Con la entrada de hoy finalizo la revisión de álbumes publicados el pasado 2024. Como nos hallamos ya en pleno mes de Abril, debo comenzar aclarándoles que "Vicious Creature" fue publicado bien entrado el mes de Diciembre, hecho que resalto porque así se quedó fuera de todos esos medios que tanto corren por entregar la lista de mejores álbumes del año, cuando a éste aún le pueden quedar sorpresas como ésta. Y es que el debut en solitario de la vocalista del trío escocés Chvrches fue, en mi humilde opinión, una de las gratas sorpresas del pasado ejercicio. Pero a muchos les pasó desapercibido precisamente por ver la luz en esas fechas. Así que con esta entrada tardía pretendo hacerle justicia.
Lo primero que cabe preguntarse cuando una artista tan marcada por su banda de origen decide emprender el vuelo por sí misma es si la propuesta se distingue lo suficiente de lo que ya conocemos de ella como para merecer la pena el esfuerzo. Y en esta oportunidad la respuesta es un sí rotundo. La escocesa cita influencias tan diversas como Fiona Apple, Tori Amos, PJ Harvey, Annie Lennox o Sinéad O'Connor. Y lo cierto es que su propuesta puede tener ciertas esencias de todas ellas, pero el resultado suena a ella misma. Y lo que es más importante, a una mezcla heterogénea de estilos en la que se la nota cómoda, y que suena mucho más contemporánea y también más agradablemente cálida que los a veces un tanto fríos y al tiempo ampulosos pasajes característicos de Chvrches. Con el aliciente extra de que la escocesa ha esperado hasta reunir un buen puñado de composiciones antes de dar el salto. Así que lo que nos ofrece en "Vicious Creature" no es un simple ejercicio de nostalgia retro con mayor protagonismo vocal que en su banda, sino un disco de pop contemporáneo con mayúsculas.
El álbum lo abre "Something In The Air", que también fue escogida como cuarto sencillo a finales del año pasado. Un medio tiempo en acordes mayores que combina con criterio una batería arrastrada, un elaborado arpegio de piano y una base de guitarras distorsionadas para otorgar lucimiento a una bonita progresión armónica. Aunque lo más destacado es la amplitud tonal de su melodía vocal, que le permite lucirse a Mayberry, gracias a esas estrofas envolventes en notas bajas que ya en el estribillo van subiendo, y que en la segunda estrofa derivarán a otra melodía completamente diferente y complicada de interpretar. La meritoria produccion de Dan McDougall (que también colabora como compositor), ofreciendo por ejemplo esa melodía alternativa al final, asegura que el tema no decaiga hasta el final, constituyéndose así en uno de los mejores momentos del álbum. En un registro totalmente, y sin embargo igual de meritorio, se nos muestra "Crocodile Tears", escogida además como quinto sencillo del disco. Más rápida que la anterior, más pop, de melodía más luminosa, los teclados sinfónicos que introduce el productor y también coautor Matthew Koma son la clave para otorgarle una contemporaneidad infecciosa a una progresión armónica más sencilla que la de su antecesora, pero también más tarareable. La original parte nueva, primero con la nueva melodía vocal de Mayberry, y luego con el nada habitual solo de bajo, demuestran de nuevo que estamos ante uno de los discos más interesantes a nivel instrumental de los últimos tiempos. "Shame", tercer corte, fue el segundo sencillo que anticipó el disco cuando la carrera de Mayberry en solitario apenas empezaba a despuntar. Un tema muy corto, directo, quizá el que más pueda recordar a Chvrches por sus teclados entrecortados y chirriantes, aunque la ampulosidad del trío deja paso aquí a una calidez muy agradable, como lo refleja ese estribillo minimalista: sólo dos voces de Mayberry y un singular teclado como todo instrumento. Esa parte nueva que es todo un derroche de energía pone el contrapunto que complementa una canción que es todo un ejercicio a la hora de generar más emociones en menos tiempo. Tras tres temas plenos de disfrute llega el momento de bajar el tempo y aumentar la vertiente intimista. Y eso es algo que "Anywhere But Dancing" logra a la perfección: una balada clásica sobre una guitarra acústica en la que Mayberry interpreta una melodía compleja que le permite exhibir todas sus cualidades vocales. Y que un sencillo piano en una parte nueva que le sienta de maravilla redondea hasta convertirla en otro de los momentazos del álbum.
En honor a la verdad debo indicar que el tramo central de "Vicious Creature" baja un poco el listón. "Punch Drunk" vuelve a cambiar el registro, pese a lo cual no pierde esa contemporaneidad sonora que caracteriza a todo el disco: estructurada sobre un singular arpegio de bajo, que es el que desgrana los acordes de la progresión armónica, es una propuesta más singular que disfrutable. De hecho, la guitarra que con tantos bríos entra al minuto parece que puede llevar el tema a un punto más rockero, pero no es el caso, y el conjunto se queda en un discreto punto medio, sin decantarse. Aunque no es tan anodino como para pulsar el botón de "forward". Le sigue "Oh, Mother", la segunda balada del álbum, esta vez sobre un piano, y de letra que aparentemente tiene bastante de homenaje autobiográfico. Quizá sea esa confesión descarnada lo más notable de una canción en la que poco a poco el piano irá siendo complementado por otros teclados que ejercen de colchón sonoro, para terminar finalmente con la misma desnudez instrumental. "Sorry, Etc." es, indudablemente, el pasaje más arriesgado del disco, y quizá el que peor encaja con el resto de cortes. Su batería estruendosa, casi de drum & bass, su guitarra rockera, y la psicodelia de sus teclados, son un cóctel difícil de digerir, sobre todo porque la melodía principal es mucho más átona que cualquier otra del disco, e incluso el mensaje que repite una y otra vez en su estribillo resulta demasiado escueto para calar realmente. Afortunadamente la propuesta remonta el vuelo con "Change Shapes", tercer sencillo, además de uno de los temas que formó parte de mi lista de mejores canciones internacionales del pasado 2024. Una progresión armónica que bordea la de los blues y rock & roll de toda la vida (el famoso mi-la-si en acordes mayores), pero que rehúye de los clichés con ese bajo sintetizado tan infeccioso, esa batería que parece un remedo de los ritmos simplones de los teclados Casio de los años ochenta, o detalles tan originales como la parada con la que arranca la segunda estrofa, dejando apenas un juguetón teclado para arropar la voz de Mayberry. Una parte nueva que es puro pop, y un tramo instrumental delirante con un loop de teclado absolutamente irresistible completan el notable conjunto.
El tercio final del disco no alcanza la excelencia del primero, pero sí supera el pequeño bache del segundo, y deja un buen sabor de boca. "Mantra" es un curioso ejercicio: por tempo debería ser una balada, pero en realidad su singularísima instrumentación y su melodía en notas altas en las estrofas lo convierten en un tema ambiental, de desarrollo lento, envolvente, y con ciertas influencias hindúes, que seguramente habrá hecho las delicias de la citada Fiona Apple. Sobre todo en ese estribillo cíclico en el que por fin entra una batería de sonoridad singular, que es pura psicodelia a contracorriente. "A Work Of Fiction" es otra canción difícil de clasificar: un piano acelerado que vertebra una melodía de notas largas en un peculiar contrapunto, un estribillo que es justo lo contrario, un ritmo sincopado que aparece y desaparece varias veces... No desagrada, pero quizá sea el segundo tema menos logrado del conjunto. "Sunday Best" ha sido escogido no hace mucho como el sexto y último sencillo, una elección acertada en mi opinión para una canción que recuerda bastante en su propuesta a lo que está haciendo la también británica Pixey, recientemente reseñada por estos lares con su segundo álbum: "Million Dollar Baby". Un piano setentero da paso a una luminosa melodía en las estrofas, que en el estribillo vuelve a convertirse en un ejercicio vocal difícil de interpretar y hasta de asimilar con esas notas tan altas, pero al que le sienta de maravilla otra excelente batería y una meritoria sección de cuerda: entre ambas se bastan para crear una disfrutable parte nueva. Aunque lo mejor es la coda cerca del final, casi exclusivamente vocal, como si de un coro góspel del siglo XXI se tratara. Y "Are You Awake?", el primer sencillo en solitario de su carrera, cierra el conjunto con una balada clásica, en la que Mayberry se reivindica como artista gracias a una interpretación irreprochable (voz y piano). Y que, como no podía ser de otra manera, gana en emotividad al avanzar el minutaje con otra sección de cuerda que, con buen criterio, Koma nunca intenta situar en primer plano.
Como es habitual en estos tiempos, "Vicious Creature" es un álbum corto en cuanto a minutaje, lo que facilita regresar a él y descubrir sonoridades y detalles que hayan podido pasar desapercibidos en primeras escuchas. Y a pesar de que la producción se la reparten casi a partes iguales McDougall y Koma, es difícil decir cuándo es uno u otro el que se ha encargado de vertebrar cada tema. Lo que habla favorablemente de la cohesión de un álbum que, sin embargo, es bastante ecléctico en su propuesta. Pero es que cuando hay material compositivo, calidad interpretativa, e inteligencia a la hora de armonizar, instrumentar y producir las canciones, el resultado suele ser digno de elogio. Así sucede con este álbum que, aun sin ser del todo redondo, nos devuelve la fe en el pop de altos vuelos al margen de los dictados de las todopoderosas discográficas. Ahora la duda es si Mayberry regresará como si tal cosa a su rol en Chvrches, o le habrá pillado el gustillo (y el reconocimiento) a su faceta en solitario. Visto el resultado, casi prefiero que opte por lo segundo. En todo caso, estaremos atentos a sus siguientes movimientos.