Hace apenas un mes vio la luz "My resignation", el segundo álbum del dúo de origen australiano, aunque residente en Londres, Geowulf. Formada por la excelente cantante e instrumentista Star Kendrick y el multi-instrumentista Toma Benjanin, han sido una de las debilidades de este humilde blog desde que debutaron en formato sencillo hace tres largos años, si bien su álbum de debut "Great big blue" vio la luz hace apenas año y medio. Una circunstancia que me ha pillado con el paso cambiado, pues pensaba que iban a tardar más tiempo en darle continuidad. Por lo cual mi siguiente recelo era constatar si el álbum estaría bien trabajado, o si simplemente habrían corrido más de la cuenta para mantener el foco de los medios sobre ellos y labrarse así una carrera musical duradera.
Pues bien, puedo adelantar que el álbum posee el nivel suficiente para todos aquellos que gusten del equilibrio entre indie-pop y pop ensoñador de corte clásico, sin estridencias. Quizá no haya un par de temas estrellla del calibre de "Don't talk about you" y "Drink too much", falte algo más de experimentación en algún momento, y algunos temas se parezcan entre ellos más de la cuenta, pero lo cierto es que hay buenas melodías, suficiente emoción y la dosis justa de cambios de registro para que "My resignation" se pueda escuchar de principio a fin sin necesidad de pulsar el "forward". Y eso a la hora de afrontar el siempre temido segundo álbum es ya una garantía de éxito.
Con buen criterio el álbum lo abre "My resignation", la canción que da título al álbum y su indiscutible tema estrella. Una composición pop de estructura clásica, de estrofas elaboradas y estribillo sencillo a la vez que de letra desoladora, con unos arreglos muy bien elaborados para armonizar las distintas partes, una poco habitual en estos tiempos subida de tono en la tercera estrofa y una coda final que aprovecha todas las bondades de los tres minutos anteriores. "I see red", segundo corte, fue el primer sencillo en adelantar el álbum: algo más electrónica que la anterior (percusión y sintetizadores programados), llama la atención su estrofa de notas bajas y relativamente desnudas que explota en un estribillo guitarrero y luminoso que mejora la impresión general del tema. "Lonely" fue el último de los sencillos en anticipar el disco: más acústico que las anteriores (ahora todos los instrumentos sí son "reales"), y para mí una evocación perfecta de ese pop elegante que mira con respeto a los sesenta y que tan bien han sabido recrear Saint Etienne en tantas ocasiones (y por cierto con un vídeo en el que Kendrick luce en ropa interior todos sus encantos). Aunque no llega a ser un temazo.
"He's 31" también fue adelantado en formato sencillo hace unos meses: un arpegio de guitarra y la excelente interpretación de Kendrick son los argumentos para engancharnos hasta que aparece esa batería deudora del "Be my baby" de The Ronettes que en mi opinión no le favorece, y más tarde un estribillo que se hace de rogar dos largos minutos pero que cuando por fin aparece evidencia el talento de los australianos para componer melodías extensas e intemporales. "Round and round" es el primer tema con el que puede tenerse la sensación de excesivo parecido a las canciones anteriores, y de hecho la estrofa es simplemente correcta, pero el estribillo con la steel guitar de Benjamin llenando todos los huecos que deja la voz de Kendrick justifica su inclusión en el álbum, en especial con el teclado etéreo que redondea las repeticiones finales. Aunque prefiero "I want you tonight": más oscura y clásica con sus acordes menores llevados por una tradicional guitarra acústica, se trata de otra melodía a la que pocos defectos se le pueden poner, y el arpegio de guitarra de los intervalos instrumentales es tan sencillo como certero.
"Evolution" probablemente sea la letra más original del álbum, sobre unos jóvenes amantes que se plantearon tener hijos ("I wanted your children, It's probably only evolution, Our bodies over reason"), y que cantan sobre un medio tiempo que es puro dream pop de instrumentación convencional y melodía irreprochable sin caer en la cursilería, algo que para sí quisieran otras bandas del mismo corte como The Narrative. Y "Falling" probablemente sea la instrumentación más personal del álbum, desde su chirriante sintetizador del comienzo, pasando por su bajo electrónico, y acabando por esos teclados etéreos que envuelven la sencilla melodía de su estribillo, aunque quizá lo más meritorio sea la larga y elaborada parte nueva. Y "Rainy day" el más flojo, con esa cadencia impostada del country-pop que podría haber interpretado Sheryl Crow, y que encima se ve ralentizada en su simplemente discreto estribillo adornado por un mellotron, tal vez lo único llamativo. "If only I could feel it" es otro lento, más introspectivo que el anterior, sobre un amor no correspondido, que cumple su función pero tampoco destaca especialmente si tenemos en cuenta que apenas dura tres minutos. Y el disco lo cierra "Celebrate", que juega al despiste con su extraño comienzo, pero que termina siendo otra melodía cristalina, de largas estrofas separadas en dos tramo, y estribillo expansivo que viene muy a cuento para rematar el álbum, en especial durante su minuto final, de inesperadas guitarras distorsionadas.
La reseña favorable de prácticamente todos los temas no debería ocultar que el disco dista de ser una gran obra, pues transita casi siempre por las mismas aguas. Pero Geowulf navegan con viento a favor gracias a su capacidad para componer canciones de pop clásico, al margen de las modas, siempre bien arregladas y mejor interpretadas. Por lo que este "My resignation" puede servir como bálsamo desintoxicador para tanto trap, tanto reguetón y tanto streaming de encefalograma plano como nos rodea. Debe de ser que las antípodas están lo suficientemente lejos para mantenerse al margen de estas nefastas modas.
Un aficionado a la música pop-rock contemporánea que no se resigna a que creer que ya no se publica música de calidad.
domingo, 24 de noviembre de 2019
domingo, 10 de noviembre de 2019
Noel Gallagher's High Flying Birds - "Black star dancing", "This is the place" (2019)
Después de su flojísimo "Who built the moon?" (2017), el mayor de los Gallagher está empleando este 2019 en explorar lo que para él son nuevas vías musicales. Y digo para él porque de todos es sabido que, a pesar de ser un compositor contrastado, Noel siempre ha tenido la mirada puesta en décadas anteriores a las que por su edad le corresponderían: a lo largo de su trayectoria en Oasis fue más que comentada su fijación por The Beatles, aunque debo añadir que para mí esa referencia es insuficiente, y debería ampliarse a todo el rock de la segunda mitad de los sesenta y primera mitad de los setenta, que Gallagher recreó con incuestionable talento. Pero hete aquí que su carrera en solitario empezaba a tener gastadas estas referencias, así que ahora se ha puesto a ver y escuchar largas sesiones del Top Of The Pops de la BBC, y ha decidido inspirarse en el pop-rock de la segunda mitad de los ochenta y de la primera mitad de los noventa para intentar revitalizar su sonido.
Lo curioso es que, quizá por temor a entregar un cuarto álbum en solitario demasiado disruptivo con los anteriores, ha optado por ir publicando esas nuevas composiciones en formato EP. Así que en los últimos meses han visto la luz "Black star dancing" y "This is the place", cada uno de ellos con tres nuevas canciones y dos remezclas/instrumentales (sí, sí, han leído bien, Noel Gallagher remezclado para la pista de baile). Me parece una forma lícita de dar rienda a sus nuevas inquietudes musicales sin defraudar a sus fans, aunque con el lógico inconveniente de que ese eventual cuarto álbum se puede estar complentando en pequeñas dosis.
¿Y el resultado? Pues ante todo debo decir que la disrupción no es tanta: sí en los dos sencillos extraídos, que son los que dan título a los respectivos EPs, pero no en las otras cuatro composiciones, que mayoritariamente suenan al Noel Gallagher de toda la vida: intimista, psicodélico, sesentero, con instrumentación clásica y predominio de las guitarras. En otras palabras: que aquellos fans que miren con malos ojos su giro hacia las pistas de baile de hace treinta años, pueden seguir haciéndose con los EPs y probablemente encuentren temas que continúen siendo de su agrado. Y un último apunte antes de ir al análisis individual de cada canción: a Noel le cuestan las estrofas de este nuevo rock para la pista de baile. Y es que comparadas con tantos y tantos temazos de su carrera, las de "Black star dancing" y "This is the place" pecan en ambos casos de simplonas.
"Black star dancing" sorprende desde el principio por sus sintetizadores en trémolo y su batería de sonidos electrónicos. Pero en seguida notamos que el tramo instrumental del comienzo y todas las estrofas son los mismos dos acordes ramplones. Menos mal que el estribillo inyecta otra energía y resulta disfrutable, aunque está claro que recrea sin disimulo a los injustamente olvidados INXS (hasta la voz recuerda a la de Michael Hutchence), y que el solo de guitarra de su ex-compañero en la segunda época de Oasis, Gem Archer, es digno. "Rattling rose" es un medio tiempo acústico que podría haber figurado perfectamente en cualquiera de sus tres álbumes en solitario, y que tiene como rasgo más destacable su psicodélico estribillo (con "pa-ra-pa-pá" femeninos en sus repeticiones finales). Y "Sail on" es una de esas fantásticas baladas que Noel sigue sabiendo crear a pesar de los años, y que por sí sola justifica todo el EP: una letra triste sobre la necesidad de no echar raíces y seguir luchando, y ahora sí unas estrofas que emocionan sin necesidad de alzar la voz, además de un estribillo coreable con el cambio de tonalidad justo al final.
"This is the place" me parece un punto superior a "Black start dancing" como tema exploratorio de esa nueva dirección musical. Está claro que esta vez Noel se ha fijado en el sonido de su ciudad, el Madchester de finales de los ochenta, aunque no hay un parecido tan evidente como en el caso de INXS (tal vez podríamos citar a Happy Mondays, aunque el peor Noel canta mucho mejor que el mejor Shaun Ryder). Otra vez sorprende lo sintético de la percusión (esta vez no podemos hablar sólo de la batería). Además, las estrofas están un poquito más elaboradas, pero sin duda lo que llama la atención es el loop sintetizado de una especie de caja de música que arranca en el primer estribillo y ya no nos abandona, junto con los coros femeninos que llevan el tema a otra dimensión, envolvente y con un saludable punto psicótico. "A dream is all I need to get by" es la balada de este segundo EP, más acústica y psicodélica si cabe que "Sail on", aunque no tan inspirada porque las estrofas no son tan brillantes como su certero y humano estribillo, recreado con gusto en los inevitables "pa-ra-ra-rá". Y "Evil flower" cierra la terna con un tema que sí vuelve a intentar acercarse en cierta medida al sonido Madchester con su bajo programado, su batería arrastrada y su sampling en segundo plano, pero al que le falta estructura de canción convencional, pues su alternancia de pasajes guitarreros y una especie de estribillo que se repite ocasionalmente se queda escasa para llamar la atención dentro de su discografía.
Con lo que al final, aunque los nuevos temas resulten interesantes y razonablemente disfrutables, lo que más perdura de estos dos EPs son las dos baladas clásicas que el mayor de los Gallagher sigue sabiendo componer. Cabe preguntarse si completará estos dos EPs con más temas hasta formar parte de su cuarto álbum en solitario, o si por el contrario abandonará estas exploraciones para entregar un nuevo disco más convencional. Personalmente preferiría lo primero, pero sin cerrarse espacio para combinar pasado y presente, porque por mucho que quiera acercarse a otras décadas, Noel ha pasado ya a la historia como uno de los mejores compositores de los sesenta y los setenta, con treinta años de retraso, y aún es capaz de seguir añadiendo muescas a ese anejo revólver.
Lo curioso es que, quizá por temor a entregar un cuarto álbum en solitario demasiado disruptivo con los anteriores, ha optado por ir publicando esas nuevas composiciones en formato EP. Así que en los últimos meses han visto la luz "Black star dancing" y "This is the place", cada uno de ellos con tres nuevas canciones y dos remezclas/instrumentales (sí, sí, han leído bien, Noel Gallagher remezclado para la pista de baile). Me parece una forma lícita de dar rienda a sus nuevas inquietudes musicales sin defraudar a sus fans, aunque con el lógico inconveniente de que ese eventual cuarto álbum se puede estar complentando en pequeñas dosis.
¿Y el resultado? Pues ante todo debo decir que la disrupción no es tanta: sí en los dos sencillos extraídos, que son los que dan título a los respectivos EPs, pero no en las otras cuatro composiciones, que mayoritariamente suenan al Noel Gallagher de toda la vida: intimista, psicodélico, sesentero, con instrumentación clásica y predominio de las guitarras. En otras palabras: que aquellos fans que miren con malos ojos su giro hacia las pistas de baile de hace treinta años, pueden seguir haciéndose con los EPs y probablemente encuentren temas que continúen siendo de su agrado. Y un último apunte antes de ir al análisis individual de cada canción: a Noel le cuestan las estrofas de este nuevo rock para la pista de baile. Y es que comparadas con tantos y tantos temazos de su carrera, las de "Black star dancing" y "This is the place" pecan en ambos casos de simplonas.
"Black star dancing" sorprende desde el principio por sus sintetizadores en trémolo y su batería de sonidos electrónicos. Pero en seguida notamos que el tramo instrumental del comienzo y todas las estrofas son los mismos dos acordes ramplones. Menos mal que el estribillo inyecta otra energía y resulta disfrutable, aunque está claro que recrea sin disimulo a los injustamente olvidados INXS (hasta la voz recuerda a la de Michael Hutchence), y que el solo de guitarra de su ex-compañero en la segunda época de Oasis, Gem Archer, es digno. "Rattling rose" es un medio tiempo acústico que podría haber figurado perfectamente en cualquiera de sus tres álbumes en solitario, y que tiene como rasgo más destacable su psicodélico estribillo (con "pa-ra-pa-pá" femeninos en sus repeticiones finales). Y "Sail on" es una de esas fantásticas baladas que Noel sigue sabiendo crear a pesar de los años, y que por sí sola justifica todo el EP: una letra triste sobre la necesidad de no echar raíces y seguir luchando, y ahora sí unas estrofas que emocionan sin necesidad de alzar la voz, además de un estribillo coreable con el cambio de tonalidad justo al final.
"This is the place" me parece un punto superior a "Black start dancing" como tema exploratorio de esa nueva dirección musical. Está claro que esta vez Noel se ha fijado en el sonido de su ciudad, el Madchester de finales de los ochenta, aunque no hay un parecido tan evidente como en el caso de INXS (tal vez podríamos citar a Happy Mondays, aunque el peor Noel canta mucho mejor que el mejor Shaun Ryder). Otra vez sorprende lo sintético de la percusión (esta vez no podemos hablar sólo de la batería). Además, las estrofas están un poquito más elaboradas, pero sin duda lo que llama la atención es el loop sintetizado de una especie de caja de música que arranca en el primer estribillo y ya no nos abandona, junto con los coros femeninos que llevan el tema a otra dimensión, envolvente y con un saludable punto psicótico. "A dream is all I need to get by" es la balada de este segundo EP, más acústica y psicodélica si cabe que "Sail on", aunque no tan inspirada porque las estrofas no son tan brillantes como su certero y humano estribillo, recreado con gusto en los inevitables "pa-ra-ra-rá". Y "Evil flower" cierra la terna con un tema que sí vuelve a intentar acercarse en cierta medida al sonido Madchester con su bajo programado, su batería arrastrada y su sampling en segundo plano, pero al que le falta estructura de canción convencional, pues su alternancia de pasajes guitarreros y una especie de estribillo que se repite ocasionalmente se queda escasa para llamar la atención dentro de su discografía.
Con lo que al final, aunque los nuevos temas resulten interesantes y razonablemente disfrutables, lo que más perdura de estos dos EPs son las dos baladas clásicas que el mayor de los Gallagher sigue sabiendo componer. Cabe preguntarse si completará estos dos EPs con más temas hasta formar parte de su cuarto álbum en solitario, o si por el contrario abandonará estas exploraciones para entregar un nuevo disco más convencional. Personalmente preferiría lo primero, pero sin cerrarse espacio para combinar pasado y presente, porque por mucho que quiera acercarse a otras décadas, Noel ha pasado ya a la historia como uno de los mejores compositores de los sesenta y los setenta, con treinta años de retraso, y aún es capaz de seguir añadiendo muescas a ese anejo revólver.
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