Con la presente entrada vuelvo a traerles por aquí a unos viejos conocidos del blog: los galeses Feeder, que, pese a que sólo han transcurrido un par de años desde su última entrega ("Torpedo", 2022), hace unos meses han publicado el que es ya su duodécimo álbum de estudio: "Black / Red". Reducidos desde hace tiempo a dúo, en realidad es poco más que el proyecto en solitario de Grant Nicholas, compositor, guitarrista y cantante de todos los temas, acompañado por su bajista de siempre, el solvente Taka Hirose. Aunque llevan ya casi treinta años en activo, esta última entrega constituye una novedad en su discografía: estamo ante su primer disco doble. En un tiempo en el que las canciones cada vez se acortan más y los álbumes son cada vez más cortos, Nicholas ha optado por ir contra corriente y entregar nada menos que dieciocho nuevas composiciones. Una decisión arriesgada y que suscita la pregunta inevitable: ¿de verdad había material para tantos cortes?
Me temo que la respuesta es un sí y no. Indudablemente Feeder lleva décadas siendo una de las bandas más solventes del rock internacional, y el nivel medio de sus discos nunca ha flaqueado en exceso, gracias al innegable torrente creativo de Nicholas. Pero indudablemente su personalidad musical ya está muy definida a estas alturas, y el margen para experimentar y evolucionar es pequeño, por lo que salvo que las composiciones fueran prácticamente todas excelentes, un disco tan extenso se haría forzosamente un poco pesado. En parte es el caso de este "Black / Red": lo que encierra no es ninguna sorpresa para los que conocemos su trayecotria, y aunque en general las canciones poseen un buen nivel medio, probablemente un disco más corto y con una selección más arriesgada de los momentos más destacados habría funcionado mejor. Más aún cuando la diferencia entre el primer disco ("Black") y el segundo ("Red") es relativamente pequeña: tal vez más rockero el primero, tal vez menos eléctrico el segundo, en realidad ambos andan sobrados de energía, de distorsión y de intensidad. Por lo que la inclusión de las canciones en uno u otro tampoco aclara demasiado. Con lo cual mi reseña de alguno de los cortes forzosamente remitirá a la de piezas anteriores del disco.
El atracón lo abre "Droids", en realidad la única composición que realmente posee formato y duración de intro: un intenso y distorsionado preludio a lo que vendrá a continuación. Los dos siguientes cortes, "ELF" y "Playing with Fire", fueron los que anticiparon el álbum hace poco más de año, en un doble sencillo que ya adelantaba las intenciones de Nicholas. Pese al juguetón teclado de su comienzo, "ELF" es un tema de tempo alto muy del estilo Feeder, melódico y hasta sinfónico en sus estrofas, agresivo y contundente en la instrumentación de su estribillo e intervalos instrumentales. Su denunciadora letra, que urge a todos a actuar antes de que el planeta se vaya definitivamente por la borda, le aporte el toque de profundidad y hasta conciencia social, aunque el optimismo de su parte nueva, con redobles de batería incluidos, muestra que según el galés aún hay esperanza de unirse y actuar. "Playing with Fire" es más oscura y guitarrera, y claramente más apta para un momento álgido de sus conciertos. De nuevo estamos ante otra buena composición, especialmente en su ominoso estribillo, con el infeccioso bajo programado presidiendo intervalos instrumentales como instrumento más destacado, y un breve pero meritorio solo de guitarra antes de las repeticiones finales del estribillo. "Vultures" no ha sido escogida como sencillo, pero me parece de los momentos más notables de esta nueva entrega: de reminiscencias setenteras, su altísimo tempo en la segunda mitad de las estrofas y sus trepidentes rasgueos de guitarra encajan paradójicamente a la perfección con un estribillo de tempo mucho menor. Ambos tramos comparten una meritoria progresión armónica (que cambia de tonalidad en su parte nueva), y una elaborada composición, demostrando una vez más que hard-rock y melodías no están reñidos. La pena es que el solo de guitarra sea un visto y no visto.
"Sahara" tal vez recuerde a los momentos más grandilocuentes de la segunda época de Oasis (incluso en su sección de cuerda y en sus pasajes psicodélicos): un medio tiempo de melodía de notas largas y vocación coral, cuyo primer estribillo es casi inexistente, pero que afortunadamente desemboca en otro más reconocible y disfrutable. "Hey You", el sexto corte de "Black", fue escogido como cuarto y penúltimo sencillo. Un acierto en mi opinión, pues los galeses se olvidan de tanta distorsión y nos ofrecen uno de esos medios tiempos elegantes e interpeladores con los que tanto nos han cautivado a lo largo de las pasadas décadas. Además, los teclados y la percusión aportan cierta originalidad instrumental al tema, y una brillante parte nueva lo convierten casi desde la primera escucha en uno de los momentos más reconocibles de esta nueva entrega. "The Knock", escogido como segundo sencillo a medias con "Soldiers of Love", de "Red", es uno más de esos temas rápidos, contudentes y guitarreros típicos de Feeder, que solamente destaca gracias a un estribillo en acordes mayores tan elaborado como notable. Porque el resto adolece ya de recrear un camino ya transitado, eso sí con oficio y creatividad suficientes como para que los legos en la producción de la banda lo puedan encontrar disfrutable. "Perfume", penúltimo corte de Black, es uno de los momentos más duros del disco: voz distorsionada, ritmo pesado, sendos riffs de guitarra compitiendo en agresividad por cada canal, estrofas oscuras hasta lo hiriente. Aunque la letra del estribillo admita cierta debilidad humana, todo un ejercicio de contrastes dentro de un tema más en su carrera. En cambio "AI Man", aparte de tocar un asunto de máxima actualidad, convence por esa atmósfera de pérdida de control de la situación que desprenden sus estrofas, aumentada por una letra en perfecta sintonía con la música. Los arpegios de guitarra (no sólo de la principal, también de la que se escucha en segundo plano) son francamente interesantes. Y los arreglos de acuerda en puentes y estribillo (tal vez demasiado camuflados), así como los efectos robóticos de la parte nueva, le aportan una dosis extra de dramatismo. La única pega es que el estribillo es más bien escueto.
"Sleeping Dogs Lie" abre "Red", aunque para quienes escuchen el álbum en streaming o en CD, apenas notarán el cambio de tercio. Aparte de su elaborado comienzo, con guitarras que se van superponiendo, lo que nos encontramos es otra dosis de punk-rock de altos vuelos, tan efectivo como poco original en sus estrofas, si bien en el primer tramo de su estribillo bajan el tempo, captando así nuestra atención. Aunque seguramente lo más interesante sea el cambio de tonalidad y de ritmo en su muy elaborada parte nueva. Así que prefiero claramente el segundo corte: "Scream", también contundente y distorsionado, pero mucho más llamativo a nivel de armonías y melodía, como ya anuncia el arpegio de guitarra de su comienzo. Unas interesantes estrofas dan paso a un doble estribillo, muy diferentes entre sí y ambos tan disfrutables como los intervalos instrumentales. Otra destacable parte nueva confirma la calidad del tema, del que quizá lo más destacable instrumentalmente hablando sea la gran variedad de registros de su batería. "Submarine" baja el tiempo y oscurece su propuesta al principio, pero se reserva la sorpresa de intercambiar la distorsión por la intimidad de una guitarra acústica en los puentes. Y aunque el estribillo se hace de rogar, merece la pena, puesto que Nicholas se anima a darnos otra lección sobre cómo componerlos. Sólo la dureza de su principal tramo instrumental y del tramo final desentonan un poco del conjunto. El cuarto corte de "Red", "Lost in the Wilderness", fue también su tercer sencillo. Y uno de los temas más pop del disco: el habitual arpegio de guitarra, otra buena progresión armónica para que descolle una melodía más luminosa en sus estrofas que en su estribillo, y un cambio de tonalidad para enlazar con su tramo instrumental. El pero aquí vuelve a ser que suena demasiado próximo a tantos otros temas de la banda, sin nada que interpretativamente la haga destacar.
"Memory Loss" nos trae de nuevo a los Feeder más cercanos al proyecto en solitario de Grant Nicholas: preponderancia de la guitarra acústica, melodía interpretada en parte a dos voces en dos escalas diferentes. Una vez más a una correcta estrofa le sucede un estribillo disfrutable e intimista a partes iguales, casi susurrado. Aquí la parte nueva le pega tal giro al tema que puede resultar chocante, aunque está perfectamente armonizado con el resto de la composición. Y el resultado en general oxigena un poco la homogeneidad del disco. Aunque a mi modo de ver no iguala el resultado alcanzado por el siguiente corte: "Unconditional", reciente quinto sencillo y para mí el mejor tema del álbum. Otro tema de pop-rock elegante y enérgico a partes iguales, en el que los pedales de distorsión dejan paso a varios instrumentos desenchufados y la sección de cuerda más perceptible del disco. Las múltiples voces entrecruzadas de Nicholas en su larga parte nueva también le aportan ese toque de distinción. Y la humanidad de su letra termina por convencernos de que, aparte de tirar de oficio, Nicholas aún es capaz de entregar temazos como los de hace décadas. Como era de esperar, "Here Comes the Hurricane", antepenúltimo corte, baja un poco el listón, pero no deja de ser otro saludable ejercicio de punk-rock tanto para dejarse llevar dando saltos como para corear en cualquier festival. Nicholas repite aquí el recurso de doblarse la voz en octavas diferentes, y añade las típicas paradas para coger impulso antes de uno de esos estribillos en cascada, que esta vez no merece tanto la pena como los "ooh ooh" posteriores. Eso sí, al tema le falta crecer un poco conforme avanza el minutaje: sólo la parte nueva añade algo de condimento. "Soldiers Of Love" se permite pequeñas concesiones al folklore local (la gaita de su comienzo, los redobles de tambor en los que se basa la interpretación de la batería). Al bajar el tempo y predominar los instrumentos acústicos, la canción se vuelve más distinguible que muchas de sus hermanas. Aunque, con sus estribillo de notas altas y mensaje esperanzador, y esa parte nueva tan envolvente, personalmente creo que habría pegado más como cierre del álbum que como penúltimo corte. Porque el cierre real a tanto derroche creativo lo pone "Ghosts On Parade" con ese vertiginoso arpegio de guitarra que lo vertebra desde su mismo comienzo. No son malas sus estrofas, pero en realidad su razón de ser es ese estribillo de ritmo parcialmente sincopado y fuerza desbocada, y en menor medida la solvencia de sus dos tramos instrumentales, también en la línea de la segunda época de Oasis. Si bien creo que había opciones de más nivel para haber rematado "Red" en un punto más álgido.
Terminar con un momento no especialmente llamativo un disco de nada menos que dieciocho canciones y sesenta y seis minutos no es la mejor de las ideas. Porque abunda en el que a mi modo de ver es el principal problema de "Black / Red": es un álbum excelente, pero no lo parece. Si se fijan, he destacado nada menos que doce de sus temas, una auténtica barbaridad para un álbum de canciones nuevas a cargo de una banda que tampoco llevaba tanto tiempo inactiva. Pero es que, además, podría haber destacado prácticamente los dieciocho: no hay ningún momento flojo, y resaltar unos frente a otros es casi una cuestión de gustos personales. Lo que está claro es que el nivel del disco, tanto a nivel creativo como interpretativo, es alto, y desde luego mucho más que la inmensa mayoría de los publicados este año. Pero la presentación de las canciones resulta demasiado homogénea, casi monótona: incluso llega a dar pereza intentar localizar nuestros momentos favoritos. Tampoco hay ningún temazo que descolle, y el abuso de la distorsión sí puede provocar que a menudo nos contentemos con escuchar sólo "Black" o "Red". Habría hecho falta una mayor diferenciación en cuanto a la producción, tal vez introduciendo más electrónica como en sus discos más recordados ("Echo Park" (2001), "Comfort In Sound" (2002)), o tal vez alargando algunas canciones y acortando otras, e introduciendo algo más de experimentación. Pero Nicholas ha ido a "lo fácil" (entrecomillo porque en realidad es lo difícil): sólo buenas canciones y buenas hechuras de rock de toda la vida. Sus seguidores acérrimos estarán encantados, pero los que sabemos de su talento aún tenemos la esperanza de que dé el aldabonazo con alguna de sus nuevas entregas. Porque está capacitado para ello. Por desgracia, no será este por otra parte más que recomendable "Black / Red".
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