estos tres temazos. Eso le sucede a "The space between", aunque afortunadamente ninguno de sus cortes desentona del resto. De una de las frases de "Melody", su cuarto corte, toma el álbum el título. Es una balada que se mueve por los mismos parámetros en cuanto a instrumentación y melancolía, pero que se sostenta sobre unas estrofas con un punto "sensiblero" y un estribillo menos inspirado. "Brightest star" es, sin llegar al nivel de la tripleta inicial, otra muy buena canción, quizá la más claramente techno-pop del álbum a lo Pet Shop Boys (sobre todo en las estrofas), aunque en el estribillo suenen a ellos mismos merced a una melodía de notas altas difíciles de interpretar, y enriquezcan la canción con una segunda estrofa de notas diferentes a la de la primera. "If it's true" supone un cambio de registro, pues aunque con mimbres parecidos a los del resto de canciones propone una melodía más optimista y una letra más vitalista, resultando un tema que oxigena el álbum pero que no llega a la altura de sus mejores momentos.

El tercio final lo inicia "Alive", el tema más largo del álbum, con el omnipresente Roland y la voz de Kristine liderando desde el comienzo el penúltimo gran momento del álbum, sobre todo en su melancólico estribillo, que da sentido a la desolación que Kristine entona en la letra. "Youth" es la segunda y última dosis de optimismo entre tanta decepción: una canción que reivindica su juventud y sus ganas de protagonizar emociones mediante otra certera progresión armónica y una inspirada melodía. El cierre lo pone "Wake up", que a pesar de ser el tema más lento del álbum no termina de funcionar como colofón, ya que le falta un punto de inspiración y resulta un tanto derivativo en su desarrollo.

Si pasamos por alto el escaso margen de sorpresa en la instrumentación y el escaso minutaje, terminaremos por apreciar "The space between" como uno de los debuts de más talento que ha dado el año: dos canciones maravillosas y otras cuatro excelentes es algo complicado de encontrar en álbumes mucho más largos y con mayores medios. Más aún cuando lo que buscan es algo tan difícil de conseguir como la emoción del melómano. La pena es que ni siquiera hay certeza de que el proyecto se vaya a consolidar en años venideros, y menos cuando su repercusión ha sido tan limitada a nivel de crítica y público. Déjemos emocionar por Kristine y Lisle en todo caso, ya veremos el futuro lo que les deparará.

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