domingo, 12 de marzo de 2023

trudge - "no more motivation" (2022)

Estando ya a Marzo de 2023, el último disco que voy a reseñar de los publicados el año pasado es "no more motivation", debut del artista parisino trudge (escrito así, en minúscula). Un disco que recibió en el momento de su publicación una difusión muy minoritaria pero que, gracias a su incuestionable calidad, poco a poco se ha ido abriendo hueco en las listas y webs más exigentes, hasta que a finales del pasado otoño supe de su existencia y me hice con él. Desde entonces no he dejado de escucharlo. Y es que es complicado encontrar en estos tiempos de tanta música electrónica creada en una habitación por artistas generalmente justitos de talento un disco tan inteligente y a la vez consistente de música completamente instrumental. Pero es que el francés ha conseguido con este álbum quitarle todos los condicionantes peyorativos al término techno; para ello le ha bastado echar la mirada atrás a lo que este tipo de música generaba en los años noventa y actualizar sus propuestas al tiempo presente.

Reseñar un álbum sin una sola intervención vocal, e intentar explicar al mismo tiempo por qué no resulta monótono, no es nada sencillo. Más aún cuando el sonido de todas las canciones es homogéneo, con una personalidad lo suficientemente marcada como para reconocer al francés detrás de cada una de ellas. Las claves son para mí la inteligencia a la hora de jugar con los distintos elementos, un tracklist muy acertado y, en menor medida, la forma como siempre añade algún elemento novedoso a la mitad de cada canción. trudge está especialmente acertado a la hora de adaptar percusiones y tempos: igual nos propone un tema con un ritmo sincopado muy marcado, que otro sin absolutamente ningún elemento de percusión, que un tercero con un ritmo binario de bombo sobredimensionado. Y del mismo modo, podemos pasar de un tempo relajado, casi un ejercicio de chill-out, a un tempo de puro house, en el entorno de los 130 bpms. Consiguendo así que los once cortes y la hora justa de duración de "no more motivation" fluyan con una naturalidad envidiable.

"Bangkok Radio" es una buena elección para abrir boca: parece que sólo va a ser un ejercicio de ritmo sincopado, pero en seguida la progresión armónica entra sigilosamente y dota al tema de una riqueza mucho mayor. El resto es simplemente el talento del francés para ir añadiendo sintetizadores y quitando elementos, en un carrusel compacto y armonioso. "No motivation, meaningless", seleccionada acertadamente como tema estrella del álbum, es para mí uno de sus mejores momentos, y por eso formó parte de mi lista de mejores canciones internacionales de 2022 hace un par de meses. Claramente deudor de artistas de música electrónica que florecieron en los años noventa, incluso con ritmos acelerados en algunos pasajes a pesar de su atmósfera parsimoniosa, la clave es esa progresión armónica envolvente que vertebra el tema, y a partir del tercer minuto el teclado acelerado y distorsionado, que con su loop de notas imposibles y su dificultad para encajarlo en la tranquilidad global del tema, evidencia la calidad del artista francés. Acertadamente, "Mazzomba" sube tempo y contundencia, y evita así el riesgo de una propuesta demasiado relajante. No es un gran momento, pero trudge demuestra su versatilidad con las percusiones, y con sencillos crescendos y descensos mantiene nuestra atención durante casi seis minutos. "Snake dance", el siguiente corte, posee ciertas reminiscencias orientales que encajan muy bien con su ritmo de drum & bass, lo que, unido a su habilidad para ir añadiendo o quitando instrumentos, es suficiente para construir otro momento agradable.

"Unghosted" es el tema más techno de todo el disco, también el más rápido y el más contundente. De una crudeza tal que recuerda al mítico "Born Slippy" de Underworld, lo complicado es conseguir que esta contundencia ruidista aparentemente monocorde encaje tras casi dos minutos con una progresión armónica elaborada y unos sintetizadores infecciosos. Pero el francés, tras jugar al despiste, los superpone en un tercio final muy disfrutable. "Berserk" supone el contrapunto perfecto: de atmósfera espacial, etérea hasta el extremo de no utilizar ni un solo instrumento de percusión, ofrece la pausa necesaria tras el subidón del corte anterior, y esos sintetizadores en cascada que se entrecruzan mientras no paran de reverberar justifican su escucha. Aunque tal vez resulte un poco largo. "Dead Orange" es mi otro pasaje favorito del álbum: de duración contenida, la desolación que transmite, su originalísima percusión, con esos redobles imposibles, y la brillantez de las cuerdas sintetizadas a partir del minuto y medio, devuelven la fe en las posibilidades que todavía encierra la música electrónica. "Gradient", el octavo corte, sigue sonando a trudge: un nuevo medio tiempo (a pesar de sus programaciones aceleradas), envolvente a la par que rítmica, y que en su segunda mitad resulta inspirador gracias a otro sintetizador principal "marca de la casa".

"Punishments" inaugura el último tercio del álbum con el segundo tema más rápido y contundente del disco. Una vez más llega en el momento adecuado para auyentar los fantasmas del tedio. Y aunque rítmicamente es de los más simples del disco, sus bajos ultradimensionados hasta el extremo de casi ocultar la melodía de los dos sintetizadores principales logran su cometido de cambiar el tercio. Sobre todo porque a partir de su tercer minuto, trudge transforma su ritmo en otro más complejo y añade nuevos sintetizadores que enriquecen el resultado. La parada final y la apoteosis final explican por qué la canción dura más de seis minutos y medio. "Eleven" recupera un ritmo que parece sacado de los primeros tiempos del hip-hop allá por los ochenta, y sobre él contrapone un colchón de sintetizadores reposados. Sin ser un gran momento, el sintetizador que, para seguir en su línea, introduce a mitad del tema, anima lo suficiente el conjunto hasta el final. Y el cierre lo pone "Blue Ritual", una espectral composición que a mi modo de ver intenta asemejar el final del disco con el propio final musical de su proyecto. Ese languidecer queda reforzado por la ausencia completa de percusión. Si bien creo que al conjunto le habría venido bien uno o incluso dos minutos menos.

La proyección y la evolución de estos proyectos tan minoritarios son complicadas de predecir. A veces quedan en muestras puntuales de artistas de los que nunca más se llega a saber; otras, el artista les intenta dar continuidad pero no termina de dar con la tecla. Y sólo en algunas ocasiones el artista en cuestión se consolida y se convierte en una referencia dentro del siempre minoritario mundo de la música electrónica. Esto es lo que me gustaría pensar que va a suceder con trudge. Por su talento, por su inteligencia componiendo, instrumentando y ordenando sus composiciones, y porque es poco menos que un oasis entre tantos discos tecnológicamente brillantes pero creativamente mediocres. Aun cuando no todos sus temas rayen a la misma altura, e incluso a sabiendas de que si no introduce alguna parte vocal en alguna de sus creaciones será prácticamente imposible que reciba el reconocimiento suficiente. En todo caso estaré atento a sus siguientes movimientos, y si siguen siendo interesantes no duden de que se los traeré por aquí.

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