domingo, 29 de diciembre de 2024

London Grammar - "The Greatest Love (Deluxe Edition)" (2024)

La que hoy les traigo es la primera reseña en este humilde blog del trío británico London Grammar, a propósito de su cuarto álbum, "The Greatest Love". Aunque no es la primera vez que aparecen por aquí, pues "Nightcall", de su álbum de debut, ya formó parte de la lista de mejores canciones internacionales de 2013, y "Non Believer", de su segundo de disco, de la de mejores canciones internacionales de 2017. Pero con su cuarto álbum por fin han doblegado lo que para mí era su mayor hándicap: la predilección por los temas reposados, de tempo lento, y más bien conservadores desde el punto de vista instrumental. Unos pilares que en pequeñas dosis aseguran temas tan disfrutables como irreprochables, pero que cuando conforman el grueso de un disco son la semilla para que pueda aparecer el aburrimiento y la falta de ganas de adentrarse en un disco así (salvo días puntuales de estado de ánimo particularmente sombrío). Ello no quiere decir que los ingleses hayan variado radicalmente de registro, pero sí que se han atrevido con pequeñas innovaciones instrumentales y ciertos detalles estilísticos que ayudan a actualizar su propuesta. Y dado que conservan su innegable calidad a la hora de crear e interpretar sus canciones, el resultado merece sin duda la pena.

Eso sí, como habrán visto al comienzo, la reseña de hoy se refiere a la edición deluxe de "The Greatest Love". Pues es precisamente en los dos temas adicionales que contiene donde más arriesga el trío, no tanto en lo musical como en la búsqueda de otras emociones que no suelen surgir en la mayoría de esas canciones. Y es ese acercamiento al pop luminoso, a los ritmos ligeramente bailables, a las texturas más electrónicas, lo que oxigena el conjunto y lo hace apto para múltiples escuchas independientemente de nuestro estado ánimo. Aunque claro, como imaginan los temas extra se encuentran justo al final de la edición "estándar", por lo que para llegar a esa amplitud de miras hay que atravesar otras diez canciones que individualmente son irreprochables, pero que se pueden hacer un poco cuesta arriba; habría sido mucho mejor que estuvieran entremezcladas con el resto de temas.

"House" es el tema que abre el disco, y también su indiscutible momento estrella, pues fue escogido como primer sencillo. Con respecto a entregas anteriores del trío, este reencuentro mantiene intacta su personalidad, pero potencia la componente electrónica, con ese ritmo de drum & bass que consiguen acomodar con el arpegio de guitarra acústica del estribillo, en un saludable ejercicio de contemporaneidad. De hecho, en sus calmadas estrofas también hay espacio para efectos y teclados juguetones. El estribillo es notable; la etérea parte nueva en tonas altas, meritoria, los giros en la melodía en las repeticiones finales del estribillo, evidencias de lo elaborada que está la composición, y la interpretación del trío, tan solvente como acostumbra: una gran canción. "Fakest Bitch", segundo corte y cuarto sencillo, prosigue en su habitual senda intimista y melódica, pero es más conservadora en su interpretación, sustentada en la guitarra acústica de Dan Rothman y el piano de Dot Major. A lo largo del tema encontramos algún instrumento más (en esencia teclados reposados que llevan los acordes), pero al final todo depende, como de costumbre, de su trabajada composición (una larga estrofa, un puente claramente separado, un estribillo melancólico y una parte nueva en una progresión armónica diferente). Que vuelve a ser meritoria, pero que evoca una calma que hace que empiecen a aparecer los inconvenientes a los que aludía al principio. "You And I" es su último sencillo hasta la fecha, y vuelve a ser una canción notable, aunque en un registro demasiado parecido a su predecesora. A paliar la similitud entre ambas ayuda algún sampling esporádico y un teclado juguetón de original arpegio. El resto es tan efectivo como conocido: batería acústica, la steel guitar de Rothman, y una sección de cuerda muy presente, con protagonismo especial en la parte nueva. Afortunadamente la composición vuelve a ser intechable, y el cambio en la progresión armónica de la segunda mitad de su estribillo, el más llamativo detalle de esa brillantez compositiva.

Al menos "LA", su cuarto corte, arranca con una caja de ritmos y unos teclados más originales que sus dos predecesoras. Pero la propuesta vuelve a ser la misma: pausa, profundidad, elegancia, brillantez interpretativa, sección de cuerda... Una vez más la composición vuelve a ser lo mejor de la canción, junto a la forma en la que Hannah Reid se desdobla la voz en múltiples tomas hasta lograr un resultado espectacular, y al tramo instrumental final, en el que el productor Tim Bran se luce a la hora de crear una atmósfera ominosa. Curiosamente las alusiones a la ciudad de Los Ángeles de su letra no caen en tópicos californianos, sino que nos cuentan el estado del ánimo del trío tras pasar unos días allí. "Ordinary Life" podría haber sido perfectamente otro sencillo escogido por su refinamiento y su calidad, pero incide en ese hándicap al que me refería antes: lo que propone es muy similar a lo de casi todas sus predecesoras. Además, aquí el estribillo no es tan destacable (más allá del cambio en la progresión armónica y el sintetizador que contrasta con la guitarra y la sección de cuerda), pero las estrofas y el puente sí que destacan por sí mismas. "Santa Fe" vuelve a inspirarse en otra ciudad del Oeste de Estados Unidos y vuelve a proponernos otro momento reposado, con un interesante arpegio de guitarra y un teclado cuyas notas en los tramos instrumentales seguramente les recordarán al de los afiladores que hasta hace poco aún recorrían pueblos y ciudades de España. Las estrofas me parecen fantásticas; el estribillo, agradable sin más. Y la propuesta, pues más de lo mismo.

"Kind of Man", séptimo corte, se construye sobre un arpegio de guitarra de Rothman efectivo pero que puede terminar cansando tras tantas repeticiones en estrofas y estribillos (es seguramente la progresión armónica más floja del álbum), por lo que resulta extraño que fuera escogida como uno de los momentos álgidos del disco. La batería de Major, con su ritmo sincopado, es la pequeña nota de originalidad que ofrece el tema, si bien en directo Reid altera un tanto la interpretación vocal y la hace crecer en cierta medida. "Rescue", con el omnipresente piano de Major aderezado desde el mismo comienzos por efectos sonoros, por fin altera un poco la propuesta con un tempo un poquito más alto y una programación más moderna. Aunque se trata de una de las composiciones menos inspiradas del disco: no en sus estrofas, largas y trabajadas, sino en un estribillo que es simplemente una secuencia tras otra de "na na nas" sin más sustancia; algo que su parte nueva, de las más livianas del disco, tampoco termina de contrarrestar. Sea por esa simpleza o porque el tema lo merece, el caso es que cuando por fin llega "Into Gold" el subidón es inevitable. Noveno corte y tercer sencillo, además del tema más largo de la colección, no es que su propuesta sea radicalmente diferente. Pero sí que la desolación que traslada la excelente interpretación vocal de Reid se apoya desde el mismo comienzo en un sintetizador "lead" más que en el tradicional piano. Y cuando su formidable estribillo en notas altas es remachado por loops vocales distorsionados, ya sí que nos convencemos de que esta vez el trío sí que va en serio a por esos nuevos sonidos. El bombo de la segunda estrofa confirma un tempo más alto, y su segundo estribillo sin percusión ya anuncia un crescendo que arranca con el sintetizador más estridente de todo el álbum. Lo que sigue es más de un minuto instrumental apto para bailar gracias a un colchón sonoro que hace guiños a algunos de los mejores hallazgos de la música techno. Aunque sin perder ni un ápice de su personalidad.

La edición estándar la cierra "The Greatest Love", el tema que da título al álbum. Y que, ahora sí que procede, ralentiza de nuevo el tempo y nos propone una balada con tintes épicos que no desentonaría en el repertorio de Florence + The Machine. De nuevo asistimos a una estupenda interpretación de Reid, un cambio de tonalidad entre medias de su segunda estrofa que enriquece la composición, una instrumentación efectiva dentro de su convencionalismo, un apoteósico tramo final, y una curiosa ambivalencia en su letra, que no se sabe si defiende o cosifica a las mujeres. "Players and Losers" es el primero de esos dos temas adicionales que enriquecen la versión deluze, algo que queda patente desde el singular arpegio de no se sabe muy bien qué instrumento, pero que lleva el ritmo sin necesidad apenas de otra clase de percusión. Una vez más disfrutamos de otra bonita composición de principio a fin. Un detalle adicional a su favor es el juego de voces deconstruidas y sampleadas que arropan su estribillo y parte de las estrofas. Pero la joya que, junto con "Into Gold", encierra el álbum en mi opinión es un "Keep On Dreaming" al que sólo el exceso de celo por no salirse de la línea estilística principal puede explicar su exclusión del tracklist estándar. Un ejercicio coral de optimismo, luminoso de principio a fin, con un precioso teclado que interpreta un arpegio de puro house, una percusión sencillísima a base de un bombo que se basta y se sobra para llevar el ritmo, y un estribillo en notas altas absolutamente pegadizo como principales bazas. Sólo le falta terminar de explotar en su tramo final para haberse convertido en uno de los temas de cabecera de la banda. Por último, el tercer añadido de la edición deluxe es la versión demo de "House". Que aparte de interesante como curiosidad, llama la atención por lo elaborada de su instrumentación para tratarse de una demo: hasta muchas de las frases de Reid están dobladas con una reverberación precisa, que no se obtiene precisamente en una primera toma. Y que cierra así el álbum de la misma forma que lo abría.

Al final llama la atención cómo ese pequeño paso al frente termina por hacer justicia a una de las bandas más injustamente infravaloradas hasta ahora del panorama musical contemporáneo. Porque desde hace años sabemos que se trata de tres excelentes instrumentistas, con una vocalista maravillosa en su registro, y una ambición por crear temas de un pop barroco e intemporal que prime la calidad por encima de cualquier otra consideración. Algo que se les ha venido reconociendo en su país de origen, donde todos sus álbumes han alcanzado al menos el Top 3, incluido este "The Greatest Love" que los ha acercado aunque sea tímidamente a sonidos más actuales. Me imagino que este pequeño paso adelante en su registro no pasará de una curiosidad en su próxima entrega, viendo el poco protagonismo que le han conferido al mismo. En todo caso, mientras que mantengan su talento creativo y su gusto por la música con mayúsculas al margen de modas, seguirán siendo absolutamente recomendables. Aun cuando no siempre apetezca escucharlos.

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