lunes, 11 de marzo de 2024

Chappell Roan - "The Rise And Fall Of A Midwest Princess" (2023)

Al igual que en mi anterior actualización, con la entrada de hoy termino de rematar las reseñas de los últimos álbumes de 2023 que se me habían quedado pendientes. En este caso le ha llegado la oportunidad a la estadounidense Chappell Roan, gracias a su álbum de debut, "The Rise And Fall Of A Midwest Princess". Un álbum que estuvo anticipando casi cuatro años mediante diversos sencillos que lo fueron descubriendo (hasta un total de ¡nueve!), y al mimsmo tiempo creando una gran expectación. La cual no ha quedado defraudada. Aunque con matices.

Para su confección, la de Missouri se ha apoyado, tanto en la composición de las canciones como en su producción, en el ubicuo Dan Nigro, conocido sobre todo por sus trabajos para Olivia Rodrigo. Y que en los nada menos que catorce temas de este disco se ha mostrado especialmente certero. Porque ha sabido crear un conjunto reconocible y atractivo sin que por ello las canciones se parezcan unas a otras; al contrario, los vaivenes estilísticos dentro de la propuesta general de pop femenino y emponderado que nos ofrece Roan son más que notables. Pero su mano pone de manifiesto que para expandir una propuesta musical no es realmente necesario ampliar el número de colaboradores, sino simplemente recurrir a uno con las miras suficientemente amplias.

El álbum lo abre "Femininomenon", también escogido como quinto sencillo. Un tema que juega a ser una de esas baladas de las que Roan tanto presume en sus versiones, con sus voces superpuestas, su piano y su atmósfera colorista, hasta que llega el puente, ese poderoso sampling distorsionado, después los "fucking" declamados... y lo que nos terminamos encontrando es un tema bailable, de ritmo rabioso y letra reivindicativa a lo "Girls Just Wanna Have Fun" de Cyndi Lauper. Una parte nueva elaborada y los cambios en la melodía del estribillo en sus repeticiones finales denotan lo trabajado del conjunto. Le sigue "Red Wine Supernova", seleccionada como octavo sencillo el verano pasado, y que también ha formado parte recientemente de mi lista de otras veinte canciones internacionales recomendables de 2023. La guitarra acústica que lo abre también juega al despiste, pues en seguida la suplen el bajo sintetizado y la batería programada, y un tema inicialmente unplugged se convierte en una especie de bubblegum synth-pop de melodía luminosa en sus estrofas y estribillo en notas altas. Aquí no hay parte nueva que sostenga el minutaje, pero sí un efectivo recitado antes de las repeticiones finales del estribillo. Curiosamente el tercer corte, "After Midnight", que con su fantástico comienzo de voces etéreas procesadas que anticipa un medio tiempo de funky absolutamente contemporáneo (llevando el temas a cotas que por ejemplo Doja Cat jamás podrá alcanzar) es uno de mis momentos favoritos, no ha visto la luz en formato sencillo. La melodía es estupenda de principio a fin, Roan la canta con una solvencia imponente, el bajo slap se basta para darle groove a la canción, y las guitarras digitalmente editadas demuestran que se puede hacer algo más que plagiar a Nile Rodgers para lograr esa elegancia que incite al baile. Pero lo mejor es su excelente estribillo, así como esa sugestiva letra que defiende que todo lo bueno pasa después de medianoche. El siguiente tema, "Coffee", es de los pocos que tampoco se ha publicado como sencillo. Ahora sí nos encontramos con uno de esos baladones que supuestamente caracteriza a la estadounidense. Tal vez un poco convencional en su arreglo cinematográfico, con su piano lento y su guitarra acústica apoyando la voz de Roan, y quizá diferente en exceso a los tres cortes anteriores, es normal que cueste digerirla. Pero no es un mal momento.

La quinta canción, "Casual", seleccionada como sexto sencillo a finales de 2022, mantiene el tempo lento, en una decisión un tanto cuestionable en contraste con los tres primeros temas del disco, pero nos propone un arreglo mucho más contemporáneo. Si bien su melodía de corte clásico y los juegos de voces de Roan pueden recordarnos a Carly Simon o a Christine McVie. Para mí lo mejor es esa parte nueva tremendamente trabajada que cambia la tonalidad y va creando el clímax para la repetición final del estribillo. Pero lo cierto es que, sin tratarse de una mala canción, apetece que llegue el final y el álbum recupere la senda de la ultra-modernidad disfrutable que había iniciado. Algo que afortunadamente logra con creces "Super Graphic Ultra Modern Girl", elegido como noveno y final sencillo, ya con el disco publicado. Con sus percusiones electrónicas a lo Shep Pettibone y su estribillo apoteósico digno de la mejor Lady Gaga, es un trallazo para disfrutar dejándose llevar, al que sólo le falta algo más de contundencia en sus relativamente inocuas estrofas para haber sido una de las grandes canciones del pasado 2023. "HOT TO GO!", el octavo sencillo, mantiene sorpresivamente la senda del pop bailable e irreverente, cuando parecía que lo que tocaba era dar otro giro estilístico al disco. En este caso Roan se acerca a ese feminismo mordaz de la británica Baby Queen en melodía, letra e incluso en ese arreglo de sintetizadores ochenteros juguetones que le sirven de colchón. El resultado es entretenido, y la parte declamada del final le ayuda a crecer, pero hay momentos mucho mejores. Sin ir más lejos "My Kink Is Karma", el cuarto sencillo: un medio tiempo de bajo obsesivo y batería electrónica que recuerda a las que suelen ofrecer los buenos momentos de Carly Rae Jepsen, de melodía elegante que va subiendo por las escalas con una naturalidad apabullante hasta desembocar en un precioso estribillo. La repetición del mismo con el cambio de acordes y una inesperada guitarra acústica antes del tramo final es una prueba más de que Roan y Nigro van sobrados de creatividad.

"Picture You", noveno corte de este largo disco, es otro de esos baladones un tanto retro que siguen desconcertando escucha tras escucha. Indudablemente Roan es una gran intérprete, pero el arpegio sesentero acompasado de la guitarra y el teclado principal pegan muy poco con, por ejemplo, las tres canciones anteriores. Es cierto que el estribillo es emotivo, y la sección de cuerda oportuna, por lo que es imposible hablar de un tema menor, pero sí de un tema fuera de lugar. Lo malo es que el siguiente corte es otro baladón: "Kaleidoscope", escogida como séptimo sencillo. Tanto tema reposado seguido genera la impresión de que el disco ha entrado en su fase de madurez, seria y pausada, y la fiesta desenfadada que tanto nos había entretenido ha quedado atrás. Siendo objetivos, es una canción menos melosa que su predecesora, Roan borda la interpretación en el estribillo, y como cierre del disco podría haber sido la guinda, pero aquí provoca que el álbum se desinfle. Justo entonces caemos en la cuenta de que el tema más emblemático de su corta carrera aún no ha aparecido, y entonces nos topamos con él: "Pink Pony Club" también comienza reposada con su piano y su sección de cuerda, pero en seguida entra la parafernalia electrónica, y su melodía en tonos altos desemboca en un medio tiempo irresistible. La fantástica letra sobre las andanzas de Roan en ese club de alterne, su doble estribillo, el fantástico teclado que lo adorna casi sin que nos demos cuenta desde su segunda repetición, los dos solos de guitarra eléctrica tan inesperados como tamizadamente efectivos... estamos sin duda ante uno de mis pasajes favoritos del disco. A continuación Roan comienza su particular recorrido de una a otra costa de su país, y lo hace con otro sencillo infeccioso (el tercero), de electrónica aparentemente amateur: "Naked in Manhattan". Tras un ritmo pegadizo y unas estrofas correctas, nos encontramos con un puente fantástico, tanto que acertadamente Nigro lo deja casi desnudo para que nos recreemos en él, hasta que rompe en un estribillo adornado con palmadas varias y ese provocativo "Touch me, touch me" que estaremos tarareando tras unas pocas escuchas. Durante el resto del tema la contenida pero sabia adición de elementos logra que el subidón aguante hasta el final.

En su penúltimo corte Roan se va a la otra costa y nos habla de su experiencia en "California", que en su momento fue su segundo sencillo. Como arranca a capella, y tras tantos cambios de tercio, uno no sabe si lo que viene es festivo o trascendental, pero conforme van entrando los instrumentos, vemos que es más lo segundo. Afortunadamente el resultado no es tan convencional como en otros momentos lentos (ahí está como evidencia ese original redoble de batería en muchos tramos), y las vivencias de Roan tras abandonar su estado natal resultan creíbles, pero nuevamente el contraste con el corte anterior es extremo, y la escucha se hace un poco cuesta arriba. Por eso cuando "Guilty Pleasure" comienza pausado con su guitarra acústica y los ecos campestres de Roan, lo lógico es pensar que la cosa va a terminar así de calmada. Las estrofas parecen confirmarlo, pero el puente ya parece desprender algo más de energía. Y de pronto, en un arriesgado ejercicio de estilo, Nigro quita de golpe todos esos instrumentos en el estribillo y los sustituye por un teclado sintético que es puro años ochenta y una sencilla programación electrónica que irá complicando cada vez más. Unos coros desquiciantes más propios de los Alpes Suizos y el arpegio acelerado del bajo antes del tramo final nos terminan de convencer de que estamos ante un saludable ejercicio de synth-pop femenino, desenfadado y disfrutable a partes iguales, y que supone un cierre mucho más acorde a lo que el grueso del álbum encierra.

Porque ése es quizá el mayor problema de "The Rise And Fall Of A Midwest Princess": los vaivenes extremos. No porque un estilo concreto sea claramente mejor que otros, puesto que Roan se desenvuelve bien en todos y Nigro sabe cómo producirlos, sino porque son tan radicales que al disco le cuesta encontrar la siempre necesaria continuidad. En este caso, siendo una artista aún joven, yo directamente habría eliminado "Casual" y "Picture You", habría colocado "Kaleidoscope" como cierre, y habría intentado ubicar "California" y "Coffee" en otros lugares donde hubieran resultado más fáciles de digerir. Sólo eso habría mejorado mucho el resultado final. En todo caso, incluso sin dos o tres de sus desubicados baladones, aún nos queda una decena de temas entre notables y muy meritorios, rematados encima por letras con mensaje plenamente actual y una estética singular. Por lo que no es de extrañar que el disco se haya colado en las listas de los mejores álbumes de 2023 de muchos de los medios musicales más reputados a nivel internacional. Una valoración que entiendo pero que no comparto del todo: creo que a Roan todavía le falta definirse estilísticamente y afinar un poco más el tiro. Y ahora está por ver si es capaz de mantener su nivel creativo teniendo que componer y crear bajo la presión del siempre delicado segundo álbum. Estaremos atentos a los acontecimientos.

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