No suelo estar muy interesado en las bandas sonoras cinematrográficas: las que corresponden a películas musicales suelen primar la cohesión argumental y la accesibilidad por encima de la calidad; y las que corresponden al resto de géneros suelen consistir en un batiburrillo más o menos afortunado, con poco espacio para la sorpresa y como mucho uno o dos temas originales escritos específicamente para la ocasión. Pero las bandas sonoras de la saga "The Hunger Games" ("Los juegos del hambre", en español) constituyen una reconfortante excepción. Ya lo supuso la primera entrega hará cerca de dos años, razonablemente cohesionada en torno al country contemporáneo y que, gracias a la aportación de la insustancial Taylor Swift fue un éxito de ventas a nivel mundial. Pero mucho más lo ha sido la segunda entrega, este "Catching Fire" que ha ampliado el abanico estilístico y lo ha convertido en una especie de compendio de algunos de los artistas más interesantes de pop, folk e incluso electrónica que están actualmente en activo, y que colaboran con temas escritos explícitamente para esta banda sonora. Lo que hasta cierto punto es otro nivel de coherencia.
Comenzando por los británicos Coldplay, que abren el álbum con "Atlas", su primer tema nuevo en años. Un tema lento, expansivo, correcto, pero que a mi modo de ver les reafirma una vez más como una de las bandas más sobrevaloradas del panorama musical. Le sigue "Silhouettes", la confirmación de que los islandeses Of Monster and Men no son flor de un día: siguen con su personal estilo, a medio camino entre el pop intimista y el folk con toques fantásticos, y entregan un tema precioso, con un estribillo emocionante. Le sigue la hasta ahora poco conocida cantante y compositora Sia, una australiana con voz y estilo personales que aquí entrega la excelente "Elastic heart", una buena composición realzada por el sello personal de Diplo en la instrumentación y la colaboración del canadiense The Weeknd con su maravillosa voz. Y para seguir con los nombres estelares del panorama actual, los estadounidenses The National proporcionan con "Lean" el cuarto corte del álbum. Me siguen pareciendo unos artistas de una naturalidad y una acústica artificiales, reforzada por la "descuidada" dicción de su lider, Matt Berninger, y lo único realmente llamativo es en mi opinión el complejo ritmo que lleva la batería durante todo el tema.
La primera concesión al público masivo llega con el quinto corte ("We remain"), interpretado por una Christina Aguilera lejos ya de su insustancial periodo de gloria y que se refleja incluso en una voz más grave y de menores registros. Se trata no obstante de una balada suficientemente alejada de lo convencional y centrada en la temática de la película, y por lo tanto aguanta la escucha tras sus cuatro predecesores. Es sólo un punto de inflexión, pues en el sexto corte repite The Weeknd, con "Devil may cry", uno de los mejores temas de su corta carrera: un tema lúgubre, con un excelente equilibrio instrumental entre clasicismo y contemporaneidad y una fantástica interpretación vocal de quien en mi opinión es la mejor voz que ha surgido en lo que llevamos de década, Abel Tesfaye. Le sigue "Who we are", la aportación de los omnipresentes Imagine Dragons, a quienes ya reseñé en este mismo blog el año pasado por ser una de las bandas más interesantes que ha surgido últimamente. Y que sin ser un tema del nivel de "Monster", su otra aportación a bandas sonoras esta temporada (en concreto a "Infinity Blade III"), sí que resulta lo suficientemente diferente y personal como para resultar interesante.
La sensación comercial del momento, la neozelandesa Lorde, demuestra en su espantosa interpretación del clásico "Everybody wants to rulle the world" de Tears For Fears que posiblemente se la esté sobrevalorando a nivel mundial, o que al menos carece de la inteligencia para llevar una versión a su terreno sin destrozarla. "Gale song", de la banda folk-rock estadounidense The Lumineers, hubiera encajado en la primera entrega de la saga, pero aquí está fuera de lugar, y junto con el tema de Lorde pueden saltarse tranquilamente. "Mirror", décimo corte, es la aportación de la británica Ellie Goulding, quien ha arrasado a nivel de ventas con su segundo álbum, respetando su personalidad y una brillante producción de sus canciones, pero vanalizándolas un tanto a la hora de hacerlas más accesibles para el gran público, que es justo lo que le sucede aquí. Y la inclusión de Patti Smith en el siguiente corte obedece más a la intención de incluir a un icono del rock como ella que a su escasa capacidad creativa actual, como lo demuestra "Capitol letter", su más que cuestionable aportación.
La inclasificable Santigold, que podría ser una estrella negra a la altura de Beyoncé o Alicia Keys en un mundo ideal, nos ofrece con "Shooting arrows at the sky" un tema que se queda a medio camino de la excelencia: estupendo arpegio de guitarras, brillantes estrofas creadas a partir de él, un discutible estribillo y una preocupante falta de creatividad para enriquecerlo con alguna otra parte. Mikky Ekko, el compositor de pop clásico que ha tenido un éxito este año a dúo con Rihanna con "Stay", nos ofrece con "Place for us" un tema convencional, atemporal, sin chispa alguna, cuarto candidato a pulsar el forward. Afortunadamente, los neoyorkinos Phantogram insisten con "Lights" en su trip-hop con matices americanos y toques tenebrosos, logrando un tema más que digno. Y el tantas veces meloso Antony Hegarty, líder de Antony and the Johnsons, remata la banda sonora con "Angel on Fire", un tema lento (era inevitable), pero más oscuro que de costumbre y más contenido en lo que a toques sensibleros se refiere, por lo que será difícil que irrite a sus detractores.
En resumen, quince temas originales que incluyen a siete u ocho de los nombres más importantes a nivel creativo actualmente, y nada menos que diez temas de un nivel medio cuando menos interesante. Argumentos que hacen de ésta una de las mejores bandas sonoras de los últimos años. Esperemos que cunda el ejemplo y se siga apostando por la creatividad y los temas nuevos, en lugar de que por bandas sonoras estilo Kiss FM (dicho sea con respeto, por supuesto). La música (y el cine) lo necesitan.
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