Hace cerca de año y medio reseñé en este mismo blog el anterior álbum de los galeses Feeder ("Renegades"). Y ya entonces comentaba que, sin ser ni mucho menos un gran álbum, se trataba de una sana terapia de desintoxicación comercial por vía rockera que probablemente les permitiría volver a entregar álbumes más del gusto del gran público, con sus conocidas guitarras acústicas, arreglos orquestales y medios tiempos. "Generation freakshow" es la confirmación de que mi diagnóstico fue acertado. Con lo que yo no contaba es que sólo fueran a necesitar año y medio para ofrecérnoslo.
De hecho, ése es seguramente el principal defecto del disco: la falta de sorpresa. Si esperábamos algún medio tiempo más, a cambio nos encontramos un par de temas con nervio suficiente para haber formado parte de "Renegades". Pero por lo demás todo transcurre sin altibajos. Y eso, unido a la ausencia de algún tema con verdadero tirón comercial y unos arreglos que tienden a uniformizar las distintas canciones más de lo deseable, explica las menores ventas de "Generation freakshow" frente a sus álbumes de hace unos años.
Aunque debo señalar los tres sencillos de este disco son irreprochables: "Borders", segundo corte y primer sencillo, es un tema típico de Grant Nicholas, con unas agradables estrofas, una acertada entrada y un estribillo disfrutable, pero sin una personalidad especial. "Children of the sun", último corte y segundo sencillo, es una balada excelente, muy a lo Noel Gallagher, con sus acordes menores, sus enérgicas guitarras y un estribillo coreable remarcado por un estupendo teclado, pero sin ningún guiño a las modas actuales. Y "Idaho", tercer corte y tercer sencillo, es un tema potente a la vez que melódico, con un contundente riff para rematar el estribillo, pero que en vez de bombos distorsionados o loops elecrónicos recurre a una simple pandereta para reforzar los estribillos.
Lo bueno del disco es que hay otros muchos temas reseñables: "Oh my", el corte que abre el álbum, es un estupendo tema de rock melódico, con unos originales teclados, en el que Nicholas canta a dos voces una emotiva letra sobre una chica en proceso de desintoxicación. "Hey Johnny", el cuarto corte, es una introspectiva composición con una excelente progresión armónica, aunque una melodía un poquito entrecortada. "Quiet", el quinto corte, es un precioso tema acústico en el que Nicholas canta a medio voz una melodía delicada, capaz de emocionar al más insensible. "Sunrise", el sexto corte, es otra excelente progresión armónica, arreglada con unas guitarras distorsionadas y una original batería...
Curiosamente hay que esperar hasta el tema que da título al álbum (séptimo corte) para que el listón baje un poco. Pero aún hay temas inspirados: "Tiny minds", un tema ruidista muy del estilo de su "Tumble and fall" con una melodía poppy, la disfrutable "Headstrong", que por sus bits per minute y contundencia guitarra hubiera debido figurar en "Renegades", y la ligeramente folkie "Fools can't sleep", con Grant cantando a dos voces y otro inspirado estribillo. E incluso un tema acústico oculto al final ("Sky life").
En resumen, no tienen gran prensa, ni un tirón comercial exagerado, ni su rock tiene un sonido a la moda. Pero se han sabido regenerar en tiempo récord y han recuperado una inspiración difícil de encontrar en la gran mayoría de los álbumes de este 2012, entregando su mejor álbum desde "Comfort in sound" (2003). Así que sólo espero que les sigan quedando ganas de componer nuevas canciones, pues a pesar de los años siguen siendo una de mis debilidades en el mundo del rock. Y confío en que, si aún no lo son, se conviertan en la de algunos de Vds.
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