sábado, 30 de septiembre de 2017

Beth Ditto: "Fake sugar" (2017)

Cuando ya hace cinco largos años reseñé el último álbum de los estadounidenses Gossip ("A joyful noise"), ya advertí que su salto mortal de la independencia al mainstream tenía pinta de resultar fallido porque, quizá por culpa de los coautores y co-productores Xenomania, el resultado les hacía perder buena parte de su acusada personalidad en aras de una propuesta más comercial. El pronóstico resultó acertado, y de hecho Gossip se han disuelto aparentemente. Y lo que ha visto la luz en este 2017 ha sido el debut en solitario de su cantante y líder, Beth Ditto. Que indudablemente es una de las mejores voces del panorama musical actual, pero de cuya propuesta musical no estaba claro qué esperar. Afortunadamente el resultado (este "Fake sugar" que ha visto la luz hace un trimestre) es, sin llegar a la excelencia, un inteligente paso adelante que supera indudablemente a "A joyful noise".

Y es que para su carrera en solitario Ditto ha tenido la inteligencia de olvidarse del siempre mediatizado mercado musical, y se ha "limitado" a presentarnos su honesto y particular acercamiento a muchos de los estilos musicales con los que ya había coqueteado su banda, y que por lo que se ve son los que le dan sentido como artista. Para ello ha contratado a la compositora y productora estadounidense Jennifer Decilveo, quien co-escribe y produce diez de los doce temas de este versátil álbum. Que más bien parece un producto de largas sesiones de grabación con diversos colaboradores, dado que salvo por el hilo conductor que supone la voz de Ditto, cada tema posee diferencias notables con el anterior. Por eso el resultado no es del todo redondo, pero sí un soplo de aire fresco de principio a fin. Y es que en "Fake sugar" caben los setenta, los ochenta, los noventa, y caben desde Suicide hasta Blondie, desde el punk-rock hasta el house. Así que quien adquiera este disco debe tener buena cultura musical y apertura de miras si quiere disfrutarlo.

El álbum se abre con "Fire", el primer sencillo: un enérgico tema de rock (por algún estilo había que decidirse) sobre un contudente riff de guitarra, con guiños sureños, y razonablemente efectivo aunque limitado en su propuesta a causa de una progresión armónica tremendamente limitada. Le sigue "In and out", para mi gusto ligeramente superior, también mayoritariamente rockero, espartano al principio (sólo el arpegio de guitarra y la voz de Ditto), con más espacio luego para que Ditto explote sus cualidades vocales, y de influencia setentera en sus arreglos a lo largo del tema. El tercer corte es el que da título álbum, y curiosamente uno de los menos interesantes: una simplona caja de ritmos, una instrumentación que recuerda a las exploraciones surafricanas del "Graceland" de Paul Simon, y una melodía pop agradable pero sin gancho. En "Savoir faire" Ditto imposta, tras un desconcertante comienzo, y sobre un bajo que recuerda poderosamente a los de su banda, la altivez de Deborah Harry y la voz nasal de Eartha Kitt para desembocar un estribillo que podría haber sonado en la época dorada de Studio 54. Tan original como carente de magia.

Mucho mejor es "We could run", para mí incuestionablemente el mejor tema del álbum (y se ve que también de Ditto, pues hace apenas unos días la ha escogido como segundo sencillo). Ahora sí da con una progresión armónica luminosa, que realza una melodía de puro pop contemporáneo, y que se complementa con una mayor presencia de sintetizadores aunque sin renunciar a bajo, guitarra y batería reales. Un tema además compuesto para Nathan Howdeshell, guitarrista de Gossip, cuya marcha la dejó por lo visto tan tocada. Le sigue "Oo la la", algo así como glam-pop trasladado al año 2017 con diversos efectos electrónicos y rematado con alguna frase en francés, más original que disfrutable. "Go baby go" coquetea con el soul en su ambientación y con el rock en la contundencia de su estribillo, recordando a lo que hacían Roachford a finales de los ochenta y logrando un resultado aceptable. "Oh my God" es quizá el segundo momento más redondo del álbum, y el tema más genuinamente Gossip de todo el disco, con ese punk-rock arrastrado sobre un simple y efectivo riff de guitarra que permite a Ditto exhibir su rango vocal y su fuerza en notas altas, aunque tal vez le falte evolucionar un poco la instrumentación a lo largo del tema.

En el tercio final Ditto se reserva espacio para temas más reposados. El primero de ellos es "Love in real life", una balada de rock clásico con un buen estribillo y adornos psicodélicos que la intentan alejar de las baladas del heavy-metal de los ochenta en las que parece inspirarse. "Do you want to" cambia totalmente el registro y se acerca con brillantez al synth-pop de ese último álbum de Gossip, orientando el tema a la pista de baile con sus sintetizadores etéreos, sus intervalos instrumentales tras el estribillo e incluso un inesperado vocoder. "Lover" regresa a la senda del pop contemporáneo con una bonita melodía sobre un llamativo redoble de tambor, que incluso se permite subir un tono en la repetición final del estribillo como se solía hacer unas décadas atrás, si bien el ritmo binario en el estribillo le resta agilidad. Y el segundo tema lento es el que cierra el álbum: "Clouds (song for John)" es un tema íntimo, sin percusión, construido sobre un acertado arpegio de guitarra, pero al que le sobran "Oh oh ohs" y le falta un punto de emoción.

Como puede verse, "Fake sugar" es un álbum más ameno que disfrutable, más personal que inspirado, que probablemente no contente a todos los seguidores de Gossip. Pero debe reconocerse a Ditto que ha rebuscado con criterio en sus influencias para presentar su propuesta en solitario, y que ha huido del típico salto a la madurez de tantos otros líderes de bandas cuando debutan en solitario: serio, concienciado, reposado y... aburrido. Veremos cuánto tarda en darle una continuidad, y si para entonces se decanta más claramente por algún estilo.

lunes, 4 de septiembre de 2017

Furniteur: "Perfect lavender" (2017)

Una entrada más vengo a presentarles un álbum de debut. Ante la escasez de propuestas musicales interesantes por parte de artistas consolidados, lo más interesante de este 2017 está viniendo de nuevos artistas. En este caso se trata del debut del trío estadounidense Furniteur. Hecho a medida de Brittany Sims (voz y sintetizadores), aunque formalmente se hace acompañar de Mike Toohey (sintetizadores, guitarra) y Kevin Bayly (sintetizadores, guitarra), la banda ya debutó en 2014 con un EP que contenía la notable y quizá excesivamente deudora del italo-disco "Modern love". Casi tres años después ha visto finalmente la luz su debut en formato álbum. Aunque casi podríamos hablar de un mini-album, ya que como sucedió hace unos meses con Tiny Deaths, "Perfect lavender" sólo contiene ocho canciones, y dura poco más de treinta minutos. Menos mal que su propuesta tiene argumentos suficientes.

Quizá lo mejor del álbum sea también lo menos bueno: su obsesión por los ochenta. Más allá de la etérea voz de Sims (muy similar a la de Dot Allison, por cierto), los ocho temas no poseen una impronta demasiado personal. Y es que cada uno de ellos se arrima a un momento concreto de esa fructífera década, casi siempre con buenos resultados pero sin conformar un todo homogéneo. Por lo que más que de álbum deberíamos hablar de una simple colección de canciones. De las cuales nada menos que cinco han visto la luz en formato sencillo, lo que predispone a favor de su contenido. Tal es el caso de "Redundant buzz", el tema que abre el álbum, que sin ser mi tema favorito me parece una buena recreación de cómo podría haber sonado un tema perdido del "Low life" (1984) de New Order: parece que escucháramos a Gillian Gilbert con los teclados orquestales o a Peter Hook con los arpegios de bajo. Aunque el tema se sostiene por sí mismo, con su bonita melodía y el cambio de tonalidad en los estribillos. Más floja es en mi opinión "Brat" (palo de golf), otra canción también publicada en formato sencillo, construida sobre su poderosa batería (no programada), y sin progresión armónica que sostenga el tema más que en el simplemente correcto estribillo, que nos recuerda a Thomas Dolby.

"Air castles", tercer corte y también publicado en formato sencillo, parece otra cara B del "What have I done to deserve this?/A new life" (1987) de Pet Shop Boys: una caja de ritmos muy parecida a la del dúo británico en el comienzo, los mismos synclaviers en el estribillo y... todo hay que decirlo, una bonita progresión armónica, una melancólica letra ("Like we were meant to fall in love, building castles in clouds that never come down"), un cautivador estribillo, y unos meritorios intervalos instrumentales. De todas formas para mí la joya absoluta del álbum es "Swimming", extraída también en formato sencillo: un tecnológico bajo sintetizado que da paso a una dulcísima y difícil de interpretar melodía, muy en la línea del synth-pop escandinavo. Que además está perfectamente armonizada con los distintos sintetizadores y las capas de voces, y que se realza con unas inesperadas marimbas electrónicas en su tramo final.

El quinto sencillo y otro de los momentos álgidos del álbum es "Mysteries", un auténtico volantazo estilístico respecto a la dulzura del tema anterior: progresión armónica infecciosa, bajo sincopado que es puro electro, ritmo binario infalible para la pista de baile, y una interpretación vocal a cargo de Sims quizá demasiado etérea para la contundencia del tema. El resto del álbum lo completan los tres temas que no se han publicado en formato sencillo. En primer lugar, "Fault", otro salto estilístico respecto al tema precedente, con su intimista melodía y una notable instrumentación (a mencionar su arpegio de guitarra en el puente, sus redobles de caja, y ese solo de sintetizador que parece interpretado por Vince Clarke). Le sigue "All of the punks", cuyo bajo slap, su guitarra a lo Nile Rodgers y su batería no programada parecen extraídos de un álbum de rarezas de Chic. Y que además de esas influencias funky sorprende con un estribillo declamado en el que Sims juega a ser Deborah Harry. Y remata la terna y este breve álbum "Unforgettable", aglo así como una mezcla entre One Dove y Sheena Easton, sobre una correcta progresión armónica y con una melodía vocal que, aun siendo evocadora, no llega al nivel de los sintetizadores que realzan el estribillo. Y con el último detalle ochentero: ese solo de saxofón, que tanto se empleaba entonces y al que ahora nadie recurre.

Está claro que no estamos ante un álbum perfecto. Es cierto que todos los temas están muy bien armonizados, y la instrumentación va creciendo para sacar lo mejor de ellos. Pero están rematados con un espíritu demasiado retro, sin apenas añadir detalles de contemporaneidad que puedan quitarle a "Perfect lavender" la etiqueta de revival. Y eso, además de la escasa personalidad del conjunto y la muy minoritaria difusión del álbum, les hace correr el riesgo de quedarse en una aventura sin continuidad. Sería una pena, porque siete de sus ocho canciones merecen la pena.

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