lunes, 24 de diciembre de 2012

Imagine Dragons: Night visions (2012)

Ahora que el 2012 se acerca a su fin debemos empezar a pensar que no ha sido este 2012 un año de grandes revelaciones: tanto en el terreno comercial como en el meramente creativo la mayoría de los nombres de referencia han sido ya viejos conocidos. Quizá uno de los nuevos artistas que han aunado éxito de crítica y público sean los estadounidenses Imagine Dragons, que tras un par de EPs han debutado en formato álbum con este "Night visions" hace unas cuantas semanas.

Originario de Las Vegas, Imagine Dragons es un cuarteto liderado por Dan Reynolds, un cantante de talento y registro versátil. Y es que a semejanza de sus paisanos The Killers, es un grupo difícil de encasillar, pues su pop-rock se acerca a diversas corrientes, dando lugar a un álbum siempre correcto, a menudo disfrutable y en alguna ocasión sorprendente. Un cóctel que parece haber sido del agrado del público estadounidense, pues el disco alcanzó hace un par de meses el puesto número 2 en la lista de álbumes.

El cuarteto no sólo compone todos los temas, sino que los produce mayoritariamente en solitario, aunque el toque innovativo lo pone el productor británico Alex Da Kid. Como en el tema que abre el disco: "Radioactive", quizá su sencillo más conocido. Un tema de atmósfera opresiva, letra apocalíptica, estrofas inspiradas y una instrumentación arriesgada entre loops reproducidos al revés y bombos distorsionados. O en "Bleeding out", el noveno corte, un tema desgarrado, con una progresión armónica muy lograda, una melodía certera y sintetizadores sincopados.

Aunque lo que predomina son las buenas canciones con una instrumentación actual pero más convencional, que recuerdan a varios de los artistas de referencia en la música del siglo XXI. "It's time", tercer corte del álbum, recuerda a Travis por su arpegio de banjo y su estribillo elegante. "Demons" es un tema lento más propio que Coldplay (Reynolds incluso adopta a veces el tono de voz de Chris Martin). "Amsterdam" tiene unas guitarras acuosas que recuerdan a la última época de Chris Walla en Death Cab For Cutie. Y "Hear me" puede pasar por uno de los temas más oscuros y guitarreros de la primera época de The Killers.

Otros temas también acertados suenan tan sólo a ellos mismos. Tal es el caso de "Tiptoe", el segundo corte, que comienza con una ambientación oscura, para ir desplegando un acertado diálogo entre guitarra y teclado sobre una original batería y coronado por una bonita melodía. O de "On top of the world", un tema más acústico cuyo comienzo festivo ha sido usado en una campaña publicitaria, pero que es también un estribillo redondo y tarareable. E incluso del tema que cierra el disco, la melancólica "Nothing left to say", con su órganos envolviéndonos en sus acordes menores.

Eso sí, hay algún tema un poco más flojo ("Every night", un medio tiempo quizá excesivamente convencional, "Underdog" y sus "sintéticos" aires caribeños). Pero la sensación que queda al terminar al disco es que estamos ante un esfuerzo loable por crear verdaderas canciones y lograr que suenen contemporáneas. Como en tantos álbumes de debut, habrá que esperar al trascendente segundo álbum para ver si les acompaña suficientemente la inspiración. Y para que opten por un sonido algo más definido y personal. En apariencia, mimbres tienen para ser una de las grandes bandas de los próximos años.

domingo, 2 de diciembre de 2012

El rápido auge del autotune como instrumento de referencia de la música contemporánea

Sin duda la entrada de mas éxito hasta ahora de este blog ha sido la relativa a la lenta muerte de la guitarra como instrumento de referencIa de la música contemporánea. Reflexionando a posterori sobre la misma he intentado encontrar qué instrumento la había desplazado en las preferencias de público, arreglistas y productores. El sintetizador me parecía una elección demasiado vaga y obvia, pues lleva ya cuatro décadas entre nosotros y su definición se presta a diferentes interpretaciones. Lo que realmente está desplazando a la guitarra es el autotune (y sus imitaciones): actualmente apenas hay temas de éxito que prescindan de él.

El origen del autotune se encuentra en el famoso vocoder, un analizador y sintetizador de voz creado en los años 30 y que introducido por Kraftwerk en su mítico Autobahn (1974) se popularizó en los 80 como un truco original para dar a las voces una textura robótica. Era una técnica ingeniosa, adecuada a la explosión de la electrónica en la música de aquella época. Pero durante casi una década quedó en el olvido, como tantos efectos visuales de los video-clips de aquel entonces que hoy nos parecen trasnochados.

Hasta que en el año 1998 una diva en el ocaso de su carrera (Cher) decidió adentrarse en la música de baile, y para ello recurrió a los productores Mark Taylor y Brian Rawling. Éstos optaron por recurrir al autotune, la evolución/actualización del olvidado vocoder, para jugar con la melodía vocal de "Believe". El éxito fue tan arrollador que otros muchos productores y artistas (desde los Beastie Boys hasta Daft Punk) se lanzaron inmediatamente a copiar la idea, en una espiral que ha llegado hasta nuestros días. ¿Los motivos?

Por supuesto la mejor adaptabilidad de una voz alterada electrónicamente a una instrumentación electrónica, logrando el ideal largo tiempo deseado de que la voz humana sea un instrumento con las mismas posibilidades de post-procesamiento que cualquier otro (Madonna es un claro ejemplo desde hace casi 20 años). Pero también por otro hecho incuestionable pero mucho más preocupante: su capacidad para ocultar deficiencias de afinación en la interpretación de los cantantes.

De hecho, el fabricante de autotune (Antares Audio Technologies) presenta su producto como un procesador de audio para corregir el tono en ejecuciones vocales (también instrumentales). La armonización que ofrece está pensada para incrementar la calidad musical de las partes vocales sin que sea evidente que el canto ha sido procesado. Eso sí, llevada al extremo con fines creativos produce una alteración en los tonos (precisos y de cambio rápido, en especial si se aplican sólo a unas cuantas notas definidas de una melodía vocal) que da lugar a los onmipresentes efectos a los que antes aludía. Pero es crucial reseñar que, aunque nuestro oído humano no sea capaz de detectarlo, su uso como corrector de tono es poco menos que universal.

Gracias al autotune podemos escuchar como, por ejemplo, un cantante tan limitado vocalmente como Enrique Iglesias es capaz de adornar los tramos finales de sus canciones con unos llamémosles (para entendernos) gorgoritos que luego es incapaz de reproducir sin desafinar en cualquier interpretación en directo. Y lo mismo aplica para buena parte de los artistas que triunfan en nuestros días, desde Britney a Rihanna. Incluso su uso y abuso justifica la ploriferación en los últimos años de artistas cuyo punto fuerte es precisamente su interpretación vocal (piénsese en el caso de Adele).

Como ya he tenido oportunidad de justificar en este blog, he sido y seré un defensor del empleo de la electrónica en la música. Y lo mismo aplica para los procesadores de audio como autotune. Ahora bien, en los últimos tiempos resulta refrescante escuchar interpretaciones que no abusen de este efecto tan de moda, aunque no tengo claro que su influencia vaya a desaparecer a medio plazo. Y lo que es más importante: hoy más que nunca es necesario recurrir a la videografía en directo de los cantantes de música contemporánea para realmente tener una idea de sus cualidades vocales: es la única forma de que no nos den "gato por liebre".

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