Ahora que el 2012 se acerca a su fin debemos empezar a pensar que no ha sido este 2012 un año de grandes revelaciones: tanto en el terreno comercial como en el meramente creativo la mayoría de los nombres de referencia han sido ya viejos conocidos. Quizá uno de los nuevos artistas que han aunado éxito de crítica y público sean los estadounidenses Imagine Dragons, que tras un par de EPs han debutado en formato álbum con este "Night visions" hace unas cuantas semanas.
Originario de Las Vegas, Imagine Dragons es un cuarteto liderado por Dan Reynolds, un cantante de talento y registro versátil. Y es que a semejanza de sus paisanos The Killers, es un grupo difícil de encasillar, pues su pop-rock se acerca a diversas corrientes, dando lugar a un álbum siempre correcto, a menudo disfrutable y en alguna ocasión sorprendente. Un cóctel que parece haber sido del agrado del público estadounidense, pues el disco alcanzó hace un par de meses el puesto número 2 en la lista de álbumes.
El cuarteto no sólo compone todos los temas, sino que los produce mayoritariamente en solitario, aunque el toque innovativo lo pone el productor británico Alex Da Kid. Como en el tema que abre el disco: "Radioactive", quizá su sencillo más conocido. Un tema de atmósfera opresiva, letra apocalíptica, estrofas inspiradas y una instrumentación arriesgada entre loops reproducidos al revés y bombos distorsionados. O en "Bleeding out", el noveno corte, un tema desgarrado, con una progresión armónica muy lograda, una melodía certera y sintetizadores sincopados.
Aunque lo que predomina son las buenas canciones con una instrumentación actual pero más convencional, que recuerdan a varios de los artistas de referencia en la música del siglo XXI. "It's time", tercer corte del álbum, recuerda a Travis por su arpegio de banjo y su estribillo elegante. "Demons" es un tema lento más propio que Coldplay (Reynolds incluso adopta a veces el tono de voz de Chris Martin). "Amsterdam" tiene unas guitarras acuosas que recuerdan a la última época de Chris Walla en Death Cab For Cutie. Y "Hear me" puede pasar por uno de los temas más oscuros y guitarreros de la primera época de The Killers.
Otros temas también acertados suenan tan sólo a ellos mismos. Tal es el caso de "Tiptoe", el segundo corte, que comienza con una ambientación oscura, para ir desplegando un acertado diálogo entre guitarra y teclado sobre una original batería y coronado por una bonita melodía. O de "On top of the world", un tema más acústico cuyo comienzo festivo ha sido usado en una campaña publicitaria, pero que es también un estribillo redondo y tarareable. E incluso del tema que cierra el disco, la melancólica "Nothing left to say", con su órganos envolviéndonos en sus acordes menores.
Eso sí, hay algún tema un poco más flojo ("Every night", un medio tiempo quizá excesivamente convencional, "Underdog" y sus "sintéticos" aires caribeños). Pero la sensación que queda al terminar al disco es que estamos ante un esfuerzo loable por crear verdaderas canciones y lograr que suenen contemporáneas. Como en tantos álbumes de debut, habrá que esperar al trascendente segundo álbum para ver si les acompaña suficientemente la inspiración. Y para que opten por un sonido algo más definido y personal. En apariencia, mimbres tienen para ser una de las grandes bandas de los próximos años.
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