La del principal compositor y cerebro de Oasis Noel Gallagher ha sido una trayectoria descendente desde que inició su camino en solitario. Su primer álbum ("Noel Gallagher's High Flying Birds", 2011) lo mostraba dentro de un clasicismo sin espacio para la sorpresa pero con un puñado de estupendas canciones. El estilo clásico se volvió un tanto retro en sus siguientes dos entregas ("Chasing Yesterday", 2015 y "Who Built The Moon", 2017), con el agravante de que la calidad de las composiciones fue decayendo de manera alarmante. Quizá por ello Gallagher optó entonces por una serie de tres EPs que también recibieron su atención en este humilde blog ("Black Star Dancing", "This is The Place", "Blue Moon Rising"), y que parecían un intento por sonar algo menos anquilosado (tampoco nada especial, simplemente había avanzado su foco desde los sesenta y setenta a los ochenta). Por eso estaba por ver si su nueva entrega seguiría intentando actualizar su sonido, o si volvería al clasicismo un pelín casposo de casi siempre. Por desgracia, Noel ha optado por lo segundo. Ante el beneplácito, eso sí, de la crítica más casposa. Aunque debo advertir que no se trata de un mal álbum.
Un punto a favor del disco es la cantidad de temas que encierra: diez en la versión corta, pero tres más en la edición Deluxe, además de una serie de remezclas a cargo de nombres muy interesantes, por no hablar de versiones instrumentales y otros rescatados de diversos directos. Una abundancia creativa que ya anticipa lo que en realidad nos encontraremos: un Gallagher en mejor forma creativa que en sus últimos años. Obviamente, no como cuando, en los noventa, era capaz de componer varios himnos al año, pero sí un creador capaz de sostener un disco que no desmerece del prestigio que en su momento consiguió alcanzar. Pero claro, estamos hablando de un artista ya más cerca de los sesenta que de los cincuenta, así que no es fácil pedirle una progresión estilística a alguien que, además, siempre renegó de las "tendencias musicales de su tiempo". Por todo lo anterior, si nos abstraemos de su pasado, y de nuestras esperanzas de contemporaneidad, convendremos en que "Council Skies" es un álbum digno dentro de su discografía.
"I'm Not Giving Up Tonight", el tema que abre el disco, es un buen reflejo de lo que nos vamos a encontrar. Un medio tiempo de corte clásico que desarrolla una buena composición, sin reparar en gastos (desde un coro hasta una bien nutrida orquesta), con las voces de Gallagher dobladas y subiendo a tonos altos, y espacio para elaboradas partes nuevas (instrumental en este caso). De resultado agradable aunque claramente inferior a los grandes momentos del mancuniano. Sin ser una maravilla, probablemente el honor de "mejor tema del álbum" le corresponde al siguiente corte, "Pretty Boy", también escogido como segundo sencillo: quizá de manera un tanto sorpresiva, una sencilla caja de ritmos y un sintetizador abren una canción que se va volviendo más rockera conforme avanza el minutaje, y que cambia la progresión armónica principal justo cuando ésta ya empezaba a cansar. Posee energía, está correctamente ejecutada y recuerda lo que Gallagher era capaz de hacer, pero tampoco se convertirá en uno de sus clásicos. Aunque sea infinitamente mejor que "Dead To The World", tercer sencillo, que no pasa de ser una balada mediocre la cual, a pesar de su elaborada orquesta, su inesperado acordeón y un estribillo en falsete medianamente digno, nos retrotrae peligrosamente a "Who Built The Moon".
"Open The Door, See What You Find", reciente quinto sencillo, es un mediotiempo eminentemente sinfónico que por momentos podría recordar a alguno de los grandes momentos psicodélicos de Oasis (de "Whatever" a "Let There Be Love"), construido sobre una luminosa y bien desarrollada progresión armónica, aunque el estribillo resulte claramente inferior a las estrofas y, sobre todo, a esos notables intervalos instrumentales presididos por la sección de cuerda. "Trying To Find A World That's Been And Gone" es un mini-tema (menos de tres minutos, de los cuales el final es casi un mero relleno) cuya progresión armónica es cien por cien Oasis (incluso habrá quien le encuentre parecido con "Live Forever") y que, gracias a su poderosa orquesta y a sus irreprochables estrofas, queda a la espera de un estribillo que nunca llegará y que lo podría haber convertir en el mejor momento del álbum. Le sigue "Easy Now", que fue extrañamente escogido como segundo sencillo, pues tan sólo el envoltorio está a la altura; las estrofas son de las más flojas de todo el disco, y el estribillo se queda en simplemente correcto.
"Council Skies", además de dar título al álbum, fue también elegida como cuarto sencillo hace unos meses. Pero aparte de esa percusión inusualmente elaborada que arropa a las guitarras, se trata de otro tema con oficio, instrumentistas solventes y detalles que recuerdan a los arreglos que hacían décadas atrás Swing Out Sister, pero sin magia. "There She Blows!" empieza siendo casi una recreación de los grupos mayormente vocales de finales de los sesenta y primeros setenta, aunque en este caso las dos voces las haga el propio Gallagher. Pero la canción posee algo más de fuerza que sus predecesoras, la guitarra principal de las estrofas es un acierto, y el solo del intervalo instrumental, aunque no sea excesivamente complejo, mantiene el tipo. "Love Is A Rich Man" es el tema más rápido del disco, y quizá el más original instrumentalmente, presidido por una llamativa sección de viento. Pero nuevamente se trata de una composición que no pasa de agradable, pese al notable cambio (parecen casi dos temas diferentes) entre estrofas y unos estribillos que se hacen un poco pesados. Y el tracklist de la edición estándar lo cierra "Think Of A Number", tal vez el segundo mejor momento del álbum pese a no haber sido escogido como sencillo: una tenebrosa progresión armónica, una original batería que altera la posición en el compás de una de cada dos cajas, una melodía un tanto reiterativa pero adecuada para el tono de voz de Gallagher, unos estribillos claramente más luminosos aunque bien engarzados con el resto de la composición, otra elaborada parte nueva, y casi el único espacio para escuchar un piano en primer plano. Aunque me resulta demasiado largo.
De los tres temas de la edición deluxe, para mí el más flojo es "Mind Games", una versión sin chispa de uno de los peores sencillos de la carrera en solitario de John Lennon. "Don't Stop..." es un descarte (por razones obvias) de los últimos años de Oasis, convenientemente instrumentado y desarrollado para pulirlo e incluirlo en "Council Skies". Y el más interesante me parece "We're Gonna Get There In The End", claramente superior a varios de los temas ya reseñados (más dinámico y edificante), con uno de los mejores arreglos del disco, si bien con un estribillo demasiado "gritón" para lo que la canción parece requerir. Y en cuanto a las remezclas, pues en realidad sucede lo mismo que con el propio álbum: muchos nombres relevantes (David Holmes, Pet Shop Boys, Robert Smith de The Cure), mucho oficio (todos escogen la canción que probablemente mejor se adapta a su estilo y la llevan con solvencia a su terreno, añadiendo incluso voces y guitarras), pero pocas sorpresas, confirmando que casi para cualquier artista es difícil mantenerse en su mejor momento cuando van pasando los años.
Quizá lo mejor que puede decirse de "Council Skies" es que, aunque no haya ningún tema espectacular, tampoco nos vamos a encontrar ninguno realmente flojo. Sucesivas escuchas nos lo confirmarán como un álbum agradable, pero que no deja un poso profundo. A destacar que Gallagher haya tirado la casa por la ventana con tantas orquestas, tantos coros y tantos colaboradores de postín (por ahí anda también Johnny Marr), que ayudan a sostener el nivel de las composiciones menos inspiradas. A resaltar también que la elección de los sencillos ha sido un tanto desafortunada; reflejo, por otra parte, de que no había temazos claros que pudieran disparar el interés mediático. De hecho, se trata del primer álbum del británico que no ha alcanzado el número uno en su país. Lo que refleja que la mejora creativa experimentada no ha sido suficiente para contrarrestar el cada vez menor interés que despierta su figura. Supongo que todo seguirá así en su carrera: cuando esté frisando los sesenta sacará un nuevo disco, nos parecerá correcto, pero sobre todo nos recordará de manera un tanto dolorosa lo grande que fue un día. La edad no perdona.
Un aficionado a la música pop-rock contemporánea que no se resigna a que creer que ya no se publica música de calidad.
sábado, 30 de septiembre de 2023
domingo, 17 de septiembre de 2023
Portugal. The Man - "Chris Black Changed My Life" (2023)
El pasado mes de Junio, tras una larguísima espera de nada menos que seis años, fue finalmente publicado el noveno álbum de los estadounidenses Portugal. The Man. "Chris Black Changed My Life", titulado así en memoria de un viejo amigo de la banda fallecido en 2019, ponía así punto final al periodo menos creativo de los de Alaska. Y es que desde que tocaron el cielo con "Evil Friends" en 2013, sólo habían publicado un disco de canciones nuevas, ese "Woodstock" de 2017 que creativamente supuso un pequeño paso atrás respecto a su predecesor, aunque paradójicamente les proporcionó el sencillo más vendido de su carrera, el archiconocido "Feel it still". Definitivamente diez años desde 2013 para sólo dos álbumes es una producción realmente escasa en una banda permanentemente activa. Por lo que sólo cabía esperar que la espera hubiera merecido la pena.
Sin embargo, cuando se dio a conocer el tracklist y la duración del álbum, me puse en guardia. Después de tantos años sólo nos iban a ofrecer once canciones y, lo que es peor aún, apenas treinta y cuatro minutos de música, en lo que se me antojó un retorno realmente pobre, casi de compromiso para poder salir de gira. Además, el sencillo de debut, "Dummy", me dejó un poco a medias, por anodino para lo que puede dar de sí la banda, además de por corto. Afortunadamente, sencillos posteriores mejoraron las perspectivas, y cuando por fin me hice con el álbum, pude confirmar que todavía encierran suficiente personalidad y magia para sobresalir en el panorama indie de su país, hasta el extremo de tratarse de una obra notable para este insulso 2023. Aunque la valoración final del álbum depende en buena medida de las expectativas, y yo les creo capaces de bastante más.
El mismo comienzo evidencia esta sensación de "qué buenos son, pero qué poco lo saben aprovechar": "Heavy Games II" es un comienzo ilusionante con su progresión armónica melódica y psicodélica a partes iguales, su piano en primer plano y la colaboración del también productor Jeff Bhasker en una bonita melodía... que sin embargo se interrumpe apenas pasado un minuto (aunque volverá más tarde). "Grim Generation" se convierte así en el primer tema realmente completo del disco, y uno de los pocos que no cuenta con una colaboración. Por supuesto, suena a Portugal. The Man cien por cien, con su bajo bien marcado, sus guitarras juguetonas, sus ritmos sincopados, la voz de John Gourley en falsete y su puente sinfónico antes de su estribillo psicodélico, pero le falta un punto de empaque para convertirse en otro temazo más de su discografía. "Thunderdome [W.T.A.]", con la colaboración del rapero Black Thought y la cantante mexicana Natalia Lafourcade, fue en su momento escogido como tercer sencillo: casi un tema lento, de ritmo arrastrado, estrofas y estribillos disfrutables sobre una misma progresión armónica, un interesante órgano en los intervalos instrumentales, y una parte rapeada un tanto anodina, es una canción que deja de nuevo una impresión agradable, pero también de que podría estar mejor. Algo a lo que ni siquiera llega "Dummy", extrañamente escogida como primer sencillo. De melodía en las estrofas y arreglo muy similar al del "Crazy" de Gnarls Barkley, suena a unos Portugal. The Man con mucho oficio, pero sin inspiración alguna, y un tanto reiterativos.
Por fortuna, a continuación nos topamos con "Summer of Luv", cuarto sencillo y, en mi opinión, uno de los dos excelentes momentos del disco. Con la colaboración de la banda neozelandesa de rock psicodélico Unknown Mortal Orchestra, su singular comienzo da en seguida paso a un medio tiempo elegante y sugerente a partes iguales, nuevamente con una única progresión armónica para estrofas y estribillo, pero el falsete de este último y, sobre todo, el sensacional saxofón que lo remata, lo hacen francamente disfrutable. El cambio de tonalidad de una prematura primera parte nueva le aporta frescura, y la segunda parte nueva, con su piano, personalidad, así como el breve y un tanto escondido solo de guitarra del final ponen en evidencia que la canción pedía a gritos una mayor duración. Al mismo nivel se sitúa "Ghost Town", un fantástico ejercicio de rock psicodélico, con el arpegio inicial del órgano sabiamente reemplazado por la guitarra acústica en las subyugantes estrofas, un excelente puente, y un estribillo a voces masculinas y femeninas que te atrapa y no te suelta, aderezado con los redobles de la caja de la batería, los detalles de percusión, y la coda final todo en unos pocos compases, demostrando de qué son capaces los de Alaska. Aunque lo mejor es el espectacular minuto final, con ese segundo estribillo en falsete. "Time's a Fantasy", otra vez con el productor Jeff Bhasker convertido en artista invitado, desconcierta un poco por ese auto-tune tan acusado enfrentado sin apenas añadidos con un piano de corte clásico, hasta que, tras el coro de voces, entendemos que el truco es que han recuperado nuevo "Heavy Games II" para desarrollarla de manera más lenta, si bien de manera más melosa y menos convincente que en el breve primer corte.
"Doubt", octavo corte, ha sido escogido la semana pasada como sexto y último sencillo, y ahora sí se trata de una balada de corte clásico, menos arriesgada instrumentalmente que la anterior, y también menos melosa, sobre todo en sus preciosas estrofas, realzada además por una concurrida sección de cuerda. Con el aliciente de que la melodía del tramo final, que se entrecruza con la de las primeras repeticiones del estribillo, le aporta la necesaria original a su tramo final. "Plastic Island", quinto sencillo, juega a llevar a los americanos hasta el Reino Unido y convertirlo en uno de esos grupos de pop británico tan groovy. Otra vez un tanto lastrado por reutilizar tal cual la misma progresión armónica en estrofas y estribillo consigue, sin embargo, que ambos suenen completamente definidos, y el efectivo bajo, el solo de guitarra que hace las veces de enganche con la tercera estrofa, y los "oooh oooh" del final, logran un espléndido clímax en su tercio final. Por desgracia, "Champ", el penúltimo corte y segundo sencillo, con la colaboración de Edgar Winter y With War, se asemeja un tanto a su predecesora, pero con una progresión armónica y una melodía menos inspiradas, por lo que el tema se deja escuchar pero no termina de llenar, y el acierto de la sección de viento de su tramo final queda contrarrestrado por un delirio chirriante que recuerda a los peores The Beastie Boys y que, francamente, no viene a cuento, como tampoco la marcianada de sus segundos finales. Y el cierre lo pone "Anxiety:Clarity": una nueva balada, esta vez con la colaboración del veterano Paul Williams, de casi seis minutos y estructurada en tres partes: una primera de corte clásico, un breve interludio coral, y una tercera que vuelve a recuperar los "Heavy Games II" del comienzo. Ninguna de las tres desagradable, pero ninguna tampoco especialmente acertada.
Como decía, la desbordante personalidad, las ganas de arriesgar con nuevos arreglos e inesperados instrumentos, y la densidad de eventos en pasajes concretos de algunos temas, demuestran que la banda sigue con ganas de dar batalla. Y cuando las composiciones acompañan, siguen reivindicándose como una banda fundamental en el panorama musical actual. Pero probablemente no eran necesarias tantas colaboraciones en tan poco espacio, o tres recreaciones diferentes de "Heavy Games", por no hablar del predominio de temas más bien lentos. Y lo que sí se echa mucho en falta es que concedieran más minutaje a momentazos que se quedan muy cortos, como "Summer of Luv", "Plastic Island" o incluso "Ghost Town". Además de una mejor claridad a la hora de diferenciar los temas más anodinos, a menudo publicados en formato sencillo, de los más brillantes, que por desgracia pueden permanecer ocultos, o ver la luz cuando el disco ya ha comenzado a perder actualidad. Seguramente todo ello ha contribuido a que la repercusión comercial del disco haya sido bastante menor que la de sus predecesores. Y es una pena, porque como lo reflejan las seis canciones que he destacado, aún son capaces de proporcionar temazos incontestables. Pero o aceleran su ritmo creativo, o van a perder definitivamente la atención de crítica y público.
Sin embargo, cuando se dio a conocer el tracklist y la duración del álbum, me puse en guardia. Después de tantos años sólo nos iban a ofrecer once canciones y, lo que es peor aún, apenas treinta y cuatro minutos de música, en lo que se me antojó un retorno realmente pobre, casi de compromiso para poder salir de gira. Además, el sencillo de debut, "Dummy", me dejó un poco a medias, por anodino para lo que puede dar de sí la banda, además de por corto. Afortunadamente, sencillos posteriores mejoraron las perspectivas, y cuando por fin me hice con el álbum, pude confirmar que todavía encierran suficiente personalidad y magia para sobresalir en el panorama indie de su país, hasta el extremo de tratarse de una obra notable para este insulso 2023. Aunque la valoración final del álbum depende en buena medida de las expectativas, y yo les creo capaces de bastante más.
El mismo comienzo evidencia esta sensación de "qué buenos son, pero qué poco lo saben aprovechar": "Heavy Games II" es un comienzo ilusionante con su progresión armónica melódica y psicodélica a partes iguales, su piano en primer plano y la colaboración del también productor Jeff Bhasker en una bonita melodía... que sin embargo se interrumpe apenas pasado un minuto (aunque volverá más tarde). "Grim Generation" se convierte así en el primer tema realmente completo del disco, y uno de los pocos que no cuenta con una colaboración. Por supuesto, suena a Portugal. The Man cien por cien, con su bajo bien marcado, sus guitarras juguetonas, sus ritmos sincopados, la voz de John Gourley en falsete y su puente sinfónico antes de su estribillo psicodélico, pero le falta un punto de empaque para convertirse en otro temazo más de su discografía. "Thunderdome [W.T.A.]", con la colaboración del rapero Black Thought y la cantante mexicana Natalia Lafourcade, fue en su momento escogido como tercer sencillo: casi un tema lento, de ritmo arrastrado, estrofas y estribillos disfrutables sobre una misma progresión armónica, un interesante órgano en los intervalos instrumentales, y una parte rapeada un tanto anodina, es una canción que deja de nuevo una impresión agradable, pero también de que podría estar mejor. Algo a lo que ni siquiera llega "Dummy", extrañamente escogida como primer sencillo. De melodía en las estrofas y arreglo muy similar al del "Crazy" de Gnarls Barkley, suena a unos Portugal. The Man con mucho oficio, pero sin inspiración alguna, y un tanto reiterativos.
Por fortuna, a continuación nos topamos con "Summer of Luv", cuarto sencillo y, en mi opinión, uno de los dos excelentes momentos del disco. Con la colaboración de la banda neozelandesa de rock psicodélico Unknown Mortal Orchestra, su singular comienzo da en seguida paso a un medio tiempo elegante y sugerente a partes iguales, nuevamente con una única progresión armónica para estrofas y estribillo, pero el falsete de este último y, sobre todo, el sensacional saxofón que lo remata, lo hacen francamente disfrutable. El cambio de tonalidad de una prematura primera parte nueva le aporta frescura, y la segunda parte nueva, con su piano, personalidad, así como el breve y un tanto escondido solo de guitarra del final ponen en evidencia que la canción pedía a gritos una mayor duración. Al mismo nivel se sitúa "Ghost Town", un fantástico ejercicio de rock psicodélico, con el arpegio inicial del órgano sabiamente reemplazado por la guitarra acústica en las subyugantes estrofas, un excelente puente, y un estribillo a voces masculinas y femeninas que te atrapa y no te suelta, aderezado con los redobles de la caja de la batería, los detalles de percusión, y la coda final todo en unos pocos compases, demostrando de qué son capaces los de Alaska. Aunque lo mejor es el espectacular minuto final, con ese segundo estribillo en falsete. "Time's a Fantasy", otra vez con el productor Jeff Bhasker convertido en artista invitado, desconcierta un poco por ese auto-tune tan acusado enfrentado sin apenas añadidos con un piano de corte clásico, hasta que, tras el coro de voces, entendemos que el truco es que han recuperado nuevo "Heavy Games II" para desarrollarla de manera más lenta, si bien de manera más melosa y menos convincente que en el breve primer corte.
"Doubt", octavo corte, ha sido escogido la semana pasada como sexto y último sencillo, y ahora sí se trata de una balada de corte clásico, menos arriesgada instrumentalmente que la anterior, y también menos melosa, sobre todo en sus preciosas estrofas, realzada además por una concurrida sección de cuerda. Con el aliciente de que la melodía del tramo final, que se entrecruza con la de las primeras repeticiones del estribillo, le aporta la necesaria original a su tramo final. "Plastic Island", quinto sencillo, juega a llevar a los americanos hasta el Reino Unido y convertirlo en uno de esos grupos de pop británico tan groovy. Otra vez un tanto lastrado por reutilizar tal cual la misma progresión armónica en estrofas y estribillo consigue, sin embargo, que ambos suenen completamente definidos, y el efectivo bajo, el solo de guitarra que hace las veces de enganche con la tercera estrofa, y los "oooh oooh" del final, logran un espléndido clímax en su tercio final. Por desgracia, "Champ", el penúltimo corte y segundo sencillo, con la colaboración de Edgar Winter y With War, se asemeja un tanto a su predecesora, pero con una progresión armónica y una melodía menos inspiradas, por lo que el tema se deja escuchar pero no termina de llenar, y el acierto de la sección de viento de su tramo final queda contrarrestrado por un delirio chirriante que recuerda a los peores The Beastie Boys y que, francamente, no viene a cuento, como tampoco la marcianada de sus segundos finales. Y el cierre lo pone "Anxiety:Clarity": una nueva balada, esta vez con la colaboración del veterano Paul Williams, de casi seis minutos y estructurada en tres partes: una primera de corte clásico, un breve interludio coral, y una tercera que vuelve a recuperar los "Heavy Games II" del comienzo. Ninguna de las tres desagradable, pero ninguna tampoco especialmente acertada.
Como decía, la desbordante personalidad, las ganas de arriesgar con nuevos arreglos e inesperados instrumentos, y la densidad de eventos en pasajes concretos de algunos temas, demuestran que la banda sigue con ganas de dar batalla. Y cuando las composiciones acompañan, siguen reivindicándose como una banda fundamental en el panorama musical actual. Pero probablemente no eran necesarias tantas colaboraciones en tan poco espacio, o tres recreaciones diferentes de "Heavy Games", por no hablar del predominio de temas más bien lentos. Y lo que sí se echa mucho en falta es que concedieran más minutaje a momentazos que se quedan muy cortos, como "Summer of Luv", "Plastic Island" o incluso "Ghost Town". Además de una mejor claridad a la hora de diferenciar los temas más anodinos, a menudo publicados en formato sencillo, de los más brillantes, que por desgracia pueden permanecer ocultos, o ver la luz cuando el disco ya ha comenzado a perder actualidad. Seguramente todo ello ha contribuido a que la repercusión comercial del disco haya sido bastante menor que la de sus predecesores. Y es una pena, porque como lo reflejan las seis canciones que he destacado, aún son capaces de proporcionar temazos incontestables. Pero o aceleran su ritmo creativo, o van a perder definitivamente la atención de crítica y público.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)