De las bandas que han debutado en el 2013 que nos dejó hace unas semanas, una de las que más repercusión ha tenido tanto a nivel de crítica como a nivel comercial ha sido el de las californianas Haim. El trío formado por las hermanas Alana (vocalista principal, guitarra), Danielle y Esti Haim ya había publicado sus primeros temas en 2012, pero su debut en formato álbum en octubre pasado las ha encumbrado a lo más alto de las listas de álbumes británicas, y al puesto número 6 en las estadounidenses, a la vez que recogía críticas claramente favorables en las distintas publicaciones especializadas, figurando en el "top 10" de muchas de las listas de mejores álbumes de 2013. Algo parecido a lo que sucedió en 2012 con los Imagine Dragons, como ya reseñé en este mismo blog: sin ser artistas de una calidad excepcional, sí que conjugan una comercialidad y una creatividad más que interesantes en un momento en que la disociación entre ambos mundos, el comercial y el creativo, es máxima.
Ante todo, no debemos dejarnos guiar por su imagen plenamente folk, ni por las referencias que las sitúan como un grupo de rock deudor de Fleetwood Mac. Haim es un grupo esencialmente pop, que recupera las melodías y buena parte de los ticks del pop estadounidense de los años 80 y primeros 90, en un abanico de referencias que abarca desde Blondies hasta The Go Gos y The Bangles. Un pop en el que la nota de personalidad la ponen los fraseos largos con notas de duración corta en cada verso, una seña de identidad que puede complicar en ocasiones la comprensión de los textos. El álbum se abre con "Falling", que fue el tercer sencillo del disco y llama la atención por su peculiar percusión y el juego de voces que realizan las tres hermanas en el estribillo. Sin ser un temazo, gana con cada escucha, al igual que la mayoría de su repertorio. El segundo corte es "Forever", que fue el primer sencillo de su carrera, descubriendo su pop de guitarras con los justos toques temporáneos y las melodías cristalinas de los ochenta, aunque en mi opinión lo más reseñable es la parte nueva a minuto y medio del final ("Go go go go, get out of my memory...").
"The wire" es el cuarto sencillo, y en mi opinión el mejor tema del álbum, como ya puse de manifiesto al seleccionarlo para mi lista de canciones internacionales de 2013: un medio tiempo con guiños country, una lograda instrumentación (incluyendo un certero pizzicato de cuerdas sintetizadas en el tramo final), un doble estribillo muy recomendable, y las tres hermanas asumiendo la voz principal en algún momento. "If I could change your mind" es un tema más oscuro, menos brillante, con una bonita entrada al estribillo y los teclados synclavier reforzándolo. "Honey and I" es un tanto cursi, debido a su letra melosa y sus armonías blanditas. Le sigue "Don't save me", que fue el segundo sencillo de su carrera, y aunque ena mi modo de ver es el menos logrado de los cuatro, cuando llega la entrada al estribillo se aprecia una clara mejora, corroborada por un estribillo absolutamente ochentero e igualmente disfrutable.
"Days are gone" es la canción que da título al álbum, y no por cierto de las mejores, a causa de unos teclados más que cuestionables y un estribillo en falsete no muy afortunado. Aunque el peor tema del disco es sin duda "My song 5", todo un tratado de experimentación mal digerida. "Go slow", además de ser efectivamente un tema lento, mejora el nivel de las dos anteriores gracias a su original percusión, a sus armonías vocales envolventes y a un tramo final de una calidad muy destacable. "Let me go" es, otro de los momentos álgidos del álbum, pues las lleva a un registro opresivo al comienzo, a unas reminiscencias africanas cuando entra la percusión en la segunda estrofa y a un inesperado solo de guitarra en el tramo final sobre voces que van y vienen. La versión oficial del álbum se cierra con "Running if you call my name", la balada del álbum, tenebrosa en su mayor parte, y con un estribillo que es puro The Bangles. Si bien en la versión Deluxe podemos encontrar dos descartes más que interesantes: "Better off", con su batería machacona y una excelente melodía a dos voces, y "Send me down", construida sobre un original teclado que predomina en cada compás y unas bonitas estrofas.
Soy consciente de que su pop directo y para (casi) todos los públicos puede provocar el rechazo de una parte de los lectores de este humilde blog. Pero si se le da una oportunidad, es un álbum que admite múltiples escuchas, que permite descubrir un incuestionable talento para componer siete u ocho temas de calidad, y que además nos proporcionará unos cuantos estribillos que se pegarán a nuestro cerebro durante varias jornadas. Si bien es cierto que deben mejorar sus cualidades vocales (especialmente Alana, muy floja en directo), que de momento carecen de cimientos suficientes para labrarse una larga trayectoria en el panorama musical, y que por tanto están a expensas de que no se les apague la inspiración compositiva. Esperemos que les aguante.
Un aficionado a la música pop-rock contemporánea que no se resigna a que creer que ya no se publica música de calidad.
domingo, 23 de febrero de 2014
sábado, 1 de febrero de 2014
A propósito de los Grammys 2014
No soy muy dado a comentar los innumerables premios que se conceden en el panorama musical a nivel internacional. En general los premios tienen unas motivaciones crematísticas que se suelen anteponer a la calidad artística, la cual es siempre el faro por el que se guía este humilde blog. Aunque de entre todos ellos es evidente que los premios Grammys son los más relevantes, tanto por entregarse en los EEUU como por el componente de espectáculo televisivo y de celebridades que aporta. Así que en esta entrada voy a aportar unas cuantas reflexiones a propósito de los artistas premiados.
Sin espacio para la sorpresa, los grandes triunfadores (nada menos que 5 Grammys) han sido los franceses Daft Punk. A lo largo de sus veinte años de carrera mi opinión sobre el dúo de música electrónica ha ido variando, pero creo que el mejor juicio que se les puede hacer es que son capaces de lo mejor y lo peor. Así, si sus primeros sencillos me contagiaron con su energía disco pero me hicieron cuestionar su talento dada su extrema simplicidad ("Da Funk", "Around the world"), su segundo álbum eliminó esas dudas gracias a temas tan redondos como "One more time" (el único tema disco sin bombo ni caja durante 2 minutos que jamás ha triunfado) o "Harder, better, faster, stronger" (el mejor solo de autotune/vocoder que jamás he escuchado). Pero desde entonces, en trece años sólo han publicado dos álbumes de estudio, claramente menores: el estridente y falto de inspiración "Human after all" en 2005 y, hace unos meses, "Random Access Memories", el álbum que les ha convertido de manera sorprendente e injustificada en ídolos del pop mundial.
Sorprendente porque proponer en el año 2013 el funky disco que bordaban Chic (y en menor medida Shalamar) hace casi 35 años me parece de una falta de talento alarmante. No tengo nada en contra de Chic; de hecho varios de sus sencillos (desde el histórico "Good times" sobre el que se creó el primer hip-hop hasta el injustamente olvidado "Your love" de su último álbum de estudio) me siguen pareciendo maravillas del género, en las que el talento de Bernard Edwards al bajo y la inconfundible guitarra funky de Neil Rogers son claramente apreciables. Y la labor de Edwards y Rodgers como compositores (Diana Ross, Sister Sledge, Deborah Harry...) y especialmente como productores (Edwards produjo a ABC, Robert Palmer, Rod Stewart... y Rogers a una lista larguísima de artistas, con David Bowie, Mick Jagger, Duran Duran, Madonna e incluso los Olé-Olé de Marta Sánchez a la cabeza) ha entrado por méritos propios en la historia de la música contemporánea.
Pero lo que han hecho Daft Punk en este 2013 es revisar ese legado sin aportarle absolutamente nada (y eso que a unos artistas electrónicos lo mínimo que se les debería suponer es la capacidad de enriquecer sus creaciones con detalle contemporáneos). No sólo eso, han recurrido al propio Rogers como si de una reunión de Chic se tratara. Y encima con unas composiciones simplonas ("Get lucky" está construida sobre una única progresión armónica de cuatro acordes, con partes apenas diferenciadas a causa de unos arreglos mediocres, "Lose Yourself to Dance" amaga con ser mejor pero se queda en otro tema irrelevante, y en "Instant Crush" repiten con una composición muy simple, abusando tanto del autotune que apenas es posible reconocer la voz del pobre Julian Casablancas). Por eso me parece absolutamente injustificado el arrollador éxito internacional, y lo que es peor, el reconocimiento de buena parte de la crítica, culminado en estos cinco Grammys. Es una evidencia del absoluto desconcierto de la industria musical norteamericana, que encumbra a unos burdos recreadores de un género que vivió su época dorada hace muchas décadas. Y encima 100% americano, aunque Daft Punk sean franceses.
Ahora bien, no todos los premiados son tan discutibles como Daft Punk. Por ejemplo, reflejando la crisis aboluta que sufre el rock a nivel mundial, el Grammy a la mejor canción de rock del año ha sido para "Cut me some slack", la colaboración de Paul McCartney con los miembros que restan de Nirvana. Recuerdo la cantidad de críticas que me generó incluirla en la lista de las mejores canciones de 2012. Ahora me alegra ver que los miembros de la academia han compartido mi opinión. Porque sí, es cierto que es una segunda parte de "Helter Skelter", del "White album" de The Beatles. Pero no es menos cierto que esa canción ha influido de manera determinante a una gran parte del rock posterior, entre ella a Dave Grohl y sus secuaces. Por lo que ver al bueno de McCartney desprender esa energía con 70 años y respaldado por una banda tan solvente es de lo mejor que nos ha deparado el rock en los últimos tiempos.
Otra ganadora indiscutible de la noche fue la neozelandesa Lorde. Con un tema ("Royals") que no es el que yo seleccioné en mi lista de mejores canciones de 2013 ("Team", que me parece bastante superior). Pero al fin y al cabo es un reconocimiento para una adolescente que por una vez no es un producto prefabricado y ultra-provocativo, sino una creadora a contracorriente, con un sonido contemporáneo y una puesta en escena anti-marketiniana. Y varios de los artistas ensalzados en este mismo blog han tenido también protagonismo destacado (Imagine Dragons y su equilibrio entre comercialidad y creatividad, Disclosure, la colaboración de Florence and The Machine con Calvin Harris...). Lo que refleja que, a pesar de la abundancia en la gala de artistas de talento más que discutible (no sólo Daft Punk, sino también Bruno Mars, Taylor Swift, Lana del Rey, Jay-Z, Robin Thicke, Rihanna, Eminem...), los Grammys aún son dignos de cierta atención por parte del panorama musical.
Sin espacio para la sorpresa, los grandes triunfadores (nada menos que 5 Grammys) han sido los franceses Daft Punk. A lo largo de sus veinte años de carrera mi opinión sobre el dúo de música electrónica ha ido variando, pero creo que el mejor juicio que se les puede hacer es que son capaces de lo mejor y lo peor. Así, si sus primeros sencillos me contagiaron con su energía disco pero me hicieron cuestionar su talento dada su extrema simplicidad ("Da Funk", "Around the world"), su segundo álbum eliminó esas dudas gracias a temas tan redondos como "One more time" (el único tema disco sin bombo ni caja durante 2 minutos que jamás ha triunfado) o "Harder, better, faster, stronger" (el mejor solo de autotune/vocoder que jamás he escuchado). Pero desde entonces, en trece años sólo han publicado dos álbumes de estudio, claramente menores: el estridente y falto de inspiración "Human after all" en 2005 y, hace unos meses, "Random Access Memories", el álbum que les ha convertido de manera sorprendente e injustificada en ídolos del pop mundial.
Sorprendente porque proponer en el año 2013 el funky disco que bordaban Chic (y en menor medida Shalamar) hace casi 35 años me parece de una falta de talento alarmante. No tengo nada en contra de Chic; de hecho varios de sus sencillos (desde el histórico "Good times" sobre el que se creó el primer hip-hop hasta el injustamente olvidado "Your love" de su último álbum de estudio) me siguen pareciendo maravillas del género, en las que el talento de Bernard Edwards al bajo y la inconfundible guitarra funky de Neil Rogers son claramente apreciables. Y la labor de Edwards y Rodgers como compositores (Diana Ross, Sister Sledge, Deborah Harry...) y especialmente como productores (Edwards produjo a ABC, Robert Palmer, Rod Stewart... y Rogers a una lista larguísima de artistas, con David Bowie, Mick Jagger, Duran Duran, Madonna e incluso los Olé-Olé de Marta Sánchez a la cabeza) ha entrado por méritos propios en la historia de la música contemporánea.
Pero lo que han hecho Daft Punk en este 2013 es revisar ese legado sin aportarle absolutamente nada (y eso que a unos artistas electrónicos lo mínimo que se les debería suponer es la capacidad de enriquecer sus creaciones con detalle contemporáneos). No sólo eso, han recurrido al propio Rogers como si de una reunión de Chic se tratara. Y encima con unas composiciones simplonas ("Get lucky" está construida sobre una única progresión armónica de cuatro acordes, con partes apenas diferenciadas a causa de unos arreglos mediocres, "Lose Yourself to Dance" amaga con ser mejor pero se queda en otro tema irrelevante, y en "Instant Crush" repiten con una composición muy simple, abusando tanto del autotune que apenas es posible reconocer la voz del pobre Julian Casablancas). Por eso me parece absolutamente injustificado el arrollador éxito internacional, y lo que es peor, el reconocimiento de buena parte de la crítica, culminado en estos cinco Grammys. Es una evidencia del absoluto desconcierto de la industria musical norteamericana, que encumbra a unos burdos recreadores de un género que vivió su época dorada hace muchas décadas. Y encima 100% americano, aunque Daft Punk sean franceses.
Ahora bien, no todos los premiados son tan discutibles como Daft Punk. Por ejemplo, reflejando la crisis aboluta que sufre el rock a nivel mundial, el Grammy a la mejor canción de rock del año ha sido para "Cut me some slack", la colaboración de Paul McCartney con los miembros que restan de Nirvana. Recuerdo la cantidad de críticas que me generó incluirla en la lista de las mejores canciones de 2012. Ahora me alegra ver que los miembros de la academia han compartido mi opinión. Porque sí, es cierto que es una segunda parte de "Helter Skelter", del "White album" de The Beatles. Pero no es menos cierto que esa canción ha influido de manera determinante a una gran parte del rock posterior, entre ella a Dave Grohl y sus secuaces. Por lo que ver al bueno de McCartney desprender esa energía con 70 años y respaldado por una banda tan solvente es de lo mejor que nos ha deparado el rock en los últimos tiempos.
Otra ganadora indiscutible de la noche fue la neozelandesa Lorde. Con un tema ("Royals") que no es el que yo seleccioné en mi lista de mejores canciones de 2013 ("Team", que me parece bastante superior). Pero al fin y al cabo es un reconocimiento para una adolescente que por una vez no es un producto prefabricado y ultra-provocativo, sino una creadora a contracorriente, con un sonido contemporáneo y una puesta en escena anti-marketiniana. Y varios de los artistas ensalzados en este mismo blog han tenido también protagonismo destacado (Imagine Dragons y su equilibrio entre comercialidad y creatividad, Disclosure, la colaboración de Florence and The Machine con Calvin Harris...). Lo que refleja que, a pesar de la abundancia en la gala de artistas de talento más que discutible (no sólo Daft Punk, sino también Bruno Mars, Taylor Swift, Lana del Rey, Jay-Z, Robin Thicke, Rihanna, Eminem...), los Grammys aún son dignos de cierta atención por parte del panorama musical.
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