Cuando parecía que los que durante muchos años reyes del intelligent techno habían concluido definitivamente su andadura musical, los hermanos Paul & Phil Hartnoll han escogido este 2012 para regresar a la actualidad. En otras palabras, han transcurrido nada menos que 8 años desde su último álbum, el correcto pero irrelevante "Blue album", así que, como suele suceder en todo retorno tras un paréntesis tan largo, lo primero que inevitablemente pensé es que su nueva creación podía ser poco más que una mera excusa para recorrer de nuevo los festivales de medio mundo. Afortunadamente no ha sido el caso: los Hartnoll han aprovechado el paréntesis para oxigenarse y volver con renovadas ideas pero manteniendo su acusada personalidad de no renunciar a las notas musicales pese a servirse de tecnología punta. A lo cual quizá haya contribuido la aportación del legendario Flood (Yazoo, Erasure, Depeche Mode, U2, The Killers) en la producción.
El álbum se abre con "One big moment", un medio tiempo optimista (y tal vez un poco largo) que engancha al oyente, construido sobre la base de una progresión armónica inspirada, a la que a lo largo del tema le irán introduciendo sorprendentes variaciones, demostrando el dominio de la ciencia musical que ya les presuponíamos. Luego viene el menos certero "Straight sun", un tema construido sobre un loop de piano más sencillo que el de su mítico "Kein trink wasser", y que comienza siendo un medio tiempo para desembocar en un ritmo más contundente. "Never", más etéreo que el anterior y que empieza recordando a un instrumento musical infantil, también juega con el cambio de ritmo, si bien tanta repetición del sampleado vocal puede llegar a cansar.
A continuación nos encontramos el sencillo escogido para presentar este "Wonky": "New France" (con un bonito videoclip, por cierto) suena a Orbital desde ese primer teclado "acuoso" y las capas de susurros vocales de Zola Jesus, que desembocan en un estribillo definido, enérgico y que a lo largo del tema se verá sucedido por varios sintetizadores atmosféricamente estridentes. Le sucede el que, tras muchas escuchas, es mi corte favorito: "Distractions" (lo siento, no he encontrado ningún enlace en Youtube para presentarla). A partir de un revolucionadísmo teclado inicial, y con otra progresión armónica certera, van incorporando diversas melodías no siempre superpuestas sobre un nuevo medio tiempo, que en ocasiones dejan paso a un emocionante sampleado vocal. Y que tras un interludio monocorde se guarda para los minutos finales las sorpresas de un cambio de ritmo estimulante y un auténtico solo de sintetizador.
En la segunda mitad del álbum el nivel baja un poco, pero la inspiración no les abandona del todo: "Stringy acid", como su título indica, nos retrotrae dos décadas al apogeo del acid, tanto que podría pasar perfectamente por un corte de los extintos 808 State, si bien la base rítmica está convenientemente actualizada. "Belzeedub" pasa de ser casi una balada a un tema de inspiración jungle y sonidos delirantes. El tema que da título al álbum, "Wonky", parte de un ritmo más propio de Depeche Mode e insiste en una sonoridad desquiciante repleta de samples vocales con acelerados fraseos de Lady Leshurr. Y "Where is it going" recupera la senda más melódica de la primera mitad del álbum, un tema más propio de una epopeya espacial que recuerda al Felix Da Housecat de la época "Devin Dazzle and the Neon Fever".
En resumen, sin ser una obra maestra ("In sides" (1996) es un hito difícilmente repetible), sí que es sin duda su mejor álbum desde entonces. Y que demuestra que se puede evolucionar sin renunciar a la propia personalidad. Ojalá todos los retornos previstos para esta temporada estén a la misma altura.
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