Una de las sorpresas del año que está a punto de terminar ha sido el retorno a la actividad en formato álbum Holichild. El dúo de Los Ángeles, formado por la vocalista Liz Nistico y el multi-instrumentista Louie Diller, debutó en formato álbum hace más de cuatro años con el interesante aunque irregular "The Shape of Brat Pop to Come". Desde entonces, una gira, y un par de años de silencio que no anticipaban este delirante y colorista "The theatrical death of Julie Delicious", cuyos temas empezaron a ver la luz en formato sencillo en los últimos meses de 2018.
Para su regreso han insistido con su vena ingenua, que les ayuda a afianzar su identidad como artistas pero en mi opinión les resta puntos. Porque el dúo posee una inteligencia innegable a la hora de recrear los mejores trucos del pop de los sesenta y los ochenta pero acercándolos a las sonoridades contemporáneas con una original mezcla de instrumentos acústicos, eléctricos y electrónicos. Pero esa voz casi naïve que adopta Nistico (en la línea de la peor Madonna) puede incluso hacer que una gran canción quede un tanto desapercibida. Y es una pena, porque no abundan las bandas capaces de alcanzar el equilibrio entre nostalgia y modernidad, y hacerlo además con unas canciones bien compuestas y mejor producidas.
Pero es que además ni siquiera han sido libres de incluir en el álbum los temas que han ido viendo la luz en formato sencillo. Supongo que su provocación y su descaro han chocado contra el establishment discográfico, y por eso uno de sus mejores sencillos (si no el mejor), "Bathroom Bitch", una exaltación de su sexualidad en palabras de la propia Nistico, con una letra dura y explícita ("I wanna fuck you in the bathroom, I wanna fuck you on the roof of my car, I wanna drink your juice so badly, I want it dripping from my ass to the floor..."), se ha quedado fuera del disco. En fin, éste es el mundo en el que vivimos, y ésta es la razón por la que bandas como Holychild son tan necesarias. Aunque enfrentarse a sus álbumes no deje de ser un reto.
Reto que comienza con "Over you", también elegido como cuarto sencillo, un medio tiempo construido sobre un teclado obsesivo que repite la misma progresión armónica todo el tiempo (salvo en la etérea parte nueva), y que llama la atención por lo maximizado de su sonido (tanto que a pesar de la profusión de instrumentos a veces cuesta distinguirlos). "Number one" repite en su apuesta por el pop esquizoide de aromas sesenteros, como lo muestran las segundas voces que apostillan la melodía principal, en especial durante su parte nueva. Más entonada me parece "Hundred Thousand Hearts", segundo sencillo en ver la luz, y que no obstante es la mejor prueba de esa ingenuidad impostada que le resta puntos a un tema que por lo demás es tremendamente efectivo como medio tiempo pop de estribillo coreable y parte nueva elaborada y plena de talento, rematado por un piano de una complejidad notable y una trompeta que reflejan lo cuidado de su instrumentación. "Raining romance" ha sido el quinto sencillo del álbum en ver la luz hace unas semanas. Más contemporáneo en estilo y sonido, es uno de los mejores momentos del álbum: olvidándose de su impostada frivolidad, y con una percusión a contracorriente (nada menos que tres ritmos diferentes para estrofa, puente y estribillo), su oscuridad y su original uso del pitch en el intervalo instrumental hacen el resto.
"Haunt me in the night" es la primera balada del álbum. Con un toque muy de final de película romántica de Hollywood, su melodía de tintes clásicos es irreprochable, y su parte nueva y el solo de guitarra de Diller antes de las repeticiones finales del estribillo son puntos a su favor, pero nuevamente pesa más la forma que el fondo. Mejor resulta "Carmelo", sexto corte y tercer sencillo, con una letra sobre la relación de Nistico con su padre. Quizá sea la más electrónica del disco, tanto por los instrumentos utilizados como por la manera con la que juegan con el sonido. En un mundo ideal sería la banda sonora perfecta de una fiesta alternativa: una melodía excelente de principio a fin, y el largo solo de sintetizador al final reflejan la calidad del tema. "Fight for me" atrapa prácticamente desde el comienzo: de referencias claramente ochenteras, la melodía de la estrofa llama la atención por sus tonos altos, y las guitarras distorsionadas del estribillo suponen el mejor contrapunto a la interpretación vocal de Nistico, sobre todo en ese psicodélico final digno de los mejores Oasis.
Aunque para mí el mejor tema del álbum es sin duda "Patron Saint", que curiosamente no ha visto la luz en formato sencillo: sin parte instrumental previa, y quizá con un punto de ingenuidad de más, es un tema infalible para cambiar nuestro estado de ánimo en el día más depresivo: una melodía vocal tan perfecta que parece una versión de los años dorados del pop, y una instrumentación que la complementa pero más en un segundo plano que en cualquier otro tema del disco, para no quitarle protagonismo (salvo en los coros y la sección de viento del tramo instrumental final). "Saturday" es el "baladón" del disco, aunque su comienzo a capella con adornos espaciales no lo deje entrever. Pero en este caso sí se trata de una balada convincente, muy bien cantada, con una certera sección de cuerda, una original parte instrumental, y un final apoteósico. De hecho quizá hubiera sido mejor como cierre del álbum que "Wishing you away", el primer sencillo que anticipó el disco hace casi año y medio. No sé si es que estoy saturado de tanto dem bow (aunque el tema no tenga nada que ver con el reguetón), o si es por la ampulosidad un tanto pretenciosa de su estribillo, el caso es que me parece un tema menor.
Y así se cierra este álbum relativamente corto, no exento de altibajos, lleno de letras impactantes, clichés provocativos e instrumentaciones originales. Aunque si aceptamos el reto de descubrir el valor de cada tema más allá de su superficie, en todos ellos encontraremos giros elaborados, buenos detalles, instrumentaciones originales, una producción brillante, y un puñado de buenas canciones. Pero no nos engañemos: Holychild resultan demasiado superficial para el panorama indie, demasiado arriesgados para el mainstream, y demasiado originales para el guetto de la electrónica, por lo que tienen dificil llegar a un público amplio en cualquiera de esos frentes. Así que espero que no tiren la toalla tras este trabajo tan personal, y que este humilde blog contribuya mínimamente a su difusión.
Un aficionado a la música pop-rock contemporánea que no se resigna a que creer que ya no se publica música de calidad.
jueves, 26 de diciembre de 2019
sábado, 21 de diciembre de 2019
Underworld: "Drift Series 1 Sampler Edition" (2019)
Los galeses Underworld empezaron en noviembre del año pasado un ambicioso proyecto titulado "Drift" durante el que han ido publicando en su web nuevas composiciones y vídeos, nada menos que a ritmo de una por semana. Esas composiciones las fueron agrupando durante meses sucesivos en lo que llamaron "Episodes", en realidad álbumes o EPs autocontenidos, hasta llegar a un total de seis, es decir, nada menos que tres y horas y media de material nuevo. Todo un derroche de creatividad en estos tiempos que corren de tanto revival, y todo un regalo para sus fans más incondicionales. Así hasta que al cumplirse justo un año del inicio del proyecto, el dúo lo dio por completado con la publicación de "Drift Series 1 Sampler Edition", una especie de "best of" de todo ese material publicado durante las cincuenta y dos semanas anteriores, secuenciado en un nuevo orden para darle la cohesión oportuna y recortando o incluso cambiando la instrumentación de algunos temas. Ese álbum "oficial" es el que voy a reseñar a continuación.
¿Es pues es "Sampler Edition" un "best of" del proyecto Drift? ¿O es al menos un álbum que mire de frente a sus nueve álbumes anteriores? Pues desgraciadamente ni lo uno ni lo otro. Y es que entre los treinta temas disponibles para la selección no hay en mi opinión ni uno solo del nivel de sus grandes clásicos, lo que una vez más refrenda que cantidad no es igual a calidad. Y es que Karl Hyde y Rick Smith tiran de oficio para completar la mayoría de las temas con sus obsesiones habituales (un ochenta por ciento para la pista de baile y un veinte por ciento para la experimentación), pero la chispa de la inspiración apenas aparece. Abundan los temas monocordes (o casi), las percusiones electrónicas más que conocidas y ya explotadas, las grandes "parrafadas" de Hyde... Y como complemento seis o siete experimentos con los que sin duda se lo pasaron bien, pero en general de difícil disfrute. Por lo que cualquier selección de los treinta temas iba a dar como resultado un álbum a lo sumo discreto, pero lejos de "Dubnobasswithmyheadman" (1994), o incluso del más reciente y meritorio "Barbara, Barbara, we face a shining future" (2016). Pero es que a mi modo de ver ni siquiera han estado especialmente acertados con la selección; no sé si tiraron de la recepción online o en sus conciertos de las canciones para guiarse, pero el caso es que hay dos o tres que desentonan del conjunto, y algunos de los más interesantes se han quedado fuera.
El álbum lo abre "Appleshine", uno de sus clásicos temas orientados a la pista de baile, de desarrollo muy lento (casi diez minutos), con sólo dos acordes que se van alternando todo el tiempo, con una tardía (casi a los minutos) pero muy larga interpretación vocal de Karl Hyde, cuya voz se oye tan lejana que es muy complicado entender lo que dice, y sin apenas sorpresas en su segunda mitad (aun así, es de los momentos más salvables). Le sigue "This must be drum street", simplemente aceptable, también oscura y bailable, de duración más contenida y bajo más marcado, con una progresión armónica un poco más trabajada y con la pegajosa frase "Do you wanna buy my car?" como lo más destacable de su parte vocal. El siguiente corte es "Listen to Their No": inicialmente chirriante, con un prometedor sintetizador juguetón típico del dúo que se posiciona como instrumento principal casi al principio, y las voces "auto-tuneadas" de Hyde para una melodía entrecortada y un tanto extraña que también promete y que tiene una especie de estribillo cuando empieza con aquello de "There's no one", pero cuyo desarrollo encalla durante su segunda mitad, alejándolo de los grandes momentos del dúo (aunque quizá sea el mejor tema del disco).
"Border country", con la colaboración del para mí desconocido Ø [Phase], es otro de los típicos temas obsesivos y monocordes de la banda, similar a los que ya hemos escuchado tantas veces en otras entregas, y durante el cual no sucede prácticamente nada. "Mile Bush Pride" son menos de cien segundos de techno monótono y machacón. "Schipol test" levanta un poco el nivel, aunque vuelve a ser poco más que una obsesiva sección rítmica y un par de frases de Hyde, esta vez más graves y envolventes. "Brilliant Yes That Would Be", supuestamente inspirado por el paisaje islandés, son seis minutos de experimento a partir de un par de sintetizadores envolventes y una guitarra hiper-distorsionada, sin percusión alguna, y ante los cuales es difícil no pulsar el botón de forward. "S T A R (Rebel Tech)" se supone que es, como su propio título indica, el tema estrella del álbum, y en la versión original del episodio 5 (de la cual añado el enlace al video-clip) era quizá su momento más musical, aparte del más sencillo de recordar por la cantidad de personas y personajes famosos que cita, pero en la versión de este "Sampler" pierde en armonía lo que gana en contundencia, y para mi gusto el resultado es peor. "Imagine a box" son otros seis minutos de techno tenebroso de tempo alto, con una progresión armónica medianamente elaborada aunque con tendencia al delirio, y una de esas melodías imposibles por desestructuradas que son marca de la casa, pero esta vez escasa de chispa. Y la "muestra" la cierra "Custard Speedtalk", algo así como la evolución de su clásico "Rez" casi treinta años más tarde, con dos baterías convencionales y una melodía vocal larga para complementarla, y que podríamos definir como el intento de hacer una balada a partir de un original tan discotequero, recurriendo para ello a un complicado piano para contrepesar al juguetón sintetizador del comienzo.
Los cincuenta y ocho minutos de esta edición permiten también corroborar algo no siempre resaltado: la variedad de registros vocales de Karl Hyde, capaz de llevar a muchos temas conceptualmente similares a territorios distintos. Pero para haber subido el nivel habrían hecho falta más armonías, más progresiones armónicas bien trabajadas, un par de estribillos certeros, una duración más contenida en ocasiones. Y es que aunque sabemos que Underworld son capaces de combinar lo mejor y lo peor, esta vez su extraordinario esfuerzo no ha rendido los resultados esperados.
No obstante, para que el sabor de boca mejore, sugiero completar esta "Sampler Edition" con los siguientes cinco temas de los distintos "Episodios", que en mi opinión habrían mejorado un tanto la impresión global: "Molehill", con su pop de epopeya espacial sobre arpegios de piano y sintetizador, sin percusión y apenas letra y sin embargo mucho más interesante como experimento que "Brilliant Yes That Would Be", "Doris", su aproximació al ambient a lo Aphex Twin, un instrumental evocador y con más armonías que cualquier tema del "Sampler", "Two arrows", Underworld clásico para la pista de baile pero que demuestra que pueden hacer un tema igualmente intenso, bailable y perturbador en dos segundos, "A moth at the door", un tema coral (sí, sí, han leído bien, coral), con la voz de Hyde resonando en medio de un templo imaginario, doblada y distorsionada n-veces mientras una letra de compasión, y con la sorpresa final de un coro real para rematar el resultado, y "Another Silent Way - Drift Poem - Better Than Diamonds", catorce minutos de percusión africana casi tan irresistible como la de "Born slippy", con tres partes claramente diferenciadas, mucha frase declamada y mucho sintetizador estridente, que podría haber funcionado como tema excesivo para abrir el álbum (o uno de sus conciertos).
¿Es pues es "Sampler Edition" un "best of" del proyecto Drift? ¿O es al menos un álbum que mire de frente a sus nueve álbumes anteriores? Pues desgraciadamente ni lo uno ni lo otro. Y es que entre los treinta temas disponibles para la selección no hay en mi opinión ni uno solo del nivel de sus grandes clásicos, lo que una vez más refrenda que cantidad no es igual a calidad. Y es que Karl Hyde y Rick Smith tiran de oficio para completar la mayoría de las temas con sus obsesiones habituales (un ochenta por ciento para la pista de baile y un veinte por ciento para la experimentación), pero la chispa de la inspiración apenas aparece. Abundan los temas monocordes (o casi), las percusiones electrónicas más que conocidas y ya explotadas, las grandes "parrafadas" de Hyde... Y como complemento seis o siete experimentos con los que sin duda se lo pasaron bien, pero en general de difícil disfrute. Por lo que cualquier selección de los treinta temas iba a dar como resultado un álbum a lo sumo discreto, pero lejos de "Dubnobasswithmyheadman" (1994), o incluso del más reciente y meritorio "Barbara, Barbara, we face a shining future" (2016). Pero es que a mi modo de ver ni siquiera han estado especialmente acertados con la selección; no sé si tiraron de la recepción online o en sus conciertos de las canciones para guiarse, pero el caso es que hay dos o tres que desentonan del conjunto, y algunos de los más interesantes se han quedado fuera.
El álbum lo abre "Appleshine", uno de sus clásicos temas orientados a la pista de baile, de desarrollo muy lento (casi diez minutos), con sólo dos acordes que se van alternando todo el tiempo, con una tardía (casi a los minutos) pero muy larga interpretación vocal de Karl Hyde, cuya voz se oye tan lejana que es muy complicado entender lo que dice, y sin apenas sorpresas en su segunda mitad (aun así, es de los momentos más salvables). Le sigue "This must be drum street", simplemente aceptable, también oscura y bailable, de duración más contenida y bajo más marcado, con una progresión armónica un poco más trabajada y con la pegajosa frase "Do you wanna buy my car?" como lo más destacable de su parte vocal. El siguiente corte es "Listen to Their No": inicialmente chirriante, con un prometedor sintetizador juguetón típico del dúo que se posiciona como instrumento principal casi al principio, y las voces "auto-tuneadas" de Hyde para una melodía entrecortada y un tanto extraña que también promete y que tiene una especie de estribillo cuando empieza con aquello de "There's no one", pero cuyo desarrollo encalla durante su segunda mitad, alejándolo de los grandes momentos del dúo (aunque quizá sea el mejor tema del disco).
"Border country", con la colaboración del para mí desconocido Ø [Phase], es otro de los típicos temas obsesivos y monocordes de la banda, similar a los que ya hemos escuchado tantas veces en otras entregas, y durante el cual no sucede prácticamente nada. "Mile Bush Pride" son menos de cien segundos de techno monótono y machacón. "Schipol test" levanta un poco el nivel, aunque vuelve a ser poco más que una obsesiva sección rítmica y un par de frases de Hyde, esta vez más graves y envolventes. "Brilliant Yes That Would Be", supuestamente inspirado por el paisaje islandés, son seis minutos de experimento a partir de un par de sintetizadores envolventes y una guitarra hiper-distorsionada, sin percusión alguna, y ante los cuales es difícil no pulsar el botón de forward. "S T A R (Rebel Tech)" se supone que es, como su propio título indica, el tema estrella del álbum, y en la versión original del episodio 5 (de la cual añado el enlace al video-clip) era quizá su momento más musical, aparte del más sencillo de recordar por la cantidad de personas y personajes famosos que cita, pero en la versión de este "Sampler" pierde en armonía lo que gana en contundencia, y para mi gusto el resultado es peor. "Imagine a box" son otros seis minutos de techno tenebroso de tempo alto, con una progresión armónica medianamente elaborada aunque con tendencia al delirio, y una de esas melodías imposibles por desestructuradas que son marca de la casa, pero esta vez escasa de chispa. Y la "muestra" la cierra "Custard Speedtalk", algo así como la evolución de su clásico "Rez" casi treinta años más tarde, con dos baterías convencionales y una melodía vocal larga para complementarla, y que podríamos definir como el intento de hacer una balada a partir de un original tan discotequero, recurriendo para ello a un complicado piano para contrepesar al juguetón sintetizador del comienzo.
Los cincuenta y ocho minutos de esta edición permiten también corroborar algo no siempre resaltado: la variedad de registros vocales de Karl Hyde, capaz de llevar a muchos temas conceptualmente similares a territorios distintos. Pero para haber subido el nivel habrían hecho falta más armonías, más progresiones armónicas bien trabajadas, un par de estribillos certeros, una duración más contenida en ocasiones. Y es que aunque sabemos que Underworld son capaces de combinar lo mejor y lo peor, esta vez su extraordinario esfuerzo no ha rendido los resultados esperados.
No obstante, para que el sabor de boca mejore, sugiero completar esta "Sampler Edition" con los siguientes cinco temas de los distintos "Episodios", que en mi opinión habrían mejorado un tanto la impresión global: "Molehill", con su pop de epopeya espacial sobre arpegios de piano y sintetizador, sin percusión y apenas letra y sin embargo mucho más interesante como experimento que "Brilliant Yes That Would Be", "Doris", su aproximació al ambient a lo Aphex Twin, un instrumental evocador y con más armonías que cualquier tema del "Sampler", "Two arrows", Underworld clásico para la pista de baile pero que demuestra que pueden hacer un tema igualmente intenso, bailable y perturbador en dos segundos, "A moth at the door", un tema coral (sí, sí, han leído bien, coral), con la voz de Hyde resonando en medio de un templo imaginario, doblada y distorsionada n-veces mientras una letra de compasión, y con la sorpresa final de un coro real para rematar el resultado, y "Another Silent Way - Drift Poem - Better Than Diamonds", catorce minutos de percusión africana casi tan irresistible como la de "Born slippy", con tres partes claramente diferenciadas, mucha frase declamada y mucho sintetizador estridente, que podría haber funcionado como tema excesivo para abrir el álbum (o uno de sus conciertos).
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