domingo, 20 de septiembre de 2015

¿Es válida la música creada por DJs?

En la siguiente entrada voy a intentar dar respuesta a la siguiente pregunta: ¿es válida la música creada por DJs? Una pregunta que, a pesar de los años transcurridos desde que los DJs abandonaron su mera faceta de seleccionadores de temas para adentrarse en la mera composición (hará cosa de tres decenios), sigue estando en el aire. No tanto en el terreno comercial, en el que DJs como los reflejados en la foto (Avicii, David Guetta, Tiesto, Calvin Harris, etc.) copan desde hace más de una década las listas de ventas (especialmente las de sencillos), sino en el terreno de la crítica especializada, buena parte de la cual aún les niega incluso el derecho a reflexionar sobre sus creaciones.

A ello contribuye de manera decisiva la capacidad de los DJs para interpretar en directo sus composiciones. Para la mayor parte de la crítica directo equivale a autenticidad. Esto es indudable para por ejemplo el jazz, pero en la música pop contemporánea ya no está tan claro. Porque incluso la mayor parte de las bandas de rock (que podrían ser las que más respetan actualmente el concepto del directo), no dudan en mejorar su sonido recurriendo a pistas pregrabadas, tales como coros adicionales, percusiones programadas, secciones orquestales demasiado caras para trasladarlas en una gira... Esta técnica de las pistas adicionales es llevada por los artistas de tendencias más electrónicas a un segundo estadio, en el que apenas hay uno o dos músicos tocando en directo delante del público (aunque la parte vocal sí suele ser respetada por el cantante de turno). En este sentido los DJs compositores van un paso más allá, y en su inmensa mayoría se limitan a reproducir sus composiciones en formato digital, sin más creatividad que una subida o bajada espóradica de alguna franja de frecuencias en su mesa de mezclas (por ejemplo para resaltar los bajos), o a lo sumo un enlace original con su siguiente tema. Demasiado poco para la crítica. Y menos aún si esa ausencia interpretativa queda sustituida por continuos saltos y frases que inciten al público o la pose de "fijaos qué trascendental y complejo es lo que estoy haciendo delante de todos vosotros", aunque sea una mera pantomima.

Ahora bien, otra parte de los analistas musicales (en la que humildemente me incluyo), asumen que, siendo relevante la interpretación en directo a la hora de lograr una mejor conexión con sus seguidores y favorecerle su reputación a cualquier artista, lo esencial de todo solista o banda es las canciones que componga (o le compongan). A modo de ejemplo basta decir que The Beatles, posiblemente la banda más unánimemente reconocida por su calidad en el panorama de la música contemporánea, prácticamente renunciaron a la interpretación en directo para la creación de lo más granado de su discografía. Porque aunque es meritorio y digno de elogio dominar un instrumento y exhibir ese talanto en lo alto de un escenario, para mí lo es más enfrentarse al pentagrama vacío o al silencio del estudio de grabación y seleccionar unas notas que provoquen posteriormente la emoción en millones de personas.

Y ahí es donde creo que esa parte mayoritaria de la crítica se equivoca. Porque dando por sentido que muchos de los DJs de éxito no serían capaces de tocar decentemente ningún instrumento, sí que saben lo que supone crear una canción a partir de la nada. Cierto es que con elementos que facilitan mucho su trabajo y que les abstraen de unos conocimientos musicales profundos (con el Pro-tools y los diversos auto-tunes a la cabeza de una lista muy larga), pero que por sí solos no son capaces de generar los temas con los que ellos amasan sus fortunas. Y que además también requieren unas habilidades no tanto musicales en el sentido tradicional, pero sí de programación, acústica y electrónica en general que aunque no me atreva a calificar como virtuosismo tampoco deben ser despreciados.

Aparte de por su incapacidad para interpretar en directo y por sus endebles conocimientos musicales, la tercera razón por la que mayoritariamente la música de los DJs de éxito es despreciada es por la vertiente lúdica de sus temas. Que es incuestionable: ritmos rápidos y simples (muchas veces copiados de otros DJs o repetidos n veces a lo largo de su discografía), progresiones armónicas sencillas o incluso inexistentes, reducido número de partes que se repiten durante muchos minutos, letras vanales o incluso hilarantes, sonidos histriónicos... Pero que no quita para que sea eficaz en su ámbito: la pista de baile (o por extensión el salón de casa). No debemos desdeñar que históricamente una de las funciones básicas de la música ha sido acompañar en los momentos de alegría al ser humano, favoreciéndole su desinhibición y eventual comunión con su prójimo, y no hay nada de malo en ello. Tan respetable es, por ejemplo, un complejo y cadencioso tema de quince minutos de Pink Floyd paladeado en silencio con nuestros auriculares favoritos, como un trallazo de David Guetta a las cuatro de la madrugada en compañía de los amigos. Todo es música.

Así que aunque por su simplicidad creativa y su reiteración estilística la música creada por DJs seguirá sin tener mención especial en este humilde blog, sí que nos posicionaremos siempre en una posición de respeto hacia sus creadores. Al fin y al cabo, como decía la islandesa Björk, cuando voy a una discoteca no me interesa el mensaje de la música que el DJ esté pinchando, pues seré yo quien ponga las palabras "flirteando" con la clientela o "desfasando" con los amigos. Lo que interesa es que anime a seguir con la fiesta. Y de eso saben mucho los DJs.

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