El regreso de la estadounidense Chan Marshall a la actualidad musical se ha hecho esperar más de seis años. Una circunstancia anómala, ya que en sus más de veinte años de carrera nunca antes había tardado tanto en darle continuidad a su anterior entrega. Pero es que este "Wanderer" debía prolongar el que hasta la fecha había sido el mayor hito de su carrera: ese "Sun" (2012) con el que abrazó acertadamente la contemporaneidad musical y logró además su mayor éxito comercial (nada menos que el Top 10 en las listas de álbumes de su país). Repetir el éxito parecía tarea complicada, pero es lo que su sello discográfico de siempre, Matador, esperaba. Así que cuando hace un año Marshall les entregó el grueso de las canciones de este nuevo álbum, la compañía las rechazó por entenderlas un retroceso en su propuesta (según la propia Marshall, le pusieron el ejemplo del "25" de Adele para que entendiera cómo debía sonar un disco de una artista femenina en 2018, clásico pero contemporáneo). La estadounidense optó entonces por buscar otro sello que estuviera dispuesto a publicarlas, lo encontró en Domino, completó la lista de canciones con un dúo con Lana del Rey, y aquí tenemos finalmente "Wanderer" entre nosotros.
La cuestión obvia es si realmente se trataba de una colección de temas para que cogieran polvo en una estantería (o al menos para volverlas a grabar en el estudio), o su publicación ha merecido la pena. Y la respuesta es compleja, como la personalidad de la propia artista. Es cierto que instrumentalmente hablando el álbum supone un indudable retroceso: no ya por la ausencia casi total de elementos electrónicos (el auto-tune es la única excepción), sino porque la mayoría de las canciones están instrumentadas con lo mínimo, la calidad del sonido es muy pobre y no hay espacio para todo lo que no sea el folk-blues más clásico. En descargo de lo anterior hay que recordar que Marshall no sólo compone y canta, sino que por lo general interpreta todos los instrumentos, lo que supone un indudable esfuerzo que lleva tiempo. Además, a la estadounidense no se le ha olvidado componer, ni tampoco ha renegado de sus señas de identidad como artista, por lo que los temas entroncan bien con el grueso de su carrera y hay los suficientes momentos de inspiración como para dedicarle una reseña.
"Wanderer", el tema que abre y títula el disco, es un buen ejemplo de esa doble vertiente positiva y negativa de la que hablaba antes: un bonito himno, prácticamente a capella, con la voz de Marshall doblada en múltiples tonos, pero muy corto, que deja la sensación de composición a medio explotar. "In your face" es el primero de los múltiples temas lentos del disco, oscuro y desabrido, sobre una progresión armónica bien construida pero simple y repetida hasta la saciedad en más de cuatro minutos. Mejor me parece "You get", un medio tiempo tortuoso, sobre otra sencilla pero efectiva proyección armónica (que al menos cambia en su parte nueva), que transpira desazón y rabia a partes iguales sin necesidad de ser ruidista, y con una original y entrecortada batería. "Woman" es el indudable tema estrella del disco, su primer sencillo, a dúo con Lana del Rey. Con un bonito comienzo que no repite en el resto del tema (y que por cierto no aparece en la versión single, ni en el videoclip), otra progresión armónica de blues desgarrado marca de la casa en las excelentes estrofas, un estribillo que tarda en llegar y que cuando lo hace puede parecernos demasiado simple pero no desentona, y una letra que reivindica ese feminismo tan en auge, resulta convincente. Aunque es cierto que apenas se distingue la voz de Del Rey de la de Marshall (de hecho Lana ni siquiera aparece en el videoclip), por lo que la evaluación de la parte vocal del tema no es demasiado favorable.
Tras estos cuatro temas de balance indudablemente favorable el disco pega un bajón en su tramo central: "Horizon" es una canción lenta y monótona, con guiños psicodélicos en su desarrollo y sobre todo con un inesperado abuso del auto-tune que no termina de encajar con una instrumentación tan clásica y co el zumbido de fondo de la mala grabación. "Stay", segundo sencillo, es una versión del mediocre tema de Rihanna, cuyo mayor acierto es que cambia sutilmente acordes y melodía llevándola a su terreno de manera que cuesta reconocer la original, pero que al volver a tener un tempo tan lento amenaza con una peligrosa sensación de aburrimiento. "Black" quizá sea mi segundo momento preferido del álbum: guitarra acústica al frente para llevar una sencilla pero efectiva progresión armónica, voces dobladas, tenebrismo, una excelente letra sobre el maltrato y la violencia de fatal desenlace, y probablemente el mejor estribillo del disco. Pero con "Robin Hood", el listón vuelve a bajar: muy folk, pero muy espartana, muy corta y muy simplona estructuralmente, nuevamente con la sensación de canción a medio componer.
Y los últimos tres temas de este relativamente corto álbum vuelven a ofrecernos un panorama irregular: "Nothing Really Matters" es un tema lento más, sobre el casi inevitable piano y con la casi inevitable atmósfera de tristeza y autodestrucción, que no desentona con el conjunto pero no aporta nada nuevo. Más interesante es "Me voy", con el título en español, y una guitarra que parece sacada del lejano oeste: otra balada llena de desazón, un estribillo en la que la voz de Marshall luce como en ningún otro momento del álbum, y por qué no decirlo, una letra escasa y tremendamente simple. Y el álbum se cierra con "Wanderer / Exit", que a pesar de lo que su título pueda indicar es otro tema totalmente diferente del "Wanderer" que abre el disco: también sin percusión, también con ambición de himno, también demasiado corto y sin embargo disfrutable gracias a su bonita y a la vez triste melodía.
Podemos concluir que el largo parón no ha afectado en exceso al talento creativo de Marshall, pero ni su maternidad en 2015, ni sus múltiples hospitalizaciones han dejado una huella perceptible en sus composiciones. Al contrario, esa mirada al pasado que hace que "Wanderer" parezca más un álbum de sus comienzos a finales de los noventa que de 2018 es lo que resulta más apreciable en esta colección de canciones. Que probablemente no merecieran quedar en olvido como pretendían en Matador, pero que hubieran necesitado otra vuelta de tuerca y otro estímulo creativo para haber consolidado su carrera más allá del circuito indie. Tal cual ha quedado contiene buenos momentos y resulta disfrutable para sus seguidores, pero también es claramente una oportunidad perdida en su carrera. Y probablemente ya no haya más.
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