lunes, 2 de julio de 2012

Músicos "concienciados": ¿elogiables o ventajistas?

Por si el asunto de esta entrada voy a dedicar el primer párrafo a clarificarlo. Por músico "concienciado" me refiero a aquel intérprete o creador musical que adopta ante determinadas cuestiones de alcance global (fundamentalmente política, economía y ecología, y habitualmente en ese orden) una actitud claramente partidista, y bien evidencia su actitud a través de sus creaciones, o bien a través de los medios de comunicación. Evidentemente dicha actitud puede entenderse como elogiable, pero también como limitante o tal vez ventajista. Me explico.

Para un buen número de seguidores, incluso para muchos críticos musicales, se trata de una actitud elogiable, habitualmente por la coincidencia de los mismos con dichas posturas y opiniones. En el caso particular de España fue una situación que floreció especialmente en los últimos años de la dictadura franquista, particularmente en la figura de los incorrectamente denominados "cantautores", en los que la música era a menudo tan sólo una excusa para resaltar su desapego al régimen y en algunos casos instar a su derrocamiento popular. Si bien a nivel mundial guarda más relación con ideas más generalistas: el anti-norteamericanismo, los excesos del sistema capitalista, las clases sociales más altas, el deteriorio de nuestro planeta, la igualdad de derechos independientemente de la orientación sexual, el papel de las religiones en la sociedad contemporánea, los derechos de las mujeres... Todos ellos temas relevantes sin duda, pero de los que indudablemente cada uno de los potenciales oyentes de un creador tiene sus propias opiniones... Y ahí surge, a mi modo de ver, el problema.

Porque lo que tal vez hace unas décadas era visto como una actitud loable puede parecer hoy en día simplemente trasnochada. O lo que es peor aún, puede tratarse de un asunto o una postura que hoy realmente nos resulte incomprensible, cuando no ridícula. Y si en vez de tratarse de una opinión o de un acto de un momento dado, forma parte de una canción, de una reflexión en la contraportada de un disco, o incluso de una soflama pronunciada en pleno concierto, aún peor. Sí, peor, porque está afectando de lleno a la creación artística en cuestión, limitando innecesariamente su capacidad de emocionar a públicos de diferentes lugares y épocas. Por eso empleaba antes el adjetivo limitante: siempre he defendido que el objetivo principal del creador es trascender, dejar algo creado que perdure su estancia en el mundo, algo que llegue a la mayor cantidad de público posible (y no me estoy referiendo obviamente a las listas de ventas de un cierto momento). De hecho, ese mismo componente temporal es el que hace que hoy en día géneros como la ópera o la zarzuela resulten ajenos para el gran público. Por eso, cuanto más atemporal sea una creación, mayor es sin duda su probabilidad de perdurar en la memoria colectiva.

Con lo cual cualquier inclusión o referencia a temas como los citados anteriormente se vuelven contra sus creadores o intérpretes en un plazo de tiempo más corto de lo que ellos se imaginan. Las grandes obras de arte (y en el caso que nos ocupa, la música contemporánea) han hecho y seguirán haciendo referencia a temas universales. Por supuesto y por encima de todo, a la dualidad amor/desamor, pero también a las grandes sensaciones humanas: la belleza, el miedo, el egoísmo, la ternura...

Pero hay una situación aún peor: aquellos que muestran su "concienciación" (directamente o a través de sus creaciones) para alcanzar o potenciar una notoriedad de la cual carecerían si se valoraran únicamente sus composiciones. Es por todos conocido el poder de los medios de comunicación, habitualmente al servicio de determinados grupos políticos o económicos, por lo que alinearse a sus postulados o directamente entrar a formar parte de ellos puede ser el altavoz qus los promocione o los encumbre, por encima de su talento. De ahí el término ventajista que utilicé antes.

Ahora bien, esa aparente ventaja se vuelve con frecuencia en contra de los artistas concienciados. Porque aquellos que aprecian o potencialmente podrían apreciar sus interpretaciones pueden no comulgar con sus posturas, o simplemente preferir que no les intenten mediatizar de esa manera tan obvia. Con lo cual se da el caso de que directamente se rechaza toda creación de dicho artista, por el mero hecho de su beligerante concienciación. Baste citar el caso de la irlandesa Sinead O'Connor, quien echó por tierra una carrera de alcance universal y basada en una canción de temética tan intemporal como "Nothing compares 2 U" por aquella famosa escena en la que rompía una foto del papa.

Y es que, si lo pensamos un momento, nos daremos cuenta de que ni Sinead es una experta en religiones, ni en general ningún craedor en los temas a los que antes he aludido. Y si de verdad piensan que están capacitados para adoctrinar sobre economía o política, que abandonen el panorama musical y se enrolen en alguna escuela de economía para profundizar en la materia o en el partido político de turno e intenten movilizar a su electorado. En suma, como bien dice el refrán, "zapatero a tus zapatos".

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