A lo largo de este año que poco a poco se va acercando a su fin otra de las nuevas propuestas que me ha conquistado (junto a la de Somebody's Child, que reseñé en mi anterior entrada) ha sido el debut en formato álbum de los escoceses Lucia & The Best Boys. Desde 2020 el cuarteto de Glasgow había ido publicando sencillos cada vez más interesantes, pero fue a comienzos de año, con la publicación de dos temazos como son "When You Dress Up" y "Burning Castles", cuando tuve la impresión de que habían alcanzado la madurez y personalidad necesarias para que su primer disco rayara a gran nivel. No me equivocaba: recientemente publicado, las once canciones que encierran sus escasos treinta y ocho minutos son un buen catálogo de indie-pop-rock respetuoso con el pasado pero de sonoridad contemporánea, muy bien interpretado, y con algunos temas de cabecera que tiran del conjunto.
En honor a la verdad debo resaltar que su sonido no es particularmente original, ni su propuesta, transgresora. Salvando las distancias, a mí me recuerdan al debut hace ya treinta y cinco años de otra banda de Glasgow, los Texas de Sharleen Spiteri: ambas conjugan eclecticismo, solvencia, una cantante con presencia, guitarras bien acompañadas por otros instrumentos, y un puñado de estribillos disfrutables. Lo que me cuesta más es encasillar a Lucia Fairfull y sus tres acompañantes como indie-rock, que es como han sido presentados en la mayoría de medios. Es cierto que algunas de sus canciones admiten esa etiqueta, pero otras muchas no rehúyen del pop más elaborado, de la electrónica como complemento esencial, e incluso de pop de consumo masivo. Eso sí, primando en todo momento progresiones armónicas y melodías bien trabajadas, letras intemporales y unas duraciones contenidas, que buscan siempre el impacto directo de cada canción.
Porque para los que se esperen encontrar con un álbum de indie-rock el etéreo colchón de teclados y distorsiones en crescendo con el que "Butterflies" abre el álbum puede resultar desconcertante. A cambio, hay que reconocer el riesgo que asumen los escoceses al iniciar su primer disco con una canción sin una percusión que marque el ritmo, y que lo fía todo a una melodía elaborada (y con el vértigo de que nunca deje de cambiar), y a los efectos electrónicos, las voces robotizadas, y las extrañas guitarras en primer plano que repiten durante varios segundos las mismas notas. Pese a lo cual salen airosos, y predisponen favorablemente la escucha del resto de canciones. Claro que con el siguiente corte, "When You Dress Up", juegan a caballo ganador: elegida como primer sencillo a comienzos de año, incluso si dejamos al margen su letra erótica y provocativa, su tempo bajo, los sintetizadores que arropan a Lucia, y la amplitud vocal que muestra la escosesa desde sus sensuales estrofas hasta su enérgico estribillo ya resultan convincentes. Pero la explosión de la guitarra eléctrica y la percusión adicional a partir del minuto dos, y la coda final con el cambio de tonalidad terminan de rematar el conjunto. Para que la cosa no decaiga sitúan el segundo sencillo extraído justo a continuación: "So Sweet I Could Die", con su contundente y arrastrado ritmo binario, se beneficia de un bajo sintetizado que le aporta energía al tema desde el comienzo, y sus elaboradas estrofas la convierten en francamente disfrutable; el estribillo es sencillo, pero la variación en los acordes le otorga originalidad, y como el tema es tan corto, no hay espacio para la reiteración. "Angel Cry Too" adopta una atmósfera más intimista, aunque insiste en ese pop pulido y plagado de efectos. El más que trabajado puente desemboca un estribillo complejo que a mí me recuerda vagamente, incluso en la letra, al "Send Me An Angel", con el que triunfaron en los ochenta los australianos Real Life. La steel guitar encaja perfectamente, y lo de subir un tono en la repetición final es también un detalle muy ochentero, y que funciona bien aunque ahora esté en desuso.
De los temas creados específicamente para completar el álbum, el más notable me parece "Care", su quinto corte, que recientemente ha sido escogido como cuarto sencillo. Posiblemente sea también el que más recuerda de todo el disco a Texas, con esa progresión armónica cálida y esa melodía de notas rápidas tanto en sus originales estrofas como en su melódico estribillo, en el que además de la voz de Lucia destaca el sintetizador que va punteándolo. La producción del solvente Ash Workman es excelente, separando claramente cada parte, y confiriéndole personalidad por ejemplo a base de retirar la batería de las estrofas. Y detalles como la melodía completamente distinta del segundo estribillo reflejan lo elaborado de la composición. Los entrecortados coros del final también suman puntos para el resultado final. "Love Yourself" vuelve ser más un tema de pop con sintetizadores que un trallazo de indie-rock, aunque lo acelerado de su comienzo no hace prever que nos encontremos ante uno de los "lentos" del disco, con sus estrofas sostenidas por el inevitable piano que permiten a Lucia persumir de cualidades interpretativas. El estribillo como tal se hace de rogar, pero cuando llega no decepciona, ni por su letra ni por cómo su melodía recorre escalas arriba y abajo. Y el primer solo de guitarra del álbum, sencillo y relativamente corto, le confiere mayor personalidad. Aunque, por supuesto, no alcanza el nivel de "Burning Castles", la canción que da título al disco, además de su tercer sencillo extraído. Otro comienzo electrónico y atmosférico a partes iguales da paso instantáneamente a su barroco estribillo, que tal vez recuerde a Florence & The Machine. El original ritmo de sus estrofas y lo reposado de su propuesta nos atrapa irremisiblemente, el puente nos arrastra a otra dimensión, y el estribillo surge tras él con total naturalidad. A destacar también el original teclado que lo arropa a partir de la segunda repetición, y el cambio de tonalidad que preside su poderosa parte nueva. Por ponerle un pero, la manera como entra la batería en la repetición final del estribillo es un tanto simple. En todo caso, un temazo.
El tercio final del disco da comienzo con "Hurt Somebody You Love", otro tema lento de complejas estrofas, y a la vez difíciles de cantar. A pesar de su aparente convencionalidad en la instrumentación, la canción no repara en detalles como esas etéreas voces que van acompañando la interpretación de Lucia, o la original batería y los teclados a contracorriente en su tramo final. Detalles que logran mantener el interés, aunque tal vez se trate de su momento menos inspirado. "Haunt You Back" acelera el tempo, propone desde el comienzo otra intensidad, y a su meritoria estrofa le sucede un estribillo delicado y subyugante a partes iguales. Además, a partir de la segunda estrofa la canción es un auténtico carrusel de detalles interpretativos, desde una percusión sobredimensionada hasta los teclados que poco a poco se van sucediendo por ambos canales. Tanto, que el final nos puede llegar a parecer repentino y prematuro. "Waiting On You Now" es una nueva balada que, ahora sí, comienza perfectamente convencional con voz y piano (más algún que otro efecto de estudio), aunque el estribillo como tal ya alcanza otro empaque gracias a la poderosa voz de Lucia y a los teclados que la enriquecen, en otro ejercicio de creatividad que luego se va deshaciendo hasta devolvernos al solitario y doloroso piano final. Si biene se echa de menos algún tipo de percusión. Y este disco sin casi defectos lo cierra "Favourite Thing To Lose", un uptempo que, con su bajo acelerado en contraposición al piano que va marcando los acordes nos proporciona un subidón muy apropiado para consolidar la impresión final. A partir de la segunda estrofa descubriremos que estamos ante el tema de tempo más alto, y el juguetón y casi oculto teclado que remata las estrofas posiblemente nos recuerde a Pet Shop Boys. Si bien a ustedes la poderosa parte nueva que detiene momentáneamente la canción les recordará tal vez a Clare Maguire. El caso es que, aunque tal vez no termine de explotar como apuntaba, cuando llega a su final, el temaprobablemente nos haya dejado con ganas de más.
Una sensación que seguramente sea extrapolable al resto del disco. Convendrán conmigo en que en estos tiempos es muy infrecuente destacar diez canciones de un mismo disco, pero es que el nivel medio es muy respetable. Puestos a buscarle defectos, tal vez la voz de Lucia tal vez acapare más espacio del necesario, y quizá alguna guitarra más o algún tramo instrumental adicional no habrían estado de más. Incluso una simple batería contundente de principio a fin habría otorgado algo más de variedad al conjunto. De todas formas, a lo largo de estas once canciones los escoceses apenas se repiten: la variedad de tempos y estados de ánimo es más que suficiente, la producción excelente para tratarse de un primer disco, y las cualidades como cantante de Lucia Fairfull, fuera de toda duda. Seguramente no se trate de una propuesta "a la moda" en su sonido (nada de ritmos urbanos, ni trap, ni reguetón), ni en sus letras (escasos barbarismos, nada de machismo, ni de culto al dinero). Y ello probablemente haya jugado en su contra, pues la triste realidad es que su repercusión está siendo muy escasa. Así qe ojalá esta reseña contribuya a darlos un poquito más a conocer, porque se lo merecen.
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