lunes, 25 de diciembre de 2017

Odesza: "A moment apart" (2017)

Este 2017 que está a punto de terminar no ha deparado grandes sorpresas musicalmente hablando. Pero una de las más llamativas ha sido la repercusión que han alcanzado los norteamericanos Odesza con su tercer álbum. El hasta ahora minoritario dúo de Seattle formado por Harrison Mills y Clayton Knight ha dado la campanada con "A moment apart", consiguiendo algo casi imposible en el siempre complicado para la música eléctronica mercado estadounidense: alcanzar el top 3 en la lista de álbumes más vendidos.

¿Y a qué se debe tanto tirón? Pues esencialmente a que Odesza ha huido de buena parte de los tópicos que tienden a hacer de la música electrónica una propuesta para minorías. Para ello lo primero que han hecho ha sido aumentar el número de temas con una interpretación vocal completa. Mills y Knight han contado con los servicios de un amplio elenco de colaboradores, ninguno de gran renombre pero todos ellos de cualidades interpretativas contrastadas. Otra decisión en la misma línea ha sido reducir el número de temas orientados a la pista de baile: ¿que los ritmos binarios de tempo alto generan el rechazo automático en buena parte de la música comercial? Pues los descartamos, y apostamos casi en exclusiva por medios tiempos y temas lentos. Una tercera ha sido limitar la duración de sus composiciones: ¿que los temas largos, de desarrollos lentos, cansan a la audiencia? Pues hagamos temas de duración estándar. Si a todo ello le añadimos que mantienen su clara predilección por las progresiones armónicas elaboradas frente a las canciones monocordeos o estridentes de buena parte de la electrónica del siglo XXI, probablemente tengamos la receta de su éxito.

Así, "A moment apart" resulta ser una curiosa mezcla entre música ambient, influencias étnicas, pop para las masas del año 2017, guiños electrónicos, y muchas estrofas y estribillos. Algo así como lo que proponía Michel Cretu en su Enigma hace un cuarto de siglo, pero con un sonido más elaborado (la tecnología ha avanzado mucho) y un mayor número de colaboraciones vocales que den variedad al conjunto. Así, tras una breve introducción nos encontramos ya con el primer tema instrumental que se desarolla en esas coordenadas: "A moment apart" da título al álbum con sus elegante cuatro minutos sobre una elaborada progresión armónica, su ritmo sincopado, su piano vertebrador y sus sintetizadores reproduciendo voces femeninas. Tras él nos encontramos el que para mí es el mejor momento del disco, además de su quinto sencillo: "Higher ground", con la interpretación vocal de la para mí desconocida Naomi Wild es, a pesar de la relativa simpleza de su letra, un tema pop clásico y actual al mismo tiempo, con una bonita melodía en las estrofas, un buen arreglo en el puente y un estribillo luminoso, reforzada por las armonías de una sección de cuerda, otra de viento y unos certeros coros. Le sigue "Boy", otro corto tema instrumental, pausado, de influencias étnicas en las voces combinadas con una original percusión sincopada y una instrumentación envolvente.

"Line of Sight", con la participación vocal del para mí desconocido WYNNE, fue el primer sencillo y el tema que les ha catapultado a las nominaciones para los Grammy. Sin embargo para mí no es de sus mejores momentos: su épica peca de melosa, y su tempo excesivamente lento tampoco ayuda. Aunque hay que reconocer que los coros sintetizados y el sintetizador estridente que preside los intervalos instrumentales son eficaces. Tras tanto medio tiempo "Late night", segundo sencillo y el tema más rápido del álbum, se presenta como un soplo de aire fresco. Además, esos guiños a Daft Punk en las dos guitarras post-procesadas, junto con el excelente partido que sacan al sampling vocal a modo tanto de estrofas como de estribillo resultan tan originales como efectivas, especialmente en la apoteosis final. "Across the room", el sexto y último sencillo extraído hasta la fecha, cuenta con la participación vocal de la gran esperanza del soul contemporáneo, Leon Bridges. Que aunque es un cantante y compositor que cuenta con mi reconocimiento, no produce en esta ocasión un resultado brillante, porque más que de un tema de Odesza estamos ante un tema típico de Bridges (y no de los mejores) con tan sólo unos tímidos apuntes instrumentales de los de Seattle, que no son capaces de llevar la composición a su terreno.

El siguiente corte, "Meridian", también el tercer sencillo, es un nuevo tema instrumental de menos de cuatro minutos que incide en los ritmos tribales conveniente pulidos en otro medio tiempo, desarrollados por medio de lo que parece un canto del África central. Más certero es el noveno corte, "Everything at Your Feet", con la participación de la banda fronteriza The Chamanas. Que a pesar del horrible español que emplean en su letra (nadie hablaría así en nuestro idioma), encajan adecuadamente con los de Seattle: desde la trompeta del comienzo y los intervalos instrumentales hasta el infeccioso bajo sintetizado que da pie a los estribillos, todo son buenos detalles (incluso el ritmo vuelve a ser mayoritariamente binario, con un tempo ligeramente más rápido que le viene al disco como agua de mayo). "Just a memory", con la colaboración vocal de la ya veterana Regina Spektor, es una balada cristalina, de melodía difícil de interpretar, pero un tanto autocomplaciente en la instrumentación: la habitual sección de cuerda y prácticamente nada de electrónica innovadora.

El tramo final de este extenso álbum podríamos decir que comienza con "Divide", el tema más claramente R&B del álbum, con la intervención vocal de la para mí desconocida Kelsey Bullkin: más bien lento, al menos compensa su convencionalidad con los efectos que adornan el sintetizador principal de los intervalos instrumentales. Más interesante resulta "Thin Floors and Tall Ceilings", la composición instrumental más corta del álbum: otra vez lenta, pero más intimista y envolvente, recurriendo a las inevitables slow strings y con un sampling vocal capaz de dotar de emoción al conunto aunque no se entienda. "La ciudad" sube un poco el tempo y refuerza la batería para devolver algo de dinamismo al disco, pero reincide en los samplings vocales (eso sí, varios y muy diferentes esta vez) y en los guiños étnicos. "Falls", con la intervención vocal de la nuevamente desconocida Sasha Sloan, mantiene las mismas coordenadas del grueso del álbum de tempo y samplings vocales, pero la melodía es más certera (incluyendo un truco tan clásico como la repetición final del estribillo sobre la percusión desnuda) y la instrumetnación menos obvia, lo que la sitúa entre los momentos más interesantes del álbum. "Show me", el penúltimo corte, no aporta nada nuevo a lo ya expuesto y resulta agradable pero un tanto prescindible. Y "Corners of the Earth", con la intervención vocal del no menos desconocido para mí RY X, intenta cerrar el conjunto con una especie de plegaria que además vio la luz como cuarto sencillo, pero resulta un tanto cargante en su propuesta plena de optimismo, además de un tanto larga.

Es indudable que el álbum le sobra minutaje, y que en la selección final se podrían haber caído dos o tres canciones sin afectar al resultado final. También que le habría venido bien incluir más canciones de tempo más alto con las que contrapesar tantos temas lentos, no recurrir a tantos compositores invitados para lograr un resultado más equilibrado, y no abusar tanto de las voces sampleadas o sintetizadas para aumentar la evocación de los tramos instrumentales. Porque tal cual ha quedado, "A moment apart" transpira autoindulgencia y afán de comercialidad a partes iguales. Pero no es menos cierto que alberga un gran tema y siete u ocho momentos claramente favorables, y todo ello con unas armonías irreprochables y un sonido nítido y cristalino que cubre todo el espectro sonoro. Hasta tal punto su estilo es reconocible que han abierto camino para otras propuestas similares (caso del también estadounidense Illenium). Ahora falta ver si para su cuarto álbum se reafirman en su comercialidad a base de medios tiempos e invitados estelares, o si arriesgan para no quedarse estancados. Ojalá suceda lo segundo.

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