lunes, 29 de diciembre de 2014

TV On The Radio: Seeds (2014)

El quinto álbum de los neoyorkinos TV On The Radio los ha devuelto a la actualidad musical tras más de tres años de silencio. Un periodo marcado por el fallecimiento de su bajista, Gerard Smith, a causa de un cáncer de pulmón. Circunstancia que hizo tambalearse a la banda, pero que la he hecho resurgir aún más ambiciosa y versátil si cabe que antes.

Esta versatilidad constituye a la vez la mayor virtud y el mayor defecto de este "Seeds". No me resisto en esta ocasión a recuperar la información que proporciona la wikipedia sobre los géneros que teóricamente abarca este álbum: a los ya habituales en la banda art-rock e indie-rock, añade funk y synthpop. Y aún creo que se queda corta, pues también podría incluir punk o simplemente pop. Y todo ello en tan sólo 12 composiciones y 53 minutos. De ahí que sea difícil que cualquiera de los potenciales admiradores de la banda queden completamente satisfechos con este "Seeds". Aunque lógicamente la crítica internacional apreciará este tour de force que tantos palos toca.

En esa mayor amplitud de miras tiene una influencia incuestionable David Sitek, guitarrista y principal programador de la banda, además de productor de todos los temas. Sitek es un productor de nivel mundial, y en estos tres años ha expandido sus ya amplios horizontes produciendo a artistas muy dispares, desde Santigold a Beady Eye pasando por The Yeah Yeah Yeahs o Kelis. E indudablemente todo ello ha tenido su reflejo en la variedad de registros de "Seeds". Aunque con el pero de que el sonido de la banda pierde personalidad de unos temas a otros (a veces ni la característica voz de Tunde Adebimpe permite reconocerlos) y la escasez de temas de verdadero postín que consoliden el álbum y le permitan ser recordados dentro de unos años.

Buena prueba de esta variedad es "Quartz", el tema que abre el disco: un aparente gospel construido sobre un loop de la voz de Adebimpe y unos variopintos coros, con una luminosa progresión armónica y una melodía de tonos altos que amaga con convertirse en un tema soul, pero que acaba resultando una especie de funk del siglo XXI con un sintetizador etéreo completando el panorama. "Careful you", segundo corte y segundo sencillo, es en mi opinión una cuestionable elección para defender el disco: probablemente su tema más electrónico a causa de su percusión programada y sus bajos sintéticos superpuestos, es una composición simplemente correcta en sus estrofas y estribillos, que deja la sensación de que lo único realmente especial es su coda de medio minuto al final. Aunque lógicamente no se trata de un mal tema. "Could you" supone el reencuentro con el art-rock característico de la banda: un tema rápido, bien construido, presidido por una guitarra cuyos arpegios siguen, de manera un tanto cuestionable, la melodía en las estrofas, y una llamativa sección de viento reforzando el estribillo y los intervalos instrumentales.

"Happy idiot", cuarto corte y sencillo de presentación del álbum es, curiosamente, el tema más corto del disco: directo, rebosante de energía, bien arreglado, difícil de cantar y con mención especial para la superposición de talentosas guitarras entre Sitek y Kyp Malone, más fácil de percibir en directo que en el álbum, se trata de una de los mejores temas de indie-rock de este 2014 que está a punto de terminar. Desfortunadamente le sigue "Test pilot", una balada con un ritmo sincopado y una elaborada superposición de voces que resulta bastante anodina. "Love stained" sube el listón, aunque vuelve a parecer varias canciones en una: casi tan lenta como la anterior, combina unas estrofas sutiles y atmosféricas con un primer estribillo enérgico y un segundo estribillo a medio camino entre las otras dos partes. "Ride" es casi más interesante por sus dos minutos de intro instrumental, pura psicodelia luminosa con el aderezo de un violonchelo, que por el rock etéreo con toques soul en el que deriva. "Right now" vuelve a dar otro volantazo: es otro tema descaradamente pop con guiños soul, vitalista, bien producido, con unas preciosas armonías vocales, una melodía plenamente tarareable, el estribillo más redondo del álbum y el hallazgo de una originalísima y muy inteligentemente encajada guitarra que adorna casi todo el tema por el altavoz izquierda.

"Winter" podría pasar por un revival rockero de Lenny Kravitz, que lamentablemente apunta en su comienzo más de lo que luego ofrece (probablemente el simplón y lento ritmo binario no le hace ningún favor). "Lazerray", inminente tercer sencillo, les devuelve al indie-rock con un claro influjo punk, convirtiéndose en el tema más cañero del álbum: guitarras que "rascan", partes que se enlazan sin tregua, estribillos que amagan antes de llegar, un tramo final apoteósico... vamos, el tema menos original y novedoso, pero a la vez uno de los más disfrutables. "Trouble" cambia una vez más de registro, optando por una acústica sesentera que desemboca en unas programaciones arrastradas y un estribillo un poco cansino. Afortunadamente el álbum se cierra con "Seeds", la canción que da título a todo el álbum y uno de sus momentos álgidos: un extraño tema con un comienzo electrónico (un bajo sintetizado que literalmente atraviesa la en esta oportunidad armoniosa voz de Adebimpe), un estribillo doble con unas armonías vocales aún menos habituales, y una deriva soul apoteósica en su parte nueva gracias a una inesperada progresión armónica en acordes mayores, que acaba por convertirse en un colchón de luminosos sintetizadores: tan compleja de analizar y digerir como efectiva tras unas cuantas escuchas.

Porque en el fondo de eso se trata: de abrir la mente y dejar que maridajes poco frecuentes cobren forma ante nuestros sorprendidos oídos. Cada escucha se convertirá en un nuevo descubrimiento y una experiencia diferente y recomendable. Aunque probablemente el álbum nunca llegue a formar parte de nuestra lista íntima de pequeños tesoros.

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