Con la presente entrada despido el año 2023 en este humilde blog. Y lo hago con unos debutantes en el mismo, aunque no en el panorama musical. Se trata del trío californiano Cannons, formado por el guitarrista Ryan Clapham, el teclista y bajista Paul Davis, y la cantante Michelle Joy. Quienes hace unas semanas publicaron su cuarto álbum de estudio, "Heartbeat Highway". Aunque ya llevaba tiempo siguiéndoles la pista (de hecho, "Bad Dream" formó parte de mi lista de mejores canciones de 2022), sus álbumes siempre me habían parecido un poco justos de inspiración, aparte de tendentes en exceso a los pasajes reposados. Sin embargo, con esta nueva entrega el trío ha encontrado la inspiración suficiente para sostener las nada menos que doce canciones que lo conforman, y parecen haberse esforzado conscientemente para no abusar de momentos empalagosos, contrarrestándolos puntualmente con canciones de tempo algo más alto y algún que otro espacio para sonidos más audaces.
Eso no quiere decir que la banda haya dejado completamente atrás algunas de las singularidades que les han lastrado desde el comienzo: empezando por su estilo un tanto añejo, y bastante asimilable a ese synth-wave un tanto ramplón cultivado actualmente por otros muchos artistas, siguiendo por su tendencia a que las distintas canciones de sus discos tiendan a sonar más parecidas de lo desable, y terminando por las históricas limitaciones vocales de Joy, habitualmente suplidas por su impactante presencia en el escenario. Todo esto se sigue apreciando en "Hearbeat Highway", pero en menor medida que en sus entregas anteriores, lo que refleja su crecimiento como artistas. Y si a ello le unimos que, pese a haber transcurrido sólo año y medio desde que publicaron "Fever Dream" (su anterior entrega), han sido capaces de crear doce composiciones que oscilan entre lo correcto y lo notable, se entenderá el porqué de su presencia aquí: los californianos han perfeccionado su propuesta y han conseguido elevarla hasta las cotas que llevaban tiempo apuntando.
Algo que refleja perfectamente el tema que abre el disco, que con buen criterio es también el que le da título (además de reciente cuarto sencillo): "Heartbeat Highway" es un tema relativamente rápido y bailable, pero sin embargo pleno de la elegancia que caracteriza a los buenos momentos del trío. Y eso que todo exhuda sencillez: la guitarra acústica de las estrofas, la eléctrica de los estribillos, la batería... pero los dos teclados que adornan el estribillo, la calidez de su melodía, incluso el cambio de un simple acorde en su tramo final ayuda a que se trate de un gran momento. "Crush", segundo corte y tercer sencillo, es un tema más claramente synth-wave que el anterior, sustentado por su bajo doblado en los dos canales, que tras unas estrofas "cien por cien Cannons" desemboca en un tarareable estribillo, con las repeticiones vocales de la palabra en cuestión y las distintas voces que añade Joy. El resto es la sabia adición de dos teclados que pueden pasar desapercibidos, pero que permiten al tema seguir creciendo en su tramo final. "Metal Heart" nos acerca la a estas alturas esperable pausa del primer lento del disco. Y aunque empieza algo blanda con su steel guitar de arpegio delicado, en seguida descubrimos que a unas bonitas estrofas le sucede un estribillo bastante menos empalagoso de lo previsto. Y tras sólo una segunda estrofa y un segundo estribillo Clapham nos introduce ya en un adecuado y bien ejecutado solo de guitarra, que por alguna extraña razón acortan en su mejor momento, y que deja con ganas de más. El siguiente tema, "Sweeter", es un medio tiempo de instrumentación sencilla que retoma la senda elegante, con suficiente espacio para los intervalos de guitarras entre cada estribillo, de buena factura, y a la que seguramente le falte crecer conforme avance el minutaje, o algún giro en su estructura.
En lugar de otro tema lento que le podría restar pegada al disco, a continuación nos encontramos con "Loving You", que fue el primer sencillo en anticipar el disco. Y con sus trucos de discoteca de hace casi medio siglo (guitarra funky, palmadas sintetizadas, unos bongos en estrofas y estribillos, bajo slap) adaptándose perfectamente a una de las melodías más certeras de su carrera, el resultado es excelente. Con los originales detalles, ahora sí, de su silbido tarareable, y de una efectiva parada casi desnuda que hace las veces de parte nueva. Tras este gran momento los angelinos sitúan "Bad Tattoo", que aparte del sintetizador que reproduce una voz distorsionada vía DST, no tiene mucho que ofrecer respecto a las anteriores, y se convierte en mi opinión en el tema más prescindible del disco. Si bien al no salirse de sus pautas creativas habituales tampoco es necesario pulsar el "forward". Afortunadamente el trío retoma su mejor senda con "Desire", segundo sencillo extraído hace unos meses, y que por su guitarra en primer plano y sus estrofas oscuras a mí me recuerda mucho a los mejores momentos del injustamente olvidado Chris Rea. El estribillo añade un teclado juguetón que lo acerca a los Cannons más canónicos, y los detalles instrumentales que van introduciendo a partir de su más breve segunda estrofa, o la parte nueva más trabajada y reseñable de todo el álbum, logran que éste tal vez sea su pasaje más destacado. "Can You Feel My Heart" podría ser perfectamente una balada de la compositora Diane Warren cuando se encontraba en su apogeo a finales de los años ochenta. Cálida, agradable y con una caja de ritmos un poco más elaborada de lo habitual, la parada tras la repetición de la frase que da título no logra conferirle la personalidad que buscan, con lo que el conjunto resulta correcto pero un tanto anodino.
Llegados al último tercio del disco, parece que éste se podría desinflar definitivamente, pero justo entonces surge la contundente caja de ritmos de "Always Will", que en seguida da paso a unas estrofas en acordes mayores realmente inspiradas. El estribillo, de una sola frase al principio (aunque más adelante Joy añadirá con buen criterio una segunda frase), no es tan deslumbrante, pero mantiene el tipo al servirse de la misma progresión armónica. Una reiteración armónica que soluciona en seguida una parte nueva que cambia la tonalidad y lleva el tema a otra dimensión. La única pena es que, como en casi todas las canciones del álbum, el trío parece decidido a no regalar ni un segundo extra, porque el precioso tramo instrumental del final, con sus dos guitarras haciéndose contrapunto, nuevamente se acorta antes de lo deseable. Tras este momentazo, "Cry Baby" baja lógicamente el nivel, pero no demasiado: otra vez una batería fortísima da paso a un tema de tempo más alto de lo que se podría suponer, y tras unas estrofas agradables, nos topamos con un estribillo particularmente elaborado, tanto en su número de frases como en la variedad de su letra, así como en su desdoblamiento (que es el que da lugar al título). Aunque el tema se queda simplemente en dos estrofas y dos estribillos, de nuevo las urgencias por terminar. "You" sorprende por su bajo electrónico distorsionado, casi la única novedad en otro tema "marca de la casa", correcto, cálido y bien ejecutado, cuyo mejor tramo corresponde a los intervalos instrumentales presididos por la guitarra de Clapham. Y el cierre lo pone "Dancing In The Moonlight", que a pesar de su título no guarda relación con la conocida canción de Toploader, y que rehúye del convencionalismo consistente en situar el "baladón" al final de todo álbum pop para entregar en su lugar un sobrecogedor medio tiempo, con dos estrofas de melodía completamente diferente, letra desoladora sobre una madrugada solitaria, y un excelente estribillo en el que los espacios que deja la voz de Joy son rellenados por la guitarra de Clapham, y el único (y a la vez fantástico) tramo instrumental presidido por el teclado de Davies, justo antes del final. Una gran canción que termina por corroborar la favorable impresión que deja el álbum.
Siendo sinceros, tras sucesivas escuchas es imposible pasar por alto algunos de los peros que se le pueden seguir poniendo a los discos de Cannons: predominio de temas más cortos de los necesarios (sin siquiera proporcionar el minutaje necesario a composiciones que lo requieren), un sonido sencillo que crean a partir de relativamente pocas pistas, cajas de ritmos que casi siempre se limitan a lo mínimo para llenar el espacio destinado a la percusión (sin apenas interés por resultar originales), unas letras que siguen ciñéndose a la temática habitual amor-desamor del pop más tradicional, segundas estrofas más breves... Pero el afán por apartar ese convencionalismo de lo que podría ser una entrega estándar del grupo (a saber: un par de temas movidos, varios medios tiempos elegantes, muchos temas lentos, la voz susurrante de Joy), y el notable momento creativo por el que atraviesan, son suficientes para que este "Hearbeat Highway" establezca un antes y un después en su carrera. Sus giras por Estados Unidos, cada vez más extensas y de mayor audiencia, así parecen confirmarlo. En todo caso, es evidente que el trío sigue habitando su universo particular, por lo que en su más que probable quinta entrega lo previsible es que se muevan muy poco de su propuesta. Veremos si para entonces les aguanta la creatividad que evidencia este disfrutable álbum de pop intemporal.
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