sábado, 6 de mayo de 2017

Claire: "Tidal" (2017)

Para mí uno de los álbumes que más expectación despertaba en 2017 era el retorno de los alemanes Claire. Que pasa por ser una de las debilidades de este humilde blog desde que descubrí y reseñé "The great escape", su meritorio álbum de debut allá por 2013. Desde entonces el quinteto alemán ha alargado el momento de entregar el temido segundo álbum durante cuatro largos años, si bien es cierto que hicieron la espera más llevadera con "Raseiniai", su EP de finales de 2015 que incidía en muchas de las virtudes de su debut a la vez que expandía su propuesta, y que también reseñé en este mismo blog. Pero no ha sido hasta hace unas pocas semanas que ha visto la luz este "Tidal", que ya adelanto los confirma como uno de las bandas de mayor calidad del momento. Aunque hay algunas sombras que hacen que el álbum no sea todo lo redondo que podría haber sido.

El álbum muestra al quintento más seguro de sus posibilidades instrumentales, y prácticamente todos los temas son explotados al máximo, con duraciones que por tanto suelen ser altas. Al mismo tiempo evitan caer en la tentación de sobreproducir las canciones, empleando siempre el número justo de instrumentos para no sólo poder apreciarlos mejor individualmente, sino también aumentar la sensación de interpretación en directo al escucharlos. Ambos aciertos son decisivos para ensalzar unas composiciones en su mayoría inspiradas, con un menor peso de los medios tiempos que en anteriores entregas, y con los guiños suficientes a los sonidos más de moda para alejar los fantasmas de otras décadas. Aderezados además por la voz de Claire Buerkle, que ha crecido desde su debut para saber emocionar en cada perla del pop atemporal de la banda pese a su aparente gelidez germánica.

Una buena muestra de todo ello es "Friendly fire", el primer sencillo y tema con el que se abre el álbum: un tema rápido, directo, al principio casi espartano, una composición elaborada y con partes claramente diferenciadas que saben enlazar perfectamente con su estribillo clásico y disfrutable. Aunque quizá quede un escalón inferior de "Broken promised land" (el tema que abría su álbum de debut y el sencillo que les dio a conocer al gran público), lo cual siempre es peligroso a la hora de defender el siempre decisivo segundo álbum. Las sombras a las que me refería antes comienzan con "End up here", el segundo corte. No porque se trate de una mala composición o desentone con el estilo del álbum (de hecho es una buena composición, la instrumentación está muy conseguida dentro de su contención y el tono es relativamente luminoso), sino porque después de un comienzo tan rápido es una bajada de tempo brusca, y hace que el melómano se cuestione si el ritmo elevado de su sencilo de presentación es sólo un espejismo. Y la pregunta parece tener respuesta afirmativa, porque "No way to save it", siguiente corte, es incluso más lenta y se encuadra claramente dentro de los parámetros de una balada clásica. Eso sí, es una composición muy bonita, con otra gran instrumentación (especialmente en el colchón de sintetizadores en crescendo con el que envuelven la voz de Claire en el estribillo y en la sobredosis de percusiones distorsionadas a mitad del tema), y en otro punto del álbum habría resplandecido.

Pero es que "Two steps back", el cuarto corte, vuelve a ser otro tema lento, inclinando en apariencia la balanza hacia un álbum muy pausado, casi "de madurez", en innegable contraste con su comienzo. Aunque se trata de otra excelente canción, con un estribillo de una frialdad emocionante y unos intervalos instrumentales presididos por un sintetizador que podría haber firmado Tygo. Y justo cuando ya nos disponemos a tumbarnos en el salón de nuestra casa para adaptarnos a la propuesta surgen el teclado rápido y el bombo que marcan el ritmo binario de "Say it" y nos vuelven a desconcertar. Aunque se trata de otro momento recomendable, sobre otra progresión armónica inspirada y bien desarrollada, en el que destaca la manera como mezclan los samplings, el bajo sintetizado, el sintetizador principal y la percusión después de cada estribillo. Y el descoloque es completo cuando, sin apenas preludio, Claire empieza a entonar la melodía de "Burn", otro tema de tempo alto, bailable, y probablemente mi favorito de todo el álbum: una excelente progresión armónica rematada por una melodía que no le va a la zaga, un equilibrio certero entre los distintos instrumentos y guiños contemporáneos como el crescendo antes del segundo estribillo o el gélido e inesperadamente largo interludio instrumental.

Tras dos temas tan trepidantes sí tiene sentido situar un medio tiempo de percusión marcada ("Masquerade"), aunque éste sorprenda por el predominio de las guitarras y su coqueteo con el funky, y acabe resultando uno de los momentos menos brillantes del álbum. La magia regresa con "Drowning", otra gran canción, que comienza como una balada en la que el silencio es casi tan esencial como la música, y va creciendo hasta convertirse en el primer estribillo en otro tema bailable que no renuncia a situar la guitarra eléctrica en primer plano, ni a la emocionante intepretación de Claire. "Back to shore" regresa, muchos temas después, al tempo pausado y las atmósferas evocadoras, recordando mucho a algunas de las composiciones de su álbum de debut, aunque con una mayor vocación experimental. "Treading water" recupera el mejor tono de "Tidal" con otra demostración de cómo armonizar la emotividad de las baladas con la contudencia de los ritmos bailables, los efectos electrónicos con la voz tan personal de Claire, y al tiempo disfrutar interpretando cada compás, hasta llegar a la brillante coda final. "The crash" es el ejercicio de nostalgia más evidente, algo así como una reivindicación del house de finales de los ochenta, edulcorado por unos coros infantiles que no terminan de encajar en el tema probablemente más prescindible del disco (y quizá por eso, también el más corto). Un disco que se cierra con "Come close", un baladón ubicado ahora sí en un momento lógico, sobrecogedor por su melancolía y su parquedad instrumental, que evoluciona con una naturalidad difícilmente explicable hacia el ritmo marcial y el loop de sintetizador de su tramo final.

Con lo que tras muchas escuchas lo que queda de este elaborado "Tidal" es que, si bien estamos seguramente ante uno de los mejores álbumes de la temporada, podría haber sido aún mejor distribuyendo con más lógica sus doce temas. Y quizá también eliminando uno o dos que bajan un poco el nivel, dejando por ejemplo diez pero verdaderamente meritorios. En todo caso, el álbum consolida a Claire como una de las mejores bandas del panorama contemporáneo: algo así como la versión mejorada de The XX, aunque sin el extra de relevancia a nivel de crítica y ventas que siempre supone provenir de un país anglosajón. Sólo confío en que esta indiferencia hacia su talento no les perjudique en el futuro, porque con una visibilidad adecuada creo que sería una banda de tirón a nivel internacional, y quizá sea eso a lo que aspiren. Así que espero que esta entrada pueda aportar un granito de arena en esa dirección.

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