Cuando hace unos meses se supo que para su decimosexto álbum de estudio Vince Clarke y Andy Bell estaban trabajando con Richard-X, me ilusioné con que pudieran volver por fin a entregar un gran disco. Y es que siempre he sido un fan del dúo inglés, pero no me cuesta reconocer que desde su quinto álbum de estudio ("Chrous", 1991), no han sido capaces de publicar otra entrega del mismo nivel. El productor y compositor Richard-X, que lleva más de una década usando la electrónica para crear un pop personal, de texturas envolventes muy elaboradas, parecía una muy buena elección para sacar a Erasure de su rutina creativa, en la que cada disco es poco más que una excusa para una nueva gira en la cual revisar sus clásicos, con canciones en su mayoría justitas de inspiración y escasas de elaboración. Y más aún cuando se supo que Richard-X no sólo estaba produciendo "The violet flames", sino que estaba participando activamente en la composición de todos sus temas.
Desgraciademente el resultado no ha respondido a mis expectativas. De manera muy similar a la colaboración de Stuart Price con Pet Shop Boys en "Electric" (2013), que también se quedó a medio camino de lo que prometía, da la impresión de que durante las sesiones de "The violet flame" Richard-X no ha sido un miembro de pleno derecho a la hora de tomar decisiones, se ha plegado a los criterios del dúo, e incluso ha estado virtualmente ausente en algunos temas que suenan casi como de costumbre. No significa esto que se trate de un mal disco, pues resulta claramente más interesante que "Snow Globe", su álbum navideño de temas tradicionales y composiciones originales publicado el año pasado que ni siquiera me animé a reseñar en este blog (a pesar de contener algún tema interesante como "Make it wonderful"). Pero sí se trata de un disco escueto (10 temas solamente), muy lineal, con prácticamente la misma estructura en todos los temas, predominio absoluto de la parte vocal, ritmos binarios sencillos, y apenas espacio para la experimentación.
"Death of night", el tema que abre el disco, refleja perfectamente ese pop correcto, centrado en la parte vocal, bailable y sin pretensiones, pero la falta de un verdadero estribillo lastra el resultado. "Elevation", segundo corte y primer sencillo, sí refleja desde tímidamente esa superposición de capas sonoras tan característica de Richard-X, sobre todo en un comienzo más trabajado de lo habitual y en un estribillo que pretende trasladarnos esa sensación de elevación ("your love gets higher..."). Aunque no llega a la altura de sus clásicos, pues le falta un punto de inspiración. "Reason", tercer corte e inminente segundo sencillo, es en mi opinión el tema estrella del disco: más sencillo instrumentalmente hablando que el anterior, remata unas estrofas correctas con un bonito estribillo, que a partir de la segunda repetición desemboca en otro aún más cautivante segundo estribillo ("give a little love, I'm all out of it..."), que Clarke realza con unas sencillas notas de teclado que lo complementan sin calcarlo. Tras él, "Promises" es el segundo mejor tema del disco, construido sobre unas estrofas en las que Bell suena convincente dejando al descubierto sus heridas, en las que Clarke nos entrega la parte nueva más inspirada instrumentalmente hablando y en la que todo el conjunto queda rematado por un correcto estribillo.
Aquí finaliza el tramo más interesante del disco. Después del insulso "Be the one", el único tema lento del disco (¡qué lejos quedan los tiempos en los que las baladas eran uno de los puntos fuertes del dúo!), "Sacred", el tema favorito de Bell según sus propias palabras, recuerda poderosamente al pop colorista de "I say I say I say" (1994), en particular a "Miracle", pero con una melodía menos inspirada. El séptimo corte, "Under the wave", recuerda a su vez al electro-pop espartano y vitalista de su álbum de debut ("Wonderland", 1985), y es en mi opinión el tercer momento relevante del disco, con ese segundo estribillo a base de "Oh, ohs" que nos retrotrae tres décadas en el tiempo al inicio de su periodo glorioso. De ahí hasta el final, mas corrección que inspiración: "Smoke and mirrors" recupera esa vena épica que iniciaron en "Wild" con Crown of thorns", siendo el juego de voces de Bell lo más interesante. "Paradise" podría ser un descarte de "Tomorrow's world" (2011) por su ritmo machacón y sus tintes disco, pero un estribillo decente no es suficiente para recomendarlo. Y "Stayed a little late tonight" no es, a pesar de lo que su título parece anticipar, la típica balada para cerrar el álbum a la que ya han recurrido en muchas ocasiones, sino otro tema rápido instrumentado con lo justo, y del que sólo en el tramo final Richard-X da señales de vida, ya que para variar se cierra con cuarenta segundos instrumentales más que aceptables.
Es cierto que cumplir 30 años de carrera ininterrumpida ya es un logro, y que alcanzarlos con la publicación del decimosexto álbum de canciones originales poco menos que una hazaña. Además, "The violet flame" es superior al menos a los cuatro últimos discos de estudio de la banda ("Union Street", "Light at the End of the World", "Tomorrow's World" y "Snow Globe"), y contiene tres momentos que harán las delicias de sus incondicionales. Así que desde ese punto de vista el disco es un éxito. Lo que sucede es que si les hubiera pillado en un mejor momento de forma, este tándem con Richard-X debería haber propiciado uno de los mejores álbumes del año. Y a tanto no ha llegado.
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