Aunque el gradual desconfinamiento no está siendo acompañado por la recuperación de la cadencia habitual de novedades musicales, sí que se observa en las últimas semanas una tendencia a publicar álbumes que habían quedado hibernados en las estanterías de las discográficas esperando un momento más propicio. Tal ha sido el caso de "Synthian", el segundo álbum de la alemana afincada en Londres Nina Boldt, conocida musicalmente como Nina. Una artista que ya me llamó la atención cuando publicó su primer álbum "Sleepwalking" (2018), sobre todo por su tema del mismo título. Pero que no llegué a reseñar entonces porque el talento que se atisbaba quedaba en parte oculto por un sonido demasiado deudor de los ochenta y por un predominio de las canciones anodinas.
Un par de años más tarde "Synthian" ha supuesto un saludable paso adelante en la dirección correcta. Lo que no significa que haya roto con sus orígenes: simplemente ha dado con la tecla en dos o tres canciones más, y ha quitado un par de capas a su preferencia por los envoltorios ochenteros. Lo justo para que este álbum, sin llegar a la excelencia, merezca una entrada en este humilde blog. Quizá simplemente haya sido la consecuencia de una mayor madurez como creadora, o quizá a causa una mayor influencia de su teclista y co-compositora Laura Fares (también conocida como LAU), vaya usted a saber.
Ahora bien, ese crecimiento no se aprecia en "Synthian", el supuesto tema estrella del álbum, que da le da título y lo abre: tan synth-wave como cabría esperar, lo que le falla no es su mirada a los ochenta sino que por una parte no se decide por una propuesta determinada (se queda en un insulso medio tiempo) y por otra propone una melodía que no transmite. Afortunadamente el álbum explota con "Automatic call", el sencillo que anticipó el álbum a finales del año pasado y que se quedó fuera por muy poco de mi lista de mejores canciones internacionales de 2019: aunque la base rítmica (bajo y percusión) del comienzo es puro italo-disco (lo que no significa que esté mal, sólo fuera de época), esa progresión armónica eficaz (y que cambia con mucha creatividad en la estupenda parte nueva) y que da cabida a una excelente melodía de principio a fin compensa cualquier exceso "ochentero" en la producción. No obstante el álbum pega otro bajón en el tercer corte, ese "Runaway" que recuerda en su comienzo al eurobeat alemán y que luego evoluciona hacia el pop norteamericano más olvidable de mediados de los ochenta (podríamos pensar en uno de los sencillos más prescindibles de Sheena Easton), a pesar de que el estribillo es razonablemente digno.
"Unnoticed" recupera casi todo el terreno perdido, y es probablemente mi tercer tema favorito del álbum. Con una melodía menos definida que "Automatic call", resplandece su estribillo tan nostálgico de otras décadas como efectivo. Además, la coda final está muy bien resuelta, y el tempo más alto que el del tema precedente ayuda al "subidón" que supone su escucha. "The calm before the storm" fue un sencillo perdido después de "Sleepwalking", y aquí vuelve a pasar desapercibido a pesar de la complejidad de su melodía de notas altas y su ritmo cadencioso. "The wire" peca de una producción excesivamente anticuada (la caja de ritmos en particular suena completamente obsoleta), pero es una pena, porque las estrofas son melancólicamente agradables (a pesar de que la entrada al estribillo se hace de rogar) y el propio estribillo es de una elegancia y una armonía notables, con el detalle adicional del cambio en la letra de la repetición final.
El último tramo del álbum apuesta por bajar el tempo y arrullarnos entre medios tiempos y baladas. A la primera categoría pertenece "Love is blind", tan correcta como insípida, además de un poco larga. A la segunda "Never enough", que personalmente me recuerda un poco a la fantástica "La estación de los amores" de Franco Battiato con su bajo sintetizado y su teclado para llevar los acordes. Aunque una bonita melodía, una mejor interpretación vocal de Nina, y sobre todo un oportuno saxofón le dotan de la personalidad suficiente como para considerarla mi cuarto tema favorito del álbum. La excepción a los ritmos pausados la pone "Gave up on us", que también empieza lenta e intimista, pero luego propone un saludable cuatro por cuatro bailable soportado por un excelente bajo sintetizado, una preciosa melodía bien reforzada por una percusión más pronunciada en el estribillo, y una letra tan desencantada como reconocible en tantas de nuestras experiencias personales. Y la confirmación la pone el cierre del álbum, "The distance", el esperable "baladón" con instrumentación espartana que irá creciendo para rematar el conjunto, que resulta agradable pero a la que en mi opinión le sobra un poco de azúcar y le falta algo más de elaboración (poco más que dos estrofas, dos estribillos y un pequeño tramo instrumental).
Un cierre que por otra parte resume bien los cuarenta y dos minutos de este "Synthian". Siempre agradables, pero sin espacio para la experimentación, muy conservadores en la instrumentación, y que dependen básicamente de la inspiración de Nina a la hora de crear una melodía brillante o de darle el tempo justo. Cuando acierta, se le perdonan los defectos porque nos reencontramos con un pop de corte clásico e infalible. Cuando falla, el tema se deja oír pero no dejará huella en nuestra memoria. Fifty - fifty en todo caso, así que disfruten de "Automatic call" y sus cuatro hermanas más notables, que el pop de calidad intemporal no abunda precisamente en estos días. Aunque sea retro.
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