jueves, 26 de diciembre de 2019

Holychild: "The theatrical death of Julie Delicious" (2019)

Una de las sorpresas del año que está a punto de terminar ha sido el retorno a la actividad en formato álbum Holichild. El dúo de Los Ángeles, formado por la vocalista Liz Nistico y el multi-instrumentista Louie Diller, debutó en formato álbum hace más de cuatro años con el interesante aunque irregular "The Shape of Brat Pop to Come". Desde entonces, una gira, y un par de años de silencio que no anticipaban este delirante y colorista "The theatrical death of Julie Delicious", cuyos temas empezaron a ver la luz en formato sencillo en los últimos meses de 2018.

Para su regreso han insistido con su vena ingenua, que les ayuda a afianzar su identidad como artistas pero en mi opinión les resta puntos. Porque el dúo posee una inteligencia innegable a la hora de recrear los mejores trucos del pop de los sesenta y los ochenta pero acercándolos a las sonoridades contemporáneas con una original mezcla de instrumentos acústicos, eléctricos y electrónicos. Pero esa voz casi naïve que adopta Nistico (en la línea de la peor Madonna) puede incluso hacer que una gran canción quede un tanto desapercibida. Y es una pena, porque no abundan las bandas capaces de alcanzar el equilibrio entre nostalgia y modernidad, y hacerlo además con unas canciones bien compuestas y mejor producidas.

Pero es que además ni siquiera han sido libres de incluir en el álbum los temas que han ido viendo la luz en formato sencillo. Supongo que su provocación y su descaro han chocado contra el establishment discográfico, y por eso uno de sus mejores sencillos (si no el mejor), "Bathroom Bitch", una exaltación de su sexualidad en palabras de la propia Nistico, con una letra dura y explícita ("I wanna fuck you in the bathroom, I wanna fuck you on the roof of my car, I wanna drink your juice so badly, I want it dripping from my ass to the floor..."), se ha quedado fuera del disco. En fin, éste es el mundo en el que vivimos, y ésta es la razón por la que bandas como Holychild son tan necesarias. Aunque enfrentarse a sus álbumes no deje de ser un reto.

Reto que comienza con "Over you", también elegido como cuarto sencillo, un medio tiempo construido sobre un teclado obsesivo que repite la misma progresión armónica todo el tiempo (salvo en la etérea parte nueva), y que llama la atención por lo maximizado de su sonido (tanto que a pesar de la profusión de instrumentos a veces cuesta distinguirlos). "Number one" repite en su apuesta por el pop esquizoide de aromas sesenteros, como lo muestran las segundas voces que apostillan la melodía principal, en especial durante su parte nueva. Más entonada me parece "Hundred Thousand Hearts", segundo sencillo en ver la luz, y que no obstante es la mejor prueba de esa ingenuidad impostada que le resta puntos a un tema que por lo demás es tremendamente efectivo como medio tiempo pop de estribillo coreable y parte nueva elaborada y plena de talento, rematado por un piano de una complejidad notable y una trompeta que reflejan lo cuidado de su instrumentación. "Raining romance" ha sido el quinto sencillo del álbum en ver la luz hace unas semanas. Más contemporáneo en estilo y sonido, es uno de los mejores momentos del álbum: olvidándose de su impostada frivolidad, y con una percusión a contracorriente (nada menos que tres ritmos diferentes para estrofa, puente y estribillo), su oscuridad y su original uso del pitch en el intervalo instrumental hacen el resto.

"Haunt me in the night" es la primera balada del álbum. Con un toque muy de final de película romántica de Hollywood, su melodía de tintes clásicos es irreprochable, y su parte nueva y el solo de guitarra de Diller antes de las repeticiones finales del estribillo son puntos a su favor, pero nuevamente pesa más la forma que el fondo. Mejor resulta "Carmelo", sexto corte y tercer sencillo, con una letra sobre la relación de Nistico con su padre. Quizá sea la más electrónica del disco, tanto por los instrumentos utilizados como por la manera con la que juegan con el sonido. En un mundo ideal sería la banda sonora perfecta de una fiesta alternativa: una melodía excelente de principio a fin, y el largo solo de sintetizador al final reflejan la calidad del tema. "Fight for me" atrapa prácticamente desde el comienzo: de referencias claramente ochenteras, la melodía de la estrofa llama la atención por sus tonos altos, y las guitarras distorsionadas del estribillo suponen el mejor contrapunto a la interpretación vocal de Nistico, sobre todo en ese psicodélico final digno de los mejores Oasis.

Aunque para mí el mejor tema del álbum es sin duda "Patron Saint", que curiosamente no ha visto la luz en formato sencillo: sin parte instrumental previa, y quizá con un punto de ingenuidad de más, es un tema infalible para cambiar nuestro estado de ánimo en el día más depresivo: una melodía vocal tan perfecta que parece una versión de los años dorados del pop, y una instrumentación que la complementa pero más en un segundo plano que en cualquier otro tema del disco, para no quitarle protagonismo (salvo en los coros y la sección de viento del tramo instrumental final). "Saturday" es el "baladón" del disco, aunque su comienzo a capella con adornos espaciales no lo deje entrever. Pero en este caso sí se trata de una balada convincente, muy bien cantada, con una certera sección de cuerda, una original parte instrumental, y un final apoteósico. De hecho quizá hubiera sido mejor como cierre del álbum que "Wishing you away", el primer sencillo que anticipó el disco hace casi año y medio. No sé si es que estoy saturado de tanto dem bow (aunque el tema no tenga nada que ver con el reguetón), o si es por la ampulosidad un tanto pretenciosa de su estribillo, el caso es que me parece un tema menor.

Y así se cierra este álbum relativamente corto, no exento de altibajos, lleno de letras impactantes, clichés provocativos e instrumentaciones originales. Aunque si aceptamos el reto de descubrir el valor de cada tema más allá de su superficie, en todos ellos encontraremos giros elaborados, buenos detalles, instrumentaciones originales, una producción brillante, y un puñado de buenas canciones. Pero no nos engañemos: Holychild resultan demasiado superficial para el panorama indie, demasiado arriesgados para el mainstream, y demasiado originales para el guetto de la electrónica, por lo que tienen dificil llegar a un público amplio en cualquiera de esos frentes. Así que espero que no tiren la toalla tras este trabajo tan personal, y que este humilde blog contribuya mínimamente a su difusión.

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