En la presente entrada voy a reseñar el resultado de uno de los retornos estelares de esta temporada: el de los británicos New Order, tras nada menos que una década sin pisar un estudio de grabación. Un retorno con matices, ya que por vez primera no han contado con el que fue su bajista durante más de treinta años. Y es que Peter Hook ha hecho prevalecer sus diferencias irreconciliables con Bernard Sumner sobre la idea de volver a crear música con sus compañeros de viaje. Un ausencia notable, pues el bajo de Hook siempre ha sido una de las señas de identidad de New Order y sus aportaciones a las composiciones de la banda siempre le han dado un punto tenebrista y experimental muy de agradecer a lo largo de su carrera.
¿Y cuál es el resultado de esta nueva versión reducida de New Order? Pues un álbum bastante flojo, incluso decepcionante. La banda ha recuperado para este álbum la preeminencia de los temas bailables, sintéticos, de largos desarrollos, sobre ese pop-rock guitarrero que es la otra cara de la moneda de su identidad y que ha alumbrado un puñado de sus canciones legendarias. Y aunque no necesito ocultar aquí que esos temas bailables, con largos tramos instrumentales, han sido siempre mis favoritos en su trayectoria, para que los nuevos temas funcionen no sólo necesitan ceñirse a esos parámetros, sino que requieren la oportuna inspiración compositiva y una buena dosis de tensión interpretativa para alcanzar la excelencia. Y de eso, desgraciadamente, no hay demasiado en "Music complete". A pesar de los más de 64 minutos que consumen sus once nuevas composiciones. Y de todos los colaboradores de postín (Brandon Flowers, Ellie Jackson de LaRoux, Tom Rowlands de The Chemical Brothers e Iggy Pop).
Curiosamente el tema que anticipó el álbum en formato sencillo y que abre el disco, "Restless", juega a enganchar al fan de toda la vida de la banda. Porque es un tema que se aleja de la propuesta bailable de la mayoría de temas del álbum, e incluso propone un comienzo basado en una línea de bajo en la que hasta el mejor conocedor de la banda creería reconocer a Peter Hook. Pero no, es Tom Chapman quien recrea el sonido. A pesar de lo cual no es un temazo, si bien cumple su cometido gracias a su correcto doble estribillo, su letra depresiva y su tramo final instrumental. Apenas llega a cumplir con lo que se le espera "Singularity", segundo corte y primera de las dos colaboraciones en la composición y la producción con Tom Rowlands. Un tema que queda lejos de "Here to stay", aquella estupenda colaboración entre ambos artistas para la película "24 Hour Party People" que vio la luz en 2002. Sorprendentemente simple en el ritmo, sin magia en la melodía, un tanto previsible en los tramos instrumentales... El tercer corte, "Plastic", a pesar de su atrayente comienzo, vuelve a quedar por debajo de las expectativas, a causa de unas estrofas de melodía simplísima y apenas susurradas por Sumner, una progresión armónica que tampoco es ningún prodigio de complejidad, una aparición meramente testimonial de Elly Jackson a los coros, y un exceso de minutaje.
"Tutti frutti", cuarto tema y segundo sencillo, nos pone en guardia por sus frases en italiano al comienzo y el piano sintetizado de Gillian Gilbert, que estaba de actualidad hace un cuarto de siglo. La primera estrofa es también muy floja, pero el ritmo va penetrando, el estribillo está por fin a la altura de lo que cabe esperar, la segunda estrofa aporta una melodía distinta, la parte nueva está conseguida, al final Sumner deja con buen criterio que Elly cante un estribillo ella sola, los violines sintetizados dan un buen contrapunto al bajo... Y al final la sensación que queda es la de que es el primer tema que realmente merece la pena. "People on the high line" propone un groove original y un tanto alejado de los parámetros habituales en la banda, y los diferentes instrumentos se complementan muy bien, pero la melodía de las estrofas es una vez más demasiado ramplona y el estribillo demasiado anodino. Si bien es un tema superior a "Stray Dog", un tema de más de seis minutos en el que Iggy Pop hace lo único que está capacitado para hacer: declamar una serie de reflexiones escritas por Sumner acerca del secreto del amor, sobre un inquietante colchón instrumental que por momentos recuerda al post-rock.
Afortunadamente el séptimo corte, "Academic", no sólo sube el listón sino que en mi opinión es el único gran tema del álbum. Y, casualidad o no, precisamente se trata de un corte plenamente académico en la trayectoria de New Order. De su lado más guitarrero y menos bailable además, lo que vuelve a ser una paradoja en este álbum orientado en su otra vertiente. Pero su comienzo de guitarras cristalinas, la enérgica y cautivadora progresión armónica (por una vez también en las estrofas), una melodía más rica, la letra marca de la casa, el largo tramo instrumental al final, incluso los compases instrumentales entre estrofas y estribillos que colocan, sí están al nivel de sus grandes momentos. Si bien puestos a ponerle algún pero, quizá le sobre también algo de minutaje. Lamentablemente "Nothing but a fool", el siguiente corte, con su desconcertante comienzo acústico, casi de película del Oeste, sus oscuras estrofas que no terminan de casar con el estribillo de puro pop límpido e insustancial, y sus casi ¡ocho minutos! de duración vuelve al nivel medio del álbum. Al rescate viene "Unlearn this hatred", en mi opinión el tercer tema realmente reseñable del álbum y la segunda colaboración con Tom Rowlands: ahora el comienzo sí es más prometedor que el de "Singularity", la contundencia de la bailable base rítmica en las estrofas disimula que la progresión armónica sea un único acorde, el estribillo es armónico, elaborado e infeccioso, y la interesante parte nueva engancha de manera muy original con la tercera estrofa. Además, por única vez en todo el álbum la duración del tema es la adecuada, sin prolongaciones innecesarias.
El disco se cierra con dos temas más: "The game", que es la canción que más recuerda a los New Order de mediados de los ochenta, con una certera Gillian Gilbert a los teclados, un estribillo largo y decente, y un solo completo de guitarra en el tramo final, pero al que le falta inspiración para estar a la altura de los mejores momentos del álbum; y "Superheated", la colaboración con Brandon Flowers, que efectivamente suena más como un tema de los Killers más luminosamente pop que como un tema propio de New Order, y quizá por eso puede desentonar un poco en el estilo general del álbum, aparte de que el protagonismo vocal de Flowers se limita erróneamente al tramo final del tema.
Soy consciente de que la banda de Manchester ha sido más siempre capaz de entregar temas memorables que álbumes redondos (baste recordar aquel más que mediocre "Brotherhood" de 1986 que sin embargo contenía la ya mítica "Bizarre love triangle"). Pero para haber estado una década alejados de los estudios de grabación esperaba una mayor elaboración de las composiciones (en general las estrofas de casi todos los temas son meros trámites), un mayor vigor de la instrumentación y un mejor aprovechamiento de los colaboradores invitados. Hay un temazo, un par de momentos notables y otros dos que pueden dar el pego, y con eso sin duda bastará para contentar a sus miles de fans, pero paren Vds. de contar. Personalmente prefiero las "Lost sirens" que publicaron en 2013 con descartes de su por aquel entonces última visita a los estudios de grabación: la mitad de duración, el mismo número de canciones destacables.
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