Como ya es costumbre en mi blog sobre música contemporánea ha llegado la hora de echar la vista atrás y proponer listas que nos permitan sintetizar lo mejor de este 2018 que nos dejó hace unos días. Como el volumen de discos publicados excede ampliamente los cincuenta o sesenta que consigo escuchar anualmente, no voy a proponer una lista de mejores álbumes del año, que con seguridad sería incompleta e inexacta. Pero una vez más sí que voy a proponer una lista con 20 canciones internacionales que recordar de este 2018. Con los dos criterios ya conocidos del blog: seleccionar temas que hayan visto la luz en formato sencillo/videoclip, y escoger una única canción por artista, para conseguir una panorámica lo más amplia posible de los últimos doce meses. Con la ambición de localizar la creatividad, el talento, la personalidad, la melodía y, al fin y al cabo, la calidad que siempre anhela encontrar este humilde blog.
Nuevamente los E.E.U.U. y el Reino Unido han copado el grueso de la lista, resistiendo ante la tozudez del siempre plano hip-hop y sus derivados. Pero también ha quedado espacio para artistas de otras partes del mundo, como Australia, Alemania, Canadá, Suecia o Dinamarca. Y es que en cualquier parte del mundo surge la chispa que logra emocionarnos. Ésta es la lista:
1. Chvrches - "Miracles". Por fin un tema al nivel de las expectativas que habían despertado desde que publicaron su primer álbum. No es pop, no es rock, no es electrónica, no es una balada, no es convencional, no es experimental. Es todo eso a la vez. Y es la canción del año.
2. Mating Ritual - "Splitting in two". La mejor canción del panorama alternativo en este 2018. En clara evolución respecto a su primer álbum, los californianos entregan un tema extrañamente instrumentado y cantado, pero tan bien compuesto y arreglado que apetece volver a escucharla una y otra vez.
3. Reed & Caroline - "Before". Por increíble que parezca, un grupo tan experimental en lo musical y tan a contracorriente en su propuesta, ha entregado al mismo tiempo la mejor letra del año, una reflexión filosófica demoledora, ensalzada eso sí por una excelente interpretación vocal y una melodía intemporal.
4. Florence + The Machine - "Big God". Florence Welch sigue manteniendo su increíble talento para crear himnos con los que expandir su carrera en cada nuevo álbum. Oscura, cautivadora, personalísima y sobre todo con la mejor interpretación vocal de este 2018.
5. Orbital - "Tiny foldable cities". Otro retorno que ha superado las expectativas más optimistas, y también el mejor tema instrumental del 2018. Un carrusel impresionante de ideas y sonidos originales (más apreciable aún en la versión del álbum), con lo complicado que es eso con los medios técnicos actuales. Pero es que la progresión armónica y la superposición de melodías son brillantísimas.
6. Rüfüs du Sol - "Lost in my mind". Desde Australia, una de las mejores bandas que ha surgido en esta década, y que sigue expandiendo su arrolladora personalidad con su dance-pop elegante, de calidad, y ahora también más contemporáneo e inquietante que nunca.
7. NoMBe featuring Big Data - "Drama". De origen alemán aunque afincado en Estados Unidos, NoMBe ha debutado con la mejor canción de música negra del 2018. Es puro soul, pero también bebe del funky en sus guitarras y recupera los violines del sonido philly. Y todo ello con una fantástica melodía y una instrumentación plenamente contemporánea.
8. Lydmor - "Money Towers". La mejor canción de elecro-pop de los últimos doce meses. Renunciando a mirar a los ochenta como tantos otros artistas, la danesa Jenny Rossande ha entregado el mejor álbum de su carrera, del que sobresale este temazo que recupera influencias étnicas a lo Odesza, los teclados del trance e incluso la cadencia del reguetón, para rematar el conjunto con un desconcertante y a la vez maravilloso estribillo.
9. Cloves - "Bringing the house down". Rock clásico entregado desde las antípodas. El tema que Jack White siempre ha querido escribir, pero mucho mejor cantado, más elegante y con la sorpresa de la instrumentación sinfónica en el estribillo.
10. You Drive - "Home in my love". Un proyecto paralelo formado por Makeup + Vanity Set y Jasmin Kaset que desgraciadamente ha pasado completamente desapercibido. Synth-pop de aire retro pero con una melodía tan melancólica y maravillosa, una interpretación vocal tan perfecta y un puñado de sintetizadores y efectos tan inspirados que habría sido un clásico en un mundo ideal.
11. SSION - "Comeback". El mejor tema para salir de fiesta de este 2018. El siempre transgresor y ultra-creativo Cody Critcheloe regresó seis años después con este tema de música de baile que emparenta Kylie Minogue con Scissor Sisters y los pasa por la batidora experimental de The Chemical Brothers. Petardeo de calidad. Y por cierto, con un vídeo muy elaborado y original.
12. Poppy - "Time is up". Ni Ariana Grande, ni Camilla Cabello, ni Charlie XCX, ni Selena Gómez. Si quieren Vd. a una artista femenina veinteañera que entregue pop para adolescentes de todo el mundo, pero con talento y calidad para ser disfrutado por públicos musicalmente más exigentes, quédense con Poppy. Con la ayuda de Dipplo entregó este tema de pop envolvente, psicodélico, tecnificado y bailable. Música para las masas.
13. Bob Moses - "Back down". Los canadienses han generalizado su sonido con su segundo álbum, pero también han aumentado su capacidad de componer temas como éste, clásico, atemporal y elegante a partes iguales. Ideal para admiradores de Coldplay.
14. Still Corners - "Black lagoon". Los estadounidenses siguen en su mundo particular de dream pop intimista y guitarrero, como lo demuestra esta gran canción, sin duda el mejor comienzo instrumental del pasado año. Casi seis minutos intensamente demoledores. "Can't get away...".
15. Robyn - "Missing U". El flojísimo retorno de la cantante y compositora sueca tras ocho años al menos contenía este temazo, a la altura de los grandes momentos de su dilatada carrera. Melancolía para la pista de baile con Giorgio Moroder entre ceja y ceja, y una emocionante sinceridad en su letra y música.
16. Let's Eat Grandma - "Falling Into Me". Las todavía adolescentes Rosa Walton y Jenny Hollingworth han demostrado que a pesar de su edad, su apariencia y lo cándido de su nombre artístico, esconden un talento inconcebible. Especialmente en temas derivativos como éste, con una estructura nada convencional, la psicodelia como bandera, la experimentación sintética como anhelo y las melodías justas para poder disfrutar del resultado durante seis minutos. Increíble pero cierto.
17. Cat Power & Lana del Rey - "Woman". El regreso de la reina del indie-folk-country se quedó un escalón por debajo de lo esperado, pero contenía este argumento para todos los públicos a dúo con la mainstream Lana del Rey. Reivindicando en un momento muy adecuado el papel de las mujeres con una fantástica estrofa, el necesario hammond y un simplón pero efectivo estribillo.
18. Illenium - "Take you down". El estadounidense Nicholas D. Miller anticipó hace unos meses el que será su tercer álbum con otro tema de future bass marca de la casa: un precioso arpegio de guitarra, intimismo a raudales, sus bajos sintetizados convenientemente modulados y una maravillosa melodía. Volviendo a demoler prejuicios sobre la creatividad de los DJs.
19. Dubstar - "Why don't you kiss me". Su regreso sorpresa tras nada menos que dieciocho años aunó respeto por su carrera y capacidad para seguir componiendo buenas canciones de pop clásico, luminoso, con la dosis justa de tecnología y sus siempre brillantes arabescos instrumentales, como éste.
20. Lala Lala - "Destroyer". Aunando garage, post-rock y grunge con un estribillo imposible y fascinante, la banda de rock alternativa estadounidense se ha ganado por méritos propios su hueco en esta lista. Para los que pensaban que la música de guitarras sucias y pocos medios ya no daba más de sí.
Como sucede siempre que se propone una lista de este tipo, seguro que echan en falta otros temas de gran calidad que se han quedado fuera. De hecho, probablemente plantee como hice el año pasado otra lista de 20 temas interesantes y recomendables de este 2018. Pero de momento quédense con esta lista, que pone de manifiesto que si no nos conformamos con las modas y los revivals podremos seguir encontrando emoción y creatividad contemporáneas.
Un aficionado a la música pop-rock contemporánea que no se resigna a que creer que ya no se publica música de calidad.
sábado, 19 de enero de 2019
sábado, 5 de enero de 2019
Dubstar: "One" (2018)
Quizá el retorno más inesperado de este 2018 que nos acaba de dejar haya sido el de los ingleses Dubstar. Que fueron una de mis bandas favoritas durante la década de los noventa, cuando transcurrió la totalidad su carrera. Su dream pop con toques electrónicos y relativamente bailable los situaba en un exquisito punto medio entre Saint Etienne (más poppy y bailables) y One Dove / Dot Allison (más envolventes y experimentales). El por aquel entonces trío editó tres álbumes ("Disgraceful" (1995), "Goodbye" (1997) y "Make it better" (2000)) que gozaron de un merecido reconocimiento internacional a nivel de crítica y ventas, aunque en esos tres discos era claramente apreciable su evolución desde un sonido más comercial y electrónico a otro más personal y relativamente más acústico. Justo después de publicar su tercer disco, cuando su éxito y repercusión estaban en claro declive, Steve Hiller, teclista y compositor, abandonó la banda y poco después el ya dúo se separó (antes incluso de que se publicara su álbum de grandes éxitos). Sarah Blackwood, su vocalista y también compositora, pasó a formar parte de la banda de techno femenina Client, y en ella militó durante la década siguiente. Desde entonces nada se sabía de ella, ni tampoco del guitarrista y también compositor Chris Wilkie.
Hasta que hace unos meses Blackwood y Wilkie anunciaron que estaban trabajando en un nuevo álbum junto con el reputado productor Youth (que ha producido a de The Verve, The Orb, Dido y muchos más). Y así hace un par de meses que vio la luz este "One", un álbum de diez canciones compuestas por el ahora dúo, al que debo admitir que me enfrenté con ciertas dudas. Primero por ser el primer álbum sin Hiller en la composición, lo que era una dificultad creativa y podía alejar del sonido de la banda sus sintetizadores tan característicos y sus efectivas cajas de ritmos. Y segundo porque tras dieciocho años era difícil discernir si el retorno tenía realmente fines creativos, o era una mera excusa para poder salir de gira. Por no hablar de que no sabía en qué fase de su evolución musical se encuadrarían estas nuevas canciones.
Y la primera aproximación fue decepcionante: "Love comes late", tema que abre el disco además de su tercer sencillo, es bastante floja, un medio tiempo de instrumentación demasiado convencional, en una tonalidad tan grave que no favorece la interpretación vocal de Blackwood y con un estribillo de una única frase bastante ramplón. Pero he decir también que se trata del peor momento del álbum, y que el resto funciona con naturalidad sorprendente como la continuación de "Make it better", sin que se eche mucho de menos a Hiller. "Love gathers" ya sube claramente el listón: un tempo un poco más alto, con un precioso arpegio de guitarra al comienzo y en los intervalos instrumentales, unas estrofas brillantes y un estribillo un poco menos inspirado pero mucho más elaborado que en el primer corte, que nos envuelve y nos insufla optimismo a la vez, y que perfectamente podría haber sido publicada como sencillo. Es cierto que "Torched", nuevamente más acústica y lenta, baja otra vez un escalón, pero su luminoso estribillo (sección de cuerda incluida), el original cambio de tonalidad en la parte nueva, y su coda final son razones suficientes para no pulsar el forward. Y es que lo mejor está por llegar.
"Please stop leaving me alone" es Dubstar en estado puro, con sus evocadoras estrofras a partir de la guitarra acústica de Wilkie y la voz de Blackwood, que habrían encajado perfectamente en "Make it better", y cuyo largo intervalo instrumental, muy elaborado, termina de rematar el resultado. Aunque prefiero "I hold your heart", con ese comienzo con sección de viento que recuerda a los primeros tiempos de Swing Out Sister, y una estrofa muy bien desarrollada y mejor arreglada que da paso a un irresistible estribillo con la sorpresa del cambio de tonalidad. Aunque tal vez el sonido vuelva a ser demasiado convencional para sus señas de identidad. "Waltz nº 9" fue el sencillo que anticipó el álbum, y como su nombre indica está desarrollado sobre un inhabitual en la música contemporánea ritmo ternario. Ése es su mayor acierto, porque su sencillez pop anda un poco falta de gancho, y las estrofas vuelven a estar compuestas en unas notas demasiado bajas para la voz de Blackwood.
Tras estos seis primeros temas podría pensarse que "One" no ha merecido realmente los dieciocho años de espera, porque es cierto que combina momentos más inspirados (aunque sin llegar a un nivel estelar )con otros curiosos y correctos pero más anodinos. Sin embargo, y contra lo que suele ser habitual en la gran mayoría de discos, el tercio final del mismo encierra sus mejores momentos y potencia la impresión global. Empezando por "You were never in love", segundo sencillo y primer gran momento del álbum. Ahora sí con un sintetizador envolvente para llevar los acordes y un bajo electrónico, podría haber sido perfectamente un tema perdido de "Disgraceful": un medio tiempo en el que hasta la batería merece una atención especial con sus distintas cajas, con una estrofa que prepara el terreno para un inspirado estribillo (incluyendo una en desuso subida de un tono en sus repeticiones finales), aunque personalmente lo que más me gusta son los juegos que hacen con la partitura en la parte nueva. Aún más brillantes me parecen los casi seis minutos de "Locked inside", una maravilla desde su cinematográfico y ahora sí tecnológico comienzo, que da lugar a unas estrofas frías y cautivadoras a la vez, muy en la línea de "Goodbye". Y con la sorpresa del sampling de las contundentes y casi míticas baterías y percusión de "Shout", el clásico de Tears For Fears. Que da lugar a un meritorio estribillo, y que sin embargo palidece ante ese inesperado segundo estribillo, arrebatador con su imposible equilibrio entre el arpegio de guitarra y sus sintetizadores sincopados, sin duda la mejor forma de ilustrar su certera y a la vez asfixiante letra. "Why don't you kiss me", penúltimo corte y cuarto sencillo, es el tema más rápido del álbum y muy en la línea de "Disgraceful", con otra preciosa estrofa y un mejor si cabe estribillo, Wilkie particularmente inspirado con sus arabescos de guitarra, los suficientes sintetizadores para no echar de menos a Hiller, y la curiosidad de que la base rítmica en las estrofas recuerda muchísimo al de "Everybody wants to rule the world", el otro gran clásico de Tears For Fears. Y el álbum lo cierra otro gran momento, "Mantra", también su canción más larga. Que es cierto que se inspira en el "Hey Jude" de The Beatles en su apoteósica y efectiva coda final sobre acordes mayores, pero que también nos propone un comienzo que va añadiendo con naturalidad instrumentos, unas meritorias y larguísimas estrofas con toda la personalidad del dúo, y ese estribillo casi rockero con guitarra distorsionada y platos de batería en primer plano.
"One" es un álbum honesto, consistente, trabajado, muy bien producido, y con la calidad suficiente para no desmerecer en la discografía del grupo. Y que demuestra que el secreto del pop atemporal es el talento creativo y no tanto la edad de sus creadores. Personalmente habría agradecido algún guiño más a la pista de baile y algo más de riesgo en la instrumentación de algunas canciones, pero lo que tengo claro es que para cualquier fan de la banda que se reencuentre con ellos las expectativas van a verse cumplidas con creces. Y para aquellos que gusten del pop sofisticado para hacerles el día a día más llevadero, descubrirlos va a ser un pequeño placer. Lo que es decir mucho de estos dos casi cincuentones. ¿Habrá continuación para este "One"? ¿Tardará otros dieciocho años? Imposible saberlo. Pero de momento disfrutemos de ese fantástico tercio final, al que muy pocos artistas han conseguido igualar en este 2018 que nos acaba de dejar. Merece la pena.
Hasta que hace unos meses Blackwood y Wilkie anunciaron que estaban trabajando en un nuevo álbum junto con el reputado productor Youth (que ha producido a de The Verve, The Orb, Dido y muchos más). Y así hace un par de meses que vio la luz este "One", un álbum de diez canciones compuestas por el ahora dúo, al que debo admitir que me enfrenté con ciertas dudas. Primero por ser el primer álbum sin Hiller en la composición, lo que era una dificultad creativa y podía alejar del sonido de la banda sus sintetizadores tan característicos y sus efectivas cajas de ritmos. Y segundo porque tras dieciocho años era difícil discernir si el retorno tenía realmente fines creativos, o era una mera excusa para poder salir de gira. Por no hablar de que no sabía en qué fase de su evolución musical se encuadrarían estas nuevas canciones.
Y la primera aproximación fue decepcionante: "Love comes late", tema que abre el disco además de su tercer sencillo, es bastante floja, un medio tiempo de instrumentación demasiado convencional, en una tonalidad tan grave que no favorece la interpretación vocal de Blackwood y con un estribillo de una única frase bastante ramplón. Pero he decir también que se trata del peor momento del álbum, y que el resto funciona con naturalidad sorprendente como la continuación de "Make it better", sin que se eche mucho de menos a Hiller. "Love gathers" ya sube claramente el listón: un tempo un poco más alto, con un precioso arpegio de guitarra al comienzo y en los intervalos instrumentales, unas estrofas brillantes y un estribillo un poco menos inspirado pero mucho más elaborado que en el primer corte, que nos envuelve y nos insufla optimismo a la vez, y que perfectamente podría haber sido publicada como sencillo. Es cierto que "Torched", nuevamente más acústica y lenta, baja otra vez un escalón, pero su luminoso estribillo (sección de cuerda incluida), el original cambio de tonalidad en la parte nueva, y su coda final son razones suficientes para no pulsar el forward. Y es que lo mejor está por llegar.
"Please stop leaving me alone" es Dubstar en estado puro, con sus evocadoras estrofras a partir de la guitarra acústica de Wilkie y la voz de Blackwood, que habrían encajado perfectamente en "Make it better", y cuyo largo intervalo instrumental, muy elaborado, termina de rematar el resultado. Aunque prefiero "I hold your heart", con ese comienzo con sección de viento que recuerda a los primeros tiempos de Swing Out Sister, y una estrofa muy bien desarrollada y mejor arreglada que da paso a un irresistible estribillo con la sorpresa del cambio de tonalidad. Aunque tal vez el sonido vuelva a ser demasiado convencional para sus señas de identidad. "Waltz nº 9" fue el sencillo que anticipó el álbum, y como su nombre indica está desarrollado sobre un inhabitual en la música contemporánea ritmo ternario. Ése es su mayor acierto, porque su sencillez pop anda un poco falta de gancho, y las estrofas vuelven a estar compuestas en unas notas demasiado bajas para la voz de Blackwood.
Tras estos seis primeros temas podría pensarse que "One" no ha merecido realmente los dieciocho años de espera, porque es cierto que combina momentos más inspirados (aunque sin llegar a un nivel estelar )con otros curiosos y correctos pero más anodinos. Sin embargo, y contra lo que suele ser habitual en la gran mayoría de discos, el tercio final del mismo encierra sus mejores momentos y potencia la impresión global. Empezando por "You were never in love", segundo sencillo y primer gran momento del álbum. Ahora sí con un sintetizador envolvente para llevar los acordes y un bajo electrónico, podría haber sido perfectamente un tema perdido de "Disgraceful": un medio tiempo en el que hasta la batería merece una atención especial con sus distintas cajas, con una estrofa que prepara el terreno para un inspirado estribillo (incluyendo una en desuso subida de un tono en sus repeticiones finales), aunque personalmente lo que más me gusta son los juegos que hacen con la partitura en la parte nueva. Aún más brillantes me parecen los casi seis minutos de "Locked inside", una maravilla desde su cinematográfico y ahora sí tecnológico comienzo, que da lugar a unas estrofas frías y cautivadoras a la vez, muy en la línea de "Goodbye". Y con la sorpresa del sampling de las contundentes y casi míticas baterías y percusión de "Shout", el clásico de Tears For Fears. Que da lugar a un meritorio estribillo, y que sin embargo palidece ante ese inesperado segundo estribillo, arrebatador con su imposible equilibrio entre el arpegio de guitarra y sus sintetizadores sincopados, sin duda la mejor forma de ilustrar su certera y a la vez asfixiante letra. "Why don't you kiss me", penúltimo corte y cuarto sencillo, es el tema más rápido del álbum y muy en la línea de "Disgraceful", con otra preciosa estrofa y un mejor si cabe estribillo, Wilkie particularmente inspirado con sus arabescos de guitarra, los suficientes sintetizadores para no echar de menos a Hiller, y la curiosidad de que la base rítmica en las estrofas recuerda muchísimo al de "Everybody wants to rule the world", el otro gran clásico de Tears For Fears. Y el álbum lo cierra otro gran momento, "Mantra", también su canción más larga. Que es cierto que se inspira en el "Hey Jude" de The Beatles en su apoteósica y efectiva coda final sobre acordes mayores, pero que también nos propone un comienzo que va añadiendo con naturalidad instrumentos, unas meritorias y larguísimas estrofas con toda la personalidad del dúo, y ese estribillo casi rockero con guitarra distorsionada y platos de batería en primer plano.
"One" es un álbum honesto, consistente, trabajado, muy bien producido, y con la calidad suficiente para no desmerecer en la discografía del grupo. Y que demuestra que el secreto del pop atemporal es el talento creativo y no tanto la edad de sus creadores. Personalmente habría agradecido algún guiño más a la pista de baile y algo más de riesgo en la instrumentación de algunas canciones, pero lo que tengo claro es que para cualquier fan de la banda que se reencuentre con ellos las expectativas van a verse cumplidas con creces. Y para aquellos que gusten del pop sofisticado para hacerles el día a día más llevadero, descubrirlos va a ser un pequeño placer. Lo que es decir mucho de estos dos casi cincuentones. ¿Habrá continuación para este "One"? ¿Tardará otros dieciocho años? Imposible saberlo. Pero de momento disfrutemos de ese fantástico tercio final, al que muy pocos artistas han conseguido igualar en este 2018 que nos acaba de dejar. Merece la pena.
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