Hoy traigo a este humilde blog la que para mí es, sin duda alguna, la artista revelación de este 2022 que está próximo a terminar. Tras dos EPs que sorprendieron con temas tan sugestivos y frescos como "Electric Dream" o "Sunshine State", el pasado mes de octubre ha visto la luz "Dreams, Pains & Paper Planes", el primer (mini) álbum de la inglesa Pixey. Ocho canciones directas y apenas veintiocho minutos que se disfrutan de principio a fin, pues evidencian una madurez y una habilidad a la hora de mirar al futuro apoyándose en el pasado realmente encomiables. Sin temas de relleno, con una personalidad propia pero sin repetirse en ellos, una excelente producción que conjuga con habilidad instrumentos eléctricos y electrónicos, y unas letras a veces provocativa, otras irreverente, su aparición supone un soplo de aire fresco en un panorama tan plano y tan carente de talento como el que nos rodea en estos tiempos.
El disco lo abre "Recycled Paper Planes", también escogida como segundo sencillo. Sin duda un buen reflejo de lo que encierra el álbum: una sugestiva progresión armónica sostenida en las estrofas por su infecciosa guitarra y por un bajo lleno de ritmo, que tras dos repeticiones da paso a un estribillo tarareable a la vez que psicodélicamente futurista. Aunque no tanto como el original sintetizador que adorna una parte nueva que, como casi en todo el disco, no es más que una estrofa sin melodía vocal. El siguiente corte fue también el primer sencillo en anticipar este debut: "Come around (Sunny day)" baja el tempo y vuelve a vertebrarse sobre una guitarra eléctrica que me recuerda a las del debut de Clairo. La programación de la batería es tan certera que llena todos los huecos, y el estribillo coreable y apoteósico (acorde con el día soleado al que alude la letra, especialmente en la repetición final sin apenas acordes que lo apoyen) lo termina de convertir en un excelente momento. Igualmente "I'm Just High" es el tercer corte y también el tercer sencillo. Otra vez un tema con groove, a tono con su letra de desenfreno, de estrofas infecciosas y estribillo de muchas notas pero aun así con un sorprendente toque sinfónico en los teclados que lo envuelven. El cuarto corte, "Kids!", a pesar de no haber sido escogido (de momento) como sencillo, es sin duda mi momento favorito del álbum: casi un tema lento, las dos cajas de ritmos solapadas del comienzo se contraponen de manera fantástica, y enseguida las arropa un teclado para llevar los acordes que refleja la elegancia etérea del tema. La progresión armónica del estribillo, tras el cambio del puente, es la misma de las estrofas, pero las notas de ambos son muy diferentes, y la letra es pura irreverencia ("Fuck this! It's something we never asked for"). La parte nueva en realidad no es más que una meritoria desaceleración a modo de reprise, que da lugar a unas repeticiones finales del estribillo en las que una relativamente camuflada guitarra acústica remata una excelente producción.
"Melody (From You to Me)", algo así como una actualización de un tema de pop-rock a medio camino entre EMF y The Stones Roses, acelera el tempo y nos propone otra guitarra irresistible, unas estrofas directas en las que las partes declamadas complementan con talento la melodía vocal, y un estribillo que altera la progresión armónica y lo llena con unas notas largas que, a pesar del contraste con las estrofas, queda perfectamente armonizado con ellas. "So Just Smile", sexto corte, es otro medio tiempo con protagonismo desde el principio para la percusión programada, y quizá el más dulce desde el punto de vista melódico. Con una letra que intenta insuflar optimismo a una persona en horas bajas, tanto su preciosa estrofa como su efectivo estribillo son capaces de subir el ánimo a cualquiera. Y el tramo final, mezclando ambas melodías vocales a modo de coda, un acierto más de la producción. El penúltimo corte es "Treat Me Right", el segundo pasaje más reposado del disco (aunque por supuesto no estamos ante una balada). Otras estrofas elegantes, con un curioso cambio de notas en su segunda repetición, un expansivo estribillo que combina sensibilidad y cierto arrojo, y ahora sí, una parte nueva diferente y elaborada, en la que sobresale la manera gradual en la que se recupera un estribillo final que acaba sorprendiendo con su ritmo de puro drum & bass. Y el cierre lo pone seguramente el tema más intimista: "In My House", con sus acordes menores y su reverberadas estrofas, facilita el aterrizaje tras tanto subidón, aunque la calma envolvente de sus estrofas está bien contrapesada por un elaborado estribillo de notas altas en la que el Pixey deja traslucir de manera contagiosa su enojo.
Hacía mucho que no destacaba ocho temas de un mismo disco, pero es que todos ellos merecen individualmente la pena. Incluso a pesar de la poco habitual variedad de tempos entre ellos. Curiosamente es un disco que suena más norteamericano (cálido, guitarrero, indie) que británico (poca flema y menos pose). Y que en cada nueva escucha permite descubrir nuevos detalles, algo muy a tener en cuentra tratándose de un álbum de debut sin demasiados medios. Es posible que le sobre reverberación a la voz, y obviamente un par de canciones más, incluso aunque hubieran flojeado un poquito frente a estas ocho, habrían venido de perlas para llegar a una duración estándar. Pues tal cual ha quedado, "Dreams, Pains & Paper Planes" deja con ganas de más. Algo que también se percibe en unos sencillos que gradualmente van aumentando en repercusión, como lo refleja el número creciente de visitas de cada uno de ellos. Habrá que ver cuáles son los siguientes pasos de la de Liverpool, si sigue con ese desenfado propio de una propuesta sin grandes pretensiones comerciales, o intenta aspirar a cotas más altas de repercusión. Ojalá en ningún de los dos casos ello le suponga la pérdida de la inspiración y originalidad que han alcanzado su propuesta; podríamos estar ante una gran artista.
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